Introducción
Uno de los argumentos que utilizan los activistas homosexuales es el de alegar que la inclinación homosexual es algo innato y que, por lo tanto, la actividad homosexual es un "derecho humano" que la sociedad debe respetar. Sin embargo, los estudios realizados en torno al tema no demuestran con suficiente claridad que la homosexualidad tenga un origen genético, hormonal, neurológico o cerebral. A lo sumo, las conclusiones de los poquísimos estudios que alegan tales causas se apoyan sobre evidencias muy débiles. En 1992 se llevó a cabo un estudio sobre la homosexualidad, fruto de más de 30 horas de investigación. En dicha investigación, llevada a cabo por computadoras, se estudiaron más de 3,400 artículos publicados desde 1975 hasta ese año en búsqueda de las causas biológicas, genéticas y hormonales de la homosexualidad. Solamente en dos de esos artículos, ambos muy especulativos, se intentaba identificar la causa de la homosexualidad como algo de índole genético, biológico, hormonal o neurológico.
En 1991 el Dr. Simon Le Vay, que se declaró homosexual, publicó un estudio en la revista Science en el cual mostraba diferencias en los cerebros de hombres homosexuales y heterosexuales. Sin embargo, dicho estudio adolecía de ciertos fallos importantes. En primer lugar, Le Vay utilizó solamente 41 cadáveres en su estudio, una muestra muy pequeña para una investigación científica de esta índole. En segundo lugar, todos los homosexuales del grupo estudiado habían muerto de SIDA o de complicaciones relacionadas con esta enfermedad, la cual puede afectar el tejido cerebral. Más aún, Le Vay no estaba seguro si el resto del grupo era de verdad heterosexual, sino que asumía que lo era. El estudio de Le Vay mostró tan poca seriedad científica que hasta algunos activistas homosexuales lo han criticado. Sin embargo, los medios de comunicación le hicieron una gran propaganda.
En otro estudio, los doctores Allen y Gorski de laUniversidad de California en los Angeles también alegaron una supuesta conexión entre el homosexualismo y la estructura cerebral. Sin embargo, admitieron que un porcentaje significativo de los cerebros analizados pertenecían a víctimas de SIDA, enfermedad que puede afectar el tejido cerebral.
En relación a otro estudio parecido, "algunos investigadores advirtieron que se conoce tan poco sobre el funcionamiento del cerebro de los animales más desarrollados, que asignar una función o un significado a ligeras discrepancias en características anatómicas es una simplificación extrema".
Otra investigación, conducida por los científicos Bailey y Pillard, intentó mostrar el origen genético del homosexualismo por medio del estudio de mellizos homosexuales. Pero como ha señalado Ann Fausto Stirling, bióloga de la Brown University: "Para que estudios como éste tengan sentido, habría que estudiar a mellizos que han sido criados aparte. Se trata de una mala interpretación genética." Es obvio que los mellizos que son criados en el mismo hogar pueden tener las mismas experiencias familiares y ambientales y no sólo los mismos genes.
La revista Time publicó un artículo sobre un estudio publicado en la revista Science, en el cual se alegaba que el origen de la homosexualidad se encuentra en el cromosoma X (el cromosoma proveniente de la madre). Los investigadores estudiaron 40 parejas de hermanos homosexuales y encontraron que 33 de ellas compartían 5 diferentes trozos de material genético agrupados alrededor de un área particular del cromosoma X. Pero, en el mismo artículo se admite que, antes que las conclusiones sean aceptadas como definitivas, se necesita repetir este tipo de investigación. Además, el mismo artículo señala que los investigadores admiten que su "descubrimiento" no puede explicar otros tipos de homosexualidad masculina que existen. Por último, dichos investigadores también admiten que, en los casos estudiados por ellos, el material genético en cuestión puede simplemente estar asociado a la homosexualidad en vez de ser su causa directa.
Los bien conocidos terapeutas, Masters y Johnson, afirmaron en su libro Human Sexuality (pp. 319-320), que "la teoría genética de la homosexualidad ha sido en general descartada hoy en día" y que "a pesar del interés en posibles mecanismos hormonales en el origen de la homosexualidad, ningún científico serio hoy sugiere que pueda existir una simple relación de causa y efecto".
Sin embargo, gran parte de la comunidad científica se ha convertido en aliada de los homosexuales militantes, hasta el punto de que la Asociación de Psicología del Estado de Washington ha llegado a oponerse a la terapia que busca cambiar la orientación homosexual en heterosexual. Esta asociación alega, aún habiendo pruebas de lo contrario, que no hay evidencia de que la orientación homosexual se pueda cambiar aunque fuese deseable hacerlo, y se opone a tal terapia de conversión porque "refuerza el negativismo social hacia la homosexualidad". Esta desafortunada claudicación de una parte de la comunidad científica ante la presión política pro homosexual no es nueva. Ya en 1973, la Asociación de Psiquiatría de EE.UU. había retirado la homosexualidad de la lista de los desórdenes de su Manual de diagnósticos bajo la presión de activistas homosexuales, aunque no llegó a decir que era normal, como la heterosexualidad.
En conclusión, la evidencia científica no ha demostrado que la homosexualidad sea el resultado directo de causas biológicas, genéticas o neuro hormonales. Lo más que se puede decir es que pudiera existir alguna base genética, hormonal, neurológica o cerebral que predispone a la homosexualidad. Esta pudiera inclinar a unas personas más que a otras al homosexualismo, pero no obligarlas a practicarlo. Los estudios contemporáneos han mostrado que el alcoholismo puede tener una base orgánica que predispone a unas personas más que a otras a ese problema. Sin embargo, sabemos que las personas afectadas son libres de buscar ayuda y curarse. John Schlafly, al reconocer que era homosexual, declaró que "la inclinación [homosexual] no es algo que la persona escoge, pero todos sí tenemos la opción de qué hacer con respecto a tal inclinación". Además, suponiendo que hubiese alguna base genética, biológica u hormonal en la inclinación o comportamiento homosexual, eso no justifica un comportamiento que, como veremos a continuación, es de por sí dañino para el ser humano y para la sociedad.
Consecuencias médicas del comportamiento homosexual
Una de las maneras de percibir la maldad intrínseca de un tipo de comportamiento es constatando las consecuencias negativas que dicho comportamiento tiene para la salud mental o física. Casi siempre un comportamiento inherentemente malo tiene consecuencias negativas, debido a su desviación del uso correcto de las funciones naturales. Tal es el caso del homosexualismo.
Lo que hemos acabado de afirmar se demuestra obervando las consecuencias de las relaciones sexuales anales, las cuales son típicas del homosexualismo en casi un 90% de los casos. Durante las relaciones heterosexuales el esperma normalmente no puede penetrar las paredes interiores de la vagina, ya que ésta está protegida por una mucosa especial para que los virus no penetren, además de que tiene múltiples capas. El recto, por el contrario, tiene sólo una célula de espesor y, además, por estar destinado a asimilar los últimos alimentos útiles, contiene vasos linfáticos extremadamente desarrollados, que reabsorben casi todo (incluso los medicamentos y los virus). Esta disposición no es peligrosa porque este conducto normalmente no se abre excepto para descargar su contenido sin dejar entrar nada. Sin embargo, cuando se hace un uso anti natural del mismo se le abre la puerta a muchos virus que normalmente no tendrían casi oportunidad de éxito. Esto se debe a que el esperma penetra fácilmente la pared del recto, rompiéndola o magullándola y produciendo daños inmunológicos. Esta práctica comúnmente produce entre los homosexuales, además de trauma en el recto, un gran intercambio de fluidos del cuerpo con un acceso casi directo de sustancias infecciosas al torrente sanguíneo. Debido a todo esto, las relaciones sexuales anales y otras prácticas (que por pudor no mencionamos aquí), son las formas de contacto sexual más eficientes de contagiar ciertos tipos de hepatitis, SIDA, sífilis y una serie de enfermedades que se trasmiten a través de la sangre. No es extraño que aún antes de la aparición del SIDA ya el 90% de los hombres homosexuales promiscuos estaban infectados de Hepatitis B y de otras enfermedades.
Además, muchas de estas prácticas insalubres ocurren en sitios extremadamente anti higiénicos, como baños o espectáculos pornográficos. Y como cada año hasta el 25% de los homosexuales viaja a otro país, este dañino intercambio de gérmenes se produce en muchas partes del mundo.
Otro factor que agrava la trasmisión del SIDA y de otras enfermedades por contacto homosexual, es el número elevado de diferentes compañeros (aún anónimos) que tienen los homosexuales. Los estudios al respecto informan que el 43% de los hombres homosexuales admiten haber tenido relaciones sexuales con 500 hombres; el 28% con más de 1000 y los casi "monógamos" con 10 ó menos en toda su vida. La anomalía psicológica y la esterilidad de las relaciones homosexuales, caracterizadas por el autocentrismo y la búsqueda del placer sin responsabilidad, hacen que la "monogamia" entre homosexuales o lesbianas sea casi imposible.
Si bien es cierto que los casos de SIDA están aumentando con más rapidez últimamente entre los heterosexuales, hay que tomar en cuenta que los factores biológicos y sociales relacionados con el homosexualismo crearon un contexto ideal, en EE.UU. y en otros países del primer mundo, para la trasmisión del SIDA hacia el sector heterosexual de la población. Una vez que el grupo de más riesgo (los homosexuales promiscuos), alcanzó su punto de saturación (un gran número de sus miembros ya están infectados y continúan siendo promiscuos entre ellos), una ola de infección contaminó a otros grupos de menor riesgo a través de hombres bisexuales y del uso intravenoso de drogas. Sin embargo, la población homosexual sigue siendo el grupo con mayor víctimas de SIDA en esos países. En 1992, el 83% de los casos de SIDA en hombres blancos de los EE.UU., tuvieron lugar entre los homosexuales y en Europa los hombres homosexuales constituyen más del 85% de todos los casos de SIDA.
Las consecuencias negativas, tanto físicas como mentales, del estilo de vida de los homosexuales y las lesbianas, han dado como resultado un promedio de longevidad bastante más bajo que el resto de la población. Esto se debe no sólo al SIDA, sino a que los ataques al corazón, el cáncer, las fallas hepáticas y otras enfermedades y peligros (como el suicidio y los accidentes), son bastante más frecuentes entre ellos. Comparados con los heterosexuales, los homosexuales tienen 8 veces más propensión a contraer hepatitis; 14 veces más la sífilis y 5,000 veces más el SIDA. En efecto, un estudio reciente ha mostrado que menos del 2% de los homosexuales alcanzan los 65 años de edad. En cambio, en el resto de la población masculina la edad promedio para morir de un hombre casado era de 75 años y el 80% viven más de 65 años. Para los hombres solteros o divorciados la edad promedio era de 57 y el 32% alcanzó una edad mayor. Entre las lesbianas que murieron, la edad promedio era de 45 años y sólo el 26% murió de edad avanzada. En cambio, en el resto de la población femenina la edad promedio de muerte para las mujeres casadas era de 79 y el 85% alcanzó los 65 años. Para las mujeres solteras o divorciadas, la edad promedio de muerte fue 71 y el 60% alcanzó una edad mayor. El examen de la distribución por edades de los homosexuales en las publicaciones científicas, desde 1858 hasta 1992, sugiere un patrón similar de longevidad.
El mito del 10%
Otra de las tácticas que usan los grupos de homosexuales es la de proclamar la falsedad de que ellos constituyen el 10% de toda la población. Esta inflada cifra fue "descubierta" por el investigador Kinsey, cuyos estudios han sido ampliamente refutados por varios científicos serios. En efecto, más del 25% de las personas investigadas por Kinsey ejercían la prostitución o provenían de cárceles, instituciones mentales o bares de homosexuales. Esta cifra tan alta de hombres con un historial de desviaciones sexuales, fraudulentamente afectó los resultados de la investigación de Kinsey (además se ha llegado a saber que Kinsey realizó experimentos éticamente perversos en 317 niños, entre los 2 meses y los 15 años de edad, por medio de un grupo de observadores "técnicamente entrenados"). Por el contrario, la mayoría de los investigadores serios hoy en día están de acuerdo en que sólo el 2.5% de la población podría ser homosexual.
El homosexualismo militante y su plan de acción
Ya hemos señalado algunas de las falsedades empleadas por los grupos homosexuales como tácticas para promover su plan de acción. Queda todavía por describir, siquiera a grandes rasgos, la fuerte campaña que estos grupos están llevando a cabo en los medios de comunicación, en el gobierno, en las leyes y hasta en el mismo sistema de educación de los EE.UU. Es importante darse cuenta de que los grupos homosexuales están muy bien organizados a nivel estatal y ejercen una influencia política muy fuerte también a nivel nacional. Esta feroz actividad militante es posible debido a que son capaces de recaudar millones de dólares anualmente para actividades políticas y al apoyo que reciben de los medios de comunicación.
El 25 de abril de 1993 el movimiento homosexual llevó a cabo una marcha de "orgullo homosexual" en Washington (ya han tenido lugar otras marchas como ésta en otros lugares del país). Durante esa manifestación miles de "parejas" de homosexuales y lesbianas contrajeron "matrimonio" con la ayuda del "Reverendo" Troy Perry, quien fundó una iglesia para homosexuales (como él), que tiene "sacramentos" y se ha extendido desde California a todo EE.UU. y a 15 países, incluyendo Méjico, Perú y la Argentina. Las cámaras de televisión del Club 700 (un grupo cristiano) captaron durante este desfile escenas inmorales, que la mayoría de la prensa norteamericana pasó por alto, fué en plena vía pública. Participaron también cientos de sadomasoquistas y transexuales.
Durante la marcha, los activistas en pro del homosexualismo dieron a conocer 7 demandas generales, en torno a las cuales se agrupan otras 55 demandas específicas. La primera demanda exige que se deroguen todas las leyes que prohíben la sodomía y que se legalice todo tipo de perversión sexual. Uno de los participantes lo expresó así: "..buscamos cambiar las leyes sobre la sodomía para poder mostrar nuestra sexualidad en público". Esta demanda implicaría el cambiar las leyes sobre el consentimiento para permitir las relaciones sexuales con menores de edad. También se derogarían las leyes sobre el vestir, permitiendo así todo tipo de vestimenta o ausencia de ella.
La segunda demanda incluye el usar dinero de los impuestos para pagar operaciones de cambio de sexo. La tercera demanda exige la legalización de "matrimonios" de miembros del mismo sexo y la adopción de niños por parte de parejas homosexuales.
La cuarta demanda requiere la plena participación de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales en programas de educación, de guarderías infantiles y de orientación escolar. Nos podemos imaginar el posible impacto legal de esto en las escuelas y guarderías católicas o de otras iglesias o grupos religiosos. ¿Obligarán a las iglesias, bajo pena de demanda judicial, a contratar homosexuales declarados como maestros, entrenadores de deportes, étc.?
La quinta demanda requiere que los anticonceptivos y el aborto estén a la disposición de toda persona, no importa la edad.
La sexta demanda exige que se utilice dinero de los impuestos para pagar la inseminación artificial de lesbianas y bisexuales y prohíbe que se expresen preocupaciones acerca de la homosexualidad que estén basadas en la religión.
La séptima demanda exige que organizaciones como los Boy Scouts acepten a homosexuales como directores de patrulla.
Estas exigencias son parte de los objetivos de los grupos homosexuales, los cuales quieren que se acepte el homosexualismo como un "derecho humano" más y que se proteja esta conducta en todos los estados, comenzando con las ciudades, hasta alcanzar el nivel nacional.
Por ejemplo, la ciudad de Miami Beach (Estado de la Florida), aprobó una ordenanza condenando la discriminación debido a la "preferencia sexual", como le llaman al homosexualismo. De hecho, las demandas mencionadas son parte de un proyecto de ley federal sobre "derechos" civiles lésbicos y homosexuales que los grupos homosexuales han logrado introducir en el congreso de EE.UU. En 1993 estos grupos ya contaban con más de cien auspiciadores de ese proyecto, incluyendo uno de sus principales promotores, el Senador Edward Kennedy, del Estado de Massachusetts. Según Gary Bauer, de la organización cristiana Family Research Council ("Consejo de Investigación sobre la Familia"), "la batalla consiste en llevar el homosexualismo a la misma categoría social y moral de la familia heterosexual".
En escuelas públicas y privadas se han introducido cursos y programas de educación sexual, comenzando desde preescolar y kindergarten, que presentan el homosexualismo a niños y adolescentes como una opción más, un "estilo de vida" o una "preferencia sexual". Este es precisamente el objetivo de uno de estos programas, llamado Proyect 10 ("El proyecto 10"), cuya fundadora es Virginia Uribe, una lesbiana maestra de escuela. La Asociación Nacional de Educación de EE.UU. le dió un premio a Uribe por su "liderazgo creativo en pro de los derechos humanos".
Es alarmante saber que en estos cursos y en las bibliotecas de las escuelas se utilizan libros como Heather Has Two Mommys ("Heather tiene dos mamás") y Daddy's Roommate ("El compañero de cuarto de papá"), sin que lo sepan los padres. Además, ya se está haciendo disponible un libro de juegos para niños que trata sobre la sexualidad y que da instrucciones específicas sobre varios métodos de masturbación. En las escuelas públicas de Nueva York, el superintendente Joseph Fernández, introdujo un curso de este tipo. La rápida intervención del Cardenal John O'Connor y de muchos padres (especialmente los hispanos), logró que se retirara este programa y se despidiera a su promotor, el Sr. Fernández.
Durante los últimos años, ciertas organizaciones homosexuales se han unido a organizaciones proabortistas como la Federación de Planificación de la Familia de EE.UU. (Planned Parenthood Federation of America) o Paternidad Planificada y a otras organizaciones para pedir que se ofrezca una educación sexual más extensa. En dicha educación sexual se incluye la "educación sobre el SIDA", otro tema que aprovechan los activistas homosexuales para promover su estilo de vida en las escuelas, universidades y medios de comunicación. En toda esta campaña pro homosexual a través de la educación, estos grupos buscan pasar por alto la autoridad de los padres y el derecho de éstos a ser los primeros y principales responsables en la educación, sobre todo moral, de sus hijos.
También en varias de las universidades más prominentes ya se han introducido cursos, congresos y hasta se han creado centros de estudio sobre homosexualismo y lesbianismo, presentándolos como "estilos de vida" tan perfectamente aceptables como el heterosexual.
Otra de las tácticas que utilizan estos grupos homosexuales es la de tildar a todos los que se oponen a su ideología de "homofóbicos", de esta manera buscan ridiculizar a sus oponentes para así cambiar la opinión pública. Este término ha sido utilizado también por los medios de comunicación, los cuales se han aliado al movimiento en pro del homosexualismo, tergiversando u ocultando la verdad sobre este dañino e inmoral estilo de vida.
Consecuencias legales
Existe el peligro de que, al legalizarse la sodomía y el estilo de vida homosexual también, por implicación, lleguen a legalizarse otras aberraciones, como la pedofilia, el sadomasoquismo, étc. Una vez que se acepta como normal una desviación sexual, otras perversiones se convierten también en justificables. Esta conclusión se sigue, además, de las mismas exigencias de los militantes homosexuales, los cuales quieren que se acepte cualquier tipo de actividad sexual.
De hecho el 37% de los homosexuales promiscuos practica el sadomasoquismo. Además, el movimiento homosexual ha aceptado la presencia de grupos sadomasoquistas y de practicantes de la pedofilia, como la Asociación Norteamericana de Amor entre Hombres y Niños o NAMBLA (North American Man-Boy Love Association) en sus marchas de Washington, D.C. y San Francisco. En un congreso nacional de homosexuales y lesbianas, en Washington D.C., en 1990, se presentó un seminario a cargo del Leather Institute, una organización sadomasoquista. En el video The Gay Agenda ("El plan de acción homosexual"), producido por la organización cristiana The Report ("El Informe"), el Dr. Nicolosi dice que "hoy hay programas de consejeros sexuales escolares en todo el país. En California se conocen como el Proyecto 10. En realidad, muchos de esos programas son programas en pro del homosexualismo, donde ocurre lo siguiente: Su hijo de 15 años va a consultar a su consejero, que será seguramente homosexual, y le consulta: ‘Mire, tengo estos pensamientos, estas sensaciones, este comportamiento...'; Y el consejero le responderá: ‘Bueno, bienvenido a la comunidad homosexual, eres de los nuestros'".
Conclusión
Es crucial que nos demos cuenta de que el comportamiento homosexual o lésbico ya no es algo que queda en la penumbra. Los grupos homosexuales y lésbicos están promoviendo su ideología y sus actividades entre los niños y los jóvenes, esa es su principal forma de supervivencia como grupo social. Son nuestros propios hijos los que están en peligro, pues el origen de la homosexua-lidad se encuentra muchas veces en la seducción del niño o adolescente por parte de un adulto homosexual. Todo adulto homosexual o con problemas serios en el área de la sexualidad "es el producto de un estímulo sexual prematuro en la infancia, ya sea debido a verdaderas violaciones o a una exposición excesiva como observador de las actividades sexuales". De nosotros depende que tomemos en serio este ataque contra la familia y contra nuestros hijos y que lo afrontemos con responsabilidad.
Parte primordial de nuestra responsabilidad en esta batalla es orar por las
personas homosexuales. En realidad nuestra batalla no es contra ellas, sino
contra las fuerzas del mal del "Príncipe de las Tinieblas", quien busca destruir
a la humanidad (Efesios 6:10-13). La batalla es contra el pecado y la ideología
que estos grupos promueven. Se trata de una lucha espiritual que requiere mucha
oración y sacrificio, sobre todo la Eucaristía, la adoración al Santísimo y el
rezo del Santo Rosario para los católicos. Todos los cristianos debemos
unirnos en oración por la conversión y salvación de los homosexuales y de
nuestra nación y actuar para impedir que este mal continue extendiéndose.
"Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y
buscando mi rostro, y se vuelve de sus malos caminos, yo le oiré desde los
cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra" (2 Crónicas 7:14).
FACTORES CAUSANTES DE LA HOMOSEXUALIDAD
Richard Fitzgibbons
Los orígenes de las inclinaciones y los comportamientos homosexuales
Introducción
En la actualidad, la mayoría de los católicos saben muy poco o nada acerca de las causas emocionales de la inclinación y conducta homosexuales. Tampoco conocen el poderoso papel que la espiritualidad católica puede jugar en la curación de la homosexualidad.
Las razones de esta ignorancia son muchas e incluyen: la escasa difusión de escritos que traten sobre el valor de la fe católica y de los sacramentos para la curación de la homosexualidad; el fracaso de la terapia tradicional en lograr el mismo objetivo; las opiniones en las Asociaciones de Psiquiatría y Psicología de EE.UU de que la homosexualidad no es un desorden; la influencia que poderosos grupos ejercen sobre los medios de comunicación social y sobre la educación, los servicios sociales, los servicios de salud y la política. Además, hay muchas personas y grupos dentro de la misma Iglesia que tratan de desvirtuar la doctrina moral tradicional sobre este tema.
La falta de conocimiento sobre las causas de la homosexualidad se extiende también a aquellos que dirigen a adolescentes y adultos. Los terapistas frecuentemente dicen a aquellos que buscan ayuda en este sentido, que la doctrina de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad es insensible hacia los homosexuales, poco científica y errónea. Les aconsejan que se acepten como personas creadas homosexuales por Dios. Desafortunadamente, los que así aconsejan son poco conscientes de los conflictos emocionales que causan la homosexualidad, así como del poder de curación existente a través del perdón y de la espiritualidad católica.
En mi experiencia clínica de los últimos 20 años, he sido testigo de la curación del dolor emocional que causaba la homosexualidad en varios cientos de hombres y mujeres. Su proceso de curación ocurrió, primero, a través de una psicoterapia que identificaba los orígenes de sus conflictos, y luego, por medio del perdón y de una espiritualidad católica.
Tal enfoque es similar al uso de la espiritualidad en el tratamiento del abuso de sustancias. Las mejorías radicales en el tratamiento de este problema ocurrieron sólo después de que la confianza en Dios se propusiera como la piedra angular del tratamiento. Anteriormente, la psicoterapia tradicional, por sí sola, sólo producía mejorías mínimas. El uso de la espiritualidad en el tratamiento de la homosexualidad ha seguido un modelo parecido.
Los orígenes de la homosexualidad
Los conflictos más comunes que predisponen a las personas hacia la homosexualidad son 1- la soledad y la tristeza, 2- profundos sentimientos de ser inadecuado y la falta de autoaceptación, 3- la desconfianza y el miedo, 4- el narcicismo, 5- el excesivo sentido de responsabilidad, 6- el maltrato sexual en la niñez y 7- el enfado excesivo.
Durante los períodos de tensión, estas dificultades internas se activan. Entonces pueden surgir fuertes tentaciones homosexuales en un intento por encontrar alivio o un escape al dolor emocional inconsciente. Esta dinámica de dolor emocional que puede llevar a la homosexualidad rara vez se manifiesta durante la infancia, pero normalmente se revela al principio de la adolescencia.
Veamos a continuación con más detalle cada uno de estos factores causantes de la homosexualidad que hemos mencionado:
1. Soledad y tristeza
En el pasado, la causa que con más frecuencia se veía de la tristeza que conduce a la homosexualidad en los muchachos era el rechazo, durante la infancia y la adolescencia, por parte de sus compañeros, con motivo de sus limitadas aptitudes atléticas. [Sin embargo, por razón de lo que se verá a continuación, trataremos esta causa un poco más adelante.]
Más recientemente, el fracaso matrimonial y familiar, con casi un 45% de niños y adolescentes que viven separados de sus padres, ha producido serios problemas de tristeza y soledad en la juventud. El Papa Juan Pablo II, en su Carta a las familias de 1994, ha descrito la trágica suerte de estos jóvenes, caracterizando a muchos de ellos como "huérfanos con padres vivos".
Cuando no se satisface la necesidad de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un vacío interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el confort de ser abrazados por otro hombre. En mi experiencia clínica he observado que mientras más temprano es el abandono paterno, mayor es la posibilidad de que se desarrollen tentaciones homosexuales.
Mientras que muchos hombres no han recibido el ánimo y afecto físico de sus padres, y nunca han desarrollado inclinaciones homosexuales, los particularmente vulnerables son aquellos que, a causa de limitadas actitudes atléticas, tampoco fueron aceptados por sus compañeros.
También, en algunos chicos especialmente sensibles, un continuo maltrato por parte de sus hermanos mayores produce una soledad interior que puede llevarlos a sentir inclinaciones homosexuales.
La falta de cariño, afecto y ánimo de una madre también puede producir un vacío y una terrible tristeza. Algunas chicas intentan llenar ese vacío del amor materno dulce y consolador por medio del comportamiento homosexual. Esta "soledad sin madre" no se observa tan a menudo como la "soledad sin padre", porque las madres generalmente tienen mucha más libertad a la hora de comunicar su amor y su ánimo a los hijos que la que tienen los padres.
Sue era la más joven de tres hijos, y
tenía cuatro años cuando su madre los dejó. Vio a su madre intermitentemente
durante su infancia, pero nunca sintió intimidad con ella. Sue salió con
muchachos varias veces en el Instituto, pero cuando tenía alrededor de 20 años
se involucró en relaciones homosexuales.
Comenzó a tratarse con psicoterapia
para resolver la tristeza y el enfado que sentía hacia su madre. Conforme su
entendimiento del problema crecía, se dio cuenta de que ninguno de los chicos
con los que había salido podía proporcionarle el afecto que la niña pequeña en
su interior ansiaba de su madre.
Durante un tiempo el afecto de sus novias le consolaba. Sin embargo, estas relaciones no la satisfacían tampoco. Poco a poco Sue vio que la niña pequeña que llevaba dentro necesitaba curarse del dolor de esa "soledad sin madre" antes de que pudiera tener una relación adulta de amor estable y sin relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Algunos adultos que se sienten muy frustrados y solos porque todavía no han encontrado la persona correcta para casarse caen en un comportamiento homosexual en su intento de aliviar esa soledad. Algunas personas casadas comenten actos homosexuales como resultado de la tensión y soledad en su matrimonio. También, la tristeza y la soledad que se siente después de un serio fracaso matrimonial puede resultar en una conducta homosexual, porque estas personas tienen miedo de volverse vulnerables ante alguien del sexo opuesto. En mi trabajo he visto este tipo de conducta ocurrir más frecuentemente en las mujeres.
Como la soledad es una de las experiencias más dolorosas de la vida, se gastan enormes cantidades de energía inconscientemente en un intento de negar la presencia de ese dolor tan debilitante. Como resultado, muchas personas ni siquiera saben que están luchando contra esa profunda herida emocional. Frecuentemente tienen miedo de afrontarla, en parte porque no creen que se pueda curar. De hecho, los que así piensan tienen razón cuando sus intentos de curarse excluyen la espiritualidad, porque ninguna cantidad de amor de otros adultos puede compensar lo que no se recibió de su padre, madre, hermanos y amigos de la infancia o adolescencia. Muchos hombres y mujeres con estas dolorosas heridas emocionales de soledad y tristeza prefieren creer que son homosexuales para no enfrentarse con su terrible situación interior.
El fracaso de cualquier relación adulta, a la hora de llenar el vacío de la soledad infantil y adolescente, es la mayor causa de la extraordinaria promiscuidad en el estilo de vida homosexual, y por eso algunos estudios arrojan un promedio de 60 compañeros/as sexuales al año. Inconscientemente, estas personas no buscan un compromiso estable, porque sienten que ningún adulto puede satisfacer al niño y adolescente interior. Tal proceder compulsivo, patológico y peligroso para la salud apoya la idea de que la homosexualidad es un serio desorden emocional, mental y conductual.
Por supuesto, los conflictos de soledad y
tristeza se pueden manifestar de muchas formas aparte de un comportamiento
sexual, como, por ejemplo, las actuaciones infantiles de dependencia, una
constante necesidad de atención y afecto, una excesiva fantasía sexual,
masturbación compulsiva, atracción hacia los adolescentes, dependencia en la
pornografía, comportamiento narcisista, agotamiento y síntomas de depresión.
2. Profundos sentimientos de ser inadecuado y falta de
autoaceptación
La homosexualidad también puede ser el resultado de fuertes sentimientos de inseguridad. La desconfianza en sí mismo se suscita por el rechazo de padres, compañeros, hermanos u otras personas significativas en las cuales se ha depositado la confianza. En un intento inconsciente de deshacer una historia de rechazos, la persona busca reafirmarse y ser aceptado por miembros del mismo sexo. En mi experiencia clínica este doloroso conflicto emocional se observa mucho más frecuentemente en hombres que en mujeres.
La autoestima se basa principalmente en la aceptación de un modelo de conducta en la primera infancia, el niño de su padre y la niña de su madre. Todo niño pequeño añora recibir la aceptación, al apoyo y el ánimo de su padre -- de esta forma establece un sentido positivo y un grado de bienestar consigo mismo. Aunque el amor de una madre es esencial para los niños, no es tan importante como el amor y la afirmación del padre para la formación de una sana identidad masculina. La falta de reacciones positivas de un padre produce una seria debilidad en la imagen masculina y una falta de autoaceptación. Muchos de los que sufren inclinaciones homosexuales crecieron de niños pensando que nunca podrían agradar a sus padres.
Los hermanos mayores también juegan un
papel importante en la formación de una positiva identidad masculina en la
infancia. Los rechazos en estas relaciones pueden producir un serio
debilitamiento de la autoestima masculina. Sin
embargo, las desilusiones más comunes de la vida infantil que producen
inclinaciones homosexuales son el resultado de los rechazos por parte de amigos
a causa de una deficiente coordinación psicomotriz y atlética. Esta es una
limitación especialmente dura de tener en una cultura obsesionada hasta tal
punto con el éxito deportivo que se llega a considerar ese éxito como el
indicador principal de la masculinidad. Los niños que no son buenos atletas son
a menudo víctimas del rechazo y del ridículo. Frecuentemente les dan apelativos
femeninos y les llegan a decir que corren o juegan como una niña. A medida que
estos rechazos continúan año tras año, estos chicos se sienten cada vez más
inadecuados, confusos, solos y débiles. El maltrato de los compañeros produce en
ellos una imagen muy deficiente de su cuerpo y de su masculinidad. La angustia
de estos chicos puede llegar a ser tan dañina que puede hasta anular los
beneficios psicológicos de una positiva relación con su padre. Para muchos de
estos chicos, las inclinaciones homosexuales comienzan en el sexto o séptimo
grado. La inclinación es siempre hacia adolescentes fuertes y atléticos.
En los 50 y 60, se realizó un estudio en Nueva York de 500 varones que se consideraban homosexuales. El estudio reveló que más del 90% de ellos tenía problemas de coordinación atlética y que de pequeños fueron objeto de humillación por parte de sus compañeros. Muchos contaron que no sólo se sentían fracasados como varones porque no eran buenos en el deporte o porque no les gustaba, sino que también sentían que desilusionaban a sus padres, quienes -- en su opinión -- esperaban que fueran buenos atletas. La falta de interés por los deportes interfería en la relación y unión íntima entre padre e hijo. La necesidad de ser aceptado por otros varones es esencial para el desarrollo de una positiva identidad masculina y es anterior al nivel de desarrollo adolescente. Si la autoaceptación no ocurre por medio de la afirmación de otros compañeros, raramente podrá un muchacho sentirse atraído hacia las muchachas.
Lou era un estudiante universitario muy bueno que había considerado la vocación sacerdotal desde su temprana adolescencia. Sin embargo, su mayor obstáculo era la presencia de inclinaciones homosexuales que comenzaron cuando tenía 13 años. Buscó el consejo de un sacerdote en su universidad que le dijo que continuara con la idea del sacerdocio, pero que tratara de aceptar su homosexualidad y de sentirse cómodo con ella, ya que Dios lo había creado así. En aquel momento de este consejo tan equivocado, ni Lou ni el sacerdote tenían la menor idea de la influencia que había ejercido sobre él el constante rechazo que había sufrido por parte de sus compañeros durante la infancia y la adolescencia. Sus compañeros a menudo le ponían apodos femeninos porque, según ellos, lanzaba la pelota como una niña.
Lou decidió que no podría tomar el camino del sacerdocio porque no sería capaz de vivir consigo mismo si intentaba llevar una doble vida: practicando la homosexualidad y al mismo tiempo presentándose ante la comunidad católica como un sacerdote célibe.
Durante varios años Lou intentó vivir como un homosexual. Más tarde, buscó ayuda psicológica porque sentía repugnancia hacia muchos aspectos de ese estilo de vida, especialmente hacia la promiscuidad tan extrema y el abuso de sustancias. No podía aceptar que eso fuese el plan de Dios para su vida.
Hace varios años, en la conferencia nacional del grupo Courage ("Coraje") -- grupo que ofrece ayuda para las personas homosexuales para que vivan castamente -- pude confirmar la influencia que tienen los rechazos de los compañeros en el desarrollo de los deseos homosexuales. Después de una charla sobre los orígenes de la homosexualidad y sobre la curación de la soledad y el enojo en aquellos que estaban afectados por este desorden, toda la hora siguiente la ocuparon las historias personales de hombres cuyas identidades masculinas fueron heridas y los diferentes tipos de comportamientos sexuales relacionados con el rechazo durante la infancia y la adolescencia por causa de la falta de habilidad deportiva. Estos hombres compartieron con la audiencia que los rechazos de sus compañeros jugaron un papel mucho más importante en el desarrollo de sus impulsos homosexuales que las heridas causadas por una mala relación con sus padres.
Los conflictos básicos de una baja autestima se manifiestan de diferentes maneras en los varones que tienen inclinaciones homosexuales. Entre estos conflictos se encuentran: una atracción obsesiva hacia hombres atléticos y musculosos; una necesidad excesiva de actuar de forma agresiva; una necesidad compulsiva de aumentar la musculatura; y un profundo sentimiento de no ser amados.
3. Desconfianza y miedo
Otro factor importante en el desarrollo de la homosexualidad es el miedo a ser vulnerable en las relaciones heterosexuales. Esta incapacidad de sentirse seguro amando a alguien del sexo opuesto es usualmente inconsciente y la mayoría de las veces tiene su origen en experiencias traumáticas en el hogar.
En el caso de los varones, puede ser la
consecuencia de haber tenido una madre demasiado controladora, excesivamente
dependiente, enfada y crítica, poco afectiva y fría, narcisista e insensible,
muy desconfiada, adicta o enferma.
En el caso de las chicas, el miedo de
confiar en cualquier varón en una relación amorosa puede surgir de haber tenido
un padre muy enfadadizo, rechazador y distante, insensible hacia su madre,
abusivo, duro, egoísta, adicto o falto de afecto. Actualmente, el abandono de un
padre a causa del divorcio es una de las mayores fuentes de desconfianza que
muchas chicas experimentan hacia los chicos. Estas chicas desarrollan una fobia
inconsciente de ser heridas como vieron que lo fueron sus madres. Como
resultado, durante un tiempo se sienten seguras sólo con el amor consolador de
otra mujer.
Diane era una joven arquitecta cuyo padre era un enojado alcohólico. Había presenciado durante años el maltrato físico y psicológico que su padre le había infligido a su madre. En los comienzos de su adolescencia, a Diane le atraían los chicos e incluso salió con ellos. Pero en la universidad se encontró mucho más a gusto con otras chicas y acabó por darse cuenta de que tenía mucho miedo de ser herida como su madre, si se comprometía con un hombre. A Diane no le satisfacían sus relaciones homosexuales. Durante la terapia, reconoció que su padre controlaba sus relaciones con los muchachos y decidió actuar resueltamente para romper ese dominio paterno sobre sus relaciones de amistad con los hombres.
La madre de Pete era una mujer muy sarcástica que había tenido un padre alcohólico. Rara vez Pete vio a su madre mostrar afecto hacia el padre de él, al contrario, a menudo lo criticaba mucho. Pete acabó por entender que la necesidad compulsiva de su madre de controlar las cosas en casa venía del miedo que ella había experimentado en su propia familia como resultado del caos que acompañaba a un padre bebedor. Pero para Pete el control de su madre era asfixiante y, como resultado, hizo lo que pudo para distanciarla. Pero como ella era el fundamento para relacionarse con otras mujeres, Pete no se sentía emocionalmente compatible con las chicas que encontraba atractivas.
Temía que si se volvía vulnerable ante ellas, acabarían por ser tan insensibles como lo era su madre con él y con su padre. Sus tentaciones homosexuales se desarrollaron por el miedo a confiar en el amor femenino y, al mismo tiempo, por su necesidad de afecto por parte de alguien en quien pudiera confiar.
La desconfianza también puede desarrollarse como resultado de vivir en una casa con frecuentes conflictos y peleas entre los padres. Como la relación entre los padres es el modelo para un niño/a de lo que es una relación heterosexual, un matrimonio mermado por el constante dolor y conflicto puede llevar a que el hijo o la hija desarrolle un miedo de volverse vulnerable ante las personas del sexo opuesto. Este miedo puede llevar a algunos a caer en una relación homosexual. Una dinámica similar se presenta a veces después de un divorcio, cuando muchos adultos tienen miedo de ser heridos por las personas del sexo opuesto y se retraen en una relación homosexual. La epidemia de divorcios en nuestra cultura actual está causando también un miedo muy grande entre los jóvenes adultos de asumir el compromiso del matrimonio.
La desconfianza y el miedo a un compromiso total, como lo es el matrimonio, son extremadamente comunes en los que sufren inclinaciones homosexuales. La rampante promiscuidad sin fidelidad a nadie de hoy en día es una de las manifestaciones más significativas del miedo al compromiso. Según el Dr. William Foege, director de los Centros para el Control de las Enfermedades o CDC (Centers for Disease Control) de EE.UU., la víctima promedio del SIDA ha tenido 60 compañeros sexuales durante el último año.
En el caso de los católicos, esta desconfianza se manifiesta como una desconfianza hacia Dios Padre como un Padre afectuoso o hacia María como una madre afectuosa.
El comportamiento sexual compulsivo, muy peligroso para la salud y la vida de un gran porcentaje de homosexuales puede indicar la presencia de un desorden adictivo en estas personas. A pesar de que la categoría diagnóstica específica de adicción sexual no ha sido oficialmente aceptada todavía en el campo de la salud mental, existen programas clínicos en varios lugares de EE.UU. para el tratamiento de las adicciones sexuales y también existe una revista dedicada completamente a este tema.
La adicción sexual se parece al desorden de abuso de sustancias en que las personas que la practican tienen una comportamiento compulsivo y médicamente dañino. Estas personas también se engañan poderosamente a sí mismas en cuanto al serio peligro que su comportamiento entraña para la salud propia y para la de otros. Además, muchos terapistas consideran que la adicción sexual, al igual que otras, es el resultado de numerosos conflictos emocionales.
La opinión clínica de que el comportamiento homosexual tiene mucho de adictivo ha recibido el apoyo de numerosos estudios sobre el homosexualismo y también del hecho de que en años recientes se ha estimado que la mitad de todos los hombres homosexuales de Nueva York portan el virus del SIDA. La naturaleza adictiva de la conducta homosexual también explica por qué las infecciones del virus del SIDA se han cuadriplicado en San Francisco desde 1987.
Además de todo esto, el comportamiento homosexual de muchas personas es frecuentemente precedido del uso del alcohol y de drogas. El Padre Mike practicaba la homosexualidad después de consumir alcohol. Luego sentía una enorme culpabilidad pues verdaderamente deseaba seguir la enseñanza de Cristo y de la Iglesia. Conocía el valor del celibato y deseaba vivirlo.
Afortunadamente, fue capaz de entender y poner los medios para vencer la adicción al alcohol y a la homosexualidad.
4. Narcisismo
El narcisismo o egoísmo es otro factor principal de la homosexualidad. El narcisismo tiene varios aspectos atrayentes, como el no tener que comprometerse con otra persona en el matrimonio o no tener que darse completamente como padre. El narcisista quiere permanecer infantilmente con obligaciones mínimas en sus relaciones interpersonales y con pocas limitaciones en la búsqueda del placer. El hedonismo caracteriza a muchos de los que practican la homosexualidad.
Otra seria manifestación del narcisismo en la homosexualidad es el albergar pensamientos de grandeza. Esos pensamientos hacen que la persona se crea muy superior a los demás y que es tan especial y tan excepcional que se cree incluso inmune al virus del SIDA. Todo esto explica por qué muchos homosexuales viven un modo de vida muy peligroso para la salud y para la vida.
Anthony era un joven extremadamente egoísta, y en eso se parecía mucho a su madre. Durante su niñez se sintió privado de apoyo material y emocional, porque su madre gastaba la mayoría de los modestos ingresos de la familia en ella misma. Recordaba, por ejemplo, sentirse avergonzado de la ropa que usaba de pequeño.
Como reacción a esas privaciones, pensaba que la vida le debía mucho. Su mundo llegó a estar completamente centrado en sí mismo. Creía que podía usar a la gente para satisfacer su constante deseo de placer y no sentía ningún serio remordimiento por el hecho de tener relaciones homosexuales con un promedio de 60 a 100 compañeros al año.
5. Intentos de evadir un excesivo sentido de responsabilidad
Algunos intentan escapar de excesivas presiones y cargas practicando la homosexualidad, en la cual no hay compromiso, obligaciones ni responsabilidad. Hay hombres casados que a veces luchan contra una intensa inseguridad después de experimentar la tensión que le causa un jefe negativo, una falta de éxito profesional o una ansiedad arrolladora por cuestiones financieras. Entonces empiezan a ver a sus esposas e hijos como cargas y dificultades, en vez de verlos como dones de Dios. Practican la homosexualidad en un intento de evadir la tensión y de sentirse más amados y especiales. Las ideas perfeccionistas llevan a sentir una responsabilidad excesiva. Este conflicto interfiere con la capacidad de estar tranquilo y de recibir el don del amor que viene de la familia, de los amigos y más aún del Señor y de María.
Jim era un hombre agradable, estaba casado y tenía dos hijos. Disfrutaba de su trabajo; sin embargo, éste era muy exigente y lleno de presiones. Su esposa Jean también tenía una carrera ocupada y llena de tensión. Por las tardes, además de atender a sus hijos, los dos les dedicaban tiempo a sus respectivas carreras. Como resultado, pasaban poco tiempo juntos.
Bajo esta tensión Jim empezó a visitar librerías pornográficas cerca de su trabajo y allí se involucró en el homosexualismo. Luego se sentía muy culpable por haber traicionado a su esposa, a sus hijos y a Dios.
Cuando un marido está emocionalmente distante o ausente de su familia, la esposa puede sentir una intensa soledad y, como resultado, empieza a depender emocionalmente de un hijo. A menudo hablará con él cosas y preocupaciones que normalmente compartiría con su esposo. Mientras que la mayoría de los jóvenes disfruta a nivel consciente de esta relación con sus madres, inconscientemente empiezan a preocuparse excesivamente y a sentirse demasiado responsables por ellas. Posteriormente pueden desarrollar inconscientemente una visión del amor femenino como una carga agotadora.
Ralph era el mayor de tres hijos y creció en un hogar en el que su padre tenía una gran dificultad en expresarle amor a su familia. La necesidad de su padre de distanciarse de los demás era a su vez el resultado del alcoholismo de sus padres. Las heridas en la infancia de este hombre le hacían incapaz de darse a los demás porque se sentía inseguro e intranquilo al relacionarse interpersonalmente en términos de amor y cariño. A consecuencia de esto, la madre de Ralph era muy infeliz y se divorció cuando Ralph tenía 12 años. Ralph recordaba sentirse el hombrecito de la casa después del divorcio de sus padres.
Sentía que tenía que hacerse responsable de su madre y de sus hermanos menores.
Cuando Ralph tenía 13 años le gustó mucho una chica de su clase. Pero se sentía confundido porque no sentía atracción física hacia ella. Continuó confuso por esto y, aunque no quería sentirse atraído hacia los hombres, experimentó sus primeros deseos homosexuales cuando tenía 15 años.
Ralph comenzó la terapia cuando tenía 25 años. Nunca había practicado la homosexualidad y esperaba poder superar sus tentaciones homosexuales y casarse algún día. Al principio del tratamiento, Ralph se dio cuenta de que se había sentido excesivamente responsible por la felicidad de su madre durante muchos años y que esto había constituido para él una gran carga. Esa presión le había causado un miedo inconsciente de entrar en una relación profunda con una chica.
Bajo la presión de estos conflictos, las relaciones homosexuales le parecían atrayentes por estar libres de excesiva responsabilidad. Su mayor conocimiento de sus miedos a un compromiso de amor con una mujer le liberaron y le llenaron de esperanza para el futuro.
6. Trauma sexual en la infancia
Un buen número de varones que fueron violados o maltratados sexualmente en su infancia desarrollan una confusión con respecto a su identidad masculina. Al igual que otras víctimas de violación, piensan que de alguna manera causaron el abuso. Durante la adolescencia, su relación con las muchachas está mermada por la vergüenza y por la creencia de que ninguna chica podría amarles si conociera sus experiencias sexuales.
7. Enfado excesivo
El tipo de enfado que más induce la homosexualidad es el enfado consigo mismo. Como resultado de un continuo rechazo por parte de sus compañeros, muchos niños adquieren un intenso disgusto hacia sus propios cuerpos – piensan que éstos son débiles, poco atractivos y poco masculinos. Se sienten tan incómodos con su físico que pasan muchísimo tiempo fantasiando sobre cómo escapar de su cuerpo y entrar en el cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son jóvenes e inducir una fuerte atracción física hacia otros del mismo sexo.
La experiencia de ser sostenido y abrazado por alguien del mismo sexo puede disminuir el sentido de autorrechazo durante algún tiempo. Sin embargo, la incomodidad o el disgusto hacia el propio cuerpo persiste, a pesar de la afirmación, afecto o actividad homosexual. Esto ocurre porque el afecto en la adolescencia o después de ella no puede deshacer el odio hacia uno mismo que se ha experimentado en la infancia y en la adolescencia.
En muchos homosexuales, la conducta autodestructiva, peligrosa, adictiva y sadomasoquista nace de un intenso disgusto hacia uno mismo. El enfado consigo mismo también puede llevar al varón a vestirse como una mujer.
Finalmente, el colmo de la aversión hacia uno mismo y hacia el propio cuerpo se puede observar en aquellos que se someten a cirugía para cambiar de sexo.
Paul era sensible y muy tímido debido a su pequeña estatura. Aunque no se sentía directamente rechazado por sus compañeros, se sentía débil e inadecuado. Como no era físicamente fuerte, pensaba que no podía practicar ningún deporte. A medida que aumentaba en él el sentimiento de auto-aislamiento de sus compañeros, también aumentaba el disgusto hacia su propio cuerpo. Le preocupaba mucho su apariencia física y nunca se sentía cómodo quitándose la camisa en el vestuario de la escuela o en la piscina en el verano.
Antes de su adolescencia, Paul empezó a obsesionarse con los cuerpos bien formados de sus amigos. A este pensamiento obsesivo le siguieron fuertes sentimientos de atracción hacia esos muchachos y luego deseos homosexuales.
Cuando comenzó a practicar la homosexualidad en la universidad, usualmente se imaginaba que asumía el cuerpo de sus compañeros homosexuales y que se despertaba con un físico diferente. Sus primeros encuentros homosexuales le produjeron un sentimiento muy superficial de sentirse especial y de ser amado, pero no le daban una mayor auto-aceptación. De hecho, a medida que caía en la promiscuidad se sentía cada vez más incómodo consigo mismo, entonces decidió empezar a recibir terapia.
En un grupo reducido de personas, la homosexualidad se origina en una "necesidad" de rebelarse fuertemente contra sus padres, su familia, sus compañeros, la cultura judeo-cristiana o Dios. La conducta homosexual que es inducida por el enfado se observa en aquellos cuyos padres del sexo opuesto eran extremadamente controladores, emocionalmente insensibles, físicamente abusivos o profundamente narcisistas.
Al igual que a otra gente enfadada, esa
rebelión les produce cierto placer. A algunos de ellos les encanta que sus
madres sepan cómo su estilo de vida es el rechazo extremo de un amor femenino o
(en el caso de las lesbianas) como sus padres comprueban que no sienten
necesidad del amor masculino. El enfado excesivo también se manifiesta en otros
aspectos de la vida homosexual. El más notable es el enfado agresivo-pasivo, que
consiste en un silencioso desahogo de hostilidad mientras se pretende no estar
enfadado y se manifiesta en no informar al compañero sexual de que se es
portador del virus que causa del SIDA. Estas personas a menudo sienten que
porque ellos tienen que sufrir, otros también deben hacerlo. Por último, se
observa también un intenso enojo en los homosexuales dentro de los medios de
comunicación social, en la educación, en la salud o en la política, cuando
intentan obligar al resto de la sociedad a que acepte la homosexualidad. A
menudo sus métodos consisten en asaltar directamente a la moral judeo-cristiana,
a la familia y a las diferencias básicas entre el hombre y la mujer.
Introducción
La curación de la homosexualidad consiste en un proceso de descubrir con compasión las heridas emocionales del pasado, resolver el enojo contra aquellos que las han causado a través de un proceso de perdón, utilizar técnicas de conocimiento y de comportamiento, admitir la impotencia ante el sufrimiento emocional y apoyarse en la espiritualidad católica y en los sacramentos.
Aunque cada uno de estos pasos es importante, en mi experiencia clínica de los últimos 20 años con cientos de adolescentes y jóvenes, la clave de su recuperación ha sido el perdón y la espiritualidad. Ninguna medida de perspicacia, amor y afirmación de otros adultos, de auto-determinación, de conocimiento o comportamiento pueden resolver las heridas emocionales tan profundamente grabadas que estas personas arrastran. Sólo el amor de Dios es capaz de superar la dolorosa soledad y tristeza, así como los miedos y las inseguridades al proporcionar un sentimiento de haber sido amado profundamente, de ser especial y de haber sido protegido en todas las etapas de la vida. A medida que las heridas emocionales se curan, las inclinaciones y conductas homosexuales disminuyen y con el tiempo desaparecen.
En cuanto al éxito de la psicoterapia en el tratamiento de la homosexualidad, en 1962, Bieber informó que hubo una tasa de curación del 27% basada en el psicoanálisis. Una encuesta reciente de 285 psicoanalistas que trataron a 1.215 pacientes homosexuales arrojó que el 23% cambió hacia la heterosexualidad. Estos enfoques tradicionales de tratamiento no utilizaron un proceso de perdón para resolver el resentimiento interior ni una espiritualidad cristiana para la tristeza, la baja autoestima y la desconfianza.
Sin embargo, yo he tenido la experiencia de que cuando el perdón y la espiritualidad cristiana son partes esenciales del tratamiento, la tasa de curación de la homosexualidad es cerca del 100%.
1. Entender
Cada vez más varones homosexuales están recibiendo terapia por miedo al SIDA. Al principio, muchos de ellos se resisten a reconocer que tienen heridas emocionales por miedo a afrontar ese dolor o debido a la influyente cultural actual que no admite la existencia de conflictos emocionales relacionados con la homosexualidad. Sin embargo, la mayoría de los que buscan un tratamiento están abiertos a la verdad y no se niegan a explorar las decepciones que han sufrido en la vida. Su apertura aumenta si el terapista muestra optimismo y confianza en la curación de las heridas emocionales que han causado la homosexualidad.
La identificación y el entendimiento de los conflictos emocionales en las diferentes etapas de la vida son los primeros pasos en el proceso de recuperación. Las heridas ocurren en su mayoría durante la infancia y la primera parte de la adolescencia y surgen de decepciones con padres, hermanos y compañeros. Este dolor normalmente se niega, pero vuelve a surgir con la máscara de tentaciones homosexuales. Sin embargo, para algunos, las atracciones homosexuales puede que no se manifiesten hasta después de los 20 ó 30 años. En esos casos, algún trauma de la vida adulta suscita inconscientemente los traumas no resueltos de la infancia y la adolescencia.
En más del 70% de los varones homosexuales que he tratado, el mayor problema que se identifica en la fase de entendimiento del tratamiento es una débil identidad masculina. Esta inseguridad es, la mayoría de las veces, el resultado de un continuo rechazo de compañeros y ocasionalmente del padre por causa de las limitaciones atléticas.
La segunda herida más común es la de un padre emocionalmente distante, insensible y poco animador. Mientras que generalmente hay poca resistencia a la hora de reconocer la herida de los deportes, muchos hombres tienen una gran dificultad en admitir cuánto han echado de menos emocionalmente a sus padres y lo muy heridos que se han sentido cuando esas necesidades no fueron satisfechas. Tal resistencia se puede superar en parte si el terapista comparte sus propias luchas a la hora de afrontar las decepciones que tuvo con su padre.
Estas dos áreas de trauma emocional no están siendo identificadas en muchos varones porque los terapistas no reconocen la poderosa influencia de los deportes y la relación con el padre en la formación de la identidad masculina. Por diversas razones ninguno de estos temas tan importantes aparecen en los escritos de psicología.
La desconfianza hacia las personas del sexo opuesto es la causa más común de la homosexualidad. A menudo, esto es el resultado de las heridas en la infancia y en la adolescencia de un padre excesivamente controlador, dependiente, intensamente egoísta, emocionalmente distante o manipulador, ausente, adicto o que no funcionaba como padre/madre. También, un trauma de adulto puede resultar en un gran miedo a ser herido por las personas del sexo opuesto.
En la fase de entendimiento, las mujeres identifican las heridas más comunes que surgen y las predisponen a la homosexualidad como la desconfianza hacia un amor masculino causado por un trauma que tuvieron con un padre o con otros hombres y por una falta de afirmación por parte de sus madres. A diferencia de los hombres, el rechazo por parte de sus compañeras en la infancia y en la adolescencia rara vez causa la homosexualidad femenina.
El narcisismo y el enfado excesivo juegan un papel crucial en la dinámica del comportamiento homosexual compulsivo. Finalmente, los traumas sexuales de la infancia y un excesivo sentido de responsabilidad hacia otros miembros de la familia o asuntos profesionales son las causas menos frecuentes de la homosexualidad.
A medida que el proceso de entendimiento progresa, ocurren una serie de cambios emocionales. Inicialmente, muchos dicen que sienten alivio, felicidad y agradecimiento porque por primera vez han sido capaces de identificar alguna causa de sus actos y tentaciones homosexuales.
El dolor emocional puede itensificarse por un tiempo a medida que la persona recuerda y revive emocionalmente las heridas del pasado. A menudo esta es la primera vez que siente en toda su profundidad el dolor emocional de la tristeza, la inseguridad, la desconfianza y el enfado. Algunos pacientes pueden necesitar el apoyo de medicamentos durante esta fase de la curación.
2. Perdonar
La resolución de un enojo excesivo es esencial para la curación de varios desórdenes emocionales y adictivos, así como para la curación de la homosexualidad. Las dolorosas decepciones durante la infancia y la adolescencia producen un enfado muy fuerte, así como tristeza, desconfianza y baja autoestima. No es posible resolver la soledad, el miedo, el comportamiento compulsivo y la inseguridad sin eliminar primero el pozo de resentimiento relacionado con estas emociones. Los rechazos de la infancia por parte de los amigos y los padres llevan primero a la tristeza y después al enojo. La emoción del enfado actúa entonces a modo de "cápsula" de la tristeza en las diferentes etapas de la vida. Para desalojar la tristeza, la cápsula de enojo tiene que romperse. Y esto sólo se logra por medio del perdón, porque la sola expresión del enfado no libera en realidad a nadie de un resentimiento o amargura interior.
Desafortunadamente, el campo de la salud mental, todavía incipiente, se ha apoyado casi exclusivamente en la expresión del enfado como el principal mecanismo para tratar esta poderosa emoción. Aunque la expresión del enojo es importante a veces, cuando se usa como único alivio para el enfado, tiene, sin embargo, un valor muy limitado, porque unas meras palabras o comportamientos no pueden compensar por el profundo resentimiento y amargura causados por dolorosas relaciones durante la infancia y la adolescencia que se han negado a través del tiempo.
En el pasado, a los que buscaban terapia para curar la homosexualidad rara vez se les invitaba a resolver los sentimientos de hostilidad hacia el padre y los compañeros, ni tampoco se les daba ningún consejo sobre el perdón. El no enfocar ni recomendar un tratamiento efectivo para el enfado que estaba oculto es una razón fundamental del por qué la terapia tradicional no producía más mejorías clínicas significativas. La otra razón era el no darse cuenta del valor de la espiritualidad en el proceso de recuperación.
Después de analizar los rechazos específicos de la infancia, la adolescencia y la vida adulta, se recomienda un ejercicio de perdón para las relaciones de esas épocas de la vida. Al principio del tratamiento y regularmente durante el mismo, se les informa a los pacientes que sin la resolución del enfado relacionado con las heridas del pasado es improbable que terminen sus tentaciones o comportamientos homosexuales.
A los pacientes se les da la opción de perdonar en tres niveles: el cognitivo, en el cual se toma la decisión de perdonar aunque el individuo no sienta ganas de hacerlo; el emocional, en el cual se llega a comprender a aquellos que han causado las heridas y en consecuencia el paciente siente ganas de perdonar; y el espiritual, cuando la persona ha sido herida tan profundamente que de hecho no puede perdonar por sí misma, por lo cual le pide a Dios la gracia de perdonar y de llevarse el enfado.
Al principio del proceso del perdón, la persona intenta imaginarse a sí misma durante un episodio doloroso del pasado y toma la decisión de abandonar su enfado hacia quien le causó el dolor. Al mismo tiempo se esfuerza por comprender los motivos de esa persona que le hirió. Este proceso normalmente comienza como un ejercicio intelectual o cognitivo, como una decisión de perdonar para superar el dolor, aunque emocionalmente no se tenga ninguna inclinación de perdonar. Con frecuencia, se gasta una cantidad considerable de tiempo y energías en este nivel del perdón antes de que el paciente sienta verdaderas ganas de perdonar.
A menudo, el ejercicio de perdonar se recomienda para las relaciones en las que la persona no tiene conocimiento consciente, o lo tiene muy limitadamente, de la presencia del enojo. Si la historia del paciente parece indicar que éste es el caso, se le pide que intente perdonar cada día a diferentes miembros de la familia o a amigos por las diferentes ocasiones a lo largo de su vida en puedan no haber respondido a su necesidad de ser aceptado, amado, animado o abrazado.
Este ejercicio produce a menudo un alivio emocional inmediato. Sin embargo, algunos descubren que se pasan semanas, meses e incluso años pensando en ellos mismos como niños o adolescentes perdonando a otros por rechazos específicos.
En algunos casos, en los que ha habido un serio trauma emocional en la infancia o en la adolescencia, el dolor emocional es tan profundo que el perdón a nivel natural es imposible. En tales casos, lo que se recomienda es el perdón espiritual. El paciente deberá meditar sobre verdades espirituales como, por ejemplo, el perdón de Jesús hacia quienes lo estaban matando: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34) o sobre el hecho de que sólo a Dios corresponde castigar a los culpables (véase Romanos 12:19).
En el caso de los que son católicos, el uso frecuente del Sacramento de la Reconciliación produce un enorme beneficio para los que descubren que tienen una intensa ira interior así como violentos impulsos de venganza, ya que necesitan más gracia para facilitar la resolución de su enojo. Yo regularmente recomiendo este Sacramento para la curación del enfado relacionado con la homosexualidad, particularmente para el enfado hacia padres, amigos o uno mismo.
Los ejercicios de perdón liberan a aquellos que sufren tentaciones homosexuales del sutil control que ejercen sobre ellos ciertas personas del pasado, les ayuda a olvidar las experiencias dolorosas, acelera la resolución de la tristeza y de la soledad, mejora la autoestima a medida que disminuye el enfado, reduce el sentimiento de culpabilidad, produce un alivio de la ansiedad cuando desaparece el enfado, mejora la capacidad para confiar, produce más compasión hacia los que causaron las heridas y contribuye a una mayor aceptación del pasado.
A medida que se comprende mejor a los que causaron el dolor, se desarrolla la percepción de que el comportamiento de muchas personas puede atribuirse a sus heridas emocionales, de que las personas que estaban cerca de uno lo han amado tanto como sus capacidades de amar se las permitieron y que muy raramente el dolor fue infligido deliberadamente.
Con todo, el resentimiento más fuerte y el que he visto más frecuentemente es el de aquellos que fueron víctimas del rechazo y del ridículo, a quienes se les convirtió en chivo expiatorio, usualmente por no ser buenos en los deportes. Las víctimas de tal ridículo a menudo reaccionan desarrollando un intenso enfado consigo mismas, así como violentas fantasías de venganza e, incluso, impulsos asesinos. Yo no he tratado nunca a nadie que llevara a la práctica este último tipo de furia; sin embargo, en la actual cultura de violencia, las inhibiciones ante el desahogo de impulsos hostiles han disminuido y algunos adolescentes llevan armas de fuego a la escuela e incluso han disparado a quienes les atormentaban.
Para quienes albergan impulsos violentos como resultado de haber sido chivos expiatorios, la resolución de su profundo resentimiento puede facilitarse mediante un proceso que empieza con la expresión física de su enfado en formas que no dañen a nadie, por ejemplo, dando puñetazos a un saco de boxeo, rompiendo objetos de poco valor o mediante ejercicios arduos y enérgicos (si no son dañinos para su salud). Esto debe seguirse inmediatamente de ejercicios de perdón intelectual y espiritual que ayuden a la persona a renunciar a sus deseos de venganza. Finalmente, el Sacramento de la Reconciliación es extremadamente útil en la curación de este resentimiento específico causado por el rechazo.
Muchos hombres que se sintieron emocionalmente abandonados por sus padres y que cayeron en la práctica homosexual inconscientemente buscando llenar ese vacío de amor paterno, tienen, al principio, una gran dificultad para perdonar a sus padres. Pero si llegan a comprender cómo fue la infancia que tuvieron sus padres y se dan cuenta de que sus modelos de conducta también fueron a menudo emocionalmente distantes, crece en ellos la capacidad de sentir compasión por sus padres. Uno puede entonces llegar a entender que su padre le amó tanto como pudo y empieza a sentir verdaderos deseos de perdonarle. Sin embargo, los que fueron abandonados por sus padres, normalmente empiezan a experimentar un alivio de su furia mediante ejercicios de perdón espiritual.
El proceso de perdonar a un padre, tanto en hombres como en mujeres, se facilita a medida que estas personas crecen espiritualmente y desarrollan una relación con Dios Padre como su otro padre atento y amoroso en cada etapa de la vida. El amor de Dios disminuye los sentimientos de haber sido defraudados y facilita muchísimo el renunciar al resentimiento que guardan hacia sus padres.
Algunos se dan cuenta de que el perdón les llevará a considerar la dolorosa realidad de las decepciones en muchas relaciones y no se atreven a perdonar hasta que se les asegura que habrá un amor que les sostendrá, les confortará y les aliviará del dolor que les produce el perdonar. Ese miedo a perdonar es una de las razones por las cuales les comunico a mis pacientes, al comienzo del tratamiento, que el caer en la cuenta de la verdad del amor de Dios Padre como otro padre, de Jesús como el mejor amigo y hermano, y de la Virgen María como otra madre amorosa, es esencial para la curación de las heridas de la infancia, de la adolescencia y de la vida adulta.
3. Espiritualidad católica
Los aspectos principales de la espiritualidad católica que juegan un papel esencial en la curación de la homosexualidad son: la oración de petición, la meditación, la Biblia, el Rosario, las horas santas, la Eucaristía, el Sacramento de la Reconciliación y la dirección espiritual. Una vez que el conflicto básico ha sido identificado y entendido, la mayoría de las personas utilizan regularmente cada uno de estos aspectos de la espiritualidad en su recuperación. Sin embargo, algunos encuentran un método de oración que les ayuda en particular. Por ejemplo, los que fueron rechazados repetidamente por sus compañeros a menudo descubren un particular confort y seguridad al pasar tiempo cada día meditando y visualizando a Jesús a su lado en diferentes momentos de su niñez y adolescencia, siendo su mejor amigo cuando se sentían solos y aislados.
4. Curación de la herida producida por el rechazo por causa de la poca habilidad deportiva
En los niveles iniciales del tratamiento, los que tienen esta dolorosa herida a menudo sienten tanta furia hacia los que les rechazaron que se ven incapaces de perdonar. Este resentimiento, que principalmente se alberga contra los compañeros, también se dirige contra Dios por no haberles concedido habilidades atléticas. En un intento por resolver este enfado, Lou, víctima del ridículo por parte de sus hermanos y compañeros a causa de su poca habilidad deportiva, y resignado a abandonar la idea del sacerdocio debido a su homosexualidad, le expresó a Dios su profunda decepción por no haberle concedido esa habilidad. Le manifestó a Dios de palabra su fuerte sentimiento de abandono causado por el terrible sufrimiento debido al ridículo que sus compañeros le hicieron sentir, así como la soledad y la profunda inseguridad masculina simplemente porque no había recibido habilidades atléticas.
Lou necesitaba primero liberar su enfado hacia Dios antes de que pudiera abandonar la furia que sentía hacia sus compañeros. Logró ese objetivo a base de llevar frecuentemente su resentimiento al Sacramento de la Confesión. Una vez que aumentó su confianza en Dios, fue capaz de entregarle los múltiples niveles de resentimiento contra sus compañeros reflexionando en que la venganza pertenece a Dios y considerando su impotencia ante el enfado y su deseo de dejarlo en manos de Dios. Estos ejercicios espirituales, con respecto a la furia acerca de su infancia y adolescencia, le proporcionaron un significativo alivio emocional y paulatinamente rompió el control emocional que ejercían sobre su autoestima aquellos que le habían herido.
A medida que su enfado disminuyó, creció la comprensión de Lou hacia los que le habían atormentado, los cuales le tenían envidia por su superior inteligencia debido a que eran a su vez inseguros y provenían de familias con problemas. Ese entendimiento más tarde le permitió sentir compasión hacia ellos y luego le llevó también a querer intentar perdonarlos.
Los hallazgos preliminares sobre el resentimiento de Lou fueron esenciales en las etapas iniciales de su recuperación. Luego necesitó curar las heridas producidas por el rechazo de sus compañeros, así como la soledad y la inseguridad masculina. Pero esas heridas emocionales no pudieron ser resueltas por medio de la terapia tradicional. Afortunadamente, la espiritualidad católica sí pudo hacerlo mediante un proceso de convencimiento de la presencia real, amorosa y de aceptación del Señor durante los momentos de dolor y aislamiento de su infancia, adolescencia y vida adulta.
El darse cuenta de que Jesús es el mejor amigo de uno empieza por la meditación. La persona intenta imaginar que Jesús está con él (o con ella) en el campo de deportes, en el gimnasio o en el vecindario, aceptándole y reafirmándole. En esa meditación se puede considerar al Señor comunicándole a uno pasajes de la Biblia, como el de Juan 15:9, donde Jesús dice: "Como el Padre me ha amado, yo también os he amado". A veces Lou se imaginaba al Señor entre él mismo y los que le ridiculizaban, diciéndole que le amaba muchísimo y que nunca le traicionaría.
Lou también se dio cuenta de la amistad y del amor especial del Señor hacia él en sus frecuentes horas de oración. Durante ese tiempo le entregaba a Dios su inseguridad masculina y su soledad e intentaba estar abierto para recibir su amor. A medida que veía cómo el Señor había estado con él en su adolescencia, aumentaba su confianza en Jesús, permitiéndole estar más abierto a su presencia amorosa en las etapas anteriores de su vida. Su confianza en el amor de Dios también aumentó al acudir más a menudo a la Eucaristía y pedir allí específicamente la curación de su homosexualidad y del dolor emocional que la causaba. Finalmente, un director espiritual le ayudó de muchas maneras, especialmente a oír cómo el Señor le hablaba por medio de la Biblia.
Poco a poco Lou fue reconociendo, cada vez mejor, cómo el Señor había estado con él cuando era un niño y un adolescente solitario e inseguro. El caudal de amor de Dios que esto suponía reforzaba su identidad masculina y le hacía sentirse muy especial, a pesar de no tener dotes atléticas, y le curaba de su profunda tristeza y le llenaba el vacío de su pasado. A medida que esto iba ocurriendo, sus tentaciones homosexuales disminuyeron gradualmente. Ya no necesitaba involucrarse sexualmente en relaciones sexuales con otros hombres para sentirse aceptado y realizado como hombre joven.
Antes de que las heridas de su infancia y adolescencia fueron curadas completamente, Lou experimentó tentaciones periódicas. Su respuesta fue pedirle al Señor que curara la soledad de su pasado, que le protegiera de la soledad y que le reforzara la confianza en los dones masculinos especiales que le había dado. También descubrió al principio de su curación que rezarle a la Virgen María le ayudaba a la hora de la tentación y se habituó a rezar el Rosario diariamente por su curación.
La curación de Lou duró varios años. Luego fue capaz de dedicarse a la preparación para el sacerdocio.
En los últimos 20 años, he visto un gran número de hombres solteros y casados, seminaristas, religiosos y sacerdotes que habían sido rechazados en su infancia y en su adolescencia, librarse de su dolor y de su conducta homosexual por medio del perdón y de la espiritualidad católica. La Eucaristía, el Sacramento de la Confesión, la meditación, la dirección espiritual, la Biblia, las horas santas y el Rosario han hecho posible estas curaciones. En su camino hacia la curación, la mayoría experimentan períodos de fuerte desánimo, recaídas, intenso enfado e, incluso, desesperanza. Sin embargo, con la perseverancia y la gracia de Dios se acaban por resolver las heridas emocionales y la homosexualidad.
5. Curación de la herida paterna, así como de la tristeza, la inseguridad y el miedo
La soledad y la falta de afirmación en la relación paterna es la segunda causa más común de la homosexualidad. Para estar psicológicamente sanos, los niños necesitan experimentar un chorro de amor y ánimo de sus padres. Cuando esto no ocurre, desarrollan una tristeza e inseguridad interior. Esto último ocurre porque los niños idealizan a los padres y si sus necesidades emocionales básicas no son satisfechas, entonces tienden a creer que algo anda mal con ellos mismos.
La herida de la inseguridad es particularmente dolorosa en los varones, porque no reciben la valoración necesaria por parte de la persona que debe constituir su modelo de conducta. La herida paterna es muy prevalente, particularmente hoy en día con el colapso de la familia.
La mayoría de los varones cuyos padres han sido emocionalemente distantes no experimentan inclinaciones homosexuales. Esto se debe a que su identidad masculina ha sido valorada mediante la aceptación de sus compañeros en las actividades deportivas. Sin embargo, aún en esas condiciones, algunos hombres experimentan fuertes inclinaciones homosexuales en un intento inconsciente de llenar el vacío que ha dejado un padre iracundo, ausente o negativo.
Al explorar las decepciones que se han llevado algunos hijos con sus padres, a menudo se encuentran mecanismos de defensa muy poderosos, especialmente en los varones. Una forma eficaz de afrontar esta resistencia es que el terapista comparta con su paciente las diversas maneras en que él mismo ha perdonado a su padre por las decepciones del pasado.
Este proceso de perdonar es muy difícil, tan difícil que las personas sienten como si no hubiera forma posible de hacerlo. En tales casos, el perdón espiritual es muy efectivo contra el resentimiento. Aquí también es esencial que en la curación de la herida paterna se quite el enfado, para que la tristeza que hay debajo se pueda resolver.
Muchos hombres se involucran en una conducta homosexual altamente promiscua en un intento inconsciente frustrado de satisfacer el ansia de amor paterno que no experimentaron durante su infancia y adolescencia. En un esfuerzo por ayudar a estos hombres, algunos terapistas sugieren que el adulto intente curar al niño herido que hay dentro de ellos, amándole más. Pero este enfoque no produce un alivio emocional permanente porque el niño que hay dentro ansía el amor de un padre, no un amor propio, y el adulto en que se ha convertido no estaba presente en los momentos en que el niño deseaba ser aceptado y amado por su padre. Sólo un conocimiento de la presencia de Dios Padre durante la infancia y la adolescencia puede llenar el vacío y curar la herida.
El primer paso del enfoque espiritual es sugerirle a la persona que empiece a mejorar su relación con Dios Padre. Puesto que la gracia funciona en base a la naturaleza, la mayoría de los que tuvieron padres distantes o con problemas también tienen una gran dificultad para confiar en Dios Padre. No se sintieron seguros con sus propios padres y, como resultado, tienen que forzar una actitud abierta con Dios Padre. Como el miedo nace de un enfado inconsciente, a medida que perdonan a sus padres disminuye su desconfianza.
Crecer en confianza hacia Dios Padre se facilita pidiéndole a Jesús específicamente ese don. Algunos imploran a Jesús que les ayude a confiar en el amor de Dios "Abba" (Papacito), igual que Él lo hizo. Una vez que la confianza comienza a aumentar, se le pide a la persona que medite durante dos ratos de 15 minutos diariamente sobre Dios Padre como su otro padre amoroso en cada etapa de la vida. A algunos les ayuda imaginarse al Señor llevándoles de la mano como niños o adolescentes hacia una mayor intimidad con el Padre. Otros le piden al Señor simplemente que les ayude a conocer mejor al Padre. Reflexionar a lo largo del día que "Dios es mi padre" constituye un esfuerzo para muchos. Leer la Biblia, rezar despacio el Padre Nuestro y buscar en la Eucaristía la curación le permiten a uno crecer en el conocimiento del amor del Padre. Lo esencial aquí es darse cuenta del amor del Padre hacia uno cuando fue niño y adolescente.
La experiencia del amor de Dios Padre, Abba, entrando a raudales en uno ahuyenta la soledad, la inseguridad y la desconfianza que había adquirido de su padre. Poco a poco las tentaciones homosexuales disminuyen y en último término desaparecen cuando la herida paterna se cura de esta manera. El amor de Dios Padre refuerza a estas personas cuando aparece alguna tentación de actuar homosexualmente y ya no sucumben enseguida como hacían en el pasado. Al contrario, le piden al Señor que les muestre la tensión emocional que está causando la tentación y que la cure. A menudo les sorprende agradablemente la fiel respuesta del Señor a esta oración. La victoria en estas pruebas aumentan su confianza en que el poder de Dios puede realizar la curación completa de su homosexualidad.
Las mujeres que se refugian en la homosexualidad por temor al amor masculino, ocasionado por traumas con sus padres en la infancia y en la adolescencia, crecen espiritualmente a medida que aumenta su sentido del amor del Padre hacia ellas. Cuando por fin pueden sentirse cómodas confiándose al cuidado providencial de Dios Padre, a menudo se encuentran más dispuestas a ser vulnerables ante el amor masculino. Esta etapa es seguida normalmente por sentimientos de atracción y después de amor hacia los hombres.
Los sentimientos homosexuales de Diane eran el resultado directo de una vida familiar con un padre alcohólico y explosivo. Durante años estuvo involucrada emocional y sexualmente con otras mujeres, pero a la vez se sentía muy insatisfecha.
Al principio de su recuperación, Diane tenía grandes dificultades para perdonar a su padre por todas las veces que había herido a su madre y que había creado el caos en sus vidas. Al darse cuenta de que no podía perdonarle, se sentía más cómoda reflexionando sobre las palabras de Cristo en la Cruz, "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). A medida que su enfado disminuía, llegó a conocer a Dios Abba como su otro padre amoroso y protector. Ese amor afectuoso le confortaba y disminuía el control emocional que su padre ejercía dentro de ella sobre sus relaciones con las demás personas. Diane creció en seguridad y en atracción por los hombres y se convenció de que el Padre le protegería y supliría la falta de protección de su propio padre.
Como respuesta al amor de Dios, Diane desarrolló un fuerte deseo de servirle y de hacer su voluntad en todas sus relaciones. También, un mayor conocimiento de su fe le llevó a darse cuenta de lo pecaminoso que era la conducta homosexual y a desear evitar ese pecado. El cuidado providencial de Dios se convirtió en una fuerte base sobre la cual Diane podía comenzar una relación amorosa normal y moralmente sana con un hombre en el futuro.
6. Curación de la herida materna, así como de la tristeza, la desconfianza y la inseguridad
Las heridas en la infancia y en la adolescencia provocadas por madres que eran poco afectuosas, distantes, enfadadas, insensibles, egoístas, controladoras, excesivamente dependientes, emocionalmente enfermas o adictas, llevan a la homosexualidad. Después de reconocer esas heridas y empezar el proceso del perdón, el siguiente paso en el camino de la curación, es pedirle a la persona que considere a la Virgen María como otra madre o amiga amorosa, entregada, alegre y digna de confianza en cada etapa de la vida. La experiencia del amor de María puede llenar el vacío y la soledad de una relación materna defectuosa, llegar a constituir una nueva base para confiar en las mujeres, reforzar la autoconfianza y curar la homosexualidad.
Al principio, Sue tenía una gran dificultad en poner su confianza en la Virgen María como otra madre cariñosa, porque su propia madre había sido muy insensible con ella. Aunque entendía que su madre de pequeña tampoco había sido bien tratada por su propia madre y que el perdonarla la liberaría emocionalmente, todavía seguía teniéndole miedo al amor de María. Le desanimaba saber que sólo el amor de otra madre podría curar la tristeza proveniente de su infancia y el hambre de madre que alimentaban sus tentaciones homosexuales. Pero cuando empezó a pedirle diariamente al Señor que la ayudara a apoyarse en el amor de Su madre, como lo había hecho Él mismo, su capacidad para confiar en María empezó a crecer poco a poco. A Sue le ayudaba meditar frente a una imagen de María sosteniendo al niño Jesús y también el rezo del Rosario. Cuando sentía tentaciones, meditaba acerca de María como la mujer amorosa y alegre de su vida, y no otra.
Al principio, Pete tenía dificultades para confiar en la Virgen María porque temía que iba a ser tan exigente y controladora como lo había sido su madre. Se refugiaba en la homosexualidad porque temía hacerse vulnerable ante una mujer y ser dominado por ella. Pete adelantó muchísimo en su recuperación al intentar imaginarse a María como una madre muy dulce, segura y confiada que no quería dominar su vida y también al meditar sobre el hecho de que nunca le había traicionado. Conforme creció su confianza en María a base de oración, dirección espiritual y el Rosario, sus miedos al amor femenino disminuyeron. María se convirtió para él en una compañera amorosa que le ayudó a abrir su corazón a las mujeres.
La dependencia excesiva que la madre de Ralph tenía en él, debido a que se divorció de su esposo, le produjo por asociación a Ralph una actitud negativa hacia el amor femenino. Aunque se sentía atraído hacia las mujeres y esperaba poder casarse algún día, Ralph veía la intimidad con una mujer en el matrimonio como una carga agotadora.
Para lograr su curación, Ralph meditó primero imaginándose al Señor entre su madre y él retirando de sus espaldas las pesadas cargas que había sentido por asumir la responsabilidad de hacerla feliz. En la Misa ponía a su madre en el altar y consideraba que Jesús la salvaría, no él. Poco a poco el Señor lo liberó de su excesivo sentido de responsabilidad. Después, a Ralph le ayudaba muchísimo meditar que la Virgen María había estado a su lado en el pasado como una madre alegre y entregada. Con esta curación adquirió una mayor apertura en sus relaciones de amistad con las muchachas y un fuerte deseo de casarse.
7. Curación de la herida del enfado
Paul siempre había odiado a su cuerpo porque, desde tercer grado, lo veía pequeño y débil. Le avergonzaba su poca musculatura y su baja estatura. Su enorme necesidad de aceptación lo llevó a la promiscuidad homosexual.
Paul empezó a sentir remordimientos tras darse cuenta de que no había aceptado el cuerpo que Dios le había dado. Su curación progresó a medida que fue más agradecido con su cuerpo, rechazó el deseo de ser otro, consideró que su alma era mucho más importante que su cuerpo y agradeció sus especiales dones masculinos. Cuando meditaba que Jesús había estado con él en cada etapa de su vida, Paul sentía que el Señor le mostraba cuál era la masculinidad verdadera a los ojos de Dios. Esta experiencia del amor afirmativo de Dios hacia él cuando era niño y adolescente lo liberó del odio que sentía hacia sí mismo y del profundo sentimiento que tenía de ser inadecuado como hombre. Finalmente, las gracias de la Eucaristía y del Sacramento de la Confesión fueron de enorme beneficio en su mayor autoaceptación.
8. Curación de los desórdenes adictivos
El alcohol, las drogas y las adicciones sexuales a menudo convergen en los que practican la homosexualidad. El comportamiento homosexual del Padre Mike siempre iba precedido de excesos en la bebida como resultado de sus luchas contra la soledad.
El Padre Mike pudo superar completamente su comportamiento homosexual al acudir regularmente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos, dejar de beber, hacer uso de la meditación, de la dirección espiritual y de los sacramentos para combatir la soledad.
Para aquellos que son verdaderamente adictos sexuales, los primeros pasos del tratamiento tratan de facilitar que acepten su adicción, que abandonen su impotencia para curarse por ellos mismos en las manos de Dios, que crean que no podrán recuperarse sin el amor y la ayuda de Dios y que participen en un grupo de adicción sexual basado en los Doce Pasos, como por ejemplo el grupo Sexaholics Anonymous. También puede ayudar enormemente la participación semanal en grupos de recuperación para personas con problemas de homosexualidad, tales como Courage ("Coraje), Homosexual Anonymous o Harvest ("Cosecha"). Véase Ayuda para las personas homosexuales.
Los que sienten demasiada vergüenza asistiendo a esos grupos pueden obtener los nombres de las personas que ya han avanzado en su recuperación y que pueden actuar de auspiciadores. De esta manera, si se ven ante una gran tentación, pueden acudir a estos auspiciadores en busca de apoyo, oración y ánimo.
Aunque los grupos de adicción basados en los Doce Pasos ayudan bastante, en mi experiencia clínica he observado que el comportamiento adictivo no se controla del todo hasta que las heridas emocionales que hay en el fondo no se curan.
9. Curación del narcisismo o egoísmo
El narcisismo es un desorden muy poderoso que alimenta el comportamiento homosexual de mucha gente. Esta debilidad personal no se supera fácilmente porque se teme abandonar una vida de hedonismo (búsqueda del placer), caracterizada también por la irresponsabilidad y el descontrol. El narcisismo es el desorden clínico más directamente responsable del fracaso en la curación de la homosexualidad. Muchos comienzan una curación y acaban cayendo en una vida de placer superficial y hedonista.
Si los que padecen este desorden quieren recuperarse de verdad, necesitan comprometerse con un plan de vida espiritual bien disciplinado. Tal plan incluye la confesión semanal, practicar las virtudes de la mortificación y la humildad, la meditación frecuente de la Pasión del Señor, la dirección espiritual, los retiros frecuentes, una relación íntima con la Virgen María, terminar con las amistades que no son sanas, la lectura diaria de la Biblia y la asistencia diaria a Misa.
10. Curación del excesivo sentido de responsabilidad
La conducta homosexual anónima de Jim se desarrolló como un intento de evadir las presiones y exigencias excesivas de su vida personal y profesional. Con la ayuda de la gracia de Dios aprendió a poner al Señor de primero en su vida, no el trabajo, y le entregó sus responsabilidades al Señor cada día. También le pidió que lo curara de su tendencia a sentirse excesivamente responsable. Leía la Biblia cada noche y, lo más importante, intentaba fortalecer una amorosa amistad con su esposa.
El tomar estos pasos le quitó a Jim el agotamiento y el vacío interior que sentía, y le permitieron a él y a su esposa disfrutar juntos realmente de su vida de casados.
11. Curación de los traumas sexuales de la infancia
Los varones que se sienten confusos con respecto a su identidad sexual, como resultado de los maltratos sexuales sufridos en su infancia, usualmente albergan impulsos violentos inconscientes contra los que los maltrataron. Estos pensamientos de venganza se pueden eliminar al entregarlos diariamente a Dios y al reflexionar que la venganza sólo pertenece al Señor (véase Romanos 12:19).
Los recuerdos específicos de maltratos también pueden atormentar mucho y crear mucha confusión; pero se pueden superar si se entregan diariamente al Señor pidiéndole que cure esas memorias.
La confusión sobre la identidad disminuye a medida que el dolor emocional severo en torno al trauma experimentado también disminuye. La identidad masculina también se fortalece agradeciendo al Señor los dones masculinos que se poseen, creciendo en el sentido de ser hijo de Dios, identificándose con las cualidades positivas del padre de uno o de otros familiares varones y pidiendo la curación en la Eucaristía.
Conclusión
Existe una necesidad urgente de examinar la verdad acerca de la homosexualidad, tanto desde el punto de vista moral como psicológico. Recientemente el Papa Juan Pablo II dijo: "... Necesitamos ahora más que nunca tener la valentía de mirar la verdad cara a cara y de llamar las cosas por su nombre, sin dejarse llevar por la conveniencia o por la tentación del autoengaño". Como maestra de la verdad, la Iglesia afirma en el Catecismo que "los actos homosexuales son actos de gran depravación, intrínsecamente desordenados y bajo ninguna circunstancia aceptables".
Psicológicamente, las atracciones y los actos homosexuales vienen de heridas emocionales muy específicas y de conflictos en la infancia, la adolescencia y la vida adulta. Estas heridas no han sido plena y claramente identificadas en el pasado por los profesionales de la salud mental ni han sido curadas en la mayoría de los casos. Las razones de este fracaso son que el campo de la salud mental está aún en etapa de desarrollo y no ha entendido ni incorporado el perdón como remedio al enfado tan significativo en estas personas, ni ha proporcionado una espiritualidad cristiana para resolver la tristeza, la desconfianza, la baja autoestima y el comportamiento adictivo. Gracias a Dios, la espiritualidad católica, combinada con una buena psicoterapia puede lograr la curación completa de las personas que padecen este desorden.
Fuentes: Richard P. Fitzgibbons, Médico Psiquiatra, "Los orígenes y curación de atracciones y comportamiento homosexuales," Digesto Familiar 223-224 (1997): 7-13, 16-24, 44-52. La revista Digesto Familiar es publicada por el Instituto de Ciencias Familiares (CENAPLANF) que dirige el Padre Pedro Richards, gran defensor de la vida y la familia. Instituto de Ciencias Familiares, Pablo de María 1362, Montevideo, Uruguay. Tel.: (5982) 40-3251. Fax: (5982) 40-9049. Estos artículos son traducción del Apéndice I del mismo autor y que forma parte del libro del Padre John F. Harvey, O.S.F.S., S.T.D., The Truth About Homosexuality (San Francisco, Ignatius Press, 1996). Este libro se puede conseguir en las oficinas centrales de Human Life International, 4 Family Life, Front Royal, Virginia, 22630, U.S.A., Tel.: 1-800-549-5433. Fax: (540) 636-7363. E-mail: hli@hli.org. Página Web: http://www.hli.org. El Padre Harvey dirige la organización Courage ("Coraje"), que se dedica a la atención pastoral de las personas homosexuales y a ayudarlos a vivir una vida casta y según la enseñanza de la Iglesia Católica. Para más información véase: Ayuda para las personas homosexuales.
Se autoriza la reproducción parcial o total de este boletín con fines no comerciales y citando la fuente. Vida Humana Internacional
No hay atajos en la vida cuando se trata del corazón. Cuando una persona que lucha con sus sentimientos homosexuales decide conquistar el yo que ha perdido, se de cuenta que hay partes de su personalidad que ha enterrado o que ni siquiera conoce todavía. Ello toma tiempo, paciencia y un diligente esfuerzo. El precio es elevado, pero el premio bien vale la pena. Los esfuerzos que se empleen en esa conquista implican temporadas o etapas de curación, sin las cuales la persona que lucha con sentimientos homosexuales se puede estrellar en pleno vuelo.
A menudo "el proceso de curación va de mal en peor, pero luego va mejor". La gente viene a recibir consejería en tiempos de crisis, cuando se sienten mal. A medida que descubren las fuentes de los problemas, las cosas se ponen peor debido a que sienten dolor. Pero, luego, las cosas se ponen mejor cuando la curación se da y se sienten amados.
La etapa de la transición
Primera tarea: Renunciar a la actividad sexual. La persona necesita cortar sus vínculos con las cosas, los lugares y las personas que utilizaba para "divertirse".
Segunda tarea: Descubrir un grupo de apoyo. Ello es importante porque por medio de ese grupo la persona experimenta un ambiente que la alimenta emocionalmente, la cura de las heridas del pasado y le da amor auténtico, dirección y ánimo.
Tercera tarea: Desarrollar el sentido del propio valor y de la propia dignidad en relación con Dios. El camino que conduce fuera de la homosexualidad no consiste en un método, sino en una persona: Jesucristo.
La etapa para establecer los cimientos
Primera tarea: Continuar con el grupo de apoyo. Es importante que la persona desarrolle su sistema de apoyo, que participe en él y que lo fortalezca. El sistema de apoyo es vital y funciona como un alcázar, es decir, como un espacio seguro que protege a las personas.
Segunda tarea: Continuar con el desarrollo del sentido del propio valor en la relación con Dios. La meditación, la oración, el estudio y la afirmación son esenciales para desarrollar una sólida base espiritual, así como una relación íntima con Dios.
Tercera tarea: Desarrollar habilidades. Se trata de capacitarse en la auto-afirmación, la buena comunicación y las técnicas para resolver conflictos y problemas. La persona que lucha con su proceso de curación necesita instrucción y dirección para saber cómo manejar las relaciones interpersonales actuales, antes de que sea capaz de regresar y curarse de las heridas del pasado.
Cuarta tarea: Comenzar la curación del "niño" interior. Trabajar en la identificación de pensamientos, sentimientos y necesidades. Por medio de esta labor con el "niño" interior, la persona comienza a entender los orígenes y significados de las poderosas fuerzas que la rodean.
La etapa de la curación de las heridas homo-emocionales
Primera tarea: Continuar con todos los aspectos de la etapa anterior. El sistema de apoyo rodea a la persona de amor, comprensión y sostén a medida que el dolor emocional del pasado se va desenterrando.
La relación personal con Dios da más fortaleza para comenzar este proceso de aflicción, para continuar enfrentando el desafío de los pensamientos equivocados y el monólogo interior negativo, así como para ensanchar el alma hacia nuevas maneras de ver y vivir la vida.
Segunda tarea: Descubrir las raíces de las heridas homo-emocionales. Para lograrlo, la persona debe redescubrir y desenterrar aquello que ocurrió en su pasado y que la separó de su propia identidad como hombre o como mujer.
Tercera tarea: Comenzar el proceso de la aflicción, el perdón y el asumir responsabilidad. Las etapas de curación de esta tarea son:
Cuarta tarea: Desarrollar, con personas del mismo sexo, relaciones que sean sanas y que ayuden en la curación. Lo que surgió de relaciones rotas y no saludables, necesita ser curado por medio de relaciones sanas y emocionalmente nutritivas.
La heterosexualidad florece después que una persona llena sus necesidades homo-emocionales de forma correcta y experimenta la propia identidad masculina o femenina. Por ello es que el matrimonio nunca curará las atracciones hacia las personas del mismo sexo.
La etapa de la curación de las heridas hetero-emocionales
Primera tarea: Continuar con todas las tareas de la segunda etapa.
Segunda tarea: Descubrir las raíces de las heridas hetero-emocionales. La persona que está en proceso de recuperación debe desenterrar las raíces (las causas) que impiden que se relacione íntimamente en el matrimonio con otra persona del sexo opuesto. Debe identificar y curarse de estas heridas.
Tercera tarea. Continuar con el proceso de la aflicción, el perdón y el asumir responsabilidad.
Cuarta tarea. Desarrollar relaciones, con personas del sexo opuesto, que sean sanas y que ayuden en la curación, así como aprender a comprender y a apreciar al sexo opuesto.
El Sr. René A. Gómez es el Director de la Misión de Las Filipinas de Éxodo Internacional, Región Asiática del Pacífico. También es el Director de Bagong Pag-Asa. El presente escrito es la traducción castellana del capítulo 5, titulado "Helping the Homosexual Heal Himself", que forma parte de las actas de las conferencias impartidas en el VIII Congreso Asia-Pacífico sobre el Amor, la Vida y la Familia, que organizó la sección asiática de Human Life International y que tuvo lugar del 24 al 27 de octubre del 2001 en Las Filipinas. Para obtener estas actas (en su original inglés), diríjase a: Human Life International-Asia, Suite 302 Our Home Condominium, Malakas cor. Matulungin Sts., Diliman, Q.C., P.O. Box 2365-1163.Como católico, y como hombre que tiene una orientación homosexual, le estoy profundamente agradecido a la Iglesia Católica por su doctrina acerca de la homosexualidad y acerca de los actos homosexuales. La Iglesia Católica es casi la única entre las iglesias cristianas que rehúsa, por un lado, tener una actitud paternalista hacia las personas con inclinaciones homosexuales, por medio de un evangelio acomodado; y por el otro, tener una actitud brutal hacia estas personas, por medio de un mensaje irremediablemente hostil.
La Iglesia Católica me ama a mí y a todos los demás que como yo experimentan sentimientos homosexuales. La Iglesia nos mira como adultos que somos, y nos dice que nosotros también podemos cooperar decididamente con el Espíritu Santo en la santificación de nuestra vida. Hemos sido llamados a la santidad por el camino estrecho que nos conduce a ella.
No me fue fácil reconocer el valor de esta doctrina. Desde que tenía 21 años hasta los 28, fui un activista homosexual. Aceptaba y predicaba el mensaje que la comunidad homosexual ofrece hoy en día: la actividad homosexual, mientras sea practicada con las debidas precauciones [v.gr., usando un preservativo] y dentro de una relación comprometida, no es peor que la actividad heterosexual bajo las mismas condiciones. La enseñanza de la Biblia y cualquier otra enseñanza moral que dijeran lo contrario estaban simplemente fuera de moda o probablemente provenían de autores "homofóbicos".
Acumulé con rapidez las cosas que constituyen una vida homosexual exitosa. Adquirí un amante con el propósito de tener una relación duradera, trabajaba mucho y pasaba las vacaciones en lugares turísticos para homosexuales. Mis amigos eran homosexuales, mis relaciones eran homosexuales, mi lugar de trabajo era favorable a los homosexuales y mi vida parecía estar llena de placer y juventud.
Pero no era feliz. Mi corazón andaba inquieto y sin descanso, como también lo estuvo el de San Agustín antes de convertirse al cristianismo, y cada nuevo placer que buscaba sólo traía consigo remordimientos más agudos. Después de poseer todo lo que la vida homosexual tenía que ofrecer, no era suficiente y a principios de la primavera del año en que cumplí los 28 le entregué mi vida a Cristo y comencé a explorar qué quería decir el tomar mi cruz.
Mi exploración me llevó gradualmente, con muchos altibajos, hacia la fe católica, en la cual, desde entonces, he vivido muy agradecido. La enseñanza de la Iglesia sobre la orientación homosexual y la castidad han sido dos grandes fuentes de liberación para mí en mi camino espiritual.
En el contexto de la enseñanza de la Iglesia Católica, los hombres y las mujeres con una orientación homosexual no son automáticamente ni candidatos para ser alabados (en base a ser considerados personas oprimidas), ni para ser condenados (en base a una supuesta pecaminosidad intrínseca). Como el resto de la gente, estas personas tienen la capacidad de elegir el bien o el mal. Esta doctrina de la Iglesia está caracterizada plenamente por el respeto, ya que nos reconoce como hijos de Dios y no como meras bestias dominadas por el instinto.
La otra enseñanza de la Iglesia Católica, de que las personas con inclinaciones homosexuales están llamadas a ser castas, también contribuye a su singular expresión de la gracia de Dios debido a lo que enseña sobre el amor. La cultura contemporánea está llena de falsos sustitutos del amor. Decimos que "amamos" la comida, nuestras mascotas, el salir a pasear, a nuestros padres y a nuestros cónyuges. Pero muchas veces no los amamos por ellos mismos, sino por lo que pueden hacer por nosotros. "Amamos" la comida por su sabor, las mascotas por su compañía, etc., y muchas veces nuestro amor hacia nuestros padres, hijos y cónyuges está condicionado por el interés propio.
Esto es lo que experimentaba en mi vida antes de comprometerme con la castidad y, luego, con la defensa de la vida. Cuando practicaba la actividad homosexual con mi compañero, a veces llamábamos a nuestros actos sexuales "hacer el amor", pero no eran otra cosa que usarse el uno al otro. Cada uno hacía del otro, con su consentimiento, un medio para un fin. Pero eso no es amor y constituye un drástico contraste con la experiencia que he vivido después de comprometerme a ser casto.
Todos nosotros deseamos, y nos merecemos, el ser aceptados profundamente por quienes somos, y no en base a si podemos llenar las necesidades de otros. Paradójicamente, este tipo de compromiso emocional sufre el mayor estrago precisamente cuando las relaciones sexuales forman parte de una amistad. El amor casto puede ser difícil a veces, pero también lo es el vivir en la verdad.
Doy gracias a Dios que la Iglesia Católica comprende esto muy bien y que así
lo enseña. Agradezco también a Dios que la Iglesia Católica apoye a una
organización como Courage ("Coraje"), que existe para ofrecer ayuda para las
personas homosexuales para que vivan esta enseñanza. A través de los años de
pertenecer a Courage, he hecho más amistades y más profundas que durante todo el
tiempo que viví que practiqué la homosexualidad y estoy convencido de que este
tipo de testimonio ayudará a la cultura actual a darse cuenta, no sólo de que la
actividad homosexual es grave en sí misma, sino también de la verdadera
naturaleza del amor.
Los miembros de Courage fueron invitados a compartir algunas palabras sobre sus viajes. Esto es lo que ellos tenían que decir. (Debido a la política de anonimato de Courage los nombres han sido cambiados)
P. Ralph
Como sacerdote he estado luchando solo, con una condición
homosexual, durante años. A través de la gracia de Dios
he sido capaz de permanecer célibe pero he estado cerca de la
desesperación en diferentes ocasiones. Me volví un
alcohólico y, después de orar pidiendo auxilio, Dios me
condujo a Alcohólicos Anónimos y a Courage. Para
mí es un milagro y una nueva vida en Cristo más
allá de todas las expectativas. La sanación
continúa día tras día. Las bendiciones en mi
trabajo y el gozo en reconocer al Señor en mi vida son
increíbles. Esta no es una experiencia efímera sino un
amor constante que no merezco pero estoy profundamente agradecido por
él cada día.
Courage me da el apoyo que necesito para ser casto y amar como Dios quiere. Aún es una lucha pero una a la que veo anticipadamente. Desearía que hubiera escuchado con mi corazón años atrás lo que he escuchado este año pasado en Courage. Estoy seguro que mi vida pudo haber sido muy diferente pero Courage todavía no estaba por aquí en ese entonces. La así llamada "afirmación gay" es una parodia del amor y una mentira. Las enseñanzas de la Iglesia han sido una verdadera liberación para mí y pueden serla para muchos otros cuando sufren tanto en buscar el deseo del Corazón de Jesucristo.
¡Que Él sea alabado,
adorado y amado!
Voy a hablarles principalmente a todos los jóvenes sobre un problema de un amigo y el sentido que para él tiene la vida siendo portador del HIV, el virus que causa el SIDA. Él me ha permitido dar testimonio del problema, de los sufrimientos y de los cambios que ha habido en su vida.
Empiezo por el principio, se trata de un joven que nació en provincia, en un pueblo pequeño donde pasó su niñez y parte de su juventud al lado de sus padres y sus hermanos. Fue muy feliz, pero a él le ilusionaba el abrirse paso en la vida de la ciudad -- él sólo sin la ayuda de su familia.
Un día, con el permiso de sus padres, se fue a la ciudad sin saber lo que allí le esperaba. Su ilusión era trabajar para formar un hogar y vivir honestamente. Parte de eso lo logró a base de esfuerzos, pero conoció a personas de su mismo sexo con las que creyó que su felicidad sería eterna.
Se enamoró y fracasó, le pagaron mal y un día recurrió al médico por una pequeña enfermedad. Cual sería su sorpresa cuando le comunicaron que era portador del virus del SIDA, enfermedad mortal. De momento él sintió que allí su vida terminaba. No se lo comentó con nadie -- ni siquiera con su familia. Se guardó el problema para él solo. Pero como vivía solo, con el paso del tiempo, la soledad, la angustia y el problema le empezaron a afectar. A pesar de no presentar ningún síntoma del SIDA, su desesperación fue aumentando, pues a su mente venían muchos pensamientos. Pensó que su vida no tenía ningún sentido vivirla así y hasta pensó en quitarse la vida, pues nunca podría ser una persona normal. Pero también pensaba que al quitarse la vida iba a causarle un sufrimiento a sus padres que lo querían mucho.
Antes de llevar a cabo lo que él creía que sería la única solución, Dios apareció en su camino. Un día cuando miraba la televisión, vio y escuchó que un grupo de personas católicas que formaban el equipo diocesano ayudaban a todas las personas con problemas como el de él. Recurrió a ellas, se desahogó, contó su problema, lo ayudaron moral y espiritualmente. Él le prometió a Dios acercarse a Él lo que le quedaba de vida y ponerse en manos de Cristo.
Gracias a Dios y al grupo de personas que tanto lo apoyan ha superado mucho, está consciente del problema. Tiene paz interior y sabe que un día va a morir, pero quiere estar preparado para el momento. Jamás piensa en atentar contra su vida. Tiene tranquilidad, porque siente que Dios siempre está con él en su soledad, en la angustia y en la enfermedad. No culpa a la persona que lo contagió, pues esa persona también fue víctima del virus. Le duele que haya personas con el mismo problema y que estén tan deshubicadas destruyendo su vida y la de los demás, pudiendo encontrar tranquilidad acercándose a Dios.
Así pues, este joven vive feliz aún con el problema que tiene y que su familia ignora desde hace año y medio. Tiene sus recaídas, pero gracias a Dios las supera también. El les envía a todos los jóvenes este mensaje: que sean conscientes de que después de un contagio nada es igual y que el SIDA es una enfermedad incurable que causa la muerte, que vivan la vida felices al lado de sus padres, que se preparen para formar un hogar, que tengan diversiones sanas, que en cuanto a la sexualidad elijan muy bien a su pareja del sexo opuesto para casarse, teniendo relaciones sexuales sólo después del matrimonio, ya que Dios sólo hizo dos sexos: el masculino y el femenino.
Will (no es su verdadero nombre) era un buen amigo. Aunque parecía ser un poco afeminado, nunca se me ocurrió pensar que podría ser homosexual. Nunca me insinuó nada ni tampoco me dio ninguna indicación de que se consideraba diferente. Nuestra amistad giraba en torno a nuestro interés común por la música y, más importante aún, a nuestra relación con Cristo. Will decía que él era cristiano.
Nuestra amistad se desarrolló hasta el punto en que Will confiaba en mí plenamente, entonces me confesó que había tenido sus "luchas" con la homosexualidad desde antes de la adolescencia. No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes de que su lucha con la homosexualidad regresara y se encontró a sí mismo vacilando entre períodos de tiempo en que se controlaba a sí mismo, períodos en que experimentaba culpabilidad y períodos en que se sentía a gusto llevando a la práctica su homosexualidad.
Yo estaba convencido de que el homosexualismo estaba mal y que, desde una perspectiva cristiana, no podía ser justificado. Pero no me sentía capaz de entenderle ni de ayudarle. Después de un tiempo y debido a nuestros respectivos compromisos universitarios, Will y yo nos fuimos a lugares diferentes y perdí contacto con él.
Algunos años después, Will regresó y enseguida renaudamos nuestra amistad. Una noche salimos a caminar juntos y debió de haberse dado cuenta de que en mi interior yo me estaba preguntando qué había hecho acerca de su homosexualidad. Hasta ese momento estaba de lo más entusiasmado contándome acerca de las magíficas oportunidades que había tenido de servir a la causa del cristianismo por medio de la música. Pero estaba deseoso de contarme cómo le había ido en relación con la homosexualidad y yo también tenía deseos de escucharlo. Me causó una gran alegría cuando me dijo que había dejado su homosexualismo. Ya habían quedado atrás los días en que trataba de justificar lo que él siempre había sabido que era una abominación ante Dios. Por fin había aceptado que el homosexualismo era una violación del orden establecido por Dios y que el amor que había estado experimentando no era otra cosa que un sustituto pecaminoso de la voluntad de Dios.
"Es sólo una fase" decíamos mi madre, mis dos hermanas mayores y yo, durante mi primer año de escuela secundaria. Estaba enamorada de la chica más bonita y más popular de la escuela. Poco sabíamos que esa era la primera de muchas veces en mi adolescencia que comencé a experimentar sentimientos homosexuales.
Durante mi año final de la secundaria no lo podía soportar más. Sentía como que un día esos sentimientos homosexuales estarían a punto de estallar incontrolablemente fuera de mí. Asumí que mi familia no entendería así que escribí una nota anónima al club "gay & lesbian" de la escuela pidiendo ayuda. Entonces me di cuenta que una profesora de la que estaba enamorada era bisexual. Arreglé una cita para almorzar con ella y terminó comprándome una novela lesbiana de ficción para ayudarme a "emerger".
Pronto me enteré sobre grupos "emergiendo" ("coming out") en la ciudad y comencé a asistir a ellos regularmente. Empecé a ver a una consejera lesbiana. Ella no hizo mucho sino confirmar mis sentimientos. Después empecé a ver a una psicóloga, a quien me refirieron, que enseñaba en mi escuela. Ella trató de empujarme dentro del estilo de vida lesbiano. Sus palabras exactas fueron "¿Cuándo dejarás de vivir tu vida en el limbo?". El "proceso" estaba alargándose tanto conmigo porque muy dentro de mí sabía que algo andaba mal. Sabía cómo se sentía mi familia. Asistí a la Iglesia regularmente y oraba para saber el camino correcto a tomar, a pesar de eso continuaba buscando ayuda en todos los lugares equivocados.
En medio de todo esto en realidad conocí a un hombre en el que me interesé. Él era todo lo que yo podría haber buscado en un novio, pero tuve que terminar con él después de tres meses porque los sentimientos homosexuales continuaban trepando sobre mí. Esto me empujó aún más dentro del estilo de vida lesbiano.
Cuando mi mamá trajo a colación la religión yo me desahogaba diciendo que no había tal cosa como el infierno. Yo estaba recitando todas las mentiras de Satanás. Justificaba mi estilo de vida a mi hermana diciéndole que yo podía tener toda la diversión que quería y no preocuparme del control natal o de quedar embarazada. Incluso encontré una monja que me aseguró que a Dios no le importaba si yo perseguía relaciones lesbianas. Cuando mi conciencia me incomodaba hablaba a esta monja quien me afirmaba en el camino que estaba tomando.
Mi familia me dio un ultimátum: deja la escena "gay" o múdate. Dispuse mi mente para mudarme con mi "novia". Pero el Espíritu Santo tenía otros planes. Me enteré que justo el día siguiente una de mis hermanas mayores quería verme y hablar conmigo. "Muy bien", pensé, "ahora podré realmente darle a ella cada pieza de mi mente." En lo profundo yo estaba temerosa e infeliz por lo que estaba haciéndole a mi familia, pero a pesar de todo fui a ver a mi hermana, armada de todos mis libros pro-gay y preparada para refutar lo que sea que tuviera que decirme. Yo estaba lista para la batalla.
Las cosas no ocurrieron como yo lo había planeado. Mi corazón se abrió cuando mi hermana amorosamente habló acerca del corazón y la voluntad de Dios y cómo ella y el resto de la familia realmente me amaban. Ella estaba dispuesta a trabajar conmigo y me pidió que por lo menos le diera seis meses para tratar. Dijo que yo tenía que cortar de inmediato mis amistades lesbianas. Dijo que tenía que confiar en ella. Sorpresivamente me encontré a mí misma diciéndole "Sí". Realmente estaba diciéndole "Sí" al Espíritu Santo.
Lloré todo ese día. Estaba helado y lluvioso. Me encontraba en un desorden emocional y sabía que tenía un camino difícil por delante. A pesar de ello nunca había sentido el amor derramarse sobre mí como esa vez. Estaba experimentando una lucha interior entre el Espíritu Santo y la esclavitud de Satanás. Más tarde me enteré que mi hermana había estado orando por mí desde su corazón y que ella ni siquiera sabía lo que estuvo diciendo. Con la ayuda de Dios puse fin a mis ataduras lesbianas dentro de los siguientes dos días.
Los siguientes seis meses ciertamente no fueron fáciles, pero un completo nuevo mundo estaba abierto para mí. Mi literatura "gay" fue reemplazada por literatura religiosa. Empecé a asistir regularmente a reuniones de oración y estudios de Biblia. Decidí escuchar la radio cristiana y a ver televisión católica. También empecé a asistir a grupos de apoyo espiritual diseñados para ayudar a personas como yo.
Hubieron muchas noches en que extrañé a mi "novia" y estuve tentada de ceder y llamarla. Doy gracias al Señor que me salvó en el momento perfecto, antes de que ella se volviera mi "amante". Él ciertamente sabe cuánto sufrimiento necesitamos para volvernos maduros y completos, cuánto podemos soportar. No me ayudó el que ella dejara un mensaje en mi máquina contestadora diciéndome que me extrañaba terriblemente. Hubieron días y noches que lloré y lloré. Una noche fui al patio trasero, miré al cielo y estaba alegando con Dios para que me dijera por qué. Mi hermana siempre estuvo ahí para mí. Aprendí cómo encargarme de la tentación. Cada momento de debilidad me hizo más fuerte. Cada evento era un cambio radical. Vivía apoyándome en citas de la Biblia. Jesús con certeza me tenía agarrada.
Mayores aspectos de mi sanación tomaron lugar cuando comencé a rezar el rosario diariamente, ir a Misa diaria y pasar tiempo con Jesús en el Santísimo Sacramento tan a menudo como era posible. Mis tentaciones homosexuales declinaron.
Aún soy amiga del hombre que conocí hace más de tres años. Le hablé sobre mi pasado y de mi decisión de dejar al mismo atrás. Él estaba muy orgulloso de mí. Sentimientos heterosexuales están gradualmente comenzando a surgir hacia él y quizás un día Dios nos una en matrimonio, si Él piensa que estoy lista para ello. Es algo por lo que ahora estoy orando.
Lo importante es mi compromiso a una vida de castidad en unión con Cristo. Aún tengo tentaciones ocasionalmente pero no las dejo molestarme o que interfieran con mi vida porque creo que "¡Él que ha comenzado Su buena obra en mí, la continuará hasta el día de Jesucristo!"
Fuente: Homosexuality in America. Exposing the Myths, Tupelo,
MS: The American Family Association, 1994, p. 2. The American Family
Association, P.O. Drawer 2440, Tupelo, MS, 38803, EE.UU. Y de Courage, la organización que ayuda a las personas homosexuales a
vivir una vida casta.
¿Qué enseña la Iglesia
sobre la homosexualidad?
¿Y qué debemos pensar sobre la discriminación de las
personas que tienen tendencias homosexuales?
Responde: P. Miguel A. Fuentes VE.
1. Delimitación del tema.
Hay varios fenómenos, que se engloban bajo el título genérico de "disturbios sexuales". Tales son: las desviaciones, las perversiones y las disfunciones sexuales.
Entre las desviaciones sexuales se indican: el transexualismo, el travestismo, la bisexualidad y la homosexualidad.
Entre las perversiones: la masturbación, el narcisismo, el exhibicionismo, el feticismo, el sadismo, el masoquismo, la necrofilia, la incestuosidad, el bestialismo, la pedofilia, la efebofilia, la patofilia, la gerontofilia, etc.
Entre las disfunciones: disturbios del deseo (ausencia o hipererotismo), disturbios en la exCitación (impotencia y coitofobia), en el orgasmo (frigidez), etc.
Aquí sólo quiero tratar sobre el
problema que presenta la homosexualidad.
2. Definición y naturaleza del fenómeno.
Una definición más o menos adecuada de la homosexualidad es: una anomalía que consiste en la desviación de la atracción afectivo-sexual, por la cual el sujeto prueba atracción, e incluso puede mantener relaciones, con personas de su mismo sexo.
Esta desviación puede responder a causas puramente morales (perversión moral) o causas morales y psicológicas. Los orígenes del fenómeno en las personas que se descubren "constitucionalmente" homosexuales, no son del todo claros; hay varias hipótesis. La más plausible indica que si bien puede haber predisposiciones orgánicas y funcionales, el origen más claro se remonta generalmente a una intrincada red de relaciones afectivas y sociales. Han sido estudiados los eventuales factores hereditarios, sociológicos, e incluso hormonales; pero de todos, sobre todo parece ser el más influyente el clima educativo familiar, especialmente en el período que va de los 6 a los 12 años. El dinamismo original de la desviación homosexual parecería consistir en una fracasada identificación afectiva del niño o de la niña.
Hay que distinguir los homosexuales en:
Esenciales (también llamados primitivos, constitucionales, primarios); estos están sujetos a la compulsividad del instinto. A su vez se distinguen en: totales y exclusivos (aborrecen el sexo opuesto totalmente, y sienten impulso casi irresistible hacia el propio sexo) y los otros que pueden sentir también la atracción heterosexual (bisexuales).
Ocasionales (también llamados veleitarios, secundarios): buscan el propio sexo por motivaciones más superficiales como aventura, dinero o falta de pareja de otro sexo, pero conservan las tendencias heterosexuales.
En todos hay que distinguir la
tendencia hacia el propio sexo, y el acto homosexual (ya sea el deseo o
pensamiento consentidos, o el acto externo sexual).
3. Valoración moral.
Hay que hacer un juicio diverso sobre la tendencia y sobre el acto.
1) El acto homosexual. Por acto homosexual entendemos no sólo los actos sexuales externamente consumados sino también los actos de deseo y pensamiento plenamente consentidos. Estos son intrínsecamente desordenados, es decir, malos "ex obiecto". Lo enseñan la Sagrada Escritura, el Magisterio y la razón:
a) Sagrada Escritura. Numerosos son los textos. Basta algunos:
Lev 18,22: "No te acostarás con
varón como con mujer; es abominación".
Lev 20,13: "Si alguien se acuesta con
varón, como se hace con mujer, ambos han cometido abominación: morirán sin
remedio; su sangre caerá sobre ellos".
Rom 1,27: "Igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío".
1 Cor 6,9-10: "¡No os engañéis! Ni los impuros... ni los afeminados, ni los homosexuales...heredarán el Reino de Dios".
b) Magisterio. Hay varios documentos que tienen especial importancia:
La Declaración Persona humana, nº 8: "Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable. En la Sagrada Escritura están condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios (cf. Rom 1,24-27). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen de esta anomalía son del todo responsables, personalmente, de sus manifestaciones; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no pueden recibir aprobación en ningún caso".
Catecismo de la Iglesia Católica,
nº 2357: "La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que
experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del
mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas.
Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la
Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha
declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados".
Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No
proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir
aprobación en ningún caso".
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoras a las personas homosexuales (nº 3): repite el texto de la declaración Persona humana.
También tienen mucha importancia las intervenciones del Magisterio ante los errores sobre este punto de algunos moralistas. Así, por ejemplo, ante los errores de J.J, McNeill, Charles Curran, André Guindon(1).
c) La razón.
La razón, no sólo filosófica, sino teológica muestra la ilicitud de estos actos, en cuanto:
Están absolutamente desposeídos de la finalidad procreativa que es propia del acto sexual humano (y la cual no puede ser excluida voluntariamente: HV, 14).
Niegan la complementariedad entre el varón y la mujer, la cual está inscrita en la misma naturaleza: no sólo porque el varón y la mujer son complementarios genitalmente sino porque lo son también germinalmente (sus células sexuales son complementarias: óvulo y espermatozoo) y psicológicamente.
Niega la sabiduría creadora de Dios: pues al negar lo único que está explícitamente escrito en la naturaleza del hombre (la complementariedad entre el varón y la mujer), niega el plan de Dios en la creación.
Niegan la autodonación que es la razón última que legitima el uso del sexo. Ya que el acto homosexual es más búsqueda de autocomplacencia que autodonación.
Es un acto antisocial: porque no contribuye con la generación de nuevos hijos a la sociedad. El sexo se ordena a la perpetuación de la especie. Si la práctica homosexual fuera lícita y todos la practicasen equivaldría al suicido social.
2) La tendencia homosexual. Sobre la tendencia homosexual, cuando responde a factores no voluntarios, se suele verificar muchos equívocos. Fundamentalmente hay que decir que mientras no sea consentida no constituye pecado alguno, pero al mismo tiempo, también hay que afirmar que ella misma, por tender como fin a un acto desordenado, es un desorden.
a) Puede no constituir pecado: "Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba" (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2358).
b) Pero es objetivamente desordenada: "La particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada" (Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoras a las personas homosexuales, nº 3).
c) Consecuentemente, estas personas están llamadas a vivir la castidad de modo total y unir el sufrimiento causado por su tendencia a la cruz de Cristo: "Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición. Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2358-2359).
Algunos, para sostener la
inculpabilidad de estos actos en las personas homosexuales cuya tendencia no es
voluntaria, han afirmado que no son libres. Como afirma la Carta a los Obispos,
esto es una injuria a esas personas, porque afirmar que no son libres es
despojarlos de su auténtica libertad: "Se debe evitar la presunción infundada y
humillante de que el comportamiento homosexual de las personas homosexuales esté
siempre y totalmente sujeto a coacción y por consiguiente sin culpa. En realidad
también en las personas con tendencia homosexual se debe reconocer aquella
libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y le confiere su
particular dignidad" (Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la
atención pastoral a las personas homosexuales, nº 11).
4. Consecuencias sociales: las
actitudes sociales con las personas homosexuales(2).
Uno de los puntos más controvertidos es el de las actitudes sociales que se pueden y que se deben tomar respecto de estas personas.
¿Discriminación sexual? Derechos y límites. Ante todo, a estas personas no se las debe discriminar pastoralmente: hay que tratar de convertir a las que practican la homosexualidad, y hay que asistir a quienes no la practican pero tienen tendencias homosexuales. Es un pecado la violencia contra unas y otras.
Estas personas, como toda persona humana, son sujetos de derechos fundamentales: derecho al trabajo, a la casa, etc. Con todo, esos derechos no son absolutos; pueden ser limitados legítimamente por la Autoridad a causa de comportamientos externos objetivamente desordenados que atenten contra el bien común o contra los más débiles (física o moralmente).
Esta reducción de los derechos no absolutos se practica en muchos casos: en determinadas enfermedades contagiosas, enfermos mentales, individuos socialmente peligrosos, etc. De este modo, existe una discriminación justa: "Existen ámbitos en los que no se da discriminación injusta cuando se tiene en cuenta la tendencia sexual: por ejemplo, en la adopción o custodia de niños, en la contratación de profesores o instructores de atletismo, y en el servicio militar"(3).
Además, la discriminación verdadera, es decir, la que afectaría a una persona con tendencias homosexuales que quiere vivir castamente, es casi nula, porque "por regla general, la mayoría de las personas con tendencia homosexual, que procura llegar una vida casta, no da a conocer públicamente su tendencia homosexual. En consecuencia el problema de la discriminación en términos de empleo, casa, etc., normalmente no se plantea"(4).
Por el contrario, "los homosexuales que declaran su homosexualidad son, casi siempre, personas que consideran su comportamiento o su estilo de vida homosexual como "indiferente o, sin más, bueno", y por eso digno de aprobación pública"(5). Por tanto, con estas personas la pretendida "discriminación" es, en realidad, una defensa social de los más débiles (los inocentes que pueden ser inducidos a tales comportamientos).
Estos normalmente usan el slogan de la "discriminación sexual" como un arma política para manipular la sociedad y la misma Iglesia (6). Y el objetivo último no apunta a encontrar un lugar en la sociedad, viviendo castamente, sino explícitamente a lograr la aprobación de sus comportamientos homosexuales. A este respecto hay que decir con Juan Pablo II: "Lo que no es moralmente admisible es la aprobación jurídica de la práctica homosexual. Ser comprensivos con respecto a quien peca, a quien no es capaz de liberarse de esta tendencia, no equivale a disminuir las exigencias de la norma moral (VS,95). Cristo perdonó a la mujer adúltera, salvándola de la lapidación (Jn 8,1-11), pero, al mismo tiempo, le dijo: "Ve y de ahora en adelante ya no peques más"". Y refiriéndose a la resolución del Parlamente Europeo sobre este tema, añade: "El Parlamente ha conferido indebidamente un valor institucional a comportamientos desviados, no conformes al plan de Dios: existen las debilidades -lo sabemos-, pero el Parlamento al hacer esto ha secundado las debilidades del hombre"(7).
(1) Sobre Guindon, L"Osservatore Romano, 7 de febrero de 1992, p. 10.
(2) Cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986; "Algunas consideraciones acerca de la respuesta a ciertas propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales", L"Osservatore Romano, 31 de julio de 1992, p. 7; Juan Pablo II, Ángelus del 20 de febrero de 1994.
(3) "Algunas consideraciones acerca de la respuesta a ciertas propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales", L"Osservatore Romano, 31 de julio de 1992, p. 7, nº 11..
(4) Ibid., nº 14.
(5) Ibid., nº 14.
(6) Cf. Carta a los Obispos, nº 9.
(7) Juan Pablo II, Ángelus del 20 de febrero de 1994.
URL: www.ive.org/spanish/teologo/homosexual.htm
Hace pocos años el Dr. Nathanson confesaba ante una
asamblea de médicos reunida en Madrid que, cuando él promovía en los Estados
Unidos el aborto, había adoptado con su grupo como técnica publicitaria la
exageración sistemáticamente creciente del número de abortos con el objeto de
disminuir la resistencia cultural a este crimen contra la vida. Similar conducta
asumieron respectivamente los políticos divorcistas en Italia y España para
obtener apoyo público y parlamentario, exagerando enormemente el número de
parejas rotas que estarían esperando la nueva legislación para regularizar su
situación con el divorcio legal. En Italia, según la senadora Carrettoni y el
diputado Fortuna, había 1.500.000 ó 2.000.000 de parejas rotas que querían
divorciarse, y en los cinco años siguientes a la ley apenas recurrieron al
divorcio 94.000 y en 10 años solamente 153.000. ¡El "fervor divorcista" les hizo
multiplicar por 10 y por 20 el número de los eventuales candidatos al divorcio!
Una campaña parecida se instrumentó aquí con similar resultado. Y
con total impunidad la revista "Mujer" se atrevió a presentar una lista de
adherentes con sus nombres y apellidos (sin aclarar sus documentos de identidad)
en varios números seguidos, anunciando que presentaría en cada número de la
revista 1.800 nombres y, tomando por tontos a sus lectores, en cada número
solamente colocaba entre 1.180 y 1.200 nombres. (De todos modos, ¿quién se iba a
tomar el trabajo de contarlos?) Pero yo mismo los conté y verifiqué la mentira
repetida por seis números seguidos, en que, descubierto el truco, esa campaña
terminó.
Hoy algunos discípulos de esa escuela de manipulación de la
opinión pública, nos pretenden convencer de que en el país los homosexuales
serían 1.300.000 (sin aclarar si se trata de quienes tienen tendencia homosexual
o de los que practican la homosexualidad). Las investigaciones más serias no dan
más de un 2% en los países europeos; un 1,5% en Inglaterra y un 1,1% en los
Estados Unidos (con un pico de 4% en California). Aquí en la Argentina resulta
inverosímil aquella cifra, aunque pudiera parecer verosímil hablar de un 1% para
nuestra población urbana, lo cual tampoco está comprobado, como para afirmarlo y
fundamentar alguna legislación.
La homosexualidad no es de origen
genético
Brindando una fácil excusa que pretende justificar las
prácticas homosexuales llegan algunos a afirmar, sin fundamento serio y contra
la reiterada comprobación de notorios especialistas y psicólogos en general, que
la homosexualidad proviene de un factor genético y que, por ello, resultaría
irreversible. Esto es falso, como lo comprueba el número no pequeño de quienes,
aunque con esfuerzo, han podido superar esa tendencia, de origen psicológico y
cultural, que Adler asocia a un cierto complejo de inferioridad y Stekel a miedo
o temor al otro sexo. El profesor Van den Aardweg, licenciado en psicología en
Amsterdam y notorio especialista de nivel internacional en terapia de la
homosexualidad, describe numerosos casos de curación, confirmados por otros
psicólogos, como Paul C. Vitz de la Universidad de Nueva York, y otros de todo
el mundo.
Ratificando la reversibilidad de la tendencia homosexual, no
faltan quienes se han animado a confesar su propia experiencia y certificar su
curación. Así sucedió con Noel B. Mosen, quien, en una carta publicada por la
revista New Zealand de junio de 1994 escribe: "Fui homosexual activo durante 21
años, hasta que me hice cristiano y me convencí de la necesidad de cambiar. Con
la ayuda y la fuerza de Dios, lo conseguí. Ahora llevo seis años felizmente
casado y no experimento ninguno de los deseos y tentaciones homosexuales que
antes dominaban mi vida.
En todo el mundo son miles, muchas en Nueva
Zelanda, las personas que han cambiando, igual que yo. "...Es falso que se haya
probado la existencia de un gen que determine la homosexualidad. Si los genes
fueran determinantes, cuando uno de dos gemelos fuera homosexual, también el
otro tendría que serlo; pero en casi la mitad de los casos no ocurre así.
Además, si la orientación sexual estuviera genéticamente determinada, no
habría posibilidad de cambiar; pero conocidos expertos en sexología, sin
vinculación religiosa, como D. J. West, M. Nicholson y L. J. Hatterer, han
descrito muchos casos de homosexuales que se convierten en heterosexuales de
modo completamente espontáneo, sin presiones de ninguna clase.
"Mi
experiencia personal es que la homosexualidad no es una condición estable, ni
satisfactoria, que no es una bendición. No es libertad, sino una adicción
emocional. "Estoy firmemente convencido de que la homosexualidad surge de una
alienación y de sentirse rechazado desde la infancia por parte de las personas
del mismo sexo".
Psicólogos como Bieber, Cappon y Albert Ellis sostienen
que hay un elevado porcentaje de homosexuales curados, que han pasado de una
homosexualidad completa a una heterosexualidad también completa.
Aquí
mismo en Buenos Aires, hace ya muchos años, varios sacerdotes, estudiando el
tema de la homosexualidad y las perspectivas morales y terapéuticas de quienes
acudían a nuestros confesionarios, conversando con algunos psicólogos, llegamos
también a la convicción de que, pese a las dificultades prácticas de la curación
en algunos casos, la coordinación de un asiduo sostén espiritual con la atención
de un buen psicólogo recurriendo alguna vez hasta la sugestión e hipnosis, podía
alcanzar la superación del problema.
Esta solución solamente resulta
posible con la seria voluntad del paciente y su perseverancia en el esfuerzo,
aislándose totalmente del ambiente homosexual en que se ha habituado a esas
prácticas. Esto evidentemente resulta tanto más difícil cuanto por mayor tiempo
se ha extendido dicha conducta, que llega a constituirse en una adicción, tan
difícil de erradicar como la droga. Alan Medinger, otro ex-homosexual, por la
experiencia de su esfuerzo de superación, no duda en atribuirlo a la ayuda de
Dios: "Para muchos de nosotros, el camino hacia la vida heterosexual ha estado
tan lleno de bendiciones, que no dudaríamos en proclamar el poder de Dios que
transforma la vida de los hombres y mujeres homosexuales".
Casos de
origen natural
Hace ya muchos años la revista Cahiers de Laënnec de
Bélgica publicaba dos números dedicados a los estados intersexuales,
refiriéndose al hermafroditismo, que algunos confunden con la homosexualidad,
aunque eventualmente podría derivarse de aquel.
Hermafroditismo se suele
llamar a la condición de un ser humano que manifiesta los órganos anatómicos y
factores secundarios de ambos sexos. Se trata de casos rarísimos en los que
parecen coexistir ambos sexos; pero generalmente hay una clara prevalencia de
uno de los sexos y alguna presencia del otro sexo en un resto de órgano
claramente atrofiado. Esta situación puede crear una aparente ambigüedad y duda,
que puede superarse con breve investigación anatómica y hormonal. No parece
haberse confirmado la existencia de hermafroditas con real capacidad
ambivalente. Si la duda en los padres prevalece o subsiste por un tiempo, la
educación o el trato que se asume puede influir en un desarrollo psicológico
análogo al del sexo asumido en la práctica, y posteriormente resultar
contradictorio con el desarrollo anatómico fisiológico al llegar la pubertad.
La solución del problema en estos casos, de acuerdo a la doctrina moral
y la práctica médica, implica, después de determinar cuál es el sexo prevalente,
la extirpación quirúrgica de lo que no corresponda a tal sexo con los ajustes
necesarios para una conformación anatómica normal, reforzando ulteriormente con
tratamiento hormonal correlativo. Aunque tenga alguna similitud, este
procedimiento no tiene nada que ver con la cirugía transexual, que pretende un
cambio de sexo y no alcanza realmente sino su apariencia externa, no pocas veces
con objetivos de facilitar prácticas homosexuales, aunque en algún caso intente
sólo prolongar un hábito psicológico desviado (quizá sin culpa) en el ambiente
familiar.
Proselitismo perturbador
Una táctica asumida
por los movimientos homosexuales o "gay" es la de culpar de discriminación
contra ellos a cuantos resisten a sus campañas pretendiendo "sexo libre" e
igualdad absoluta para aspirar a cualquier cargo o función en la sociedad.
Para tratar de superar la poca vergüenza que les queda, algunos llegan a
hablar de "orgullo gay", para ahuyentar en los no adictos el pudor que los aleja
instintivamente de ese camino. No está justificado el maltrato a los
homosexuales, como lo ha declarado también la Iglesia en varias oportunidades.
Pero esto no implica que la sociedad y en particular los padres de
familia no tengan derecho a impedir el proselitismo que fácilmente pueden
desarrollar los homosexuales militantes, si se les permite ocupar cátedras con
alumnos niños y adolescentes.
La criminalidad de la corrupción de
menores es bastante extensa como para ignorarla; ya que está comprobado que
suele ser el camino de la iniciación en las prácticas homosexuales, de las que
luego no resulta fácil librarse. Los padres de familia, pues, tienen derecho a
exigir a los institutos educativos que no asuman como profesores a quienes son
conocidos como homosexuales. Si la ley no reprime las prácticas homosexuales
penalmente mientras están restringidas a la vida privada, esto no significa que
los homosexuales no puedan ser excluidos de la docencia, como tampoco se aceptan
como cajeros de banco a los ladrones, ni choferes a los ciegos o daltónicos, ni
como policías a los asaltantes.
No son capaces de tal oficio, así no
más. Esto no viola los derechos humanos, ni es discriminación injusta: no
queremos que sean maestros de nuestros hijos quienes pretenden que es normal la
práctica de la homosexualidad o la drogadicción o el robo.
Esta actitud
es tachada de anti-evangélica y opuesta a la misericordia de Jesús; pero quienes
lo dicen olvidan que el Señor perdonaba a los pecadores arrepentidos, mientras
que, de los que escandalizaban a los niños dijo: "sería preferible que les
ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar". La
práctica homosexual con el tiempo puede llegar a ser incoercible y el adicto
tiende instintivamente a buscar con quien compartirla, particularmente con los
niños y adolescentes que, por su indefinición sexual al no haber llegado a la
madurez de la pubertad, son más fácilmente inducidos a experiencias novedosas o
desconocidas por personas adultas, que explotan su curiosidad y la influencia
que tengan sobre ellos, como la suelen tener los maestros.
Muchos de los
iniciados en esta conducta desordenada, han llegado a ella efectivamente
conducidos por un docente inmoral e irresponsable, como lo refieren luego cuando
quieren liberarse del vicio en que incurrieron por su inexperiencia y
curiosidad, hasta entonces quizás sin malicia. Por grandes que sean los
esfuerzos de los "gay" y lesbianas por alcanzar un "status" o reconocimiento
social o legal no podrán impedir que la sociedad democrática, que en su inmensa
mayoría no comparte su ideología y menos aun sus prácticas, se defienda de tal
pretensión absurda de tener derecho a ser anormal o enfermo, fingiendo una
"libre elección". Igual comentario merece la reciente interpretación que concede
la pensión por viudez al compañero homosexual, sin vinculación matrimonial, sin
capacidad natural ni legal de contraer matrimonio.
Solamente la
connivencia cómplice podría permitir tal absurdo legal y moral, ofensivo para
tantos viudos y viudas de sanos y limpios matrimonios.
Doctrina
constante de la Iglesia Católica
La enseñanza de la Iglesia
Católica, siguiendo fielmente la Ley natural, los textos bíblicos y coincidiendo
con las auténticas tradiciones culturales y morales del pueblo judío, como el
musulmán y otros, es coherente y clara: Las prácticas homosexuales constituyen
una violación de la moral natural y un pecado grave, que aumenta su malicia con
el escándalo cuando se induce a un niño o adolescente a tal conducta.
En
el capítulo 19 del Génesis se narra la corrupción reinante en Sodoma, que
mereció el castigo del cielo por la malicia de sus pecados de homosexualidad.
En este mismo libro sagrado, la Palabra de Dios también nos habla de la unión
matrimonial entre el hombre y la mujer "en una sola carne" (Gn 2:24) y abierta a
la vida (Gn 1:28).
En el libro del Levítico, capítulo 18 y 19, v. 22 y siguientes son
considerados abominables tales vicios: "No te echarás con varón como con mujer, es abominación". Igual reprobación en el capítulo
20, v. 13: "Si alguno se juntare con varón como con mujer, abominación hicieron;
ambos han de ser muertos, sobre ellos será su sangre".
Otros 44 pasajes bíblicos que, directa o indirectamente, condenan las prácticas
homosexuales como un pecado grave:
1. Génesis 19:1-29 (pecado de Sodoma)
2. Levítico 18:22
3. Levítico 20:13
4. Deuteronomio 23:17-18
5. 1 Reyes 14:24
6. 1 Reyes 15:12
7. 1 Reyes 22:46
8. Jueces 19:22
9. 2 Reyes 23:7
10. Romanos 1:24-27
11. 1 Corintios 6:9
12. 1 Timoteo 1:8-10
13. 2 Pedro 2:6
14. Judas 1:7
No puede señalarse ninguna época de la historia de la Iglesia
en que este pecado no haya sido reprobado con claridad y constancia. Varios
documentos pontificios han ratificado en los últimos tiempos la enseñanza
tradicional: Ética sexual (Navidad de 1975) y Carta de la Congregación de la
Doctrina de la Fe (1º de octubre de 1986).
Últimamente la Carta
"Homosexualitatis problema". En cuanto a los motivos de la Iglesia para su
valoración moral de la homosexualidad merece destacarse el trabajo publicado en
la edición castellana de L´Osservatore Romano por monseñor Livio Melina,
profesor del Instituto Juan Pablo II de matrimonio y Familia de Roma.
Metodología terapéutica
La terapéutica abarca dos etapas:
la prevención y la curación propiamente tal. La prevención evidentemente
adquiere gran trascendencia porque evita las crisis del problema e incluso su
misma aparición con los riesgos de su eventual irreversibilidad si se demora la
atención eficaz
En cuanto a los métodos de curación, nos remitimos a los
especialistas, exponiendo aquí sólo algunos puntos.
a) Ante todo son
factores decisivos en una eficaz prevención el cuidado de los padres en observar
atentamente las relaciones y amistades de sus hijos; dialogar con frecuencia con
ellos, aclarando gradualmente, de acuerdo a la edad de los niños, lo correcto o
incorrecto que vean tanto en televisión como en cine o lecturas, sin eludir la
evaluación moral y sus razones. El contacto fluido entre padres e hijos facilita
descubrir a tiempo cualquier cambio sospechoso en la conducta y evitar su
desarrollo desviado.
b) El origen prevalentemente psicológico suele
ubicarse en las siguientes circunstancias: En el varón: madre sobre protectora,
ansiosa y autoritaria.
Padre ausente o distante, duro y seco en el
trato. El joven sólo entendido por la madre o postergado respecto de sus
hermanos. Discordia entre los padres, forzando a tomar partido por uno u otro.
En la mujer: incomprendida por la madre, que nunca tiene tiempo para su hija.
Disgusto de los padres por no haber nacido varón en su lugar. Sentirse rechazada
por los chicos por no ser bien parecida. Haber asumido el lugar de madre en
familia numerosa, sin el reconocimiento ni el cariño del padre y hermanos. Es
necesario tratar a los chicos como chicos y como niñas a las niñas. No burlarse
de los tímidos o apocados, sino ayudarles a superarse.
c) Por supuesto
que en la prevención juega un papel muy importante la vida espiritual, la
oración y frecuencia de los sacramentos. La terapéutica de la homosexualidad,
según psicoanalistas freudianos, ni siquiera debiera intentarse: sólo se debe
tratar de equilibrar las tendencias, partiendo del falso presupuesto de que es
nociva toda clase de "censura" o freno a las pasiones. Para los psicólogos
cristianos y los no freudianos, esas tendencias pueden reorientarse curando la
neurosis que se asocia, si los pacientes quieren curarse sinceramente.
Es menester buscar la terapia adecuada. Como en otras adicciones, el
camino de curación comienza convenciendo al paciente de la necesidad de superar
el vicio y fortalecer su voluntad con el aliento y el apoyo psicológico y
espiritual. Resulta imprescindible apartarse de los grupos de homosexuales y de
las ocasiones peligrosas. El recurso asiduo a la confesión y dirección
espiritual con la Comunión frecuente completan el cuadro de los medios
ordinarios de un tratamiento curativo.
En esta actitud y metodología
sistemática, aunque no todos serán éxitos, la perspectiva de superación será más
optimista y con perseverante empeño se podrá alcanzar plenamente.
Posibles confusiones
La profusión de publicaciones y
audiciones que tratan sobre homosexuales y homosexualidad crea en algunas mentes
juveniles, sobre todo adolescentes, la sospecha sobre su conducta, interpretando
erróneamente algunas actitudes propias como tendencias desviadas hacia el propio
sexo, cuando no provienen sino de simple inmadurez sexual acompañada de una
falta de la natural atracción por el otro sexo, que llegará más tarde. Es verdad
que en tal situación los peligros de caer en los lazos de un corruptor pueden
ser más verosímiles. Pero bastará clarificar que el mero temor a tener una
tendencia homosexual puede no ser más que un escrúpulo, si se trata de quien aún
no ha alcanzado claramente la pubertad. En estas circunstancias resulta
especialmente útil el sacerdote confesor y eventualmente un buen psicólogo.
Responsabilidad de los medios de comunicación
El espacio
excesivo que le regalan los medios a las campañas de los grupos militantes del
homosexualismo y los temas paralelos sobre transexuales, travestis, etc. con su
presencia reiterada en la televisión, diarios y revistas crea en el
subconsciente del público la impresión de que se trata de un problema que afecta
a un número muy grande de la población. Esa creencia más que un error es una
mentira sistemática e interesada de quienes no saben o no pueden desprenderse de
sus malas inclinaciones y prácticas viciosas y buscan excusas, atribuyéndolas a
tendencias genéticas de un "tercer sexo" o "género", según les gusta decir.
Sería ya hora de que una investigación concienzuda desenmascare esta
manipulación de la opinión pública, muy similar a la utilizada en las campañas
en pro del divorcio y del aborto, como dijimos al principio.
Los preservativos no protegen del SIDA
La falsedad de que el preservativo protege contra el SIDA,
constituye uno de los más graves peligros para la sociedad,
especialmente para quienes practican una vida sexual promiscua,
confiando equivocadamente en que el preservativo evitará que
contraigan enfermedades venéreas. (Vida Humana Internacional
tiene una abundantísima información que refuta el mito
del preservativo.)
El estilo de vida homosexual constituye un peligro para la sociedad
El comportamiento homosexual y el poder político que lo apoya constituyen un
grave riesgo para la salud pública. Por ejemplo, la incidencia de hepatitis en
el sector homosexual de la población es muy elevada y como un gran porcentaje de
las personas que trabajan con alimentos son homosexuales, se piensa que han
causado numerosos casos de hepatitis en la población general.
El homosexualismo y la pederastia
La mayor parte de las personas homosexuales adquirieron esta orientación
precisamente por haber sido seducidos o maltratados sexualmente durante la niñez
por un adulto (pederastia: relaciones sexuales entre niños y adultos). La
revista pro homosexual de mayor tirada en EE.UU., The Advocate, publicó un
artículo de un tristemente conocido líder homosexual que opina de la pederastia
como si no fuera un desorden parafílico, sino algo que lo libera. Allí se ven
reflejadas sus experiencias personales traumáticas durante la niñez. Este líder
homosexual fue presidente de la Alianza de Activistas Homosexuales de Nueva York
(New York Gay Activists Alliance), fundó la Coalición para los Derechos Lésbicos
y Homosexuales (Coalition for Lesbian and Gay Rights), la Asociación del Amor
entre Hombres y Niños de Norteamérica o NAMBLA (North American Man-Boy Love
Association) - que es una organización de pederastas - y escribió un libro
sobre la primera etapa del movimiento activista pro homosexual.
La revista Psychological Reports mostró que los homosexuales, cometen más de la tercera parte de todos
los casos de maltrato sexual infantil que se reportan. Un investigador analizó
el contenido de la revista homosexual The Advocate entre los años 1972 y 1991, y
encontró que entre el 10% y el 20% de sus anuncios, explícitamente incitaban a la
pederastia.
Un estudio acerca de hombres encarcelados por practicar la pederastia arrojó que
el 30% había practicado el homosexualismo siendo ya adultos, y el 91% de los que
habían maltratado sexualmente a niños con los cuales no tenían relación familiar
alguna, dijeron que no habían tenido ninguna otra relación sexual que no fuese
la homosexual. En otras palabras, su "preferencia sexual" era claramente la
homosexual.
El boletín de la corriente principal del sector homosexual de la población, Gay
Community News ("Noticias de la Comunidad Homosexual") publicó lo siguiente:
"Les practicaremos la sodomía a sus hijos. Los seduciremos en sus escuelas,
en sus dormitorios, en sus gimnasios..." (Michael Swift, Gay Community News, 15
de febrero de 1987).
La revista homosexual de noticias, San Francisco Sentinel
("El Centinela de San Francisco"), publicó lo siguiente: "El amor entre hombres
y niños es fundamental para la homosexualidad. Para la comunidad homosexual
decir que el amor a los niños no es homosexual es ridículo."
El estratégico
libro de juegos para las relaciones públicas en pro del homosexualismo, The
Overhauling of Straight America ("La reparación general de la heterosexualidad
en EE.UU."), es muy claro en cuanto a por qué el movimiento homosexual se empeña
en negar que los pederastas sean una parte principal de dicho movimiento. En
efecto, el libro dice que "NAMBLA no debe tener parte en la campaña. Los
sospechosos de maltratar sexualmente a niños nunca aparecerán como víctimas".
El libro alerta a sus seguidores sobre lo siguiente: "Las masas no deben sentir repulsión a causa de una exposición prematura del comportamiento homosexual". El poeta Allen Ginsberg, uno de los más famosos homososexuales de la historia de EE.UU., apoya decididamente a NAMBLA. (NAMBLA es una organización de pederastas, como se dijo ateriormente.)
El homosexual que influye en las leyes
El homosexual que no asume su enfermedad, y/o que no desea tratarse de su transtorno, intenta por todos los medios hacer ver al resto de la sociedad que sus inclinaciones son normales; trata de influir
insistentemente, para que su anomalía sea admitida bajo todos
los puntos de vista, y de ese modo librarse de sentido alguno de culpa.
Esta manera de proceder del homosexual, es una práctica de
autoexculpación, que constituye una falsa tabla de
salvación. Busca el refugio uniéndose a otros afectados
del mismo padecimiento no asumido. Una vez que han conseguido
engañarse unos a otros, terminan por
engañarse a sí mismos autoconvenciéndose de que su
anormalidad está asumida por el colectivo, mediante el cual
pueden tramar el engaño a otros homosexuales y demás
heterosexuales.
Ya convencidos de su engaño, y aunándose en
diversas asociaciones, ejercen fuerza sobre los políticos
influyentes, especialmente los homosexuales, argumentando una gran
variedad de falsedades que, desgraciadamente han ido calando en el
pensamiento general, como verdades que se han ido admitiendo a costa
del derecho a la libertad sexual.
El enfermo de homosexualidad, una vez falsamente libre de
culpa, libera a su vez el deseo de practicar su perturbación y
para ello arranca la etiqueta de promiscuidad para poner en su lugar la
de "derecho a la diversidad de orientación sexual". La
promiscuidad, que no ha sido tratada ni curada, y como vicio que
arrastra y avanza descontroladamente, les lleva a contaminar
indiscriminadamente a la parte más débil de la sociedad:
la infancia, y así es como les resulta mucho más fácil comenzar por corromper a los
niños física y mentalmente, psíquica y
espiritualmente, para que en un futuro, esa sociedad antes corrompida
por él mismo, manipulada con el autoengaño, sea la cuna
confortable donde ejercer libremente su promiscuidad sin ser
señalarado con el dedo por ser homosexual.
Así por ejemplo, la Plataforma Pro Derechos Homosexuales (Gay Rights Platform) de 1972 pidió que
se abolieran todas las leyes sobre la edad de consentimiento para las relaciones
sexuales. Entonces la Universidad de Massachusetts en Amherst revisó su política de no
discriminación para proteger a las personas cuya orientación sexual incluye a
menores como objetos sexuales. Un líder activista homosexual en Nueva York se jactó de cómo él había ejercido
presión sobe el Consejo de esa ciudad para que se aprobasen leyes a favor de los
homosexuales, y que dichas leyes ampliasen su definición de "orientación
sexual"
para que incluyesen, en sus palabras, al homosexual, el heterosexual,
el transexual, el travesti, el pederasta, el sádico, el
masoquista, el asexual y todo lo demás que uno pueda imaginarse.
Si la pederastia, por ejemplo, pasa a ser definida como "orientación sexual", esta ley pasa a admitir que un perturbado puede violar impune y libremente a nuestra hijita, en pro de un derecho.
El estado ha
utilizado programas de estudios a favor del homosexualismo a costa de nuestros impuestos, para enseñarles a los niños que no
hay nada anormal, insalubre o inmoral en las relaciones homosexuales; que
cualquiera que no está de acuerdo con ésto es un "homofóbico" y un enfermo
mental; y que cualquier niño que albergue la más pequeña duda acerca de su
"orientación" necesita aprender todo lo más que pueda acerca de las prácticas
homosexuales y luego entrar a formar parte del sector homosexual como algo natural.
En las escuelas públicas de
la ciudad de Denver enseñan que la homosexualidad es normal,
comenzando por el prescolar con una guía para los maestros,
titulada "Herramientas educativas para los educadores de la juventud
homosexual y lesbiana" ("Gay and Lesbian Youth Tools for Educators").
La guía tenía una encuesta con preguntas como las
siguientes: "¿Es posible que tu heterosexualidad sea sólo
una etapa que luego vas a superar? ¿Cómo puedes esperar a
llegar a ser una persona plena si permaneces sin estar dispuesto a
explorar y desarrollar tu potencial homosexual normal, natural y
saludable?"
La coordinadora del programa de VIH/SIDA de las
escuelas públicas de Denver, Penny Ware, manifestó a un ciudadano que pretendía
promover el Rainbow Curriculum ("El Currículo del Arco Iris", que es pro
homosexual) y se mostró a
favor de darles lecciones de sodomía a los niños, comenzando con las guarderías infantiles.
La homofobia es la aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.
El mal trato a homosexuales es condenable pues se olvida que es un ser humano
y que todos los hombres tienen derecho a ser amados porque Dios los ama. El homosexual es un prójimo a quien debemos amar, con todo lo que esta palabra
significa: respetar, comprender, consolar, perdonar, darle una gran dosis de
esperanza, hacerle ver los bienes que encierra, intentar que viva en el amor y
reprobar sus egoísmos, nunca justificarlo. Tampoco podemos olvidar que el amor también es justicia.
No es lícito abrir juicio sobre su responsabilidad. ¿La educación
familiar, escolar y ambiental recibida? ¿Las circunstancias que ha vivido o
sufrido? ¿Sus luchas y angustias padecidas? ¿Y qué autoridad moral tenemos para
juzgar? Recordemos que "Quien juzga al prójimo, a sí mismo se está juzgando" y
que "No juzguéis si no queréis ser juzgados". "Con la vara que midiéreis seréis
medidos". La prudencia debe guiar nuestros pasos.
Una inclinación sexual desordenada - como cualquier otra inclinación, ya fuera en la soberbia, avaricia, envidia, ira, gula o pereza - no es algo moralmente malo y puede ser motivo de mayor mérito porque exige mayor lucha.
No olvidemos que "santo no es el que menos ha caído sino aquel que más ha luchado para vivir en el amor".
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