LA SEÑORA
DE TODOS LOS PUEBLOS |
 |
Por
la proclamación del dogma de María como Corredentora,
abogada y mediadora |
Las
apariciones de la
Santísima Virgen María como "La Señora de
todos los Pueblos" se sucedieron en
Amsterdam entre los años 1945 - 1959 a través de la
vidente Ida Peerdeman, una
sencilla mujer holandesa.
Nuestra Señora se aparece a Ida de pie con los brazos y las
manos extendidos hacia abajo, de sus palmas salen tres rayos que Ella
denomina de "Gracia, Redención y
paz" para todas las naciones. Aparece vestida de
túnica blanca traslúcida hasta los pies, con un
paño amarillo alrededor de su cintura y otro igual sobre su
cabeza, mostrando sus ondulados y oscuros cabellos sobre los hombros. Sus pies se ven
descalzos posados sobre la esfera del mundo, que aparece rodeado de
corderos. A su espalda y a la
altura de su cabeza, la Cruz de su Hijo Jesucristo. Y entre una gran
luminosidad, formando un arco de
un extremo a otro de la Cruz, se leen en holandés las palabras
"La Señora de todos los Pueblos"
La Señora y Madre de todos los Pueblos da mensajes de vital
importancia para la humanidad, cargados con advertencias y
exhortaciones. Al mismo tiempo nos habla de esperanza
y nos ofrece la promesa de la salvación.
Tras 50 años de
investigación exhaustiva, el 31 de mayo
del año 2002, las apariciones de "La Señora de todos los
Pueblos" recibieron la aprobación
eclesiástica oficial y el
reconocimiento de su origen sobrenatural, por el
obispo de la diócesis local de Haarlem en Holanda.
Índice
31 de Mayo de 2002
Obispo local de Haarlem
Provincia de Holanda del Norte
Países Bajos
Como ya se
sabe, mi predecesor, Monseñor. Henricus (Enrique) Bomers
y yo,
dimos la aprobación a esta devoción popular en
1996. He constatado que esta devoción ha llegado a ocupar
un lugar en la vida espiritual de millones de personas en todo el mundo
y que a la vez cuenta con el apoyo de muchos obispos. De igual manera
se me informa de numerosas conversiones y reconciliaciones, así
como también sanaciones y protección especial.
En pleno reconocimiento de la responsabilidad de la Santa Sede, es el
deber del Obispo local ser el primero en pronunciarse en cuanto a la
autenticidad de revelaciones privadas que se den o se hayan dado dentro
de su diócesis.
Con este fin he
consultado algunos teólogos y psicólogos en
relación a los resultados de investigaciones y a las preguntas y
objeciones que suscitaban. Sus consejos apuntan a que no
existen
impedimentos fundamentales de carácter teológico o
psicológico para declarar el origen sobrenatural de las
apariciones. Además, he pedido el consejo de varios colegas
obispos, en cuyas diócesis existe una fuerte devoción a
María como Señora y Madre de todos los Pueblos, en cuanto
a los frutos y el desarrollo de la misma.
Observando
así todos éstos consejos, testimonios y acontecimientos,
y bajo
profunda oración y reflexión teológica, he llegado
a la conclusión de que las
apariciones de Amsterdam son de origen sobrenatural. El
reconocimiento se refiere a las apariciones de María como
“Señora de todos los Pueblos” en los años 1945-1959.
Tuvieron lugar en presencia de terceras personas y fueron
inmediatamente anotadas.
A
diferencia de la
Sagrada Escritura, las revelaciones privadas no comprometen la
conciencia del creyente. Estas deben ser consideradas como una ayuda
para interpretar los signos de los tiempos y vivir con mayor actualidad
el evangelio (según Lc. 12:56; Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 67). Y es que los signos de nuestro tiempo son
dramáticos. Francamente estoy convencido de que la
devoción a La Señora de todos los Pueblos puede ayudarnos
a encontrar el buen camino en medio de la dramática
situación de nuestro tiempo; el buen camino hacia una nueva y
especial venida del Espíritu Santo, que es el único que
puede sanar las grandes heridas de nuestro tiempo.
Para
observar el
desarrollo de esta devoción y para llegar a entender claramente
su significado, he nombrado una comisión asistente, cuya
función será la de documentar y estudiar todas las
iniciativas, experiencias y testimonios, al igual que promover el
correcto desarrollo eclesiástico y teológico en torno a
esta devoción.
Espero de este modo
haberles proporcionado suficiente información y claridad.
José
María Punt
Obispo de Haarlem
MENSAJE 1
25 de marzo de 1945
(Fiesta de la Anunciación a María,
Domingo de Ramos)
Era el 25 de marzo de 1945, fiesta de la
Anunciación. Mis hermanas y yo estábamos sentadas
alrededor de la estufa de la
calefacción, conversando. Era tiempo de guerra y fue un invierno
de hambre. El
Padre Frehe se encontraba ese día en la ciudad y vino a
visitarnos. (El Padre J.
Frehe, O.P., fue el director espiritual y
confesor de Ida por 50 años, entre 1917 y 1967.)
Estábamos
muy entretenidos hablando, cuando de repente me sentí
atraída
hacia la habitación de al lado y de pronto vi salir una luz. Yo
me levanté y
fui hacia allí. La pared desapareció ante mis ojos y todo
lo que allí estaba
había desaparecido. Era todo un mar de luz y un vacío
profundo. Y de esa
profundidad vi surgir de pronto una figura viviente, una silueta
femenina. La
vi a mi izquierda, sobre mí, vestida con un traje largo y blanco
y con un
cinturón; realmente femenina. Estaba
con los brazos extendidos hacia abajo y con las palmas de las manos
abiertas. Mientras la contemplaba, tuve una sensación
extraordinaria. Pensé: "Tiene que ser la Santísima
Virgen, no cabe duda".
Entonces, la figura empieza a hablarme y me dice: "Repite lo que
digo". Ella habla muy
despacio y yo empiezo a repetir palabra por palabra. Ella levanta
primero tres dedos, luego cuatro y después cinco,
mientras me
dice: "Ese 3, es marzo. El 4,
es abril. Y el 5, es el 5 de mayo". (5 de mayo
de 1945: Anunciación de la liberación de Holanda de la
ocupación alemana.)
Entonces Ella muestra el rosario y dice: "Es gracias a esto.
¡Perseverad!" Se detiene un instante y dice: "Hay que
difundir la oración". Después veo a mi alrededor
muchos soldados, son aliados, y La Señora los
señala. Entonces toma la crucecita del rosario y señala
el crucifijo. Indica de
nuevo a los soldados. Yo comprendo que ese debería ser el
apoyo de la vida de
los soldados, porque la voz dice: "Ahora éstos
se
irán pronto a casa". Y señala a las tropas.
Mis hermanas y el Padre Frehe se
acercaron a mi lado, de pie. Oyendo
él que yo hablaba, dijo a una de
mis hermanas: "Escribe lo que dice." Después de
haber dicho un par de
oraciones, le oí decir: "Oye, pregúntale
quién es." Y entonces yo pregunto: "¿Es usted
María?" La figura me sonríe
y responde: "Me
llamarán La Señora, Madre".
Esa imagen desaparece ante mis ojos y
después me miro la mano.
Entonces colocan
una cruz delante de mí, y yo tengo que levantarla. Yo la levanto
lentamente y
es muy pesada. Después que la
figura dijo todo, se fue lentamente. A continuación
desapareció también la luz
y a mi alrededor en la habitación vi todo como siempre.
MENSAJE 2
21 de abril de 1945
De repente me veo llevada a
una iglesia. Entonces me digo: "Estoy
frente a un
altar especial y veo la imagen de La Señora." Es una
imagen de La Señora, como
la vi la primera vez. Se
encuentra rodeada de flores. Hasta en los peldaños del altar veo
una enorme
cantidad de flores. Miles de personas están arrodilladas ante el
altar.
La imagen me mira y amonesta con el dedo. Tres veces dice: "Vosotros,
hombres, conservaréis la paz si creeis en Él. Difunde
esto".
Diciendo así, La Señora me pone un
crucifijo en la mano y
señala el crucifijo,
que tengo que mostrar a mi alrededor.
Después me lleva como afuera de la iglesia, y
allí,
frente a mí, veo un vacío
infinito. Pero mientras miro el vacío, veo en él cabezas
humanas. Entonces es
como si tuviera que sacar de acá y de allá alguna que
otra, y la imagen me
dice: "Son personajes
que otra vez están planeando algo".
Entonces veo una escena de gentes que huyen y se alejan, y en mi
interior
percibo: "Esto es el éxodo de los hebreos de Egipto". Mientras
La Señora indica
el éxodo, dice: "Pero
Israel
resurgirá". Sobre la escena del éxodo, veo en las
nubes una figura de Dios
Padre. Se cubre
los ojos con las manos y La Señora me dice: "Y Yahvé se
avergüenza de su pueblo".
Después veo muy
claramente la escena de Caín y Abel. Y
allí hay realmente una gran
mandíbula de asno.
Veo a Caín huir. A continuación, veo a alguien con una
túnica larga, con
barba, y en sus manos
dos tablas de piedra. Las
tablas están escritas en un idioma que no conozco. Entonces las
dos tablas se
hacen añicos. Veo los pedazos
tirados en la arena.
Después, soy puesta
de nuevo ante el altar y veo como una
procesión que pasa
afuera de la iglesia. La Señora me la indica y dice: "Esa
es la
procesión del
Milagro de Amsterdam".
Veo pasar la procesión por el centro antiguo de la ciudad. Hay
también un
sacerdote que camina delante con Nuestro Señor. Entonces veo que
la procesión
se dirige de repente hacia esta parte (el sur de Amsterdam), hacia una
explanada.
Después todo desaparece.
MENSAJE 3
29 de julio de 1945
Oigo otra vez esa voz y veo
de repente un altar para sacrificios
antiguo. El
humo desciende. Oigo esa voz que dice: "Yahvé
advierte
a su pueblo." Entonces oigo: "Sed fieles. Han
dispersado a mis ovejas". Al oír estas últimas
palabras, veo ovejas que se separan
y que se van por todo
el mundo.
La Señora planta ahora una Cruz sobre el altar de los
sacrificios y entonces
veo como si el mundo entero estuviera allí alrededor. Sin
embargo, todos están cabizbajos y
apartados de
la Cruz. Entonces oigo: "Venid,
fieles". Y veo que se pasa un cáliz entre la multitud. "Pero
para una parte es inútil" oigo decir.
Tengo que mirar hacia arriba y de repente
veo a La Señora de
pie, que sonríe,
extiende los brazos y dice: "Ven".
Ante mí se
encuentra una
multitud de toda clase de hombres: señores, hombres fuertes;
también sacerdotes
y religiosos, vestidos de negro. Hay entre ellos gente buena y menos
buena. La Señora los invita a
ir con Ella. Ahora
veo un camino largo y difícil ante a mí y al final una
luz resplandeciente. "Eso es"
dice La Señora y con
un gran gesto indica a los hombres que
tienen que ir por
dicho camino. Es difícil y
fatigoso; algunos caen por los dos lados. La Señora los mira con
materna solicitud y les
sonríe siempre. Entonces veo escrito ante a mí: "Volver a
la vida con Cristo".
Después de esto La Señora mira triste y dice: "Inglaterra
me
volverá a encontrar". Hace una pausa y entonces dice bajo
y lentamente: "También
América". Entonces La Señora se va lentamente y veo
una niebla
extraña que se extendiende
sobre el mundo.
MENSAJE 4
29 de agosto de 1945
Veo a La Señora de pie. Me indica que tengo que mirarme
la mano.
Veo como si de
ella salieran cosas extrañas. Veo una gran tristeza; me la ponen
en la mano y
tengo que mirarla. Cuando miro mi mano, siento que me sobreviene una
gran
tristeza. La Señora sonríe y dice: "Pero
después
vendrá la alegría". En ese momento puedo sentir
también la alegría. Veo
rayos, rayos luminosos.
Después veo grandes
edificios, iglesias. Aparecen toda clase de
iglesias, no
sólo católicas. La Señora dice: "Tiene que
formarse una sola Comunidad". Al oir estas palabras siento
unos terribles dolores en mi mano. Estas iglesias serán azotadas
por tormentas.
La Señora muestra ahora
tres Papas. A la izquierda, en lo alto,
está el Papa Pío
X. En medio está nuestro Papa,
Pío XII, y a la derecha veo un nuevo Papa.
(Cuando en
1963 el cardenal Montini fue elegido Papa
(Pablo VI) y la vidente lo vió en la televisión, lo
reconoció
inmediatamente como el tercer Papa de la
visión.)
La Señora señala los tres
Papas y dice: "Estos tres son
una época. Este Papa y el nuevo
(Pablo VI) son los
luchadores".
Entonces La Señora señala una nueva guerra, pero
extraña, para mucho más tarde,
que ocasionará terribles desastres.
(Ida
reconoció en 1991 la guerra del Golfo y los misiles, que
entonces no se conocían, por ello dice "guerra,
pero extraña".)
Ahora veo pasar filas de jóvenes
eclesiásticos. La
Señora dice: "Sin embargo,
hay mucho que cambiar en la Iglesia. La formación de los
eclesiásticos tendrá
que ser modificada; más moderna, una formación que sirva
para este tiempo, pero
buena, con el buen espíritu". La Señora dice esto
último con fuerza. Veo de repente una paloma que
vuela alrededor de mi mano. La agarran,
pero ella
sigue volando alrededor. La paloma emana nuevos rayos. Entonces La
Señora señala al Papa y dice: "Hay que dar
mayor espacio, más espacio social. Diversas tendencias se
inclinan hacia el
socialismo, lo cual está bien, pero eso puede hacerse
bajo la dirección de la
Iglesia".
La Señora pone un rostro afligido y dice: "Hay
muchísimo
que cambiar en la formación". Veo enormes corrientes
contrarias; muchas oposiciones en contra de eso en la Iglesia. Y
entonces La Señora se va de repente.
MENSAJE 5
7 de octubre de 1945
(Fiesta de
Nuestra Señora del
Rosario)
Veo un sol y una media
luna, y percibo en mi interior: Eso es el
Extremo
Oriente. En China veo una bandera roja. (Cuatro
años más tarde, en 1949, después de una terrible
guerra civil, se declaró la República Popular de China
Comunista y su nueva bandera.) Después veo musulmanes y otros
pueblos,
veo por un lado rojo y por el otro negro, pero este último mucho
menos. Oigo
esa voz que dice: "Es como si
se
encogiera".
Entonces veo un camino largo y hermoso. Tengo que ir por ese camino,
pero siento
como si no tuviera ganas. Yo represento a la humanidad. Entonces voy
por ese camino. Estoy tan cansada, pero de todas formas he de
proseguir, aunque sea muy despacio. Estoy al final del camino y me
encuentro
ante un castillo grande, con torres. La puerta se abre de adentro hacia
afuera.
Una mano me invita a entrar, pero yo no quiero. Es como si quisiera
echarme
atrás; pero de todas formas entro. Alguien me toma de la mano y
veo a la Dama
de blanco, a La Señora. Me sonríe y me dice: "Ven".
Siento dolor en mi mano y casi no lo soporto, pero La Señora me
la tiene fuerte
y proseguimos juntas.
Llego a un jardín hermoso, magnífico, muy diferente de
los que se ven aquí en
la tierra. La Señora me lleva a un sitio y dice:
"Ésta es la
Justicia;
ellos tienen que buscarla allá afuera y volver a encontrarla,
porque si no el
mundo se perderá de nuevo".
Mientras La Señora dice eso, indica hacia afuera. Es como si yo
pudiera sentir
la Justicia. ¡La mano me duele tanto! no lo soporto, pero La
Señora sonríe y
seguimos.
Vamos a otra parte del jardín. La Señora dice, mientras
mueve el dedo como
advirtiendo: "Esta es
la
Verdad. Escucha bien. También la Verdad está aquí
dentro, pero no ahí afuera,
en absoluto" dice de nuevo. También la Verdad llega a
mí como una sensación.
Quiero soltarme de su mano y
digo: "¡Es tan pesada!".
Pero entonces La Señora me señala algo y es como si yo,
volando como un pájaro,
me encontrara sobre algo. Levanto dos dedos y veo de pronto a nuestro
Papa y
allá abajo el Vaticano. Después veo toda la Iglesia de
Roma. Sobre el Vaticano, en el
aire, veo escrito
con letras grandes y claras: “Encíclicas”.
"¡Ése
es el buen
camino!" me dice La Señora con fuerza. "Pero no son
puestas en práctica" añade tristemente. Veo de
nuevo el Vaticano y toda la Iglesia Católica a su
alrededor. La Señora
me mira y se lleva un dedo a los labios, diciéndome: "Esto es
como un
secreto entre tú y yo" y de nuevo se pone el dedo sobre
los labios y dice en voz muy baja: "No siempre
ahí
tampoco..." Me sonríe de nuevo, me mira como
dándome ánimo y
luego dice: "Pero puede
arreglarse".
Y entonces veo otras iglesias de diferentes confesiones. La
Señora levanta el dedo advirtiendo y
dice,
mientras me muestra otra vez toda la Iglesia Católica: "Sin duda
la
Iglesia Católica puede crecer, pero…" Entonces se detiene
y veo
pasar ante mí filas enteras de clérigos, de estudiantes,
de monjas, etc. La Señora mueve
otra vez la cabeza y dice
con énfasis: "Es muy
triste,
pero todo eso no sirve para nada". Y otra vez dice: "Todo eso no
sirve para nada". Ella mira seriamente a su alrededor e indica a
los estudiantes,
sacerdotes y
religiosos, diciendo con tono firme: "Una mejor
formación, conforme a los tiempos, más moderna,
más social".
Entonces veo volar sobre nuestra Iglesia una paloma negra. Yo digo: "No
blanca,
sino negra" La Señora
señala
la paloma y dice:
"Ese es el
viejo
espíritu, que tiene que desaparecer". Veo de repente que
esa paloma
se transforma en una paloma blanca. La Señora dice: "Esta es una
nueva Paloma, blanca. Ella envía sus rayos por todas partes,
porque el mundo se
está tambaleando; un par de años más y el mundo se
destruiría, pero Él vendrá y
restaurará el mundo. Sin embargo…" La Señora se
detiene un instante "...tienen
que
escuchar". La Señora acentúa la palabra “tienen”,
como si advirtiera
de nuevo. Luego dice: "Los
hombres
quieren salir de aquí, no quieren estar en este lugar, ya no les
interesa".
Entonces me lleva de nuevo y seguimos hasta el fondo del jardín,
hasta que
llegamos ante una gran Cruz. "Tómala.
Él la
llevó antes que tú" dice La Señora. Yo
rehúso y siento como si todos los hombres de todo el mundo
hicieran lo mismo
y volvieran la espalda a la Cruz. Me tira de la mano y veo que La
Señora está
de nuevo delante de mí, con su mano en la mía, y me dice
otra vez:
"Ven".
Y ahora veo una Figura resplandeciente, luminosa, con un vestido largo,
que va
caminando delante de nosotros. Es la figura de un hombre, pero todo
espiritualizado. Lleva una cruz grandísima, como
arrastrándola por tierra. No
veo su rostro; es todo un rayo de luz. Va por el mundo con la Cruz,
pero nadie
Lo sigue. "Está
solo" me dice La Señora. "Va solo por el
mundo y todo seguirá de mal en peor hasta que en un cierto
momento suceda algo
grave y de repente la Cruz quede plantada en medio del mundo. Ahora
sí que
tienen que mirar, quieran o no".
Entonces veo muchas imágenes extrañas. Veo caer cruces
gamadas (cruces nazis)
bajo la Cruz, las veo caer. Después veo estrellas; todas caen;
hoces y
martillos: todo cae bajo la Cruz. Veo rojo; lo rojo no desaparece del
todo. La Señora dice: "Todos
miran
hacia arriba. Ahora, de repente, sí que quieren, pero a costa
de… Estaba todo
negro sobre el globo, pero ahora todo está iluminado. Ya ves que
nada tiene
importancia".
La mano se me vuelve más ligera.
Después veo de nuevo a La Señora de pie, con el rosario,
y dice: "Seguid rezando;
¡todo el mundo!". Ella señala la Cruz y dice: "Todo el
mundo
tendrá que volver a ella, desde el más grande al
más pequeño, tanto el pobre
como el rico; pero costará mucho".
Ahora veo el globo terrestre ante mí, y La Señora,
poniendo un pie sobre él,
dice: "Yo pongo el pie
sobre el mundo. Yo los ayudaré y los conduciré hasta la
meta, pero tienen que
escuchar". Entonces todo desaparece ante mis ojos.
MENSAJE 6
3 de enero de 1946
Oigo aquella voz decir: "Inglaterra,
¡cuidado!" Entonces veo Inglaterra y en Inglaterra una
iglesia grande. Percibo en
mi interior: Abadía de
Westminster. Luego veo un obispo; no es
de nuestra Iglesia.
Percibo en mi interior: ése
es un obispo de Inglaterra."Lucha". Me
siento tan
extraña, y es como si todo mi interior cambiara, no sé
explicar cómo.
Miro de pronto hacia arriba, a mi
izquierda y veo otra vez a La Señora de pie.
Está toda vestida de blanco y está un poco en alto. Me
señala algo. Yo miro, y
veo Inglaterra otra vez ante mí. La Señora me dice:
"Habrá una
lucha
en toda Europa y afuera también". Un sentimiento pesado y
paralizador y un gran cansancio espiritual se
apoderan
de mí. La Señora dice: "Es una grave
lucha espiritual".
Entonces La Señora me dice: "Ven" y señala mi
mano. Es como si en ella me pusieran una cruz. Ahora La Señora
indica lo que tengo que hacer. Yo paso alrededor
de la tierra
con la cruz en la mano y tengo que mostrarla. Entonces La Señora
me dice: "Sí, mira
esa Cruz". Lo hago, y mientras la miro, la cruz desaparece de mi
mano y cierro el
puño.
También esto he de mirarlo. Entonces dice La Señora:
"Ahora mira
otra
vez la Cruz". Y la cruz está de nuevo en mi mano. La
Señora amonesta
con el dedo y dice: "Quieren
transformar esa Cruz en otras cruces".
Ahora veo diferentes cosas dando vueltas ante mis ojos; comunismo y una
especie
de corriente nueva que vendrá, una combinación de
símbolos nazis y de
comunismo.
La Señora dice: "Después veo otra vez
ese obispo, que tiene que ver con Inglaterra. La Señora me la
señala, y
entonces veo sobre la cabeza de ese obispo la palabra Los cristianos
se cansarán de luchar". Ella acentúa la palabra
"cansarán", y yo siento un
cansancio espiritual que se
apodera de mí. La Señora señala algo delante de
mí y veo un
arenal, un desierto. Allí colocan
un púlpito. Luego desaparece el púlpito y vuelvo a ver
rápidamente el desierto
ante a mí. Oigo una voz que grita algo en un idioma
extraño, antiguo. Esta
escena se repite un par de veces rápidamente ante mis ojos.
Después La Señora señala algo y veo el Vaticano.
Es como si diera vueltas en
medio del mundo. En el Vaticano veo el Papa con la cabeza levantada y
dos dedos
en alto. El Papa mira seriamente adelante y yo me doy tres golpes de
pecho.
Después veo de pronto a alguien a caballo y con armadura. Cuando
pregunto quién
es, me responden: "Juana de
Arco". Detrás de ella veo de repente surgir una gran
catedral. Yo
pregunto qué iglesia
es y oigo dentro de mí: "Esa es la
Catedral de Reims". Veo entonces venir un cortejo que va hacia
la iglesia. Es un cortejo de
tiempos
antiguos, con alguien a caballo que lleva un escudo y una espada; a su
alrededor hay muchos escuderos. Yo oigo: "Borbón". Siento
entonces: Eso es para más
tarde.
Después tengo que
mirarme las manos y yo represento a la
humanidad. "Están
vacías", le digo a La Señora. Ella mira y entonces
tengo que juntarlas,
levantando los ojos hacia Ella. La Señora me sonríe; es
como si bajara un
peldaño, y dice: "Ven".
Luego es como si fuera con Ella por el mundo. Después siento un
enorme
cansancio y le digo a La Señora: "Estoy tan cansada, tan
desesperadamente
cansada". Siento el cansancio en todo el cuerpo. Pero La Señora
me lleva aún
más lejos. Entonces miro hacia delante y veo ante mí con
letras grandes la
palabra
"Verdad". La leo en
voz alta y proseguimos. La Señora menea la
cabeza. Mira muy seria y triste y me
dice: "¿Ves
tú la
caridad?"
Me miro de nuevo las manos y digo: "Estas manos están
vacías". La Señora
me toma otra vez de la mano y
seguimos adelante.
Mientras veo ante mí un enorme vacío, oigo que La
Señora pregunta: "Justicia,
igualdad, ¿dónde está todo eso?"
Entonces veo otra vez la Cruz en el centro del mundo, y La
Señora la señala. Yo
tengo que llevarla, pero vuelvo la cabeza. Parece como si yo
representase a la
humanidad y rechazara la Cruz. "¡No!" dice La Señora. "Hay
que
levantarla y ponerla en el centro. Habrá una categoría de
hombres que lucharán,
que lucharán por ella, y yo los llevaré a ella".
Mientras Ella dice esto, siento un horrible dolor en todo el
cuerpo, hasta
gemir. "Ay, cuanto duele", le digo a La Señora. Después
oigo una voz gritar muy fuerte: "¡Jericó!", y La
Señora vuelve a estar en pie en su lugar, en lo alto. Ella
mira hacia
abajo, me mira y dice: "Ha de
ser
anunciado lo que te he dicho, de lo contrario no habrá
paz".
Veo entonces al Papa ante mí, rodeado de un grupo grande de
eclesiásticos y
otros señores. "Parece que están en una conferencia",
digo yo. Hablan con
vehemencia, a veces parece como si estuvieran enojados. La
Señora dice: "Esa es
la lucha
espiritual, que se extiende por el mundo. Es más grave
que la otra y el mundo es minado".
Entonces voy como por encima de la tierra y es como si excavara el
suelo.
Parece como si me fuera enterrando cada vez más bajo tierra y
que fuera por
toda clase de pasadizos. Después todo se detiene de repente y
oigo de pronto: "Aquí
estoy". Entonces oigo una voz que dice: "Ego sum"
(En
latín: “Yo Soy”),
y digo en voz baja: "Y el mundo es pequeño". Entonces La
Señora dice,
mientras señala con el dedo: "Ve y
difúndelo". Y de repente todo desaparece.
MENSAJE 7
7 de febrero de 1946
De repente veo a La Señora de pie. Amonesta con el dedo y dice:
"Observa Europa
y advierte a los pueblos de Europa". La Señora mira muy
seria y
dice: "Ora et
labora"
(En
latín: "Reza y trabaja")
Y de nuevo amonesta con el dedo. Entonces La Señora me
enseña un lobo que va y
viene ante mí. Este animal desaparece de pronto. Entonces Ella
me muestra una
cabeza de oveja y alrededor de ella unos cuernos entrelazados entre
sí.
Entonces dice La Señora otra vez: "Europa tiene
que tener cuidado; advierte a los pueblos de Europa".
Después Ella me muestra Roma. Veo muy claro el Vaticano, que da
vueltas. Es
como si La Señora me hiciera una señal con el dedo y
dice: "Ven,
obsérvalo
bien". Entonces alza tres dedos y a continuación toda la
mano, los
cinco dedos. Eso lo
repite un par de veces delante de mí. "Mira bien y
escucha", dice Ella. "Oriente
contra
occidente". Entonces oigo decir a La Señora otra vez:
"¡Cuidado,
Europa!".
Ahora veo de pronto a Inglaterra delante de mí. La Señora
da como un paso hacia
abajo, como si pusiera el pie sobre Inglaterra. Miro bien, y veo que La
Señora cruza los brazos y
advierte de nuevo. Le oigo
decir: "Ay de ti,
Inglaterra". La Señora me hace una seña otra vez
para que mire bien.
En seguida veo Roma
otra vez ante mí y veo al Papa sentado. El Papa tiene en la mano
un libro
abierto, que me muestra. No logro ver qué libro es. Entonces el
Papa lo hojea por
todas partes. Oigo decir a La Señora: "Pero ahí
hay
mucho que cambiar", e indica donde se encuentra el Papa. Mira
muy seria y sacude la cabeza.
Otra
vez La Señora levanta tres dedos y luego cinco. De pronto me
siento confunsa y oigo que La Señora dice: "Otra vez
vendrán nuevas calamidades sobre el mundo".
Veo una planicie frente a mí;
allí es depositado un
enorme huevo. Y mientras yo
miro, veo un avestruz que huye velozmente.
Después veo muchos niños
negros delante de mí. Entonces veo de nuevo una advertencia y
veo niños
blancos. Se me muestra una representación en que Nuestro
Señor está con los
niños a su alrededor. Es una
Figura luminosa la que veo. Oigo: "Dejad que los
pequeños vengan a Mí". Y veo que está
escrito:
"A los niños
hay que educarlos en
la doctrina
cristiana".
Luego veo delante de mí un
fragmento de un mapa. Oigo: "Judá" y veo escrito:
"Jerusalén".
Entonces veo de
repente dos
líneas con una flecha
en los extremos. En un extremo está escrito:
"Rusia" y
en el
otro:
"América".
Entonces es como si yo con La Señora estuviéramos paradas
sobre el globo de la tierra.
La Señora me señala
algo y veo claramente la luna frente a mí. Algo llega
allá volando; lo veo
llegar a la luna.
Yo digo: "Ahí llega algo a la luna".
(Ida reconoció
esta imagen, cuando en 1969 vio por
televisión la llegada del hombre a la luna.) Es como si yo
flotara en
el espacio. Todo es
extraño a mi alrededor y digo: "Una especie de
fenómeno natural".
Entonces oigo decir a La Señora: "Pueblos de
Europa, reuníos. Esto aquí no anda bien".
En medio de Europa veo Alemania y es como si ese país quisiera
salir de ahí. Entonces veo otra vez Inglaterra y ahora tengo que
sostener con las dos
manos
fuertemente la corona. Es como si la corona oscilara y yo tuviera que
tenerla
firme sobre Inglaterra. Oigo: "Inglaterra,
sé
consciente de tu misión. Inglaterra, tendrás que regresar
al Altísimo, The
Highest". Y ahora La Señora se va de repente.
MENSAJE 8
25 de febrero de 1946
Veo una luz brillante y en lo alto veo a La Señora. Ella indica
hacia abajo y
veo Europa ante mí. La Señora mueve la cabeza. A sus pies
veo pequeños angelitos que se
cubren la
cara con las alas. Hay una
gran luz que rodea a La Señora. Cuanto más miro la
tierra, más oscura se pone; La Señora me la indica.
De nuevo levanto los ojos hacia Ella. Me indica la tierra con rostro
severo y
ahí, en la oscuridad, veo escrito:
"Verdad". Veo otra
vez los
angelitos a los
pies de La Señora, que de nuevo se cubren el rostro con las
alas. La Señora me
dice: "Tienes que
advertirles.
La Verdad se ha perdido". Me pregunto: ¿Cómo puedo
yo hacerlo? La Señora
señala hacia abajo y dice: "Ve y
difúndelo" y con el dedo indica el mundo. Allí veo
muchos
eclesiásticos y muchas iglesias,
pero no claramente.
Otra vez La Señora señala el mundo y dice: "Busca a ver
si
puedes encontrarlo a Él". Yo busco y busco, y le digo a
Ella: "Me canso y siento un grande
dolor". De
repente veo salir de Ella una Cruz grande y larga. Es como si alguien
la
arrastrara, pero no logro ver Quien es la Persona, sólo la Cruz.
La Cruz va
bajando por un largo camino a la tierra y de pronto la veo levantada en
el
centro del mundo. Miro otra vez a La Señora y veo una larga fila
de personas que
caminan; parecen
peregrinos.
La Señora me dice: "¡Mira!",
y traza sobre el mundo un semicírculo, un arco. Parece que Ella
escribe algo
ahí, y leo en voz alta la palabra "Verdad", puesta en el centro.
Luego escribe
una palabra a la izquierda, y leo "Fe";
después a la derecha y
leo "Amor". La
Señora señala estoy dice: "Ve y
difúndelo". Entonces señala de nuevo el arco y
dice: "Eso tiene
que
volver. Aparentemente hay, pero en realidad no lo hay". Y mira
muy afligida.
Después tengo que decir: "Calamidad tras calamidad,
calamidades naturales".
Entonces veo escrita las palabras "Hambre"
y "Caos Político". La
Señora dice: "Ésto
no es
sólo
para tu país, sino para todo el mundo". Me da entonces un
dolor
tremendo y digo: "Ése es otro período de
opresión y de dolor que vendrá sobre
el mundo". Entonces veo la
palabra "Desesperado".
Después vuelve la luz a mi
alrededor y veo a La Señora que baja y me indica las tres
palabras:
"Verdad", "Fe" y "Amor". Le Señora
sonríe y me dice: "Pero
habrá
que
aprender muchísimo".
Ella me indica de pronto
a la derecha, y veo sentado alguien, con una
larga
barba blanca. Lleva un vestido largo y tiene dos dedos juntos
levantados. Tiene
un libro voluminoso bajo el codo y delante de él hay una llave
grande.
Desaparece esa imagen y La Señora dice otra vez: "Mira", y me
muestra ahora
otra cosa. Es una piedra grande, sobre la cual yace
un
cordero. Oigo decir: "Ecce Homo".
(En
latín: “He aquí al Hombre".)
De repente La Señora se va y también la luz.
MENSAJE 9
29 de marzo de 1946
Veo a La Señora otra
vez de pie. Tiene un Niño en brazos.
El Niño tiene una
aureola en torno a su cabeza y brilla por todas partes. Es como si La
Señora
bajara y ahora la veo de pie sobre el globo de la tierra. La esfera
terrestre
gira debajo de Ella. La Señora me mira y dice: "Ven,
sígueme". Voy tras Ella y pareciera que
camináramos sobre el globo. La
Señora se vuelve hacia mí y me dice: "A Él...
–indicando al Niño– ...quiero
traerlo de nuevo al mundo".
Pero mientras dice eso, La Señora mueve la cabeza como diciendo
que no. Yo miro
al Niño y, mientras lo miro, el Niño se convierte en una
Cruz. De repente, la Cruz cae delante
de mí y se
rompe en pedazos. Miro el mundo y veo que está en tinieblas.
Entonces oigo exclamar a La Señora: "¡Tráelo
de
nuevo al mundo!", indicando la Cruz rota.
Ahora veo de repente la Cruz, otra vez
entera, plantada en el centro
del mundo.
A su alrededor hay toda clase de personas, que sin embargo vuelven la
cabeza.
Yo me siento muy cansada y se lo digo a La Señora, pero Ella me
sonríe. Después la veo sentada en una especie de trono;
tiene otra vez
al Niño en su
regazo. El Niño resplandece por todas partes. La Señora
dice: "Primero hay que
volver a Él; sólo entonces habrá verdadera
paz". Ella acentúa la palabra "verdadera". Entonces aparecen
unas
palabras, formando
un arco, alrededor de La Señora. Tengo que leer en voz alta:
"Verdad". "¿Otra
vez?", digo, y miro a La Señora. Ella asiente con la
cabeza, como diciendo que
sí. Esa está en el centro. Entonces leo a la izquierda:
"Justicia"
y a la
derecha:
"Caridad".

Después de leer esto, veo a sus pies un león de
piedra con una aureola de luz
en torno a la cabeza. Detrás del trono, veo aparecer torres e
iglesias y veo
también obispos. "No son de nuestra Iglesia", digo
yo. Percibo en mi interior:
ésa es la iglesia de Inglaterra. Mientras miro, se atraviesa una
cruz en forma
de X. Y veo que La Señora sonríe. El Niño sobre su
regazo ya ha crecido; está ahora de pie
y tiene un cáliz en la
mano. Entonces veo una escalera al lado, y es como si yo subiera por
ella.
Llego arriba de la escalera y veo el siguiente símbolo: una X
con una P encima.
(Símbolo griego de Cristo.)
La Señora dice: "La
religión
va
a sostener una dura batalla y querrán pisotearla. Eso
será de una manera tan
refinada, que casi nadie se dará cuenta. Pero yo advierto".
Ella mira muy seria e indica el cáliz. Le oigo decir: "Christi
Regnum",
(En
latín: “Reino de Cristo”)
y después veo Jerusalén delante de mí; eso
se me dice. Allí hay una lucha y veo
unos sacerdotes armenios frente a mí. Después levanto dos
dedos. Veo de nuevo a La Señora en su trono con todo alrededor,
y veo ahora la iglesia
inglesa, una
iglesia rusa, una iglesia armenia y muchas otras más.
Éstas dan vueltas y vueltas entre sí.
La Señora mira preocupada y le
oigo decir: "¡Roma, ten
cuidado!" Ella dice estas palabras con fuerza y cierra el
puño. Entonces La Señora desaparece
de repente.
MENSAJE 10
9 de junio de 1946
(Pentecostés)
Veo a La Señora de
pie. Amonesta con el dedo, como si se
dirijiera al mundo: "Urbi et
Orbi
(En
latín: “A la Ciudad (Roma) y al mundo”.)
En éste momento esto
es lo más importante".
La Señora baja y tiene en brazos
un Niñito, un
Niño glorioso, envuelto en
pañales. Me hace un gesto de seguirla y yo voy tras Ella. La
Señora pone el
Niño en medio del mundo. El Niño se pone a llorar muy
fuerte. La Señora indica
al Niño y dice: "¡Hombres
que
estais a su favor, cuidado! No puedo advertiros lo suficiente".
Después miro de nuevo ese lugar, pero el Niño ha
desaparecido. La Señora mira
el mundo muy preocupada y dice: "Entre los
hombres ya no hay Justicia, Verdad y Caridad". Después,
es como si La Señora mirara fijamente hacia
adelante y en lo profundo
y dice: "Calamidad tras
calamidad. Por segunda vez les digo: mientras no haya eso, no
habrá verdadera
paz. Rezando y sobre todo trabajando por el bien; no sólo
rezando. Trabajando y
velando".
Entonces veo de pronto que La Señora se pone a un lado. Se me
muestra ahora una
visión espantosa. Del otro lado vienen hacia mí demonios,
como figuras que
revolotean entre sí, con cuernos en la cabeza, patas raras y
caras horrorosas.
Entonces oigo decir a La Señora: "Les anuncio una
nueva y gran calamidad sobre el mundo". La Señora dice esto con
mucha tristeza, siguiendo sus
avisos. Entonces dice: "Si la
gente
quisiera tan sólo escuchar". Y otra vez mueve la cabeza,
como diciendo que no.
Entonces veo un período corto y oigo: "Aparentemente
todo va bien durante un breve período". Después
veo el globo de la tierra y La Señora lo
señala. Veo luces brillantes y
es como si el globo saltara en pedazos por todas partes. Entonces, La
Señora
indica el cielo. Ella está a mi derecha, o sea, a occidente y
Ella señala a
oriente. Veo muchas estrellas en el cielo y La Señora dice:
"Viene de
allá".
Veo de pronto un capelo cardenalicio
frente a mí; alrededor
cuelgan unas
cintas. Sobre él cae una X, como si ese capelo fuese tachado.
Oigo a La Señora
decir: "En Roma
vendrá
una lucha contra el Papa". Veo en torno al Papa muchos obispos
sentados y después oigo: "Catastrófico".
Entonces La Señora se va.
MENSAJE 11
4 de enero de 1947
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "Buscad apoyo en
lo verdadero". Ella me hace sentir como si yo pasara la mano por
el mundo y eso
me produce un
dolor tremendo. La Señora dice: "Así es el
mundo
en este momento". Paso otra vez mi mano por el mundo. Veo una
imagen del mundo, como lo
veo
siempre. Entonces esa imagen cambia y, de repente, se convierte en un
mundo
totalmente diferente. La Señora dice: "Ése es el
mundo
de más tarde; ése será muy pesado. El mundo se
autodestruirá". Ésto último, La Señora lo
dice tristemente, como
si quisiera advertir a la
gente: Si seguís así,
el mundo se destruirá a
sí mismo.
Entonces parece que La Señora toma el globo de la tierra en su
mano y lo hace
girar, y dice: "Tiene que
mejorar otra vez, pero…"
Miro a donde La Señora indica y veo toda clase de iglesias; me
parece que no
son iglesias católicas. En medio de ellas veo Roma. La
Señora amonesta con el
dedo y dice: "Roma,
¡estás
avisada!" Después veo la iglesia de Inglaterra, eso se me dice;
veo
que en ella sucede un
cambio.
La Señora da un paso hacia
mí y dice: "Mira".
Veo entonces un conjunto de torres de iglesias, una junto a otra.
Entonces La Señora toma una barra de hierro, la pone alrededor
de las torres
y las ata. Lo
miramos juntas. Entonces Ella suelta la barra y repite tres veces:
"Arriba". Mientras dice eso, levanta las manos un poquito cada vez.
Entonces empieza a
escribir palabras sobre esa iglesia, y yo leo en voz alta:
"Caridad";
eso lo
pone por encima y en medio de las torres. Después escribe a la
derecha, pero
más abajo:
"Justicia".
Entonces va a la izquierda y allí
escribe: "Verdad".
Mientras tanto, oigo a La Señora decir: "Nada de eso
se
puede encontrar todavía, ¡cuántas veces ya lo he
dicho!" Y mueve la cabeza con compasión. Veo entonces
Roma. La Señora indicándola dice: "No puedo
advertirles lo suficiente, que tienen que seguir éstos
principios de
forma
auténtica". A continuación veo venir
grandes cambios, que me hace ver La Señora.
Veo lo siguiente: grandes olas rojas, que
penetran cada vez más
en el mundo.
Mientras miro, veo que avanzan cada vez más. Oigo decir a La
Señora: "Eso
está bien,
pero… tiene que ser más espiritual; realmente en la verdad, en
la justicia y en
la caridad". Después de eso, es como si
años más tarde
viera venir otras tendencias
espirituales muy diferentes. La
Señora dice: "Vuelvo a
advertir a Roma una vez más. Tienen que tener
mayor
amplitud de miras, pero..." Y mientras La Señora
acentúa esas palabras, todo
desaparece de repente.
MENSAJE 12
30 de agosto de 1947
Oigo esa voz y miro. Siento un sentimiento de opresión y oigo
decir: "Hay una gran
opresión". Y veo claramente Italia extendida ante
mí. Es como si
allí se desatara una
enorme tormenta. Tengo que escuchar y oigo: "Destierro". Parece como si
yo
fuera sobre Italia y tuviera que propinarle golpes.
Entonces
oigo: "Es como si
allí
cayera golpe tras golpe".
Entre tanto, veo el norte de Italia y el
extremo meridional, extendidos
ante
mí. En medio de éstos veo el centro de Italia, donde
reina un escalofriante
silencio. No hay gente, no hay nada, sólo un silencio de muerte.
Entonces veo surgir una gran cúpula. De repente empieza a llover
sobre la cúpula, cada vez
más fuerte y con
gotas cada vez más grandes. Entonces veo que no son gotas
normales, sino de
sangre, que desde el cielo caen sobre la cúpula. A lo lejos veo
una cruz iluminada y oigo: "Esto
se
convertirá en una gran lucha cristiano-política;
política eclesiástica".
Entonces veo de repente una gran sala en
el Vaticano y allí
está sentado el
Papa. Parece que algo extraordinario sucede en el Vaticano. La
Señora dice: "Se
están
llevando a cabo encuentros secretos, repetidas veces. Se reúnen
secretamente". La Señora indica alguien y percibo en mi
interior: ése es
un delegado de
América
(EE.UU.). Delante del Papa hay muchos papeles.
La
Señora dice: "Al Papa
se le
tiene informado de todo. Él está perfectamente enterado
de lo que va a suceder.
Aparentemente hay paz, pero en realidad no la hay; todo es un camuflaje
para el
mundo". Entonces tengo que pasarme la mano derecha dos veces
sobre la izquierda
y oigo: "Esto dará
dos
veces la vuelta". Y veo una especie de periodo.
MENSAJE 13
7 de diciembre de 1947
Veo a La Señora de
pie y oigo: "Roma
amenazada". Después aparece un gran "4" frente a mí, y
alrededor un círculo. Entonces
desaparece esa imagen y se presenta una Cruz ante mí, con los
cuatro brazos
iguales. También a su alrededor se forma un círculo y en
medio de la Cruz leo: "IHS".
(En latín: Iesus Hominum
Salvator: Jesús, Salvador de los
hombres.)
La levanto y la muestro a mi alrededor. En
seguida veo multitudes de hombres en torno a mí. Todos miran la
Cruz, pero muchos con
antipatía.
Entonces veo venir grandes nubarrones sobre Europa y debajo de ellos
pasan
grandes olas que amenazan sumergir a Europa.
Entonces veo a La Señora de pie, en medio de una luz clara y
brillante. Está
vestida de blanco. Tiene los brazos extendidos y de sus manos sale un
intenso
haz de rayos. Tengo que abrir
la mano con la palma hacia arriba, y es como si el haz de rayos
penetrara en
ella. Siento que me quema y
me pincha. La Señora me
sonríe y me señala la mano, haciendo un gesto afirmativo.
No sé lo que
significa.
Entonces el rostro de La Señora se llena de tristeza y
aflicción. Señala los
nubarrones y las olas y dice: "Primero
tendrán
que pasar por esa inundación y sólo entonces..."
Y luego veo esas mismas
palabras escritas. Después de "sólo
entonces"
hay puntos suspensivos, como si
siguiera algo que tiene que permanecer secreto. Entonces el rostro de
La Señora se ilumina y veo el agua que se
levanta como
vapor. Es como si los rayos
del sol la atravasaran por un instante.
De nuevo La Señora me señala la tierra y veo que todo se
ha despejado. Y ahora
veo gran cantidad de huesos humanos esparcidos por el suelo, cabezas,
brazos y
piernas a pedazos. Es una escena espantosa. Oigo decir a La
Señora: "Eso es la
perdición. Así pues, trabajad, trabajad..."
Entonces Ella señala hacia arriba
y dice: "Lee". Veo
aparecer unas letras y leo:
"Justicia".
Luego siento un terrible
dolor en
la mano; la mano la siento pesadísima. Después oigo a La
Señora decir: "Vamos,
sigue
leyendo". Y veo escrito en letras
grandes:
"Caridad". Sobre eso veo venir estalactitas de hielo
que gotean. Entonces oigo esa voz que
dice: "¡Continúa
leyendo!" Pero al querer leer, no puedo hacerlo, porque las
llamas que envuelven
las letras.
Por un momento se disipan las llamas y leo:
"Rectitud".
Después, La Señora me
indica algo y veo un cementerio
militar, con filas
interminables de cruces blancas. Las veo caer una por una; todas caen
hacia
atrás. La Señora indica de nuevo, y veo aparecer nuevas
cruces blancas; las veo
salir del suelo, hasta donde la vista me alcanza. Entonces oigo a La
Señora
decir: "Este es el
mensaje que traigo hoy".
(Es la primera
vez que La Señora habla de “mensaje”.)
Luego veo a La Señora alejarse lentamente de la luz. Siento
entonces un gran
vacío a mi alrededor y todo se oscurece en la tierra.
MENSAJE 14
26 de diciembre de 1947
Veo de repente una luz
brillante y siento que me entra un dolor en la
mano; es
igual a un haz de rayos. Veo a La Señora y Ella dice:
"Vendrán
calamidades
de norte a sur, del sur al oeste y del oeste al este". Veo ahora
una cúpula redonda.
Percibo en mi interior: ésa es una cúpula de
Jerusalén, y oigo: "En torno
a
Jerusalén se librarán duras batallas". De pronto
veo claramente El Cairo y advierto una extraña
sensación. Luego veo toda clase
de pueblos
orientales: persas, árabes, etc. La
Señora dice: "Será
como
si el
mundo se rasgara en dos partes". Veo ahora el mundo entero ante
mí, y veo que se forma una enorme
grieta; una
hendidura que va zigzagueando y atraviesa todo el mundo, por encima del
cual
veo nubarrones. Oigo decir a La Señora: "Vendrá
mucho
sufrimiento y miseria". Entonces veo diferentes
poblados orientales con techos blancos.
Siento algo pesado en mi
mano y, mientras me miro la mano, aparece en
ella una
Cruz. Tengo que ponerla en el suelo. La
Cruz es pesada y oscila por todas partes, de izquierda a derecha, de
atrás a adelante. Por un
momento parece como si se cayera hacia delante, pero después se
endereza otra
vez y es como si ahora fuera más ligera y bien plantada en el
suelo. Ahora tengo que mirar por
tierra y veo huesos y cascos que yacen bajo la Cruz. Después
aparece una gran llave en mi mano. Inmediatamente la dejo caer y cae
entre
los huesos y los cascos. Entonces veo filas de jóvenes que
desfilan delante de
mí. Son soldados. Oigo esa
voz que dice: "¡Ayudar a
nuestros jóvenes con asistencia espiritual!" Entonces
veo tumbas blancas;
todas con pequeñas cruces blancas. Me da un dolor en la mano y
veo América y Europa, una al lado de la otra. Después veo
escrito: “Guerra
económica, boicot, monedas, calamidades”.
A continuación veo
diferentes figuras que se entrecruzan
rápidamente unas con
otras. Lo primero que logro distinguir son antorchas que despiden luz
en tres
direcciones: hacia el oeste, hacia el norte y hacia el este. Luego veo
cruzarse rayas azules y blancas,
y luego estrellas. Después veo la hoz y el martillo, pero el
martillo se separa
de la hoz y ahora todo va dando vueltas por los aires. A
continuación veo una media luna y un sol. También estas
insignias pasan a
través de
los símbolos anteriores. Por
último llega una especie de cabra montesa, con grandes cuernos
inclinados hacia
atrás. Parece un antílope africano, que da saltos
grandísimos por encima de
todo ello. Mientras todo va volando como en un tornado, por la
izquierda
aparece un círculo, dentro del cual gira el globo de la tierra.
Después de esto , veo de repente un gran reloj solar. Oigo a La
Señora decir: "El
reloj solar
ya ha dado la vuelta".
Entonces se me presenta una imagen
extraña. Tengo que mirar el
cielo; parece
que dispararan algo en el aire. Algo pasa volando frente a mí,
tan rápido, que
casi no puedo verlo. Tiene forma de cigarro o de torpedo, y es de color
aluminio. De pronto, veo que algo estalla en la parte posterior.
(Misiles, armas bacteriológicas o atómicas, que
entonces
Ida no conocía.)
Con la mano percibo diferentes sensaciones terribles. Primero, una
completa
insensibilidad. Estoy viva, pero no vivo. A continuación veo
imágenes
espantosas de personas frente a mí. Veo caras, caras hinchadas,
llenas de
úlceras, como una especie de lepra. Luego siento enfermedades
terribles y
mortales: cólera, lepra; todo lo que esa gente tiene que sufrir.
Entonces eso desaparece y veo cositas negras flotando a mi
alrededor. Intento saber
qué es, pero no lo logro; parece como polvo muy fino. No puedo
distinguir con
mis ojos lo que es. Es como si tuviera que mirar a través de
algo, (microscopio) y allá abajo
veo magníficos campos blancos y sobre ellos veo esas cositas
negras, pero ahora
agrandadas y como si tuvieran vida. No sé como explicarlo.
Pregunto a La Señora: "¿Esos son bacilos?" Ella
responde muy seria: "Es algo
infernal". Entonces siento que se me hincha la cara y todo el
cuerpo. Siento que
tengo la
cara muy hinchada y toda rígida. No puedo moverme. Oigo decir a
La Señora:
"Y eso lo
están
inventando" y luego en voz muy baja: "ese ruso, pero
también los otros". Después dice con fuerza: "Pueblos,
¡estais avisados!". Y La Señora se va.
MENSAJE 15
28 de marzo de 1948
Veo a La Señora y dice: "Se tratará
del
derecho. Dentro de muy poco tiempo van a suceder cosas graves.
Serán precedidas
por caos, desorden, dudas y desesperación. Sobre la
basílica de San Pedro
vendrán densos nubarrones, que podrán disiparse
sólo después de mucha lucha y
dificultades; si no sucumbe. Todos los cristianos
tienen que unirse. Eso irá acompañado de mucho
dolor y miseria. Uníos todos,
porque la lucha empieza. Las puertas se abren. Los pueblos de oriente
se cubren
el rostro con las manos en Jerusalén. Se dolerán
con lamentos por su ciudad. Hay una fuente, en
la que podeis lavaros todos".
(Rf.: Zacarías, 13,1)
Entonces veo escrito:
"Justicia",
"Amor" y "Rectitud". La Señora
dice: "Mientras estas
palabras no estén escritas en la mente y los corazones de los
hombres, no habrá
paz a la vista". Luego veo una Cruz plantada
en el suelo. Una serpiente se enrolla en ella y todo se pone oscuro y
negro a
mi alrededor. A continuación veo una espada que pende sobre
Europa y el
oriente. De occidente llega una luz. Oigo a La Señora decir
severamente: "Pueblos
cristianos, los paganos os darán una lección".
Después veo al Papa
y en torno a él hay una guardia
reforzada. Hay también otros a
su alrededor; me
parece que son todos eclesiásticos: obispos y cardenales.
Mientras La Señora
los señala, dice: "Cepos
y
trampas". Después que La Señora ha
dicho esto, me mira intensamente. Sobre la basílica de
San Pedro se ciernen
densos nubarrones. Entonces La Señora dice a todos los que
están sentados en
torno al Papa: "Sed justos y
actuad según vuestra doctrina. Tapaos los ojos con las manos y
volved en sí". Entonces es como si de nuevo me pusieran una cruz
en la mano y me
duele. Es tan
pesada que casi no puedo sostenerla. La Señora dice: "Sostenla
fuerte". Es como si grandes rayos
salieran de la Cruz. Y de pronto, desaparece La Señora y
también la luz.
MENSAJE 16
7 de mayo de 1949
Tengo que levantar dos dedos y entonces
veo un obispo con ropaje pontifical. Veo después un
féretro de piedra, sobre el
que yace un alto prelado, también de piedra. A la cabecera del
féretro hay un capelo
cardenalicio y más arriba una espada y una corona. La espada
está colocada un
poco inclinada junto al capelo, y estando inclinado el féretro,
la espada
inclinada señala hacia abajo.
Entonces me colocan ante a una gran puerta. Ésta se abre y yo
tengo que entrar.
Delante de la puerta hay una persona con un vestido largo. Me da una
sensación
siniestra tener que dar ese paso más allá del umbral.
Ahora veo que es La Señora. Ella dice: "Da ese paso". Llegamos
entonces a un gran espacio en forma circular. En ese espacio
hay un
vacío y una inmensa oscuridad. La Señora dice: "Esa es
una
mancha oscura. Ahí tienes que descender muy
profundamente. Esa es la profundidad y la oscuridad de los
tiempos".
Entonces veo a La Señora sentada, vestida de luto y con un velo
sobre la
cabeza. Tiene facciones de anciana y está toda encorvada. Ella
dice: "Estamos
aquí en
la oscuridad; es la degeneración de la humanidad". Veo
entonces una cruz ante
mí. El cuerpo se desprende, de manera que la cruz queda desnuda.
La Señora dice
muy triste: "El martirio
comienza de nuevo". Veo arrugas profundas y gruesas
lágrimas en el rostro de La Señora.
Después penetro con Ella más profundamente en la
oscuridad. "Oh, ¿qué es eso?",
pregunto yo. Entramos a una gruta. La Señora me hace palpar la
piedra; es una
gruta de piedra natural. Entonces ponen un poco de paja, sobre la que
colocan a
un Niño. Alrededor entran muchas personas, personas muy
sencillas. La Señora
dice: "Gente
común,
los más pequeños de los míos. Ya no hay lugar para
ellos, multitudes enteras,
los más pequeños de los míos" va repitiendo La
Señora a cada momento.
Ahora, ante mí, esa gruta se transforma en una iglesia. Veo
filas interminables
de iglesias y luego otra vez esa iglesia. Como en la gruta, hay
también un poco
de paja, donde ponen a un Niño. No se trata nuevamente de un
niño común, sino
de un Niño celestial y luminoso. Un Niño espiritualizado.
A continuación La Señora me lleva por todas esas
iglesias. Ella señala muchos
bancos vacíos y dice: "¿Ves
el
error?
Vacíos". Entonces, sobre los bancos,
aparecen etiquetas blancas; como con nombres. Entonces La Señora
dice otra vez: "¿Ves
el
error?" Ahora Ella pasa su mano por
todas esas filas de bancos y entonces veo que los bancos están
sin etiquetas. "Los
más
pequeños de los míos... " repite esa voz, y es
como si La Señora quisiera llenar esos
bancos de gente. Entonces veo a un obispo. La
Señora dice: "¡Dilo,
dilo!" e indica las iglesias. "El mundo tiene
que estar desprendido de todo y especialmente la Iglesia".
Después
veo la basílica de San Pedro. Veo al Papa sentado
cabizbajo, rodeado
por su guardia. Todo eso es colocado también en la gruta.
Entonces, La Señora
escribe una gran P con una X encima. Ella coloca esto a los pies
del Papa, y
allí es colocada la cruz, con el brazo largo hacia arriba, o
sea, al revés. La
Señora dice: "¿Dónde
están
sus soldados?" El Papa está sentado con los dedos
levantados y sobre su cabeza
está escrito: "Lucha".
Veo cada vez más lucha. Después veo
detrás del Papa soldados de pie,
con gorros altos, que levantan dos dedos. La Señora dice:
"Después
sucede
en el mundo un gran conflicto". Y veo dos grandes potencias
enfrentadas.
A continuación veo un campo
de trigo que ondea. Se mece suavemente de lado a lado. Entonces oigo
decir dos
veces a La Señora: "Corrupción".
Luego dice: "Rusia
hará
todo
con engaño. Vendrá una revolución". Ahora
veo la tierra, y parece como si fuera azotada. Entonces dice La
Señora: "También
la
naturaleza cambia". Oigo: "Ya
no hay
Cristo". Voy por ahí buscando y oigo:
"Realismo, un
espíritu de realismo". Es como si yo también viera
ese espíritu.
Entonces se me presenta una hermosa
escena. Entramos otra vez en la
gruta y es como si ahí
llevaran todos los frutos y las riquezas de la tierra. Ahora La
Señora pone cara contenta y me dice: "Vamos a
repartir". Pero entonces se pone muy seria y dice: "Ese era el
espíritu que no han comprendido". Y mientras, parece como
si
Ella repartiera. Ahora La Señora me
muestra la Cruz
desnuda y la pone acostada en el suelo de la gruta.
De repente me encuentro sobre la tierra; el globo de la tierra
está debajo de
nosotras. Ahora veo algo muy
curioso, algo que nosotros no conocemos, es decir, un plano central,
todo azul
y con una profundidad infinita. Alrededor
de esto hay círculos de colores preciosos, que se funden
entre
sí. Son colores que nosotros no conocemos. Mientras floto en el
espacio, soy
atraída de repente hacia abajo como por un imán. La
Señora dice: "Son
fuerzas
naturales, oirás hablar de eso". Me parece que todo esto es para
más tarde.
Avanzamos y llegamos a pararnos sobre los círculos o anillos, en
una luz
infinita, una luz muy extraña y peculiar. Después nos
paramos sobre otro
círculo, que para mí es muy pesado; pierdo la
sensibilidad en las manos y en
todo mi cuerpo; es como si flotara de arriba a abajo. Entonces me da
una especie de dolor, un dolor
terrible. ¿Qué tiene que ver con esto? No lo
sé. Esa imagen desaparece y ahora veo a La Señora
indicando algo.
Ella dice: "Ese es el
círculo luminoso".
Y ahora veo de pronto otra vez la
basílica de San Pedro y junto
a ella, la
Iglesia de Inglaterra, la iglesia armenia y después la iglesia
rusa; esto se me
dice. Alrededor de todo esto aparece una línea y el Papa
se encuentra sentado a
la cabeza y tiene los dos extremos de la línea. Detrás
del Papa y de las
iglesias, oigo vagamente la palabra "Ateos".
Estos trazan un semicírculo en torno a lo anterior.
Después aparece una nueva
circunferencia alrededor. La Iglesia parece quedar encerrada. Oigo a La
Señora
decir con tristeza e insistencia: "Así no
podemos". Después veo un asno y
personas que huyen. Sobre el
asno va una Mujer con un Niñito. Ambos
son seres luminosos. Es una escena
oriental.
A continuación veo ante mí Europa y al lado
América. Parece que cojo algo del
centro de Norteamérica y luego lo desparramo sobre Europa. No
sé lo que es. Luego veo a lo lejos muchos pueblos orientales. "A
esos
Él los
despertará" dice La Señora. Veo esto muy de
lejos. Después aparece una calavera, y oigo decir a La
Señora: "Se acerca una
gran calamidad. Los sorprenderá. Lo mares de oriente
están llenos, pero no se
ve". Tengo ahora que trazar una línea de norte a oeste,
oblicua. No
sé lo que
significa. Entonces La Señora dice: "Buscan la paz,
pero no la encuentran". Y La Señora se va.
MENSAJE 17
1º de octubre de 1949
Veo a La Señora. Ella
dice: "Hija mía,
yo te
ayudo. Ten confianza, también en los
momentos difíciles". Me pone una cruz en la mano;
es tan pesada. La Señora dice: "Hija,
llevarás
la Cruz por todas partes". Ahora veo escrito ante mí: "1950" y
después: "1951 – 1953".
Entonces veo la
basílica de San Pedro ante mí. Sobre ésta caen
gotas; lágrimas o sangre. Luego La Señora dice:
"Advierte, pues,
que así no va bien. Mi Hijo es perseguido de nuevo. Tomad la
Cruz y
plantadla en el centro. Sólo entonces habrá paz".
Después veo de pronto los Balcanes. Hay lucha; están
combatiendo de nuevo. La
Señora dice: "Hija,
vendrá
una dura lucha. Esa lucha aún no ha terminado. Vendrán
desastres de tipo
económico. El "Empire"
(Imperio)
de Inglaterra se
tambalea". Veo ahora la corona de Inglaterra con una cuerda; de
todos lados tiran
de la
corona para mentenerla en equilibrio sobre ese país.
Después veo el Papa y un Patriarca.
Entonces, La Señora dice: "Ven conmigo a
Rusia". Ahora veo Rusia. La Señora me lleva a edificios
de vidrio,
también
subterráneos, donde hay toda clase de gente trabajando. Me
parece que son alemanes, franceses y polacos,
pero también otros; les oigo hablar en diferentes idiomas. Me
parece que es muy
en el interior de Rusia; en algún lugar de las grandes llanuras
en Rusia
septentrional. La Señora
dice: "Están
fabricando productos químicos. ¡Cuidado, América!
¡Interven, interven! No se
trata sólo de vidas humanas, sino de fuerzas aún
más grandes. Trae, pues, la fe
de nuevo al mundo. Pero los creyentes..." Y La Señora
mueve la cabeza. "Ponedla
pues en
práctica: Caridad. El Amor es el primer mandamiento.
Después viene la
Justicia".
Ahora parece que desciendo con La Señora por el Danubio. Ella
señala a su
alrededor y dice: "
Aquí hay
que
trabajar, allá hay que trabajar". Y señala de izquierda a
derecha. "Tiene que
volver a Dios. El pueblo está dispuesto. Pero los altos
dirigentes no quieren". Y entonces La Señora
desaparece de pronto.
MENSAJE 18
19 de noviembre de 1949
Aquí está La Señora otra vez. Me muestra Italia y
dice: "Ahí hay que
trabajar desde lo alto. Tan sólo palabras no sirven de nada.
¡Obras!" Ahora es como si viera el Vaticano tambalearse.
La Señora dice: "En
Italia hay
que trabajar más contra el comunismo. Advierte, pues, a Alemania
y a Italia. La
situación aún se puede salvar. Lo digo aquí para
que lo transmitas, que
trabajen contra la corrupción de Alemania. La gente es buena,
pero son mal
dirigidos debido a las circunstancias. Tenemos que llevar allí
de nuevo la Cruz
y plantarla en el centro. Tienen que comenzar despertando y llevando de
nuevo
la fe a la juventud. Si no se trabaja en serio en Italia, se
hundirá. Hay que despertar a los más pequeños
entre los míos".
Entonces es como si La Señora condujera una gran multitud de
hombres hacia un
punto determinado. Mientras miro, veo que La Señora los empuja
hacia un altar
en donde hay una gran cruz. Entonces dice: "Esa es la tarea
de los grandes de la tierra, pero...
–y La Señora mueve el dedo y con la cabeza hace un gesto
negativo– "Por eso tienen
que colaborar todos. ¡Divúlgalo!" dice La Señora.
"Tienen
que rezar aún más. Rezar por la corrupción. Si no
lo hacen, el
mundo entero se autodestruirá. Por eso te lo he
mostrado". Y ahora La Señora desaparece.
MENSAJE 19
3 de diciembre de 1949
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "Hija, te traigo
otra vez un mensaje para Alemania. Hay que salvarla". Entonces La
Señora me lleva por Alemania. Mientras veo Alemania
en toda su
extensión, siento la situación que allí reina: un
tremendo deterioro del país,
del pueblo, de la juventud y una enorme apostasía. La
Señora dice: "Que los
obispos
trabajen. Tienen que dar órdenes a sus sacerdotes, para que
trabajen sobre todo
entre la juventud, combatiendo el humanismo, ese paganismo
moderno". Veo muchas cruces ante
mí. La Señora me
enseña como
cada una de esas cruces es puesta en un lugar distinto. Ahora veo una
gran
plaza en Berlín, en la que está el edificio del gobierno.
Parece que La Señora
coloca allí una gran cruz y me dice: "Es necesario
que los hombres sean llevados a ella. Hay que alejar la juventud del
paganismo
moderno. Que trabajen con ahínco en ello".
Entonces veo otra vez Roma ante mí. La Señora va por Roma
y dice, amonestando
con el dedo: "Ay, ay,
¿por
qué no empezar por aquí? Tendrá que ser
completamente reconstruida". Y es como si pasara sus manos por
el Vaticano y sacude por debajo todo,
poniéndolo todo boca abajo.
Después veo Holanda en toda su extensión. La
Señora dice: "También
Holanda
se acerca al precipicio". Veo a la juventud de Holanda; gente
joven y niños, parados junto
a un barranco.
La Señora dice: "Están
al
borde
de un precipicio".
Entonces es como si La Señora me llevara a algún lugar.
Veo frente a mí dos
montañas altísimas. Entre ellas hay un precipicio o
abismo negro y muy
profundo. Parece como si yo estuviera sobre una de esas
montañas. La Señora
dice: "
Mira". Y veo un abismo en medio del mundo. De pronto, es como si La
Señora juntara esas dos montañas
y dice: "Hay que colmar
ese precipicio".
Después, veo la basílica de San Pedro. La Señora
dice: "
Hija, ahí
ves
al Papa, de pontifical, con dos dedos en alto. Escucha bien. La
doctrina es
correcta, pero el Papa tiene facultad para cambiar las leyes.
¡Pues que lo
lleve a cabo!". Veo todavía al Papa frente a mí, sentado
y con dos dedos
en alto. Entonces veo
una gran sala de reuniones, donde el Papa está sentado. "Hija,
–dice La Señora– esas leyes
pueden ser cambiadas. Pueden serlo y
tienen
que ser cambiadas. Las posiciones deben acercarse
más. Que en Roma sigan adelante y así den el ejemplo a
todo el mundo. Piénsalo
y dilo. Y te repito: el Amor es el primer mandamiento y, junto a
éste, como
unidos por un arco, la Verdad y la Justicia".
"
Hija, –dice La Señora otra vez– ¡mira!" Y entonces veo,
entre La Señora y el Papa, el número "50". La
Señora dice:
"En ese año
habrá que trabajar duro y... no sólo con palabras. La
doctrina de
Cristo es exacta. ¿Por qué no es aplicada exactamente y
hasta en los detalles?"
Veo ahora puntitos a mi
alrededor y en el centro un gran punto rojo. La Señora aprieta
fuerte con la
mano ese punto y dice: "Esta
es la
cosa
principal. No es puesta en práctica. En esto
tendrá que hacerse toda una
revolución. Si no hacen caso de los avisos, perecerán e
irán a parar allá". Y entonces veo de nuevo las
montañas y el abismo. Después veo otra vez al Papa y La
Señora dice:
"Él tiene
que
dar la orden y se hará". Entonces veo Italia y altos
eclesiásticos extranjeros; veo al
Papa sentado con
cardenales y obispos en torno a él, en una sala de reuniones del
Vaticano. La Señora me dice que
está promulgando un
decreto. Entonces veo un
puente entre los puestos superiores y los inferiores. "A eso hay que
llegar" dice La Señora. "Pensad
en el amor y la justicia. Que todos los creyentes
colaboren al bien".
Entonces le pregunto: "Pero, ¿es usted La Señora?"
(Por
orden de su confesor, el Padre Frehe, Ida tiene que
preguntar a la
aparición si es María y qué significa “La
Señora”.)
Ella me mira sonriente y me dice: "Que tu director
espiritual crea en ti. Él tiene pruebas suficientes. Dile lo
siguiente:
que él
tiene amor y buenas intenciones, también para su trabajo. Y
además..." La Señora hace un gesto amigable con la
cabeza y las manos, tal
y como una
buena madre, y dice: "Y que
no se
preocupe. Su vida ha sido encaminada así. Se te ha dado la
prueba. Más no puedo
decir por ahora. Saldrá a la luz con el transcurso de los
años. Dile esto". Me asustan estas últimas
palabras y pienso: ¿de los
años? ¿Cuánto tiempo
tardará? Y entonces La Señora se va.
MENSAJE 20
16 de diciembre de 1949
Mientras La Señora mira muy
severamente y amonesta con el dedo,
le oigo decir: "Pobre, pobre
Alemania. Tomad las cruces y plantadlas
en el centro. Despertad a los
eclesiásticos. Empezad desde abajo. La gente humilde
tiene
que ser conducida de nuevo a Él. ¡Que sepan que así
hay que hacer!" Y La Señora cierra el
puño y
me lo muestra. Lo hace con mucha fuerza, y hasta agita el brazo y el
puño hacia
mí.
Después veo la basílica de
San Pedro. La Señora le
tiene la mano encima y dice: "Esta
tiene
que
ser protegida y así será. Ese otro espíritu
penetra demasiado". Entonces veo ante mí muchas
nubes, blancas y rojas, que se entrecruzan. Es como si pasaran con
rapidez unas
a través de otras. Allá abajo veo siluetas de diferentes
cúpulas y torres de
iglesias, unas junto a otras y a la vez revueltas. La Señora me
indica esa escena y entonces es
como
si Ella separara las nubes con las manos. Veo ahora una superficie de
un azul
profundo ante mí, y en medio de esa superficie hay una luz
brillante, como una
estrella refulgente, que brilla ante mis ojos. La Señora golpea
esa luz con el
dedo índice, delicadamente, pero a la vez tan fuerte que parece
como si yo
oyera los golpes; como si Ella golpeara con un martillo. Ella dice
entonces: "Allá es a
donde
tienen que llegar". A continuación veo allá abajo
densas nubes muy negras y
la cúpula de San Pedro.
Y oigo decir: "Habrá
lucha, será
violenta, estallará. Aún estamos lejos".
Después veo al Papa
sentado frente a mí. La Señora
mira seria, vuelve la cabeza
y dice: "Exhortad a los
súbditos. No sólo exhortarlos, sino trabajar en el
verdadero espíritu
cristiano. Tú piensas que todo eso está
bien, sin embargo hay que trabajar con hechos. Soy lo
suficientemente clara. Hay que insistir aún
más en los derechos sociales, en la justicia y la caridad.
Pero... hacerlo no
con palabras sino con obras. Las obras pueden
atraerlos a la luz que te he mostrado".
Después, veo Europa ante
mí.
La Señora dice: "Europa,
¡ten
cuidado! Úníos para el bien. Esta no es
sólo una lucha económica, se trata de la
corrupción del
espíritu. Es una lucha cristiano-política. Tiene que
comenzar desde arriba, los
que tienen autoridad deben dar el ejemplo. Pero, lamentablemente,
también el
clero tiene que abajarse hasta los más pequeños de los
míos".
Entonces veo escrito, por encima del Papa y de
la basílica de
San Pedro: "Caridad, Justicia".
Está escrito con letras grandes.
La Señora dice: "Este
es el
gran
error de éstos tiempos. Si no se ponen en práctica, todo
irá de mal en peor y
el mundo se perderá cada vez más. Cada quien en
particular
debe preocuparse de
ponerlo en práctica". Entonces es como si La Señora me
pusiera una cruz en la mano y,
señalándose a
sí misma, dice: "No
yo, sino la
Cruz".
Ella me hace leer en un tablero, donde está escrito: "50 – 51 –
53"
y dice: "En este
período
vendrán una lucha y calamidades". A continuación
Ella pone la mano sobre la cúpula, como
protegiéndola, y con la
otra mano se cubre los ojos. Siento un tremendo dolor vivo en la mano.
"Es
insoportable", digo. Entonces, La Señora dice con
vehemencia: "Ese
espíritu
intentará penetrar de todas las maneras; lentamente, con
astucia. Penetrará con
tanta astucia, que los pueblos no se darán cuenta. Te advierto
una vez
más que transmitas esto".
Luego veo Italia. Allí veo un hombre sencillo y modesto, un
clérigo. Es como si
estuviera hablando en medio de un grupo de hombres. La Señora
ríe y lo indica.
Mientras lo miro, dice: "
Ese Padre
Lombardi lo hace muy bien. Trabaja en la
dirección que Nosotros queremos".
(El padre
Ricardo Lombardi, S.J. empezó en 1948 su
“Cruzada de la Bondad”. Durante muchos años predicó
incansablemente y con
palabras sencillas el Evangelio, poniendo al centro el Amor de Dios. No
sólo
invitaba a la conversión personal, sino a la realización
de los ideales
cristianos en la sociedad mundial. Por eso supo tocar el
corazón de mucha
gente.)
Después veo filas de iglesias diferentes frente a mí.
Entonces es como si La Señora se acercara a
la
primera fila y pasara ligeramente la mano sobre ella. Veo desplomarse a
la vez
todas esas iglesias y desaparecer.
Entonces dice La Señora otra vez: "Hija, -y dibuja como una
especie de rombo delante de mí- hija, ese
es el
centro". Veo ahora una cúpula, rodeada por un muro, en la
forma que Ella
lo había
dibujado. Es la cúpula de la basílica de San Pedro.
Alrededor corre un
riachuelo, separado por una sutil línea negra. La Señora
lo indica y dice: "Ese es el
centro", y mueve el dedo de un lado a otro, de un modo muy lento
pero muy serio,
y dice: "Que esto
siga
siendo el centro. Los espíritus del
mundo están empeñados en destruir este centro. Pero yo te
ayudaré".
Ahora veo que La Señora
extiende la mano otra vez sobre el Papa y la basílica de San
Pedro. Y de pronto
veo a la izquierda una enorme garra negra, con uñas largas y
afiladas. Es como
si esa garra sacudiera todo lo que está dentro de la
basílica de San Pedro. ¡Qué
dolor siento! Todo se pone rosado y
rojo ante mis ojos. Mientras la garra revolotea por todas partes, veo
volar un
águila negra. Ésta vuela
con
grandes aletazos y va hacia la izquierda.
A mi derecha veo Alemania. Entonces oigo a La Señora decir:
"Alemania,
¡ten
cuidado!" Veo ahora sobre Alemania un triángulo dibujado.
La Señora
dice: "El espíritu
del
triángulo intenta penetrar bajo otra forma. La gente es buena,
pero les tiran de acá y de allá y no saben qué
hacer.
Pobre Alemania. Se vuelven víctimas y son víctimas de ese
otro grande". Veo entonces frente a mí un obispo
alemán revestido
solemnemente, un hombre de
edad, un hombre vigoroso. A
mi derecha llega un seglar, también un hombre de aspecto fuerte.
Oigo: "El obispo en el
terreno de su autoridad, y ahí llega alguien también en
otro terreno. Pero eso
es para más tarde. Alemania intentará salirse, igual que
Italia". Entonces veo otra vez a ese clérigo sencillo con
gente a su
alrededor. La
Señora dice: "Él
intenta
llevar la verdad a la gente". Entonces Ella me dice: "Tú
divulgarás esto; diles esto". Y
La Señora desaparece
de
repente.
MENSAJE 21
14 de febrero de 1950
Veo a La Señora de pie. Ella me
dice: "Hija mía,
vengo
aquí para decirte qué clase de mensaje traigo. Hay que
trabajar mucho y
fuertemente". Entonces La Señora hace un gesto con las
manos, como si hiciera
señas a varias
personas, y veo muchos jóvenes; chicos y chicas. Desaparece esa
imagen y ahora
veo como si La Señora les hiciera señas a los
jóvenes para que vengan a ponerse
de pie ante Ella y dice: "Todavía
no
veo
los ejércitos de chicos y chicas. ¿Por
qué no se les forma y siempre son olvidados?" Es como si
Ella mirara a su alrededor para ver dónde se meten.
Entonces dice: "Por eso vengo
aquí a llamar la atención sobre esto. Eso
vale también para Alemania".
Entonces La Señora continúa: "En el mundo hay
una gran inclinación hacia el bien. Precisamente por eso
es que el otro
espíritu también trabaja. Ese espíritu ejerce una
influencia sobre el mundo
para corromperlo. Los hombres de por sí
no son malos, sino débiles". Luego La Señora tiene
de
nuevo una cruz en la mano. Es como si Ella la pusiera sobre una especie
de
elevación y dice:
"¿Ves esa
Cruz? A ella habrá que hacer que vuelva la
humanidad. Les pido con insistencia que en el mundo moderno, con toda
su técnica, no
se olviden de esa simple Cruz".
Después veo al Papa ante mí y a su alrededor todo
el
Vaticano. Es como si en un
instante La Señora se encontrara por encima de todo eso.
Luego veo caer gotas sobre
el Vaticano; esas gotas vienen de La Señora. Ella advierte:
"Esta Iglesia
todavía tiene la oportunidad, pero no quiero decir más.
He hablado del mundo
moderno. ¿Por qué Roma no busca medios más
modernos y trabaja con un espíritu
más moderno? Que recurran a esos medios para vencer a ese
espíritu del mundo.
Los otros se ocupan del cuerpo. La Iglesia tiene que ocuparse del
espíritu.
Ahora tienen una gran oportunidad, porque la humanidad está
buscando. La
cuestión ya no es contra las naciones, sino contra el
espíritu".
Entonces continúa La Señora: "Vendrá una
gran
lucha: América y Rusia; se está acercando". Siento
un dolor tremendo en las manos. La Señora dice: "El Japón
se
convertirá". No sé qué significa esto.
Después siento venir sobre la India un dolor
espantoso; La Señora hace que yo
lo sienta en mi mano.
Entonces dice La Señora: "
Si Roma quiere
trabajar mejor, de todas partes vendrá un mayor
entusiasmo". Y entonces veo el Vaticano. La Señora está
otra vez como
por encima de él y
hace un gesto con las manos, como si Ella colocara diferentes iglesias
alrededor del Vaticano. Entonces La Señora dice tal como si
estuviera en
discurso: "Aún hay una
oportunidad. Este Papa tiene que darse cuenta del gran trabajo que
tiene que
realizar en este tiempo".
Luego me muestra Alemania y dice: "Pidan, pues,
que el Papa de instrucciones, ya que Alemania tiene tanta
necesidad del buen
Espíritu. Ellas pueden traerle ese Espíritu". Veo
un Arzobispo en Alemania, un hombre fuerte. "Él
librará una
batalla", oigo que dice La Señora. Luego traza con dos
dedos, el
índice y el mayor
separados, una línea en zigzag a través de Alemania y
dice: "Hay que
trabajar con la juventud alemana; habéis sido encargados de eso.
No se lo digo
en vano
".
Y La Señora se va.
MENSAJE 22
27 de mayo de 1950
Veo a La Señora de pie. Mirándose las manos, me
dice: "Hija, aún
veo
manos vacías. Te pido que transmitas que mi plan es,
precisamente en ese núcleo
de personas, formar un grupo que quiera el bien y haga el bien.
Escucha. Dedican
mucho tiempo a lo material; pues que también le dediquen
tiempo a lo espiritual. ¡Es tan urgente...! ¡Cómo
quisiera
yo que ese grupo lo comprendiera! Te repito: los
católicos tienen que trabajar en serio. Un gran peligro es
inminente. Italia sufrirá una especie de lucha interna". La
Señora me muestra ahora la basílica de San Pedro y
dice: "Así
están
trabajando también en otras direcciones para formar algo
grande.
En Alemania hay
que trabajar duro. Afortunadamente, alguno que otro ha empezado ya a
trabajar
más y mejor entre los creyentes. Sobre todo Alemania
tiene que vigilar mucho. Allí se juega un papel falso".
Ahora veo un gran grupo de jóvenes, en pie, alrededor de La
Señora. Ella los
mira y los señala, y dice: "Hija, que
empiecen...
–y de nuevo indica el grupo a su alrededor– a dar a los
jóvenes la correcta formación espiritual. Es
difícil y
fatigoso, aún para quienes se sienten llamados a esto.
Sin embargo, no
puedo insistir lo suficiente. Urge empezar a hacerlo".
Ahora La Señora traza con la mano una especie de arco y dice:
"Esto es
para
más tarde". No sé lo que esto significa. Entonces dice La
Señora: "Vas a ver que
sólo depués de muchas miserias y calamidades la Cruz
será plantada de nuevo. Que cada uno haga lo
suyo; lo que pueda. Y sobre todo insisto de nuevo en
el primer y más importante mandamiento: el Amor, la
Caridad". Y de repente La Señora desaparece.
MENSAJE
23
15 de agosto de 1950
(La
Asunción de María)
Veo ante mí una figura oriental, con un vestido largo y un
paño sobre la
cabeza. Éste se inclina tres veces con los brazos cruzados y con
las palmas
hacia abajo. Luego, separa los brazos y hace el mismo movimiento pero
con las
palmas hacia arriba. Entonces veo que hay muchos símbolos
extraños: arquitos,
rayitas, puntos, una letra parecida a nuestra J, y después
diversos signos
sueltos unos de otros. Me parece que es un tipo de idioma.
Después veo una
muralla; esa muralla va ondeando de arriba a abajo, como si bajara por
una
montaña. Esto me da un dolor terrible.
De repente veo una bestia delante de mí, una bestia
simbólica que no conocemos.
Después veo cangrejos y
estrellas de mar grandes. Ahora
veo una isla extendida; se me dice que es Formosa. Hay una isla
más pequeña
poco más abajo. Entonces tengo que correrme un poco desde la
izquierda y hacer
sobre la isla un gesto hacia abajo. Y oigo decir: "América
(EE.UU), ten cuidado aquí también". Siento que sobre
esa isla ha de venir algo.
Entonces tengo que juntar las manos y miro hacia arriba, a la
izquierda. Veo a La Señora y le oigo decir: "Este es el
tiempo de la lucha cristiano-política. Esto ya lo he
dicho repetidas veces.
Grandes acontecimientos ahora se van a agudizar. El caos, del que
hablé, está
ocurriendo ya. Han dimitido los gobiernos, han llegado las calamidades
y
vendrán muchas más. Atención, hija, ahora empieza
la lucha. Te muestro éstos
cuatro dedos y trazo un círculo alrededor. Reinará un
rey,
por poco tiempo, pero con fuerza. Tú no lo verás en tu
pequeño círculo".
Entonces dice La Señora: "Mira". Mientras yo estoy junto a Ella,
veo que de repente aparecen unas
bestias y se
paran frente a Ella. "Mira", dice La Señora otra vez, y ahora
veo a su izquierda un lobo o
perro con una
antorcha en la boca; a su lado llega una leona y a la derecha de esta,
un
águila grande. "Mira", dice La Señora otra vez. Ahora
señala hacia arriba y veo
una paloma blanca. La
Señora dice: "Este es un
espíritu nuevo que vendrá". Entonces veo que de la paloma
brotan rayos hacia abajo: dos rayos al
centro,
dos a la derecha y dos a la izquierda. La Señora dice: "El
significado
lo entenderás más tarde". Luego veo a La Señora
otra vez con esas bestias y la paloma,
alrededor de esto aparecen muchas estrellas.
A continuación, es como si La Señora bajara un
peldaño y dice: "Ven". Ahora es como si llegáramos a una
explanada. Nos detenemos
en el
centro de ésta. Entonces dice La Señora: "¿Ves
esto?" La Señora señala del Este al Oeste. Después
abre
los brazos del todo y es como
si Ella pusiera dos murallas en la explanada; una frente a la otra.
Ella
prolonga bastante esos muros. De pronto, La Señora está
como por encima de
ellos y me dice: "Eso no es
nada", e indica el Este y el Oeste. Entonces abre las manos y cierra
los
puños,
primero con la mano derecha y después con la mano izquierda.
Luego dice: "Escucha bien
cuántas veces doy un golpe; dalo tú también".
Cierro los puños como Ella y La Señora empieza a contar,
mientras golpeamos con
fuerza nuestros puños. "Tres veces", dice La Señora. "La
mitad de esto es el Este". Entonces veo los Balcanes y Grecia rodeados
con una gran cadena, y veo
también
Alemania Oriental. Es como si La Señora los atara con esa
cadena. Veo que una
parte queda libre. Al fondo veo una figura sentada con la cabeza
apoyada en la
mano. La voz me dice: "Los
trabajadores y filósofos de la destrucción del
mundo".
Después de esto se me presenta una escena oriental. Subimos
aquella montaña, y arriba hay otra vez una explanada.
Aquí nos detenemos. La Señora señala una cosa
tirada en el suelo. "
Ven", dice Ella, y me indica el suelo. Veo un madero pesado y tengo que
empujarlo,
apartándolo de mí. Entonces veo que sobre éste se
coloca un travesaño; el
conjunto forma ahora una cruz.
Entonces miro de nuevo a La Señora y digo: "¿Cómo
tengo que llamarla a Usted?"
(He tenido que preguntarle por orden de mi director espiritual).
Ella
sonríe y
hace un gesto, como diciendo: ¿Otra vez me lo preguntan? Y me
responde: "Di nada más
que La Señora".
Entonces La Señora, señalando el madero que yo
había empujado, dice: "La
cristiandad". Y hace un gesto con las manos y los dedos, como si todo
se dispersara
volando y
dando vueltas. Esto representa simbólicamente a la
cristiandad. La Señora dice: "Tú
dirás esto:
Cristiandad, tú no conoces tu gran peligro. Hay un
espíritu que quiere
socavarte. Pero... –y La Señora hace con la mano un signo de
bendición– ...el triunfo es
Nuestro".
La Señora prosigue: "Te llevo
conmigo y te enseño una cosa". Ahora veo a Inglaterra, extendida
ante mí. Parece como si La Señora pusiera un
pie sobre Inglaterra. Llamando la atención con el dedo, dice:
"¿Por
qué eres
tan apegada a todo? ¿Es que no puedes
ocuparte de las cosas comunes?" Entonces es como si hiciera
una gran corona sobre Inglaterra y dice: "También de
allí
van a querer tirarla". Es como si La Señora hiciera agujeros
alrededor de la corona,
por los que pasan
unas cintas, y como si Ella atara todas esas cintas a Inglaterra.
Entonces
retira el pie de Inglaterra y dice: "No, Inglaterra, esa
política tuya no es justa". Ahora veo de pronto al Rey de
Inglaterra ante mí y es como si se
diera la vuelta
muy rápidamente. Después veo también a Churchill,
de perfil, por encima de
Inglaterra, pero sólo le veo la cabeza.
Entonces La Señora me indica alguien, y veo un obispo de pie,
pero no es de
nuestra Iglesia. Percibo en mi interior: ese es el obispo de
Canterbury. La
Señora lo mira e indica con el dedo. A continuación veo
aparecer detrás de todo eso torres de campanarios. Mientras La
Señora
señala eso, dice: "Allí
habrá un
cambio". Pero me parece que eso será más tarde.
Luego veo al Papa a nuestra izquierda, con dos dedos levantados. Al
otro lado,
frente a él, está el obispo de Canterbury. Entonces llega
otro eclesiástico,
que se le pone al lado. Este último tiene una peluca
blanca con rizos rígidos,
y lleva una sotana larga con alzacuello blanco. (Ida Peerdeman
reconoció esta visión de la Capilla Sixtina años
más tarde en 1966 por
televisión, en el encuentro entre el Papa Pablo VI y el
Arzobispo de
Canterbury Ramsey, en Roma.) Entonces veo que La Señora
está de pie por encima de sus cabezas y dice: "Mira". Desde el
lado del clero
inglés, La Señora pasa un dedo por la cabeza de los
eclesiásticos ingleses y
pone el dedo entre los dos dedos abiertos del Papa.
Desaparece esa imagen y a continuación veo escrito: "51 53".
La
Señora me lo
enseña y en seguida recibo algo en la mano; es como si tuviera
que agarrarlo en
el aire, viene de muy alto. Oigo decir a esa voz: "Poned
atención
a los meteoros". Entonces dice La Señora: "
Ven". Y proseguimos. La Señora dice: "Esa guerra en
Corea es aparencia y el principio de una gran miseria". Entonces veo
que se hacen
demarcaciones y treguas. Después veo a alguien sentado y que
apoya la cabeza en la mano;
está muy
concentrado. Percibo en mi interior que se trata de un dirigente ruso.
Me
parece que es Stalin o Lenín. "Yo les he
avisado de ese peligro", oigo de que alguien dice junto a
mí. Entonces veo la mitad del
globo de la tierra y tengo que mirarlo. Mientras que, por así
decir, lo
sostengo con la mano, tengo que decir: "Aquí observo con
mucha atención y lo
sostengo". A continuación tengo que ir bajando por el
globo en diagonal hacia
la derecha, y más allá trazar una línea recta. Me
siento por eso terriblemente
sofocada.
"Sigamos", dice La Señora. Ahora veo la parte superior de Italia
y tengo
que sujetarla.
Después veo el sur de Italia, y en cierto modo sujeto el
tacón de Italia con el
dedo pulgar, mientras los otros cuatro dedos los pongo sobre el sur de
Italia.
Entonces oigo a La Señora decir: "No, las cosas
ahí no van bien para nada. ¿Dónde
están las
encíclicas?" Tengo que hacer un gesto y
cruzo las manos verticalmente. Sigo viendo manos vacías.
Entonces veo la
basílica de San Pedro y oigo decir a La Señora:
"¿Sabes
cuál es
tu poder? ¿Pero conoces tu doctrina?" Entonces Ella escribe "Encíclicas"
y dice: "Eso está
bien,
así que ponlo en práctica. Que corra a derecha
e
izquierda, arriba y abajo. Tú sabes –y Ella aprieta el
puño– que ese poder
tiene ¡tanta fuerza!". Después me hace ver un "1",
un "2" y un "3". A
continuación veo un libro; una mano se pone sobre el libro. La
Señora dice: "Observa tus
leyes". Y es como si Ella sacara una cosa, y cuanto más saca,
más
larga y más ancha se
vuelve. Mientras hace esto La Señora, dice: "Sabe que ha
llegado
tu tiempo".
Entonces me lleva a una pendiente y me dice: "Urbi et
Orbi" (En
latín: Para la Ciudad de Roma y para el mundo). La
Señora mira conmigo desde esa pendiente hacia la
basílica de San Pedro y
dice: "¿Por
qué tanta
rigidez? Hazlo más amplio". Luego me lleva a un espacio y me
dice: "Ahí tiene
que
llegar". Entonces veo como una especie de angustia y oigo decir: "De
todo este
caos vendrá primero una lucha y sólo después
vendrá un florecimiento". Y ahora siento una gran
melancolía y La Señora se va,
diciendo: "Vendré de
nuevo
con un mensaje".
MENSAJE
24
16 de noviembre de 1950
El
primero de
noviembre de 1950, el Papa Pío XII
proclama el dogma de la Asunción de Nuestra Señora en
cuerpo y alma al
Cielo. A partir de este hecho los mensajes adquieren
un nuevo
rumbo. Este mensaje, el primero tras la
proclamación del dogma, La Virgen María se
da a conocer por primera vez como La Señora de todos
los
Pueblos.
En los
siguientes mensajes Ella dicta su oración, centra la
atención en su imagen y se
refiere por primera vez al último y más grande dogma, el
de Corredentora,
Medianera y Abogada.
Veo a La Señora de pie sobre el globo de la tierra e
indicándolo me dice: "Hija, estoy de
pie sobre este globo, porque quiero ser llamada La Señora
de
todos los
Pueblos". Las palabras "de todos los Pueblos" aparecen
colocándose sobre
su cabeza en
semicírculo. Sus pies están
sobre Inglaterra y Alemania.
La Señora continúa diciendo: "Ya te he dicho:
Misión en el propio país. Y ahora quiero
mostrarte
algo". Entonces La Señora indica de nuevo el globo y está
de pie
con los pies muy
juntos sobre Alemania. Ahora La Señora hace un moviemiento como
poniendo un pie
sobre Inglaterra y dice: "Desde ahora he
puesto un pie ahí". Vuelve a poner el pie sobre Alemania y junta
de nuevo firmemente los
pies. La
Señora está otra vez con las manos abiertas y mira muy
triste a Alemania.
Entonces La Señora dice: "Hija, he puesto
mis pies aquí. Hay que salvar a Alemania. El Hijo te ha
traído precisamente
aquí,
(Ida está ahora recibiendo este mensaje en Alemania) para
que lo
comprendas mejor. He hecho sanar a
muchos enfermos". Ella me muestra un mapa y me indica allí un
lugar; veo
claremente Lourdes y
otros lugares más; no sé qué lugares son. La
Señora dice: "¿Comprendes
ahora lo que deseo aquí? Aquí hay
tantas almas
enfermas; hay que salvarlas. ¿Por qué se van de
aquí, de Alemania, tantos
religiosos a las misiones? Que se queden aquí. Aquí hay
tanto trabajo que hacer".
La Señora indica algo y veo el Vaticano, mientras dice: "Que el
Papa
envíe los medios y llame a los pastores, de lo contrario
Alemania se perderá.
Hay una enorme apostasía. La gente no quiere contribuir a la
construcción de
nuevos edificios e iglesias. Hay que exhortar a
los
eclesiásticos para eso. Es un trabajo
difícil.
Yo sólo advierto. Los otros se esfuerzan en arrebatarle a Roma
el pueblo
alemán". A continuación veo frente a mí una
calavera en el suelo,
con dos huesos
cruzados. La Señora los coge
y los pone a sus pies, sobre Alemania. Entonces
dice: "El Hijo quiere
dar su protección especial y me ha enviado a ayudar a Alemania.
Pero hay que
animarles a que hagan lo que yo les digo".
Entonces veo muchos niños pequeños que vienen a su
alrededor y la miran
extasiados. La Señora los señala y luego veo a mi
izquierda a hombres y mujeres
de pie, pero muy lejos de La Señora y los niños. La
Señora junta las manos y dice: "Alemania tiene
que comenzar a recuperar la unidad, cada uno en su propia casa. Los
hijos
tienen que estar de nuevo unidos al padre y a la madre. Que se
arrodillen y
recen juntos el rosario". Luego parece como si La Señora
despidiera a los niños y
dice: "Tiene que
empezar desde la base y luego extenderse por todo el mundo. La caridad
tendrá que ser bien practicada de nuevo. Tendrá que
surgir una
gran acción entre los católicos. Se podrá
hacer
divulgándola; predicando más sobre esto en las
iglesias. Por todas partes
emprender la acción". Y mientras parece como si La Señora
empujara a la gente. "Es muy
importante que esto se haga. Hay otros que
están
tratando de destruir a Alemania. El pueblo
está ahora
dispuesto. ¡Así que dilo, dilo!" Entonces La Señora
hace con el dedo un gesto de advertencia: "¡Que
trabajen
fuertemente!"
Después de esto, veo otra vez al Papa delante de
mí. La Señora dice: "El Papa lo
hará
si si se lo piden". Entonces La Señora extiende
las manos cruzadas sobre Alemania. Luego se retira de Alemania y veo el
globo
de la tierra, que da una vuelta bajo sus pies. La veo de nuevo sobre el
mundo y
me señala Roma. Ahora
advierte con el dedo y dice: "Que el Papa
continúe siempre así. Ahora es la gran oportunidad para
Roma". Veo diversas iglesias ante mí y La Señora, con un
solo
movimiento de la mano,
las derriba a todas. Entonces veo en el fondo la gran cúpula del
Vaticano. La
Señora dice: "Ahora ha
llegado la gran oportunidad, a condición de que el Papa lleve a
cabo lo que se
ha propuesto hacer
". Y La Señora tiene la mano sobre el Papa, protegiéndolo.
Entonces Ella dice: "Vendrá una
gran
agitación en el mundo. Los rusos no se van a detener así.
Por eso digo: Yo soy La Señora de todos los Pueblos".
Al decir esto recalca la palabra "todos".
MENSAJE
25
10 de diciembre de 1950
Veo venir una luz de la izquierda. Tengo
que juntar las manos. Entonces veo a La Señora otra vez de pie
sobre el mundo. Después parece
como si La Señora me llevara con Ella, y ahora veo que me pone
delante el globo
terrestre, como un mapa. Ahora La Señora pone algo sobre el mapa
y siento un
dolor horrible en todo el cuerpo. Entonces veo que La Señora ha
puesto una Cruz
enorme sobre ese mapa. Al mirarla siento un dolor tremendo en las manos
y en la
cabeza. Es como si todos los músculos se contrajeran. La
Señora dice: "
Ese es el
madero
que es colocado sobre el mundo", e indica el palo largo. Después
indica el palo horizontal y por
último indica
de nuevo la Cruz entera y dice: "Te hago sentir
los dolores de ese madero".
Siento ahora en la cabeza una sensación de fiebre y es como si
me diera una sed
enorme, tan espantosa, que casi no la puedo soportar. A
continuación La Señora
me dice que levante la mano derecha extendiendo el pulgar y dos dedos.
Con la
mano izquierda tengo que cerrar el puño. La Señora dice:
"
La mano derecha
es la Verdad y la otra es el puño. Esa debes tenerla levantada
para que todos
la vean". Mientras hago esto, veo que detrás del globo con la
Cruz
aparece gente de todas
las naciones. Entonces tengo que ponerme el puño delante de los
ojos. Al
hacerlo, siento un dolor tan tremendo que me retuerzo y empiezo a
llorar. De
nuevo es como si todos los músculos de mi cuerpo se contrajeran.
Le digo a La Señora: "El puño me duele muchísimo".
Entonces los dolores empiezan a calmarse y junto de
nuevo las manos.
La Señora dice: "Ven. Vamos a
pararnos en el centro. Yo deseo poner mis pies en medio del mundo, y te
lo
mostraré: esa es América". Entonces señala otra
parte y dice: "Manchuria;
allí
ocurrirá una insurrección". Luego veo marchar a los
chinos, y les veo superar una línea.
Después tengo que
mover la mano sobre Formosa y Corea. Oigo a La Señora decir:
"Hija, te lo he
dicho: Esto es apariencia. Quiero decir que vendrán
períodos de calma aparente,
pero eso no durará mucho. Los pueblos
orientales
han sido despertados por una clase de gente que no cree en el
Hijo".
Proseguimos. Ahora veo la
gran China en toda su extensión, y tengo que juntar los brazos
de una manera
peculiar. Veo un gran hombre (quiero decir, interiormente grande),
sentado en
un trono. La Señora dice: "Está
triste. Su
imperio será dividido por un tiempo". Luego La Señora
indica América y hace un gesto de
desaprobación con el dedo,
diciendo muy seria: "No lleves tu
política al extremo". Después Ella me hace palpar
dos veces la pesada cruz que también yace sobre América.
A continuación veo Asia.
Entonces veo que La Señora extiende sus brazos, como protegiendo
una parte, que
me parece ser Ucrania. Entonces veo arriba, a la izquierda, en Rusia,
una luz
deslumbrante; es como si estallara desde el suelo. Es un
espectáculo horroroso. "Y después
ya no
ves más nada", dice La Señora, y quedo cegada por esa
luz. Luego veo una
llanura reseca. Es
una imagen desagradable, como si la muerte hubiera pasado por
allí. Después veo frente a mí
gentes con velos sobre la cabeza y envueltas en mantos, que mantienen
cerrados,
sujetándolos con las manos cruzadas sobre el pecho. La
Señora dice: "También
allí
vendrá de nuevo una lucha por Tierra Santa y se librará
una batalla por Nuestro
sitio". Esto último La Señora lo dijo tan bajito, que no
pude
entender si dijo "lucha"
o "dilema". "También el
Japón tiene que tener cuidado. Te digo todo esto, ya que
tú lo vivirás. Pues soy La
Señora de todos los Pueblos y tú lo dirás".
Entonces veo a La Señora en su postura habitual, de pie ante
mí y con los
brazos abiertos. Yo le
pregunto: "¿Me creerán?." Pregunto esto, ya que he tenido
muchas
dificultades. La Señora
responde: "
Sí, por eso ya
había venido antes a ti cuando tu aún no
comprendías. Entonces no era
necesario. Era la prueba para ahora". (En octubre de 1917, cuando
Ida tenía 12 años,
había visto durante tres
sábados consecutivos a una hermosa y resplandeciente "Dama
vestida de blanco". El primero de
esos sábados fue el 13 de octubre de 1917,
día en que tuvo lugar el milagro del sol en Fátima.)
Ahora tengo que cerrar el puño de una mano y levantar los dedos
de la otra.
Entonces dice La Señora: "
Esas dos manos
se enfrentarán. Pero después de mucha lucha y dolor, la
mano con el puño caerá,
porque la Verdad siempre triunfará. Pero por desgracia,
habrá mucho que
cambiar. Di que la Iglesia ahora va por buen camino". La Señora
se detiene y dice: "Los diocesanos
y los religiosos". (Los
sacerdotes regulares pertenecen a órdenes
religiosas; los sacerdotes seculares son los que están
vinculados a una diócesis
bajo la autoridad de un obispo.) Parece como si Ella diera con un
puño sobre la mesa. Oigo un
golpe fuerte y la
veo decir que no con la cabeza. Entonces dice: "Entre los
diocesanos ¡aún hay tanta indiferencia que eliminar...! En
este
tiempo, que piensen
bien lo que están haciendo". Al principio no me atrevía a
repetirlo, pero La Señora me
miró muy enojada y
tuve entonces que decirlo.
Después parece como si La Señora agrupara dos filas de
personas. Veo hombres de
pie a su derecha y mujeres a su izquierda. Indica la fila de mujeres,
sintiendo mucha
lástima. Mueve la cabeza llena de compasión y dice, como
hablándoles a esas
mujeres: "¿Conocéis
todavía vuestra tarea? Escuchad bien: Como
sea la mujer, así será el hombre. Mujeres, dad
vosotras
el ejemplo. Volved a ser mujeres". Después mira la fila de
hombres y dice: "Para vosotros,
los hombres, tengo una pregunta: ¿Dónde están los
soldados de Cristo? No tengo más que deciros".
Entonces parece como si de esas dos filas La Señora hiciera una
sola. Ella las
une con un arco. Ahora veo
filas interminables de hombres y mujeres, unas junto a otras.
Después ese arco se vuelve una gran
cúpula
y por encima de la cúpula se forma una gran iglesia. En medio de
la iglesia
aparece la siguiente imagen: una Paloma blanca que va despidiendo rayos
de luz.
La Señora dice: "Que esos rayos
desciendan sobre los hombres. Les ayudaré, pero hay que trabajar
enseguida y
en serio".
Luego veo que ahí está el Papa, pero sólo el
busto. Está como por encima de
todo eso. Lleva una corona
especial, con piedras
preciosas engastadas. Mientras lo miro, oigo decir a La Señora:
"Una tiara". Entonces parece como si La Señora se dirigiera al
Papa,
diciéndole: "Vas en buena
dirección. Yo te ayudaré. Emplea aún
más tus medios modernos y persevera. A Roma le ha
llegado la
oportunidad. ¡Aprovéchala! Tendrás que superar
huracanes, pero serás asistido".
Entonces La Señora me dice:"
Ahora
continuemos. La situación de Francia es muy
grave". Veo Francia en toda su extensión y que en medio hay una
estatua
de Napoleón. Y
oigo: "Francia, te has
hundido militar, política y espiritualmente.
¿Dónde están tu orgullo y tu
gloria?" Entonces veo muchas manchas rojas sobre Francia. Oigo la
voz que dice: "Y sinembargo,
se necesita tan poco para hacerles volver en sí".
Después La Señora indica
diferentes países y dice: "Pero, ¿por
qué
no se unen?" Entonces veo Holanda, Francia, Bélgica e Inglaterra.
Después La Señora indica una línea gruesa en
Alemania y dice: "Europa está
dividida en dos". Agarro esa línea y la quito. Ahora veo una
mancha muy negra,
excepto en los
países de la costa. A esos los veo claramente. Luego
pasamos por encima de un
río. La Señora dice: "El río
Oder". No veo correr agua, sino que es de color rojo. "Está rojo
de
sangre", dice La Señora. Entonces veo ramas rojas que van hacia
el Oeste.
Entonces oigo decir: "Turquía,
¿estás
atenta de verdad?" Entonces veo los estrechos
del Bósforo y los Dardanelos. Entonces
tengo que hacer algo curioso. Tengo
que usar mis manos como garras y clavarlas
sobre el mapa. Tengo que
poner mis brazos como si fueran las patas de una fiera. La
Señora dice: "
Tú
sólo tienes
que representarla. Tú eres como una fiera que está sobre
Europa con las uñas
afiladas, lista para saltar". Veo esa fiera, que quiere saltar sobre
Europa. Mira a la izquierda y a
la
derecha, pero luego retira lentamente las patas.
Entonces oigo decir aquella voz: "Después de
angustias y sufrimientos verán lo siguiente". Y veo ante a
mí un paisaje
apacible, por el que van ovejas y corderos, con un pastor en medio de
ellos. La
Señora dice: "
Comprende bien
todo esto y transmítelo". Entonces La Señora desaparece
de repente.
MENSAJE
26
25 de enero de 1951
En realidad, se me dio este mensaje en un sueño. (En el
siguiente mensaje nº 27, La
Señora hace
referencia a esta visión.) Me había quedado
profundamente dormida y soñaba. Pero,
sea como sea, estaba
semiconsciente en el momento en que se me dio el mensaje. Cuando el
sueño hubo
terminado, me desperté del todo. Luego me levanté y yo
misma escribí el
mensaje.
En la noche del 24 al 25 de enero de 1951 soñé que me
encontraba en algún lugar
remoto, en una especie de sala pequeña o habitación.
Allí llegó de pronto La Señora y se me puso
delante. Iba vestida con un amplio manto
doblado; el velo
que Ella llevaba normalmente sobre la cabeza, ahora lo llevaba puesto
alrededor
del cuello, se le veían los pies y llevaba sandalias. Ella me
dijo: "Fíjate bien
y
escucha".
Entonces vi enfrente de mí una mesa larga y detrás una
especie de sofá, en el
que vinieron a sentarse algunos hombres; se sentaban medio recostados.
En el
centro vi una Figura luminosa y delante de Él había pan y
un cáliz con vino. La
Señora se encontraba al fondo de esa escena y me dijo de nuevo:
"Fíjate bien
y
escucha".
De repente la sala se convirtió en una iglesia grande y llena de
gente, en
medio a la cual estábamos La Señora y yo, mirando.
Entonces escuché la voz de La Señora, que decía:
"Se tendrá
que
promulgar un decreto, y así se hará, estableciendo que ya
no sea necesario
estar en ayunas para poder comulgar. Hay tantas parsonas que,
precisamente
cuando están en la iglesia, podrían sentir una gran
necesidad de recibir la
Comunión y sin embargo se ven impedidas por no estar en
ayunas". Entonces La Señora indicó
esos hombres y dijo: "Esos hombres
también fueron de la calle a la Mesa". Y en seguida vi por un
instante aquella sala.
"Mira, –dijo La Señora– primero se
acercan pocas personas a recibir la Comunión". Entonces
oí de pronto una voz, como si viniera de afuera y que
promulgaba el decreto.
Y entonces vi como las personas acudían en gran número a
la sagrada Mesa. "Así
tiene que ser y así será", dijo La Señora.
"¿Ves
ahora la diferencia?" Y de repente todo desapareció
y me desperté.
MENSAJE
27
Domingo 11 de febrero de 1951
(Fiesta de
Nuestra Señora de Lourdes. La Señora
enseña la ORACIÓN)
Veo una luz brillante y entonces veo a La Señora de pie. Ella
dice: "Yo soy La
Señora, María, Madre de todos los Pueblos.
Podéis decir: La Señora de todos
los Pueblos, o bien, Madre de todos los Pueblos, que
un día
era María. Vengo precisamente hoy, para decirte
que deseo ser
eso. Los hijos de todas las naciones serán uno
sólo".
Entonces La Señora se queda
un momento sin decir nada, en la postura que ya me es familiar.
Entonces dice: "El mundo entero
está revolucionado. Pero lo peor de todo es que los hombres de
este mundo son
llevados a la revolución". Y entonces parece como si La
Señora caminara por todo el globo,
y veo que todo
el mundo se revuelve y entra en una revolución.
"Yo te llevo
conmigo" dice ahora La Señora; y de repente estoy con Ella sobre
Italia.
Veo el Vaticano
y entro con La Señora en la basílica de San Pedro.
Caminamos por el pasillo del
medio y nos detenemos más o menos en medio de la
Basílica. A ambos lados veo
gradas, bancos que suben de forma escalonada. En esos bancos veo
sentados cardenales y obispos
con mitras blancas. La Señora dice: "Fíjate
bien, esos son los obispos de todos los países". (Años
después, entre 1962-1965 se sucedió el
Concilio Vaticano II que Ida vió por televisión
reconociendo esta imagen de la visión.)
Entonces veo al Papa sentado,
con una tiara. Está sentado al final del pasillo del centro. En
torno a él, veo un par de
eclesiásticos
de pie. En una mano tiene un
cetro y la otra mano la tiene con dos dedos levantados, en la
posición
acostumbrada. El Papa tiene un libro grande y grueso delante de
él. La Señora
dice: "Escucha bien,
hija. Ya ha habido cambios y otros
están en preparación (Concilio Vaticano II).
Sin embargo, quiero
traer el
mensaje del Hijo. La doctrina es buena; no obstante, las leyes pueden y
deben
ser modificadas. Quiero decirte esto precisamente hoy, porque el
mundo se
encuentra en una gran revolución. Nadie sabe en
qué
dirección hay que ir. Por eso, el Hijo quiere que yo
de este mensaje".
Y ahora me encuentro de repente delante de una gran Cruz. La miro y
siento dolores
espantosos. Me dan calambres de los pies a la cabeza. Es como si todos
los
músculos de los brazos se contrajeran, obligándome a
cerrar los puños. Siento
como si se me desgarrara la cabeza y como una sensación de
fiebre y que la
cabeza se fuera a reventar. Por eso me pongo a llorar. Ya no puedo
soportarlo más y le
pido a La Señora si todo eso podría pasar. Entonces Ella
sonríe. El dolor
dura un poco más y luego todo
se acaba. Entonces La Señora me dice: "Que todos
vuelvan a la Cruz; sólo entonces habrá paz y
tranquilidad".
Mientras esto y todavía con La Señora de pie ante la
Cruz,
Ella dice: "Repite lo que
digo". Eso me pareció extraño; pensé: ¡pero
si ya
repito todo lo que Ella dice! Y de repente veo que La Señora se
vuelve aún más
hermosa de lo que ya era. La
luz que siempre la rodeaba se vuelve más clara y brillante,
tanto que ya casi
no puedo mirarla. Las manos, que tenía siempre hacia abajo,
ahora las levanta,
juntándolas. Su rostro se vuelve tan celestial, tan sublime, que
no hay
palabras para describirlo. Su figura se vuelve aún más
traslúcida y tan bella,
que me quedo embelesada contemplándola. Entonces dice La
Señora:
"Reza,
pues, ante
la Cruz:
Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo
habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados
de la corrupción, de las calamidades y de la guerra.
Que La Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.
Amén."
La Señora dice esta oración de una
manera
tan hermosa e impresionante, que nadie en el mundo la podría
decir como Ella.
Ella recalca la palabra "ahora", al decir "manda ahora tu
Espíritu", y la
palabra "todos", cuando dice "haz que el Espíritu
Santo habite
en el corazón de
todos los pueblos". También la palabra "Amén"
la
pronuncia de manera hermosa y
solemne. Estoy todavía ante la Cruz y he rezado y repetido la
oración, esas
palabras que La Señora dijo. Es como si se hubieran quedado
grabadas en mi
mente. Ahora las veo escritas
con letras muy grandes.
La Señora continúa: "Hija, esta
oración es tan breve y sencilla que cada uno puede decirla en su
propia lengua,
ante su propia cruz. Y los que no tengan una cruz, pueden
rezarla a
solas. Este
es el mensaje que hoy precisamente quiero dar, porque ahora vengo
a
decir que
quiero salvar las almas. Que todos colaboren en esta gran obra
para el
mundo.
Que cada hombre se decida personalmente a colaborar".
Entonces La Señora levanta un dedo y dice: "Sobre todo en
lo que respecta al primer y más importante mandamiento: el
Amor". Ahora veo esta palabra escrita con letras grandes.
"Haz que
empiecen por esto", dice La Señora.
A continuación veo un determinado grupo de personas; La
Señora los mira con
compasión y dice: "Y entonces los
pequeños de este mundo dirán: ¿Qué podemos
hacer nosotros? Pues los grandes son los que hacen esto". Esto lo dice
muy dulcemente,
como sintiendo muchísimo afecto por esas personas que la rodean.
Pero luego
cambia el semblante de La Señora y dice con fuerza: "Y ahora
digo a
los pequeños: Si perseveráis en el amor
recíproco,
ni siquiera los grandes
tendrán mayores posibilidades. Poneos ante vuestra cruz y
decid
lo que os he
dictado y el Hijo os escuchará".
Entonces La Señora me dice: "Otra vez
vendrá
una gran calamidad natural. Los grandes de este
mundo nunca estarán de acuerdo. La gente
buscará acá y
allá. Cuidado con los falsos profetas. Busca y pide
únicamente el verdadero
Espíritu Santo, porque en este momento se trata de una guerra de
ideas. La
lucha ya no es de razas o pueblos, la lucha ahora es de
espíritus. ¡Entiéndelo
bien!"
Entonces La Señora junta las manos. Veo ahora al Papa con los
cardenales y los
obispos. La Señora dice, como si se dirigiera al Papa:
"Tú puedes
salvar el mundo. Ya lo he dicho otras veces: Esta es la oportunidad
para Roma.
Aprovecha este momento. Ninguna iglesia en el mundo es estable como la
tuya.
Pero adáptate a tu tiempo e insiste en poner al día a los
religiosos,
sacerdotes, seminaristas, etc., etc. Insiste, llévalo a cabo
hasta en los
mínimos detalles. La doctrina permanece, pero las leyes pueden
ser cambiadas. Haz que los hijos de este mundo gocen más
del Memorial de mi Hijo". Luego La Señora me dice: "Te he
mostrado
en el sueño como se puede lograr que se comulgue con mayor
frecuencia. Esto te lo digo de Holanda y de todos los
demás países en que no se hace".
"A Alemania
quiero decirle: Que en este país todos se pongan a trabajar
fuertemente, para
volver a traer a todos los que se han extraviado, a lo que es el
centro: la
Cruz. Sacerdotes hay muy pocos,
pero seglares hay muchos. Llevad a cabo pues,
una gran acción entre los seglares para exhortarlos a este
propósito. Trabajad
aquí sobretodo con gran amor y caridad. Que los grandes de
Alemania ayuden y no se alejen de la Iglesia". Entonces La
Señora dice lo siguiente en
alemán: "Deutschland
jedoch liegt mir sehr am Herzen. Die Mutter Gottes weint über die
Kinder
Deutschlands. (Sin embargo, Alemania me
importa muchísimo. La Madre de Dios llora por los
hijos de Alemania.) A Francia,
Bélgica, Los Balcanes y Austria, les digo esto: No os
dejéis llevar por el
espíritu de la mentira. A Italia le
digo: vosotros, los grandes de Italia, ¿sabéis
cuál es vuestra tarea? A Inglaterra le
digo: Yo volveré, Inglaterra.
A
América le digo: No impongas tanto tu política y busca
el Verdadero Espíritu. Estoy contenta que
en
este momento América encuentre más la Fe".
"A Africa le
digo: Dí que allí deseo un seminario. Ayudaré a
los
dominicos. Di esto a tu director espiritual.
(Al Padre
Frehe, dominico y director espiritual de Ida, habían acudido sus
hermanos dominicos para que pidiera por un Seminario de La Orden de
Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, en Africa.) Dile,
además,
que el Hijo está satisfecho de su trabajo y su dirección.
De todos modos, dile
que en estas cosas se atreva a ir más a fondo. Te quiero
utilizar
solamente para realizar la voluntad del Hijo en este
tiempo. Una cosa sí quiero pedirte: que tú, hija de
hombre, ayudes a la gente
lo más que puedas. Yo te daré la fuerza
necesaria. Tu
director espiritual ha
sido elegido para ayudarte en esta tarea. Aparte de esto, todo
lo demás puede
seguir así como está. El me entenderá. Por lo
demás,
deseo decirles a todos los pueblos asiáticos y orientales,
conozcan o no al
Hijo: Nosotros cuidamos de ellos".
Entonces La Señora señala nuevamente el globo de la
tierra y dice: "Este tiempo es
Nuestro tiempo. Tú, hija, eres solamente el instrumento para
transmitir estas
cosas. Y así lo harás. Sí, hay suficientes
pruebas, las he dicho también hoy. Diles que quiero ser La
Señora de todos los Pueblos".
MENSAJE
28
4 de marzo de 1951
La Imagen de La Señora de todos los Pueblos
Veo una luz brillante y después oigo: "Aquí estoy
de
nuevo". En medio de esa luz veo a La Señora de pie. Ella dice:
"Fíjate bien
y
escucha lo que tengo que decirte". La Señora sacude la cabeza,
como si me desaprobara, y dice: "Hija,
transmitirás mi mensaje, ¿verdad? Mi única
intención es hacer que la voluntad
del Hijo se cumpla en este tiempo. Entiéndelo bien, tú
eres sólo el
instrumento".
Entonces es como si La Señora se pusiera muy claramente ante
mí, y me dice: "
Mira mi imagen
y obsérvala detenidamente". Y hace un gesto como diciendo: "tócala".
Entonces me deja tocar
realmente con mis
manos el contorno de su figura, pero siento ese contorno como algo
espiritual.
Su pelo es espeso y ondulado, hasta los hombros. Es como si en ese
momento
fuera humana y a la vez no. Veo que su velo es de lino; blanco, pero no
blanco
puro. Parece como si se hubiera echado el velo un poco hacia
atrás para dejar
ver mejor su cara. La Señora dice: "Eso es,
grábate
bien esto en tu memoria. Estoy sobre el globo
de la tierra y estoy pisando firmemente con mis dos pies. Ves
también
claramente mis manos y mi cara, mi pelo y mi velo. El resto
está como en la niebla".
Veo por un momento que alrededor de Ella hay neblina. "Fíjate
bien en lo que sobresale a los dos lados a la
altura de mis hombros, y sobre mi cabeza". Sorprendida, veo que se
trata
de una Cruz y digo a La Señora: "Es una Cruz, veo el
travesaño y el palo
vertical que sobresalen". La Señora sonríe y dice:
"Entonces,
¿te
has fijado bien? Te he mostrado mi cabeza, mis manos y mis pies, como
de un ser
humano. Fíjate bien, como los del Hijo
del Hombre. El resto es el Espíritu".
"Harás que
esta
imagen sea hecha y la difundirás junto con la oración que
te he dictado. Este
es mi deseo por hoy, y quiero que esto se haga en muchos
idiomas. Esa es la
respuesta para tu director espiritual. Hija, sigo insistiendo en que
esto se
haga. Es de suma importancia que tú, hija de hombre, no permitas
que otros te
lo impidan. Y así tú misma serás fuerte y
perseverarás". Entonces le pregunto a La Señora:
"¡Me siento tan débil para esto!
¿Me creerán?" Y Ella responde: "Sólo
te
pido
que hagas lo que te digo. Más no se te pide. Sólo deseo
que esto se haga. Tú,
hija de hombre, ¿puedes acaso calcular el gran valor que esto
puede tener? Dile esto también a tu director espiritual. Porque
en
éste tiempo quiero ser La Señora de todos los Pueblos.
Y
por eso
quiero que la oración, junto con la imagen, sea traducida en
todos los idiomas
más conocidos y se rece todos los días. No temas".
Ahora La Señora se queda inmóvil, de pie ante mí,
y puedo verla muy claramente.
Entonces dice: "Ahora te
explico por qué vengo de esta forma. Estoy como La Señora
ante la Cruz. Con la
cabeza, manos y pies como de un ser humano. El cuerpo, sinembargo, es
como del
Espíritu, porque el Hijo vino por la voluntad del Padre. Pero
ahora vendrá el
Espíritu al mundo, y por eso quiero que se pida para que
venga". La Señora hace una pausa y dice: "Estoy de pie
sobre el globo porque eso tiene que ver con el mundo entero". Entonces
La Señora traza como un semicírculo con la mano
y dice: "Fíjate
bien". Ahora
veo un semicírculo que va de un extremo al otro del palo
horizontal de la Cruz. Es como si ese círculo fuera de una luz
particular, y
dentro veo
destacarse letras de imprenta negras: al lado izquierdo "de Vrouwe"
(La
Señora); arriba en el centro "van alle" (de todos), y a
la
derecha "Volkeren"
(los Pueblos).
Entonces La Señora dice: "¿Por
qué te doy esto aquí? Porque en esto tengo una
intención especial; será para más adelante.
Transmíte bien todo. Este es por
hoy mi mensaje. El espíritu de la falsedad
penetra de un modo tan tremendo, que es necesario que todo esto
se realice
cuanto antes. El mundo entero se está degenerando y por eso el
Hijo envía a La Señora de todos los Pueblos,
que un día era
María".
MENSAJE
29
28 de marzo de 1951
Veo una luz brillante y a continuación oigo: "Aquí estoy
de
nuevo, La Señora de todos los Pueblos". Entonces veo claramente
a La Señora de pie ante mí. Ella dice: "Sólo vengo
a
darte el siguiente mensaje: Dile a tu director
espiritual que así todo va bien. El Hijo quiere sólo que
le obedezcan. Hay que
cumplir su voluntad. Fíjate bien
otra vez como soy." Ahora parece que La Señora se
me acerca más y ahora me muestra todo muy claramente. Entonces
dice: "Así
habrá que
difundirla. Al texto de la oración dictada no se le puede
cambiar nada." De nuevo La Señora dice la oración
de la
misma manera,
tan preciosa y con esa
expresión celestial:
"Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo
habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados
de la corrupción, de las calamidades y de la guerra.
Que La Señora de todos los Pueblos,
que un día era María,
sea nuestra Abogada.
Amén."
Mientras La Señora reza la oración,
hace
que yo la lea en letras de imprenta. Entonces veo que la palabra
"ahora" de "manda ahora tu Espíritu", y la
palabra "todos" de "La Señora de todos los
Pueblos", están subrayadas. Entonces dice La Señora: "Que
un día
era
María", tiene que permanecer así. Dile además
a
tu director espiritual que la prudencia es buena. Pero que el Hijo me
envía a
ti para llevar a cabo esto, lo cual es su Voluntad. No tengas
miedo, hija.
Estoy como La Señora ante la Cruz y como tal quiero ser
traída de nuevo al
mundo. Y tú, hija, eres sólo el instrumento, sólo
el instrumento. Ya te he
mostrado anteriormente (En la
visión nº 23): 51 53.
¿Sabes
tú,
hija mía, qué época es esta? Esta
época, de tal apostasía, el mundo nunca la ha
vivido; y por eso quiero que esto se lleve a cabo
rápidamente y sin miedo. Di esto a tu director espiritual; que
en este tiempo moderno, en
este mundo
moderno que sabe actuar tan rápidamente en lo material,
también en lo
espiritual hay que actuar de forma moderna y rápida."
En ese momento veo Roma de repente ante mí. Oigo decir a La
Señora, moviendo el
dedo en señal de desaprobación: "¿Conoces
tus
leyes?" Entonces La Señora me dice de nuevo: "Dile además
a
tu director espiritual que no tenga miedo. Él me
entenderá, pues he sido yo
quien ha elegido a él y a ti para transmitir esto. Este es mi
mensaje especial
por hoy, para que se haga. Ya he dicho
anteriormente: la Cruz hay que traerla de nuevo al mundo, en
éstos
años, del 51
al 53. Vosotros no sabeis lo que el futuro os depara. Vosotros no os
dais
cuenta del gran peligro que corre Roma. Roma se cree que aún sea
fuerte, pero
no sabe cuánto es socavada en sus fundamentos.
¿Sabéis cuánto hay que actuar
rápidamente? ¿Sabéis que la teología tiene
que ceder ante la causa de mi Hijo?"
A continuación La Señora dice: "Ahora me quito
de la Cruz y me pongo junto a ella". Ahora Ella se pone a un lado y es
como si yo me viera delante de la
gran Cruz. Otra vez me dan esos
dolores horribles. Duran un poco.
Entonces La Señora viene a
ponerse de nuevo ante la Cruz y dice: "Harás lo
que te
digo, hija. Yo te ayudaré, a ti y a los
demás. Quiero que se difunda en muchos idiomas. En esto
te ayudaré. Pero no tengas tanto miedo. ¿Por qué
tendrías de tener miedo de la causa
del Hijo? Hazlo saber, pues de lo contrario el mundo se
corromperá. Pues sino
el mundo se autodestruirá. Pues sino vendrán siempre
guerras y quedará la
destrucción. Roma tiene que
saber cuál es su tarea en este tiempo. ¿Sabe Roma
qué enemigo la acecha, que va
arrastrándose por el mundo como una serpiente? Y no me refiero
sólo al
comunismo; vendrán todavía otros muchos profetas, falsos
profetas. Por eso habrá que utilizar esos
medios. Estoy como La Señora ante la Cruz, como la Madre ante mi
Hijo, que por el Padre vino a mí. Y por eso estoy ante mi
Hijo como la Abogada
y la Portadora de este mensaje para este mundo moderno."
MENSAJE
30
1º de abril de 1951
Veo una luz brillante y oigo una voz que dice: "Hija, la vez
anterior vine sólo para que se supiera que era yo". Y ahora veo
que La Señora
sale de esa luz. Ella me dice: "Ahora estoy
aquí para seguir explicándote. Fíjate bien y
escucha con atención lo que he de decirte. Estoy aquí y
quiero ser La Señora de todos los Pueblos; no sólo de un
pueblo en particular,
sino de todos". Diciendo esto, La Señora abre los brazos y veo
muchísima gente de todo tipo,
incluso gentes que yo ni siquiera sabía que existían.
La Señora continúa: "Ahora te voy a
seguir explicando. Fíjate bien. Trata de
comprender el contenido de este mensaje. Yo estoy de pie ante la Cruz,
con la
cabeza, las manos y los pies como de un ser humano. Mi cuerpo es como
del Espíritu. ¿Por qué estoy así? Mi cuerpo
también fue llevado al Cielo, como el Hijo. Ahora me encuentro
ante la Cruz ofreciendo el Sacrificio, pues yo sufrí con mi Hijo
espiritualmente y sobre todo corporalmente. Este será un
dogma muy discutido".
Yo le digo a La Señora que este mensaje me asusta. Entonces La
Señora dice: "Hija, transmite esto y di que los dogmas marianos
quedan clausurados
con este". Mientras La Señora dice esto, forma una especie de
anillo
o círculo, que cierra
por decir así con una llave. "Tú
no tienes que hacer más que transmitir esto. He dicho que
la
teología tiene que ceder ante la causa de mi Hijo. Con esto
quiero decir: Teólogos, el Hijo siempre busca lo pequeño
y lo sencillo para su
Obra. ¿Creéis vosotros en lo pequeño
y sencillo que predicais a los demás? Hay que creer con
sencillez. Ya no tenemos mucho más tiempo para esperar. Este
tiempo es Nuestro
tiempo".
Ahora La Señora se queda largo tiempo delante de mí sin
decir nada y sólo me
mira sonriendo. Entonces Ella
se retira de la Cruz y siento de nuevo esos dolores espantosos. Primero
me dan
terribles calambres en todos los músculos del cuerpo. Luego
desaparecen y me
siento mentalmente muy cansada y extraña. Después veo a
La Señora otra vez ante
la Cruz y cesan mis dolores.
Ahora veo
a La Señora como en la niebla. Su
cuerpo es tan transparente, que a través de él,
veo claramente la Cruz delante de mí. Inmediatamente empiezan de
nuevo esos
horribles dolores. Esto dura un poco y luego todo vuelve otra
vez a la
normalidad, y La Señora me dice: "Hija, como ha
sufrido Él, así he sufrido también yo, como Madre
del Hijo del Hombre. Repítelo
bien".
Después La Señora me indica el globo terrestre sobre el
cual está de pie, y veo
como si alrededor de Ella estuviera nevando. La Señora
sonríe y dice: "¿No lo
entiendes? Observa bien el globo". Entonces veo el globo
terrestre cubierto por una gruesa capa de nieve. Ahora La Señora
sonríe de
nuevo y dice: "Mira otra vez
el globo". Es como si el sol lo iluminara; como si la nieve se
derritiera y
desapareciera
lentamente del suelo. Entonces dice La Señora: "Te preguntas
qué significa eso. Ahora te doy la explicación de
mi venida de hoy. Como los
copos de nieve van cayendo sobre la tierra y van cubriendo el suelo con
una
espesa capa, así se difundirá la imagen con la
oración y caerá en los corazones
de todos los pueblos".
Mientras dice esto, veo a
todos esos pueblos de pie delante de mí. La Señora indica
entonces su propio
corazón y luego los corazones de todas esas personas y dice: "
Como la nieve
se deshace en la tierra, de la misma manera el fruto -el
Espíritu- penetrará en
los corazones de todos aquellos que digan esta oración cada
día, pues piden que
el Espíritu Santo venga al mundo. Y ahora me
dirijo a los que desean un milagro. Pues bien, les
digo: Comenzad esta
obra de
redención y de paz, llenos de celo y fervor, y vereis el
milagro. Este es mi mensaje para hoy, pues el tiempo
apremia. Hay que emprender una gran acción en favor del Hijo,
de la Cruz y de la
Abogada y Portadora de la paz y la tranquilidad, La Señora de
todos los
Pueblos.
"Tú, hija,
tendrás que colaborar sin miedo ni temor. Tú
sufrirás física y espiritualmente.
Más tarde verán cuál ha sido mi intención.
Yo te daré indicaciones para la
difusión. Hoy te he traído aquí, en todo silencio
y calma, para que puedas
transmitir bien mi mensaje. Di que esto
es
urgente. El mundo está tan corrompido y es tan materialista, que
es urgente
volver a llevar la fe sencilla entre los hombres. Eso es todo lo
que necesitan:
la Cruz con el Hijo del Hombre. Vosotros, padres de
familia de este mundo, enseñad a vuestros hijos a volver a la
Cruz. Yo les
ayudaré como La Señora de todos los Pueblos. Y
tú, Hija,
en
tu regazo pongo a todos los hijos de los hombres. ¡Mírame
y ten confianza!"
Luego La Señora se queda mirándome largo rato y va
desapareciendo lentamente,
mientras me dice: "Este tiempo es
Nuestro tiempo".
Veo otra vez esa gran luz brillante. Muy despacio, La Señora
comienza a emerger
de esa luz hasta encontrarse muy claramente delante de mí. La
Señora no dice
nada todavía, sólo me mira sonriendo. Esto dura un
momento, hasta que empieza a
hablar. La Señora dice: "Hija,
fíjate
bien otra vez".
Ahora La Señora indica el lienzo que lleva alrededor de su
cintura; tengo que
mirarlo bien. La Señora dice: "Has expresado
todo correctamente. Estás en el buen
camino. Tan sólo, mira bien este
paño".
Veo entonces como si La Señora se quitara el paño de la
cintura. Es un velo muy
largo y Ella me hace ver como se lo pone. Con la mano izquierda
sostiene el
extremo del paño y con la derecha le da dos vueltas alrededor de
la cintura,
hasta quedar de nuevo al lado izquierdo. Luego con la mano izquierda
dobla el
resto del paño, de forma que queda una parte colgando.
"Escucha bien lo
que esto significa -dice La Señora-. Es como el
lienzo que cubrió la cintura del Hijo en la Cruz, pues estoy
como La Señora
ante la Cruz del Hijo. Esta imagen
precederá... -La Señora espera un momento y luego repite
recalcando con
fuerza- ...precederá
a
un dogma, un nuevo dogma. Ahora te lo voy a
explicar, escucha bien. El Hijo vino a este
mundo como el Redentor de los hombres y la Obra de Redención era
la Cruz, con
todo su sufrimiento, espiritual y corporal".
Entonces La Señora se retira
de la Cruz, y ahora soy yo quien está ante la gran Cruz. Otra
vez siento esos
terribles dolores, aún más fuertes que antes. Esto
se me hace muy largo, y luego La Señora viene
como en una niebla a ponerse ante la Cruz. La veo retorcerse y empieza
a
llorar. Su rostro expresa un dolor indescriptible y las lágrimas
corren por sus
mejillas. Entonces La Señora dice: "Hija
mía", y es como si Ella me comunicara ese dolor. Primero se
apodera de
mí un
cansancio espiritual; lo siento muy intenso. Luego siento los mismos
dolores
que antes, aunque no tan fuertes como la primera vez. De repente es
como si me
desplomara y digo a La Señora: "Ya no puedo
más." Esto dura un momento y luego
todo termina.
La Señora está de nuevo muy claramente ante la Cruz y
dice: "Escúchame
bien,
entiente bien lo que ahora voy a explicar. Te repito: el Hijo vino al
mundo
como el Redentor de los hombres; la Obra de la Redención era la
Cruz. Él fue
envíado por el Padre.
Pero ahora el
Padre y el Hijo quiere*enviar a La Señora por
todo el mundo, pues Ella anteriormente también precedió y
siguió al Hijo. Por eso estoy ahora de pie sobre el mundo, sobre
el globo de la
tierra.
(*Cuando La
Señora habla sobre más de una persona de la
Santísima Trinidad, utiliza a menudo la conjugación
singular del verbo.)
"
La Cruz
está ahí bien plantada y enraizada. Ahora viene La
Señora a ponerse ante ella,
como Madre del Hijo, que completó con Él esta obra de
Redención. Esta imagen
habla claro y desde ahora será llevada por el mundo, porque el
mundo nuevamente
necesita la Cruz. Pero La Señora
está ante la Cruz como la Corredentora y Abogada. Esto
provocará mucha
oposición, pero la Iglesia, Roma, no tendrá miedo de
entablar esta lucha. La
cual sólo hará que la Iglesia se vuelva más fuerte
y vigorosa. Esto se lo digo
a los teólogos. Y además les digo que
tomen este asunto en serio. Te repito: el Hijo
busca siempre lo pequeño y lo sencillo para su Obra. Hija,
espero que
hayas comprendido bien esto y que puedas transmitirlo. Ahora te hablo
especialmente a ti, hija: haz que la difusión se haga
rápida".
Yo le digo a La Señora: "¿Y cómo puedo yo
hacer eso? Siento tanto miedo de
hacerlo". Y La Señora me dice: "¿Tienes
miedo?
¡Yo te ayudo! Ya verás que la difusión se
hará por sí sola. Tú vas por buen
camino. Esto se ha de hacer y se hará; todos los que
acepten esta oración se
comprometerán a rezarla todos los días. Tú no
puedes calcular lo que eso vale.
Tú no sabes lo que el futuro traerá".
Entonces La Señora me hace ver el mundo: Es como si muchas
serpientes se
arrastraran por todo el globo. Y dice: "Los hombres
todavía no se dan cuenta de cuán grave es la
situación del mundo. Volviéndose
los hombres tan superficiales, no pueden comprender cuánto
daño eso causa a la
fe".
Después La Señora mira largo rato hacia delante, como si
mirara fijamente a lo
lejos. Luego dice: "Hija, este
tiempo es como el que precedió a la venida del Hijo. Por eso no
puedo insistir
bastante en que los hombres, que Roma, que todos colaboren en la lucha
a favor
de la Obra del Hijo. Ya sé que aquí y allá hay un
despertar, pero está lejos de
lo que tiene que ser para poder salvar al mundo. Y al mundo hay
que
salvarlo de la corrupción, de las calamidades y de la
guerra. Envía esta oración con la imagen a los
países en que la fe se ha
debilitado. Y ahora me
dirijo a tu director espiritual. Dile que él sabe cómo
actuar.
Yo ayudaré, y
haréis sólo lo que yo os diga. Quiero ser La
Señora de todos los Pueblos, que
quiere ayudar al mundo en este tiempo. Los hombres no saben a
dónde ir. Pues
bien, que vuelvan a la fe sencilla y el mundo obtendrá
nuevamente la paz".
Ahora La Señora se va muy
despacio y le oigo decir otra vez: "Este tiempo es
Nuestro tiempo".
MENSAJE
32
29 de abril de 1951
Veo una luz brillante. Lentamente La Señora emerge de esa luz.
Ahora la veo
claramente de pie y Ella dice: "Aquí estoy
como La Señora de todos los Pueblos, y vengo ahora para
enseñar precisamente que
quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Escúchame
bien. Tú me ves aquí, de
pie sobre la tierra, junto a la Cruz del Hijo. No se te ha olvidado
transmitir nada. Sólo faltaba el lienzo en torno a la
cintura. Es el que llevaba puesto el Hijo; di esto. Aquí estoy
como
la Corredentora y Abogada. Todo pensamiento ha de dirigirse a esto.
Repite lo
siguiente: el nuevo dogma será el dogma de la Corredentora.
Quiero marcar
especialmente “Co”. Ya he dicho que será muy combatido.
"Y te
repito nuevamente:
la Iglesia, Roma, luchará y lo hará. La Iglesia, Roma,
afrontará oposición y
resistencia. La Iglesia, Roma, se volverá más fuerte y
vigorosa, a medida que
resista en la lucha. Mi intención y el encargo que te hago, no
son sino de
exhortar a la Iglesia y a los teólogos a que emprendan esta
lucha, puesto que
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desea*
traer al mundo, como
Corredentora y Abogada, a La Señora que fue elegida para traer
al Redentor. Yo he dicho:
Este tiempo es Nuestro tiempo. Con esto quiero decir lo
siguiente: El mundo se
corrompe y se vuelve indiferente; no sabe qué rumbo tomar. Por
eso el Padre me
envía para que sea la Abogada, a fin de que venga el
Espíritu Santo. Y es que
el mundo no puede ser salvado por la fuerza; el mundo será
salvado por el
Espíritu. Pues sólo las ideas son las
que gobiernan el mundo. Adelante, pues,
Iglesia de Roma, ya conoces tu tarea. Lleva tus ideas, lleva de nuevo a
Cristo".
Ahora La Señora se retira de la Cruz y a mí me dan otra
vez esos terribles
dolores, pero llegando al extremo. Esto dura un poco y
después veo a La Señora,
como en una neblina, de pie ante la Cruz. En eso empiezo a
sentir de nuevo esos fuertes
dolores físicos y espirituales. Me
siento agotada; es como si me fuera a desplomar y digo: "Ya no
puedo
más."
Entre tanto veo que La Señora se desploma bajo la Cruz y se
abraza a los pies
de su Hijo, llorando amargamente. Después la veo levantarse y
del lado derecho
veo venir una espada, cuya punta se dirige al corazón de La
Señora. Entonces le
oigo decir: "Esa era la
espada que se me había predicho".
Entonces se me pasan todos los dolores y la depresión
espiritual, y de nuevo
veo claramente a La Señora ante la Cruz. Ella me mira y dice:
"Hija, transmite
claramente a los que luchen y trabajen por esta obra deseada por el
Hijo, que
lo hagan con mucho celo y fervor". Luego La Señora sonríe
y
dice: "Yo les
ayudaré.
Ya te he dicho, te he dictado
esa sencilla oración al Padre y al Hijo. Cuida que sea difundida
por todo el
mundo, en todos los pueblos. Todos tienen derecho a ello. Te aseguro
que el
mundo cambiará. Pero tú, hija
mía, comunica simplemente cuanto te digo. Tu director espiritual
hará mi
voluntad, sencillamente. ¿Me preguntas cómo?
Sólamente difundiendo, otra cosa
no se te pide. Esto sólamente precederá; repito:
precederá. Esta imagen será
utilizada como una obra precedente de paz, de redención.
Más tarde emplearán
esta imagen para la Corredentora".
Luego La Señora hace una pausa. Entonces dice otra vez marcando
las palabras: "¡Corredentora!
Los dolores, espirituales y físicos, los
compartió La Señora. Ella siempre ha
precedido. Cuando el Padre la eligió, ya era Ella la
Corredentora con el Redentor, que vino al mundo como el Hombre-Dios.
Díles eso
a vuestros teólogos. Yo bien sé que la lucha será
grande y dura... -y La Señora sonríe y parece como si
mirase lejos- ...pero ya
había sido predestinada".
Entonces La Señora me dice, dando unos pasos más hacia
delante: "Tú me ves
ahora
de pie, muy claramente. Así la imagen
irá por el mundo. Por tanto, hija, insiste en que estas cosas se
lleven a cabo. No, no vacilarán; actuarán. La hora
es demasiado grave. Nadie comprende
cuánto lo sea. También quiero llegar a esos
pueblos que han sido apartados de mi Hijo. Salva así mismo a los
hombres que
son obligados a apartarse de Él. Tú tienes la
obligación. El mundo está tan corrompido, que ha sido
necesario que el Padre y el Hijo
me enviaran a todos los pueblos, para venir a salvar como la
Corredentora. Di esto a los teólogos".
Entonces veo a La Señora irse y oigo que otra vez dice: "Este
tiempo es
Nuestro tiempo".
MENSAJE
33
31 de mayo de 1951
(Fiesta de
María Medianera de todas
las Gracias)
Ésta
es la primera vez que La Señora se aparece un 31 de
mayo. En algunas diócesis se celebraba en esa época la
fiesta de María
Medianera de todas las Gracias. En la
encíclica “Ad Coeli Reginam” del 11 de octubre de
1954, el Papa Pío XII dio a María el título
oficial de “Reina del Cielo y de la
Tierra”. La celebración litúrgica de este
título fue fijada el 31 de mayo, día en que antes se
celebraba en muchas
provincias eclesiásticas la fiesta de María Medianera de
todas la Gracias. La fiesta de
María Reina fue trasladada al 22 de agosto,
por el decreto del 21 de marzo de 1969. A la vez se trasladó la
fiesta de la
Visitación de María, del 2 de julio al 31 de mayo. Ir al mensaje
nº 51.
Ahí está La Señora otra vez y dice:
"Aquí estoy
y
vengo a decirte que quiero ser María, La Señora de todos
los Pueblos. Fíjate bien. Estoy ante la Cruz del
Redentor. Mi cabeza, mis manos y mis
pies son como los de un ser humano, como los del Hijo del Hombre; el
cuerpo es
como del Espíritu. He puesto mis pies firmemente sobre el globo
terrestre,
porque en este período el Padre y el Hijo quiere*
traerme en este mundo
como la Corredentora, Medianera y Abogada. Este será el
nuevo y último dogma
mariano. Esta imagen lo precederá. Este dogma será muy
discutido pero se
cumplirá. Te he repetido estas cosas
para que se las sepas explicar a tu director espiritual y a los
teólogos e
indicarles la refutación. Ahora pon mucha
atención y di lo que te muestro. Esta es la última
indicación que doy sobre la
imagen. Fíjate bien. Estoy sobre el globo de la tierra.
Tú creías ver nubes
alrededor de la tierra. Pero observa bien lo
que te muestro".
Entonces veo que las nubes se
vuelven ovejas vivas. De la izquierda y de la derecha, en torno al
globo, como
de lo profundo, va saliendo por ambos lados un rebaño de ovejas.
Acá y allá veo
también ovejas
negras. Los corderitos se
echan a los pies de la esfera terrestre. Las ovejas avanzan, algunas de
ellas pastando. Pero la mayor
parte tienen
la cabeza levantada, como si miraran fijamente a La Señora y a
la Cruz. Hay
también algunas ovejas echadas con la cabeza levantada, que
miran a La Señora.
Es un panorama hermoso y apacible.
Entonces me dice La Señora: "Hija,
grábate
bien esta representación en tu memoria y transmítela
bien. Esta imagen del
rebaño representa a los pueblos del mundo entero, que no
hallarán descanso
hasta que se humillen y miren pacíficamente la Cruz, el centro
de este mundo. Observa ahora
mis manos y dime lo que ves".
Ahora veo como si en medio de sus manos hubiese habido una herida y de
ahí, de
cada mano, salen tres rayos que iluminan las ovejas. La
Señora
sonríe y dice: "Estos son tres
rayos, los rayos de Gracia, Redención y Paz. Por la
Gracia de mi
Señor y Maestro, el Padre envió a su Hijo, por amor a
la humanidad, como Redentor, al mundo. Ellos dos quieren enviar ahora
al
verdadero Espíritu Santo, que no es otra cosa que Paz. De modo
que: Gracia,
Redención y Paz. El Padre y el Hijo quieren enviar en
este tiempo a María, La Señora de todos los Pueblos, como
la Corredentora,
Medianera y Abogada. Con ello te he
dado una clara y precisa explicación de
esta imagen. Con esto la imagen está completa.
(Cuando fueron
dadas estas últimas indicaciones para la
imagen de La Señora de todos los Pueblos, ya se había
empezado a pintar el
cuadro. Las nubes, que ya habían sido
pintadas, tuvieron que ser transformadas en ovejas. Fue tarea
difícil la de plasmar a La Señora en una
pintura. En el siguiente mensaje, el nº 34, La Señora hace
saber que
está satisfecha con
el cuadro. Véase "El cuadro de La Señora de
todos los Pueblos".)
"Tú, hija,
eres
el instrumento, solamente el instrumento para transmitir estas cosas.
Encárgate
de que esta oración breve y potente, en la que se pide que se
envíe al Verdadero Espíritu Santo, se difunda cuanto
antes posible. Dile
a tu director
espiritual y a todos lo que colaboren en ello, que yo prometo dar
gracias para
el alma y para el cuerpo -en la medida que sea la voluntad del Hijo- a
todos
aquellos que, ante esta imagen recen e invoquen a María, La
Señora de todos los
Pueblos. No
consideréis
que esto es sólo para un grupo determinado, pues yo soy La
Señora de todos los
Pueblos. Esta imagen irá de país en
país, de ciudad en ciudad. Esa es la intención del Plan
de Redención.
"Ahora me dirijo
a tu director espiritual y los demás colaboradores. Ya sabreis
cuál es vuestro
deber; no vacileis en hacer lo que yo he pedido. De nuevo quiero
deciros que prometo ayudar a todos los que tengan
necesidades espirituales o corporales, si cumplen mi voluntad, la
Voluntad del
Padre".
Ahora La Señora espera un momento, mirando adelante y dice:
"Teólogos,
no
tendréis ninguna dificultad si pensais que el Señor y
Maestro ya había
predestinado La Señora para el Sacrificio. La espada ya estaba
dirigida al
corazón de la Madre. Con esto quiero decir que siempre he
precedido al Hijo en
los sufrimientos esprituales y físicos.
"Ahora
les hablo a las mujeres de este mundo. Mujeres
de este mundo: ¿Sabéis qué significa ser mujer?
Ser mujer significa
sacrificar. Abandonad todo vuestro egoísmo y vuestra
vanidad y preocupaos de llevar a todos los niños y a todos los
que vagan
extraviados, al punto central: a la Cruz. Sacrificaos
también vosotras. Y ahora me
dirijo a los hombres de este mundo. Les digo: Hombres, de vosotros
tiene que
salir la fuerza y la voluntad para traer al mundo a su único
Soberano: el Señor
Jesucristo.
"Hija, te he
explicado lo que este mensaje significará para el mundo.
Tú te encargarás, por
medio de tu director espiritual y de otros, de que esto se
de a conocer. Este
es mi deseo por hoy. Pues quiero ser La Señora de todos los
Pueblos. Actuad con
medios modernos y rápidamente".
Y ahora La Señora se aleja
lentamente mientras dice: "Este tiempo es
Nuestro tiempo".
MENSAJE
34
2 de julio de 1951
(Fiesta de
la Visitación de María)
Con un
decreto del 21 de marzo de 1969, ésta fiesta ha
sido trasladada al 31 de mayo. Véase también la nota del mensaje nº 33.
Veo otra vez a La Señora en medio de una luz
brillante. Ella
sonríe, y dice
mirando a su alrededor: "Estoy contenta.
Tú ocúpate de la difusión. He dicho que desde
aquí empezará una gran acción para Dios y en ella
colaborarán todos. Fíjate bien
y
escucha. Lo siguiente es una
explicación del nuevo dogma. Estoy sobre el globo de la tierra
ante la Cruz del
Redentor como Corredentora, Medianera y Abogada. El Redentor vino al
mundo por
la voluntad del Padre. Para eso, el Padre se sirvió de La
Señora. El Redentor
recibió de La Señora únicamente, y subrayo la
palabra “únicamente”, la Carne y
la Sangre, o sea, el Cuerpo. De mi Señor y Maestro, el Redentor
recibió su
Divinidad. De ese modo, La Señora se convirtió en la
Corredentora. He dicho que
este tiempo es Nuestro tiempo. Esto significa que en este tiempo
el Padre y el
Hijo quiere enviar a la
Corredentora, Medianera y Abogada a todo el mundo".
Luego La Señora se queda de pie ante mí largo rato, sin
decir nada. Después,
mirándose las manos, me dice: "Ahora mira bien
mis manos. De ellas salen los rayos de Gracia, Redención y Paz.
Los rayos
iluminan a todos los pueblos, a todas las ovejas. Entre éstos
hombres
hay muchos de buena voluntad. Ser de buena voluntad
significa cumplir el primer y más importante mandamiento. El
primer y más
importante mandamiento es el Amor. El que tiene Amor,
adorará a
su Señor y
Creador en su Creación. El que tiene Amor,
no
será nunca deshonesto con su prójimo. Eso es lo
que en este mundo falta, Amor a
Dios, Amor al prójimo. Este tiempo es
Nuestro tiempo. Todos los pueblos tienen que adorar al Señor y
Maestro en su
Creación. Todos los pueblos tienen que pedir que venga el
Verdadero Espíritu
Santo. Por eso he dado esa oración, breve y potente.
Así es que te repito: esta
oración tiene que ser difundida cuanto antes. El mundo entero se
está
degenerando. Que los hombres de buena
voluntad pidan todos los días que venga el Verdadero
Espíritu. Yo soy La Señora
de todos los Pueblos. Este tiempo es Nuestro tiempo.
"Que un día era
María, significa que muchos han conocido a María como
María, pero ahora, en
este nuevo período que llega, quiero ser La Señora de
todos los Pueblos. Esto
lo entienden todos. Di esto a tu
director espiritual. Dile que estoy contenta de todo, y subrayo la
palabra todo. Y a ti, hija, te pido que hagas y transmitas lo
que te digo.
¡No tengas
miedo, sólo transmite!"
Y después La Señora se va lentamente.
MENSAJE
35
15 de agosto de 1951
(Fiesta de
la Asunción de María
Santísima)
Veo a La Señora. Ella dice: "Hoy vengo como La Señora de
todos los Pueblos". Después La Señora indica a su
alrededor, me mira y dice: "Yo aplasté
a la
serpiente con mi pie. Yo estoy reunida con el Hijo, igual que siempre
lo había
estado. Este dogma ha tenido
que
preceder en la historia de la Iglesia. Como Corredentora, Medianera y
Abogada
estoy ahora en este tiempo, en Nuestro tiempo. El dogma de la
Asunción tenía
que precederlo*. El último y más grande
dogma vendrá después de éste. En este tiempo, el
Sacrificio está y estará en el centro del mundo".
(*Se refiere al dogma de
la Asunción de María Santísima al Cielo,
proclamado el 1º de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII.)
Ahora La Señora se aparta de la Cruz y de nuevo me dan dolores
fortísimos.
Después La Señora vuelve a ponerse de pie ante la Cruz y
yo siento una gran
compasión al ver su sufrimiento. Entonces veo brotar de la Cruz
una luz
intensa. La Señora dice: "Los hombres han
sido encomendados a la Madre, ya que el Hijo ha dicho: Mujer, he
ahí a tu
hijo; hijo, he ahí a tu Madre; por lo tanto Corredentora,
Medianera y Abogada.
Di esto a vuestros teólogos. Diles que yo quiero ser y
seré la Corredentora,
Medianera y Abogada. Esta imagen
precederá; esta imagen será difundida. Dile esto a
tu director espiritual. Estoy contenta de todo, también de la
prudencia. Pero... La Señora de todos los Pueblos se
establecerá en el mundo. Esta es la Voluntad del Padre y del
Hijo, con quien estoy de nuevo
completamente unida. Como el Hijo me conoció, igualmente me ha
vuelto a tomar.
El último dogma mariano será el más importante: el
de estar ante la Cruz como
la Corredentora en este tiempo.
"Yo he dicho:
vendrán calamidades, calamidades naturales. He dicho: los
grandes no estarán de
acuerdo. He dicho: el mundo se está degenerando. Por eso
ahora el Padre y el
Hijo vuelven a enviar a La Señora al mundo como ya había
estado. La Señora que
por un tiempo fue conocida como María. El mundo se
corromperá; se está corrompiendo. Holanda está al
borde de la corrupción, por eso he puesto mi pie encima. Desde
Holanda quiero enviar mis
palabras al mundo.
Mi otro pie está sobre Alemania: la Madre de Dios llora por los
hijos de
Alemania. Ellos siempre han sido mis hijos y por eso quiero
también ser llevada
desde Alemania por el mundo como La Señora de todos los Pueblos.
Yo te
ayudaré a ti y a todos los que se ocupen de esto. Quiero
además que la difusión penetre en los
países que se han aislado de
los demás. También a ellos La Señora de todos los
Pueblos dará su bendición. Ocúpate de esto, sin
perder tiempo, como tampoco yo he perdido nunca el
tiempo. Yo he precedido al Hijo hacia la Cruz. Esta imagen
precederá. Esta
imagen será llevada por el mundo.
"¿Sabes tú,
Roma,
cómo se está socavando todo? Los años se
irán volando,
muchos años pasarán. Pero mientras más años
pasen, menos fe habrá; cuantos más
años, más apostasía. La Señora de todos los
Pueblos se encuentra aquí y dice:
Yo quiero ayudarles y puedo ayudarles.
"El primer y
más
importante mandamiento para los hombres es el Amor. El que tiene amor
adorará a su Señor y Maestro en su Creación; eso
significa que verá la grandeza de su Creación,
incluído el Sacrificio. El que
tiene amor hará a los demás todo lo que le
gustaría que le hiciesen a él. El
amor es el primer y más importante mandamiento que Cristo ha
dado. Esto deseo
hacer presente hoy. Este mensaje ha de ser transmitido. Tú eres
el
instrumento. La Iglesia
encontrará mucha oposición respecto al nuevo dogma. A
otros les
causará asombro. Pero sólo esto hará
que la Iglesia sea más fuerte y vigorosa. ¿Sabes, Roma,
cuán grande es el poder que tienes? ¿Te das cuenta
realmente
de lo que tienes en las manos? Simplemente debes conducir a los hombres
hacia
el bien, hacia Cristo. Lo demás no tiene
importancia.
"Quiero ser La Señora de todos
los Pueblos. Yo quiero y puedo conceder
Gracia, Redención y Paz a todos los que me lo pidan. Hoy se lo
prometo. Tú, hija,
espera tranquila. Que tu director espiritual no tenga tanto miedo.
Lleva a
todos los pueblos a la unión de un sólo pensamiento. Que
todos
los
pueblos sean UNO en Cristo".
Y La Señora se va lentamente.
MENSAJE
36
20 de septiembre de 1951
Aquí está La Señora otra vez. Me mira un largo
rato sin decir nada. Luego
empieza a hablar y dice: "He sido llamada
Miriam, o sea, María. Ahora quiero ser llamada La Señora
de todos los Pueblos.
Hija, di que el tiempo apremia".
Entonces veo escrito 52. La Señora dice: "Antes
sucederán
cosas grandes y serias, acontecimientos espirituales,
económicos, materiales;
sucesos espirituales, corrosión espiritual. Los cristianos
de todo el mundo deben unirse. ¿Saben los cristianos lo que
otros hacen y
sacrifican por sus ideales? La Iglesia tendrá que prepararse
para grandes
peligros, y así lo hará. Los cristianos
tendrán
que estar unidos entre ellos. Que consideren cuál es su papel en
este mundo. Vuelvo a
advertir a Roma y digo al Santo Padre: Tú eres
el luchador en este tiempo. Haz que tus
súbditos
sean generosos y tolerantes en su trabajo y sus juicios. Sólo
así se puede ganar este mundo para la fe".
Ahora veo de pronto que empiezan a caer copos de nieve alrededor de La
Señora y
que van cayendo sobre el globo terrestre. La Señora dice: "Hija,
¿por
qué
no se está difundiendo la oración? ¿Por qué
esperan tanto? Yo te la dicté para
que sea llevada entre los hombres, al mundo entero. Que todos recen
esta
sencilla oración cada día. Esta oración se ha dado
así, pequeña y sencilla,
para que todos puedan rezarla en este mundo presuroso y moderno. Ha
sido dada
para pedir que el Verdadero Espíritu venga sobre el mundo".
Ahora La Señora mira a su alrededor y luego la esfera terrestre,
y yo veo que
acá y allá aparecen manchas negras sobre la tierra. La
Señora dice: "Estos son
los
problemas económicos y materiales que vendrán al mundo.
Yo he dicho: vendrán
calamidades, vendrán calamidades naturales. Ahora te digo: todas
esas manchas negras que ves ahora son las calamidades
que tendrán que venir. Y ahora no hablo sólo de
calamidades naturales. Una vez
más les digo a todos los pueblos cristianos: Es la última
hora, reuníos. Y tú, hija,
transmitirás esto. Tú dirás al mundo que La
Señora de todos los Pueblos es
quien te dice esto".
Veo ahora una sala grande, en la que estan reunidos clérigos de
todas clases.
Están discutiendo vivamente entre ellos. A veces parece que se
pelean. La Señora los
señala y dice: "Dirás a los
teólogos que sigan luchando por el dogma mariano de
Corredentora, Medianera y
Abogada".
Entonces pone su mano sobre
la cabeza de algunos de esos eclesiásticos y dice: "Yo les
ayudaré. La Señora
de
todos los Pueblos llegará a todas partes del mundo y
volverá a esas naciones
que la han rechazado. Estará como La Señora de todos los
Pueblos, de pie sobre
el globo de la tierra, ante la Cruz; rodeada por el rabaño de
Cristo. Así
quiero venir y así vendré. Yo escucharé a todos
los que me pidan en esta forma,
como La Señora de todos los Pueblos, según sea la
Voluntad del Hijo. El
Señor y Maestro será servido y adorado en su
Creación. Los hombres guardarán entre sí
el primer y más importante mandamiento.
En este tiempo
deseo ser llamada La Señora de todos los Pueblos. Y ya que el
mundo anhela
tanto la unidad en todo lo que le concierne, el Señor y Maestro
quiere conceder
a los pueblos de este mundo la unidad espiritual. Por eso
Él envía a Miriam, o
sea, María, como La Señora de todos los Pueblos. Los
conventos
se encargarán de la difusión. El Santo Padre dará
su bendición a esta obra. Él es
el luchador de este tiempo y
será incluído entre los Nuestros".
Ahora veo al Papa (Pío XII)
en medio de
una luz indescriptible y, junto a él, La Señora de todos
los Pueblos. La Señora tiene una corona en la mano y la pone en
la cabeza del
Papa. Luego le
pone una cruz en la mano derecha. Entonces
esta imagen desaparece ante mis ojos. La Señora está otra
vez
sola frente a mí y dice: "
Hija,
transmitirás bien todo esto y dirás a tu director
espiritual: Así sea".
Entonces La Señora desaparece
lentamente.
MENSAJE
37
15 de noviembre de 1951
Veo a La Señora de pie y me dice: "Dile al mundo
que yo quiero ser La Señora de todos los Pueblos. Que el mundo
pida al Señor
Jesucristo, Hijo del Padre, que envíe al Espíritu Santo,
para que el verdadero
Espíritu habite en el corazón de todos los pueblos. Pidan
que La Señora de todos los Pueblos, que un día era
María,
sea la
Abogada. La Señora de
todos los Pueblos está aquí, ante la Cruz de su Hijo. Sus
pies están sobre el
mundo y a su alrededor, el rebaño de Jesucristo. Vengo en este
tiempo
como la Corredentora, Medianera y Abogada.
Corredentora era ya desde el momento de la Anunciación".
Entonces le pregunto a La Señora qué quiere decir esto.
Ella responde: "Significa que
la Madre ha sido hecha Corredentora por la voluntad del Padre. Di esto
a
vuestros teólogos. Diles además que éste
será el último dogma de la historia
mariana. Esta imagen
precederá; repito: precederá. Lleva esta imagen por el
mundo. Y no hablo sólo
de tu país, sino del mundo entero. El mundo se está
corrompiendo. El mundo
sufrirá calamidad tras calamidad. El mundo está
destruído y seguirá
destruyéndose moral y materialmente. Las guerras
continuarán mientras no venga
la ayuda del Verdadero Espíritu. Lleva de nuevo a los hombres a
la Cruz".
Entonces La Señora indica la esfera terrestre; me entra un miedo
tremendo y veo
que la tierra se vuelve negra. Pero si me fijo bien, noto que no es tan
negra
en todas partes, sino sobre todo en oriente. La Señora dice:
"Hija, transmite
bien lo siguiente: los pueblos de este mundo tienen que tener presente
un solo
mandamiento, y es el Amor. El que tiene amor, servirá a su
Señor y Maestro en
la Creación. Debéis tener presente un sólo
mandamiento: el Amor.
Si de nuevo es
llevado a los hombres, el mundo se salvará".
Entonces La Señora amonesta con el dedo, diciendo: "Los paganos
del
mundo os lo quieren enseñar a vosotros, los cristianos.
Cristianos, reconoced
vuestro deber. Y ahora hablo a la Iglesia de Roma y digo al Papa: Haz
que tus
fieles sepan llevar el amor del Hijo de Dios, Jesucristo, al mundo; a
este
mundo corrompido. La Iglesia de Roma debe cumplir al máximo este
mandamiento.
Después digo: sé generoso. En este mundo moderno trata de
ponerte en el lugar
de Jesucristo Crucificado. Trata de comprender y poner en
práctica estas
palabras. Este mundo podrá ser salvado solamente por la Iglesia,
la cual posee
esta doctrina".
Ahora veo Inglaterra extendida ante mí. La Señora dice:
"Y ahora le digo
a Inglaterra: Yo volveré". Esto lo dice La Señora muy
enérgicamente, como diciendo:
No habrá quien me
detenga. Y es como si realmente pisara sobre Inglaterra. "Tú,
Inglaterra, serás golpeada en tus posesiones" (La
Señora dice esta palabra en
inglés:
dominions). Veo diferentes países que se extienden ante
mí; son de
mayoría negra y hay
agitación en ellos. "Tú,
Inglaterra, no podrás subsistir sin la ayuda de
otros. Católicos de Inglaterra, sabed cuál es vuestra
tarea y trabajad por la
Iglesia de Roma. Llevad a La Señora de todos los Pueblos a
Inglaterra". Entonces La Señora indica América y dice
enojada: "América,
¿dónde
estás? ¿Te atreves a perseverar? Te lo pregunta La
Señora de todos los
Pueblos".
Después veo a Alemania extendida ante mí. La
Señora dice: "Mira donde he
puesto los pies, uno en Alemania y el otro en Holanda. Y ahora digo:
pobre
pueblo alemán, ¿aún no has aprendido bastante? No
te dejes
engañar con bellas palabras. Cristianos de Alemania, volved a
la Cruz y pedid a La Señora de todos los Pueblos que ayude a
Alemania". La Señora mira hacia delante,
como si mirara a lo lejos en el mundo. Entonces dice: "Esta
tendrá que
ser una gran acción".
Ahora veo Holanda. La Señora amonesta con el dedo, diciendo: "Y
ahora hablo a
tu propio país y le digo: ¡Cuidado, Holanda!
También tu pueblo, Holanda, va por
mal camino". Parece como si viera toda clase de caminos cruzados y
tortuosos. Las
personas
que caminan por ellos, las veo luego caer rodando.
Ahora veo que La Señora indica Francia y dice: "Francia, has
sido y serás destruida en tu fe". Entonces veo un destello rojo
que pasa sobre Francia. La Señora
sigue diciendo: "Francia -y
ahora me dirijo a los grandes- tú solamente podrás salvar
a tu país, llevando a
tu pueblo de nuevo a la Cruz y a Votre Dame (a Vuestra Señora).
Tu pueblo
tendrá que ser llevado a La Señora de todos los
Pueblos".
Luego veo a Italia. Levantando el dedo y advirtiendo, La Señora
dice: "Italia, tú
has
tenido tus cruces. ¡Atenta, Roma, piensa en tu pobre pueblo! Por
eso le digo de
nuevo al Papa: Tú eres el luchador, tú eres quien puede
salvar este mundo. Tú
serás incluído entre los Nuestros. Este Papa será
venerado por todos los
pueblos del mundo. Ahora le hablo
al mundo entero cuando digo: Pueblos, no importa quiénes
seáis o lo que
seáis,
recurrid a vuestro Creador en todas vuestras necesidades. Donde quiera
que
estéis, aprended a buscarlo. Pedid a La Señora de todos
los Pueblos que sea
vuestra Abogada".
Luego dice La Señora, mientras me mira sonriendo: "Hija, di que
estoy contenta con el comienzo de la acción. Di a todos los que
colaboran, que
todavía falta mucho más, que difundan aún
más la oración y la imagen por el
mundo. Yo les ayudaré".
Ahora veo el cuadro de La Señora de todos los Pueblos delante de
mí. (La pintura de La Señora de todos los pueblos
estaba
lista. Todavía se encontraba en Alemania, país en el que
ésta fue pintada. Ver
también el El Cuadro.) La
Señora dice: "Y ahora te digo
especialmente a ti, hija: Tú vendrás siempre a orar ante
esta imagen, y te
repito, ante esta imagen, para pedir por todos los que tienen
necesidades
materiales y espirituales. Esto lo harás siempre, hasta
el final. Con esta
imagen tengo una intención especial; oirás hablar de ello
más adelante. Di a tu
dierector: Así sea".
Entonces veo a La Señora alejarse lentamente.
MENSAJE
38
31 de diciembre de 1951
Ahí está La Señora otra vez. Me mira sonriente y
se queda así largo rato.
Después empieza a hablarme: "Hija, mira bien
y escucha lo que te vengo a decir hoy. No traigo una doctrina nueva. La
doctrina es buena, pero las leyes pueden ser cambiadas."
La Señora indica el mundo; de pronto veo Roma ante mí y
veo un Papa. (En el
comentario de 1966, la vidente declara no saber
quién era este Papa.)
Entonces dice La Señora: "Dile al Papa
que va por buen camino. Esto tienes
que
comunicarlo, porque hay otras opiniones. El Espíritu de Justicia
y de Verdad
reinará siempre en el mundo. Te repito: el Papa
está en el buen camino. Te repito: este tiempo es Nuestro
tiempo. Ahora te explico
algo sobre mi venida. Te repito: no vengo a traer una nueva doctrina,
la
doctrina ya existe. Vengo a traer otro mensaje. Transmítelo
bien."
Ahora La Señora me muestra muy claramente su imagen. Es como si
se acercara y
entonces dice: "Transmite bien
lo siguiente. El Padre, Señor y Maestro, trajo a la Sierva del
Señor al mundo,
como Miriam o María. Ella fue elegida entre todas la mujeres
para ser la
Corredentora, Medianera y Abogada. Di a vuestros teólogos que
Ella fue constituida
Corredentora ya al principio. Este tiempo es
Nuestro tiempo. Ahora, el Padre y el
Hijo quiere
que se les pida que
envíen al Espíritu. Te he dictado esa
sencilla oración y te he mostrado cómo quiero que sea
difundida por todo el mundo. Así que continúa con la
difusión. Esta sencilla
oración ha sido dada para todos los pueblos. Haz tu trabajo y
encárgate de la difusión."
Entonces le digo a La Señora: "Pero no me dejan hacerlo." La
Señora me mira
sonriendo y dice: "Tú
harás lo que
te digo. Ve donde tu obispo y dile que
yo quiero ser La Señora de todos los Pueblos, enviada en este
tiempo por el
Padre. Te repito que la Iglesia de Roma no hará nada que vaya en
contra de la
Doctrina. Pues bien, esta acción no va en contra de la Doctrina.
El
tiempo apremia, sépanlo bien. Todos los pueblos gimen bajo el
yugo del
demonio y nadie sabe cuánto ha penetrado. La hora es grave y el
tiempo apremia.
Ahora es la buena ocasión para la Iglesia de Roma. Cuanto
más dura sea la
lucha, más se reforzará la Iglesia. La Señora
de
todos los Pueblos está de pie en el centro del mundo, ante la
Cruz. Ella viene
en este tiempo bajo ese nombre, como Corredentora, Medianera y Abogada.
En la
historia mariana Ella será recordada bajo este título. El
nuevo y último dogma
de la historia mariana será el de Corredentora y Medianera. En
este tiempo de
angustia estoy como Abogada. Que todos pidan, no importa quienes sean o
lo que
sean, que venga el verdadero Espíritu Santo. Esto se lo
tienen que pedir al
Padre y al Hijo. La Santísima Trinidad reinará de nuevo
en el mundo. La Señora está
aquí como la Abogada. Esto se trata del Creador, no de La
Señora. Di esto a
vuestros teólogos. Pregúntales que si quieren difundir
esta sencilla oración
por todo el mundo, y La Señora les dará la fuerza y la
capacidad de hacerlo."
Ahora La Señora indica la esfera terrestre y dice: "Te
mostraré
lo
que va pasar. Por medio de terribles luchas y catástrofes en el
mundo, los que
se han alejado de la Trinidad volverán a la Iglesia. Por eso
insisto: ¡Roma,
aprovecha la ocasión! Sé generosa y obra sólo con
amor. El amor puede salvar a
este mundo tan caótico. Vuelve a llevar a todos los pueblos a su
Creador.
Enséñales qué sencillo es ver a su Creador. Que
los hombres traten a su prójimo
como a sí mismos. No existe una doctrina más sencilla.
Que cada uno tenga
presentes estas dos cosas y la Iglesia de Roma estará contigo.
Creer con
sencillez, es lo que puede llevar a los hombres a la
salvación. En Rusia
vendrá
un gran cambio..."
La Señora espera un momento y dice despacio y claramente: "...
después
de
mucha lucha. China recurrirá
a la Madre Iglesia..." Otra vez La Señora espera un instante y
luego dice muy despacio:
"... después
de
mucha lucha. América,
acuérdate de tu fe. No lleves un
espíritu
de error a tu gente y a los de afuera. La Señora de todos los
Pueblos amonesta
a América que permanezca como era. Europa, busca la
paz entre tus pueblos. Ayuda a los
necesitados, a los necesitados en el espíritu. Prepárate
a la lucha, a la lucha
espiritual. La Señora de todos los Pueblos quiere ser llevada a
todos, no
importa quienes sean o lo que sean. Por eso Ella recibió
este título de su
Señor y Maestro. Tú, hija,
no
tengas miedo de dar este mensaje. Yo te
ayudaré, ayudaré a todos los que colaboren en esto. Dile
a tu
director espiritual, en nombre de La Señora de todos los
Pueblos, que colabore
en la difusión. Y dile que no tema, sino que
haga lo que se le pide. Él pedirá permiso para poder
hacer esto, simplemente
difundir en el mundo la imagen y la oración. La Señora
de
todos los Pueblos promete, además, que los que pidan con esta
oración serán
escuchados, si lo quiere el Padre,
el Hijo y
el Espíritu Santo. Esta oración ha sido dada para la
salvación del mundo. Esta
oración ha sido dada para la conversión del mundo. Rezad
esta oración en todo
lo que hagais. Esta oración será difundida en
las iglesias y por los medios modernos. La gente de este mundo
aprenderá a
pedir a La Señora de todos los Pueblos, que un día era
María, como Abogada, que
el mundo sea liberado de la corrupción, de las calamidades y de
la guerra. Di esto a vuestros teólogos. Este tiempo es
Nuestro tiempo. Ven ante esta imagen y pide." Y ahora La Señora
se va
lentamente.
MENSAJE
39
17 de febrero de 1952
Aquí está de nuevo La Señora. Se me acerca y dice:
"Escucha bien y
di a los teólogos y a los pueblos de este mundo que interpreten
bien mi mensaje
e intenten comprenderlo. El Señor
Jesucristo
vino y trajo la Cruz y la Iglesia como un don del Señor y
Creador. La Iglesia
es y será. El Señor y Creador desea gratitud de su
criatura. La Iglesia es la
Comunidad de los pueblos que tienen que adorar y venerar al
Señor y Creador; al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Todos los que han
sido
puestos a la cabeza de la Comunidad tienen que encargarse de que la
Iglesia
continúe y se extienda. Este tiempo es
Nuestro tiempo. El Señor y Creador considera necesario llamar la
atención de la
Iglesia por medio de La Señora de todos los Pueblos. El tiempo
ha llegado. Di esto a los teólogos. Que la Iglesia, Roma,
aproveche
ahora su oportunidad. Todos los cristianos
de este tiempo son responsables de todos los que han
de venir. Dile al Papa que
está bien. Que La Señora de todos los Pueblos lo
asistirá, por la voluntad de
su Señor y Maestro. El Papa llevará todo a
cabo. El Papa es el luchador y el Santo Padre de los cristianos de hoy
y del
futuro. Los pueblos venideros lo venerarán. Él
será incluído entre los Nuestros. La Iglesia es y
quedará. La Doctrina es y quedará. Sin
embargo, la forma y las leyes podrán cambiarse con la asistencia
del Espíritu
Santo. Di eso a vuestros teólogos. Cristo, el Hijo
del Padre, trajo la Cruz al mundo. Con la Cruz vino el
Sacrificio."
Ahora La Señora sigue de pie largo rato, sin decir nada. Luego
prosigue: "El Señor y
Maestro eligió de entre todos los pueblos a una Señora,
llamada Miriam, o
María. Ella tenía que traer al mundo, por la voluntad del
Padre, al Hijo del
Hombre con su Iglesia y su Cruz. La Señora era la Sierva del
Señor. Por la
voluntad del Padre, Ella trajo al Hijo del Hombre y por eso
tenía que estar
unida a la Iglesia y a la Cruz. La Señora está
aquí, delante de ti y en este
tiempo, como la Corredentora, Medianera y Abogada. Entiende
bien estas palabras: La Señora de todos los
Pueblos quiere y puede dar Gracia, Redención y Paz a todos los
pueblos que se
lo pidan. Pero tú has de llevar a La Señora de todos los
Pueblos por el mundo
entero."
Ahora La Señora indica la tierra. Veo el globo girando bajo sus
pies y por
todas partes caen intensamente copos de nieve. Entonces dice La
Señora: "¿Has visto?
Así será llevada por el mundo La Señora
de todos los Pueblos, de ciudad en
ciudad, de nación en nación. El mundo será
una sola
comunidad por medio de una sencilla oración. Pídele a tu
obispo que la oración sea publicada bien y por entero: “Que La
Señora de todos
los Pueblos, que un día era María, sea nuestra Abogada”.
Dile a tu obispo que La Señora de todos los Pueblos
estará a su lado y lo
ayudará; que la difusión tendrá que hacerse de
verdad. Dile que el momento aún no ha llegado; que primero
hay que llevar a La Señora de todos los Pueblos a todo el mundo.
El signo de La Señora de todos los Pueblos será visto
más tarde
en todo el
mundo. Haz que comprenda bien esto. Las potencias falsas
caerán."
La Señora espera entonces un largo rato y entonces dice: "La
Iglesia,
Roma, se debe ocupar de los pueblos del mundo. Hay que reunir a las
ovejas en un solo rebaño. Que cada uno de
vosotros, los cristianos, tome la cruz en
la mano".
Al decir esto, es como si La Señora levantara la cruz y
la mostrara. "Con la cruz en
la mano poseeréis el Reino. Con la cruz en la mano
encontraréis al prójimo. Con
la cruz en la mano venceréis a vuestro enemigo. Así
los
cristianos de este
mundo se sentirán unidos con la Iglesia y con la Cruz.
Habrá que llevar
más el Memorial del Señor Jesucristo entre los pueblos.
Obispos, podeis
encargaros de esto, podeis hacer que el Sacrificio se celebre de
una forma más
comunitaria. Entended bien estas
palabras."
Otra vez La Señora espera un momento y luego dice: "Los
cristianos
están advertidos. Poneos todos bajo la Cruz y el
Sacrificio y
los paganos no
podrán venceros. A los obispos y
sacerdotes les pido que den asistencia a este mundo, a esta humanidad.
Yo les
ayudaré. El Señor Jesucristo, Hijo del
Padre, les traerá al Santo y Verdadero Espíritu, si todos
se lo piden. Te
repito: La Señora de todos los Pueblos puede dar la Gracia, la
Redención y la
Paz, y así lo hará. Y ahora te hablo
a ti, hija. Ocúpate de la difusión.
Trabaja sólo en eso y ayuda física y
espiritualemente, rezando la oración de La Señora de
todos los Pueblos. Ven ante esta imagen y pide.
Llegado el momento,
yo daré un mensaje acerca de esta imagen. Di esto. Di
que esta imagen está destinada a todos."
Ahora La Señora se va lentamente.
MENSAJE
40
19 de marzo de 1952
Mientras estoy ante la imagen rezando por el Papa, una voz empieza a
hablar de
repente, y veo a La Señora de todos los Pueblos ante mí.
Está muy seria y dice: "Dile al Papa
que él recibirá un signo de La Señora de todos los
Pueblos. La Iglesia, Roma, tendrá que sostener una
gran lucha. Antes que llegue el
año 2000, mucho habrá cambiado en la Iglesia, en la
Comunidad. Sin embargo, el
núcleo permanecerá."
Entonces veo correr confusamente las ovejas alrededor del mundo. Muchas
salen
huyendo, es como si el rebaño se dispersara. La Señora me
lo indica y dice: "¿Ves eso? La
Iglesia, las ovejas, están dispersas y otras todavía
saldrán huyendo. Sin
embargo, La Señora de todos los Pueblos las reunirá de
nuevo en un solo
rebaño."
Ahora es como si La Señora intentara con sus manos reunir el
rabaño y con voz
dulce y melancólica dice otra vez: "En un solo
rebaño. Dile a tu
obispo que le pida a La Señora de todos los Pueblos y yo le
daré un signo.
Pedid todos a La Señora de todos los Pueblos. Y tú, hija,
ven ante esta imagen
y pide cuanto más puedas". Y de repente desaparece La
Señora.
MENSAJE
41
6 de abril de 1952
(Domingo de
Ramos)
Allí está otra vez La Señora. Ella dice:
"Tú tienes
que
escuhar y transmitir bien lo que te hoy digo. Di a los
teólogos que no estoy contenta con el cambio de la
oración. “Que La Señora de todos los Pueblos, que un
día era
María, sea nuestra Abogada”, esto debe quedar así.
(Al principio
la oración fue publicada sin las palabras
“Que un día era María”, porque el obispo tenía
objeciones en contra. Aquí La Señora dice
explícitamente que es su voluntad que se
mantengan esas palabras. Esto fue comunicado al obispo, después
de lo cual las
palabras fueron
reincorporadas a la oración.)
Este
tiempo es Nuestro tiempo. Di lo siguiente
a los teólogos: La Señora llegó hasta el
Sacrificio de la Cruz. El Hijo dijo a
su Madre: “Mujer, he ahí a tu hijo”. De modo que el cambio tuvo
lugar en el
Sacrificio de la Cruz. El Señor y Creador eligió entre
todas las mujeres a
Miriam, o María, para ser la Madre de su Divino Hijo. A partir
del Sacrificio
de la Cruz Ella se convirtió en “La Señora”, Corredentora
y Abogada. Esto fue
anunciado por el Hijo en el momento de su regreso al Padre. Por eso yo
traigo estas nuevas palabras en este tiempo y digo: Yo soy La
Señora de todos los Pueblos, que un día era María.
Di esto a vuestros teólogos. Estas palabras tienen para los
teólogos este
significado.
Este tiempo es
Nuestro tiempo. El nuevo dogma que viene es el último dogma
mariano: el de La Señora de todos los Pueblos como Corredentora,
Medianera y
Abogada. En el
Sacrificio de la Cruz el Hijo proclamó este título al
mundo entero. No importa
quienes seais o lo que seais, yo soy para vosotros La Señora. Yo
vengo a
decirle a este mundo degenerado y trastornado: Reuníos.
Vosotros, los
cristianos, os reunireis junto a La Señora de todos los Pueblos,
así como os
reunís junto a la Cruz del Hijo. Se harán
cambios, y es que hay mucho que cambiar en la Comunidad, en la
Iglesia. Vosotros, hombres, no importa quienes seais o lo que seais,
ayudaos
mutuamente. En el primer y más importante mandamiento,
encontraréis todo lo que
os hace falta. Que La Señora de todos los Pueblos, que un
día era María, sea
nuestra Abogada. La Señora
quiere más que nada ir allí donde Ella estaba y donde
todavía no ha ido. Tú tienes una
gran misión que cumplir", me dice La Señora.
"Que quienes
colaboran
en esta gran obra, lo hagan con mucha seriedad y fervor. Hija, tu
misión
todavía no ha terminado. Dile a tu obispo que divulgue la
oración en el mundo
entero. Yo lo ayudaré. A tu director espiritual lo
apoyaré hasta el final. Dile al
Papa que está bien. Él me comprenderá. Dile al
Papa que
prepare todo para el nuevo dogma. Dile
al Papa que haga todos los cambios y que hable de eso con
quienes él haya
escogido. Dile al Papa que ya llega el tiempo. La Señora
de
todos los Pueblos estará a la cabeza de la Comunidad. Que todos
pidan por medio
de esta sencilla oración y La Señora les ayudará,
en la medida que sea la
voluntad del Padre y del Hijo. Ella era María, la Sierva del
Señor. Ella quiere
ser ahora La Señora de todos los Pueblos. No importa quien seas
o lo que seas,
ven a La Señora de todos los Pueblos. Advierto a los
cristianos y les digo: Comprended la
gravedad de este tiempo. Juntad las
manos. Plantad la Cruz en medio del
mundo. Todos vosotros sois
responsables de la misión que cada uno debe cumplir en este
tiempo. No os dejéis llevar por el espíritu
equivocado. Pedid todos los días que el
Señor Jesucristo, Hijo del Padre, envíe el
Espíritu Santo al mundo y La Señora
de todos los Pueblos, que un día era María, será
vuestra Abogada. Así sea". Y entonces ya no se ve La
Señora.
MENSAJE 42
15 de junio de 1952
"Aquí estoy
de
nuevo, La Señora de todos los Pueblos". Ahora La Señora
me mira largo rato sin decir nada. Luego dice: "En el mensaje
anterior te expliqué el significado de “La Señora de
todos los Pueblos”. Hoy
digo que ahora hay que empezar la gran acción de La
Señora de todos los
Pueblos. Lleva el mensaje al mundo. La Señora de
todos los Pueblos te ayudará a tí y a todos los que
luchen por esto. La gran acción va a empezar.
Esta imagen la precederá. En el futuro no habrá pueblo
alguno sin La Señora de
todos los Pueblos. Este título empieza ahora. Este tiempo es
Nuestro tiempo."
Ahora La Señora se queda largo tiempo mirando al frente. Luego
prosigue
diciendo: "La Señora,
que
un día era María... Sólo al irse el Señor
Jesucristo empezó la Corredención.
Sólo al irse el Señor Jesucristo, Ella se
convirtió en la Medianera y Abogada.
Al irse el Señor Jesucristo entregó a los pueblos La
Señora de todos los
Pueblos. Ahora ha llegado
el tiempo en que Ella da a conocer este título al mundo. Di esto
a vuestros
teólogos. Dile a tu obispo que
estoy contenta. Que ahora sí que la oración es bien
enseñada. (El texto
completo de la oración había sido aprobado por
el obispo. Ver también la nota del mensaje
anterior.)
Di a los que
colaboran, que todos tienen que rezar la oración. Que los
religiosos y los sacerdotes diocesanos trabajen juntos. Tienen que
tener más
contacto también en otras cosas. En realidad todos sois los
apóstoles del
Maestro. Buscaos y encontraos unos a otros. Si los apóstoles
están divididos,
¿cómo podrán los pueblos estar unidos? A la
Iglesia de
Roma le ruego y le pido: lucha en este tiempo por la única
Verdad, el Señor y
Creador de este mundo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pedid todos al
Espíritu Santo que traiga el Espíritu de Verdad al mundo.
El
mundo se está degenerando. Los grandes de este
mundo buscan el poder. Los grandes de este mundo piensan sólo en
lo material.
Los hombres son distraídos y llevados por un falso camino."
Luego La Señora indica el
globo terrestre. Veo confusión
y desasosiego entre los pueblos. La Señora dice: "Mira todos
esos
países. Por ninguna parte hay unidad, paz, tranquilidad entre
los pueblos. Todo
es tensiones, todo es miedo. El Señor Jesucristo lo permite. Su
tiempo llegará.
Pero antes vendrá un tiempo de intranquilidad. Humanismo,
hedonismo, ateísmo,
serpientes que buscarán dominar el mundo. Hoy yo he
venido a decir que la gran acción contra todo eso tiene
que empezar. Y ahora les hablo a vuestros teólogos y les
digo: Daos cuenta de lo serio
de todo esto. Y a quienes he escogido al
principio de esta acción les digo: Ayudad con todos los medios y
ocupaos de la
difusión, cada uno a su manera. Ya viene el tiempo, el tiempo de
La Señora de
todos los Pueblos. Yo ayudaré."
Tras un largo silencio, La Señora, con mirada penetrante, me
dice: "A ti, hija, te
repito: tienes una gran misión que cumplir. Ten ánimo y
valor. La Señora de todos los Pueblos está aquí
frente a ti.
Esta imagen se quedará todavía aquí. La
Señora
dará el signo." Entonces La Señora se va lentamente.
(Ida
recibió este mensaje en Alemania. Allí fue
pintado el cuadro de La Señora de todos los Pueblos y
allí permaneció hasta
diciembre de 1953. Ir a "El Cuadro".)
MENSAJE
43
5 de octubre de 1952
"Aquí estoy
de
nuevo. Vengo a traer un mensaje especial. Transmite bien todo. Miriam,
o
María, nunca ha sido llamada oficialmente en la
Iglesia, en la Comunidad, Corredentora. Nunca ha sido llamada
oficialmente
Medianera. Nunca ha sido llamada oficialmente Abogada. Estos tres
pensamientos están estrechamente vinculados, éstos tres
pensamientos forman una sola cosa. Por lo tanto,
ésta
será la clave de la historia mariana; por eso,
éste será el dogma de
Corredentora, Medianera y Abogada. Y ahora no
quiero hacer un reproche a los teólogos cuando digo: ¿Por
qué no podeis poneros
de acuerdo sobre este dogma? Una vez más lo voy a explicar,
aún más claramente."
"El Padre
envió
al Señor Jesucristo como el Redentor de todos los pueblos. El
Señor Jesucristo
ya lo era desde el principio y le dio cumplimiento en el momento del
Sacrificio
y de su ida al Padre. Miriam, o María, fue elegida por el Padre
y el Espíritu
Santo como la Sierva del Señor. Desde el principio, debido a esa
elección, Ella
era la Corredentora, Medianera y Abogada de todos los pueblos. No fue
hasta el
momento de irse el Hombre-Dios, Señor Jesucristo, que Ella se
convirtió en la Corredentora,
Medianera y Abogada. En el momento de irse, el Señor Jesucristo
entregó a los
pueblos en un solo gesto a Miriam, o María, como La
Señora de todos los
Pueblos, ya que Él dijo estas palabras: “Mujer, he ahí
a
tu hijo; hijo, he ahí
a tu Madre”. Un solo gesto, y Miriam, o María, obtuvo por lo
tanto este nuevo
título."
"¿Cómo
es que
hasta ahora no llega La Señora de todos los Pueblos al mundo?
Porque el Señor ha
esperado este tiempo. Los otros dogmas tenían que tener la
precedencia, de
igual manera que su vida tuvo que preceder el ser La Señora de
todos los
Pueblos. Los otros dogmas anteriores
contienen la vida y la ida de La Señora. Los teólogos
tendrán bastante con esta sencilla explicación. Ha sido
necesario darla de nuevo."
"Hija, ahora te
pido que sigas escuchándome con atención. Di a todos tus
superiores y a los que
colaboran que el tiempo va a empezar ahora. No temas, tú
irás hasta tu Santo
Padre. No temas, La Señora de todos los Pueblos le dará
su signo. Dirás al Papa
que él es el luchador, el pionero de este nuevo tiempo."
Es como si de nuevo viera una sala en el Vaticano. Hay muchos
eclesiásticos reunidos, todos
con
muchos papeles delante. La Señora dice: "Dile entonces
al Papa que el Señor y La Señora lo apoyan en su
difícil y fatigosa misión; que
preparare y haga todo –él sabe a lo que me refiero– para los
tiempos futuros."
La Señora dice esto para
sí
misma, con una especial entonación, como si hablara en el
futuro. "Este tiempo es
Nuestro tiempo. Él lleva sobre sus hombros una difícil
tarea. Que controle que
en la Iglesia, en la Comunidad, se lleve a cabo todo lo que él
dice y quiere.
Dile eso. Tú, hija, irás allá y no vaciles
ni temas decir todo esto, todo lo
que La Señora de todos los Pueblos ha venido a decir. Es Ella la
que ha
traído este mensaje y sólo desea que tú seas el
instrumento y la obedezcas."
Entonces le digo en mi interior a La Señora que yo no tengo nada
que ofrecer,
que no comprendo por qué Ella me ha elegido a mí para
esto. Y La Señora me
dice: "Tú dices
que
sólo puedes ofrecerme las manos vacías. La Señora
sólo te pide que transmitas éstos mensajes a los que los
necesitan. El resto lo
hará La Señora. Sé fiel, ayuda a los necesitados;
quiero decir,
a los necesitados espiritualmente. Tú puedes hacerlo, rezando
esta oración. Más
no se te pide. Dile a tu
director espiritual que esté contento, que todo
está bien así. La Señora lo
ayudará a él
también."
"Ahora les hablo
a los sacerdotes y religiosos. Todos vosotros sois apóstoles y
siervos del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo."
Mientras La Señora dice esto, veo una multitud de
sacerdotes y religiosos de
pie ante Ella. De repente cambia su actitud, su voz y su aspecto, antes
tan bello y
sublime. Ahora es como si La Señora fuera una
madre, como cualquier madre que está hablando a sus hijos, y
dice: "La Señora
no os
regaña; Ella sabe que tiene delante a seres humanos. Vosotros
vivís en tiempos
difíciles, pero actuad con el Espíritu de Jesucristo,
vuestro Señor y Maestro.
Él os ha precedido como Dios y como Hombre. Sed
apóstoles
entre vosotros; sed una sola cosa. Cada uno debe ser un apóstol.
Estad unidos.
¿Cómo podrá la Iglesia, la Comunidad, ser grande y
una, si entre vosotros hay
división? Estáis avisados; tratad de ser
honestos y buenos unos con otros. No, La Señora
no está
regañando, sino que viene como una buena Madre a poner en
guardia a los
apóstoles de la Iglesia contra los falsos profetas y el falso
espíritu. Rezad todos la oración que yo he dado. La
Señora de todos los Pueblos ha
sido enviada especialmente en este tiempo para vencer la decadencia y
la
corrupción espiritual. Los que estén
sufriendo necesidad espiritual, que recurran a La Señora de
todos los Pueblos y
Ella les ayudará."
"Y ahora digo a
los apóstoles de este tiempo: sed generosos, sed comprensivos,
sed buenos con
los hombres. Juzgad y condenad como lo hizo
el Señor, Jesucristo. Comprended este tiempo, comprended la
lucha. Sabed que el espíritu está combatiendo. Este es el
tiempo
del espíritu. La lucha es dura y difícil, pero si todos
colaboran, el verdadero Espíritu triunfará. Iglesia de
Roma, aprovecha tu
oportunidad. El Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo quiere ahora engrandecer a su
Iglesia. Comprended bien vuestra doctrina. Es necesario que La
Señora venga a
deciros todo esto. Recordad el primer y más importante
mandamiento: el Amor. Eso abarca todo."
La
imagen custodiada por los Padres Dominicos
"Y por
último,
le hablo a ... (La Señora nombra a la persona que
donó el cuadro de La Señora de todos los Pueblos.)
Estoy
contenta de tí. El Señor te ha
pedido tres sacrificios y ahora La Señora te pide una cosa.
Tú le has
obsequiado esta imagen a La Señora. Sin embargo,
esta imagen es para todos los hombres, a
todo el que quiera recurrir a La Señora de todos los Pueblos.
Dales esta
imagen. El deseo de La Señora es que esta imagen sea llevada a
Holanda, a
Amsterdam. La Señora tiene en ello una particular
intención. La Señora de todos
los Pueblos llegará a Amsterdam, la ciudad del Milagro. Holanda va
por el camino de la
corrupción. La Señora quiere salvar a ese país, y
por eso ha
puesto en él un pie. Ella
quiere que la acción parta de aquí,
pero quiere
la imagen en Amsterdam.
(El cuadro de La Señora
de todos los Pueblos aún estaba
en Alemania. También desde allí
se difundieron las primeras estampas.) Haz ese sacrificio.
Entrégasela a los dominicos. Pero,
atención, las ofrendas
que se han dado no son sólo para los dominicos, sino para todas
las necesidades
de la Iglesia. La Señora de todos los Pueblos desea
únicamente que la
imagen esté bajo la
custodia de los dominicos. Sin embargo,
no se trata de un privilegio especial, pues
ésta ha de ser para todos los pueblos. Más tarde
volveré a hablar más
detalladamente sobre esto."
Y ahora La Señora se aleja
lentamente.
MENSAJE
44
8 de diciembre de 1952
(Fiesta de
la Inmaculada Concepción)
"El mensaje que
hoy traigo está destinado a todos los pueblos. Yo vengo en este
tiempo como la Corredentora, Medianera y Abogada. En un
solo gesto, el Señor otorgó a María éstos
tres
títulos, éstos tres conceptos.
Este nuevo dogma será muy discutido. Por eso te he dado
la explicación
correspondiente. Ya llega el
tiempo. Di, pues, al sacristán del Papa que lo
informe acerca de esto. (El sacristán del Papa
es el responsable de la Liturgia Papal en la basílica de San
Pedro. Esta función, que actualmente ha sido suprimida, fue
desempeñada largo tiempo por el obispo holandés
Monseñor. Van Lierde.) Él lo
conducirá a La Señora de todos los Pueblos. Que
el Papa prepare este dogma y lo proclame. Di que el tiempo ha llegado.
Que el
Espíritu Santo tiene que venir a este mundo. Que el Santo Padre
no vacile en sus decisiones; él es el guerrero. Yo le
daré mi signo."
"Yo he dicho:
Esta imagen precederá. Esta imagen tiene que ir por todo el
mundo. Significa y
representa el nuevo dogma. Por eso,
yo
misma he dado esta imagen a los pueblos. La oración
quedará hasta el fin. La oración que María ha dado
al mundo como La Señora de todos los Pueblos tiene que ser
rezada en todas las
iglesias.
Emplead los medios modernos para esto. Pedid su
aprobación y os será dada.
Sabedlo bien, el tiempo se acerca."
La Señora aguarda un momento y luego dice muy despacio y claro:
"53." Después mira la esfera
terrestre, sobre la cual está de pie, y dice: "Nos encontramos
a la víspera de grandes decisiones. Estamos a la
víspera de grandes presiones. El enemigo de Nuestro Señor
Jesucristo ha trabajado despacio, pero seguro. Los centinelas ya
están en sus puestos. Su obra está
casi concluída. Pueblos, ¡tened
cuidado! El espíritu de la falsedad, de
la mentira y del engaño arrastra a muchos consigo. La
víspera ya
ha comenzado."
Mientras La Señora dice esto, siento venir una gran
presión sobre el mundo y
veo que se pone muy oscuro. Es como si por todas partes se apostaran
centinelas, parecen como una especie de demonios. Los veo
llevándose a la
gente. Grupos enteros de
gente corren tras ellos y van desapareciendo. Siento miedo y amenazas.
La Señora se queda quieta
mirando adelante y luego dice: "Grandes
amenazas pesan sobre el mundo. Las iglesias serán aún
más minadas."
De nuevo La Señora mira adelante y continúa: "Comprended
por
qué vengo como La Señora de todos los Pueblos. Vengo a
reunir a
todos los pueblos en el Espíritu, en el verdadero
Espíritu
Santo. Hombres, aprended, pues, a buscar al Espíritu Santo.
Aspirad a alcanzar
la justicia, la verdad y el amor. No rechacéis a vuestros
hermanos.
Hacedles
conocer el verdadero Espíritu. Los hombres de este tiempo tienen
una difícil
misión. Gobiernos, padres de familia, pensad en la
juventud."
Veo entonces grupos de jóvenes. La Señora me hace sentir
que son mal guiados o
que no son guiados en absoluto. Es
como si estuvieran desatados. La Señora mira muy preocupada a
todos esos
jóvenes y dice: "Conducidlos a
la verdadera Iglesia, a la Comunidad. Ha sido necesario que el
Señor enviase en
este tiempo a María, su Sierva, como La Señora de todos
los Pueblos. Por eso yo
advierto al mundo y le traigo este mensaje."
"Ahora les hablo
una vez más a los apóstoles y a todos los
religiosos." Veo ahora muchos religiosos de pie. La Señora mira
muy seria,
como una madre
preocupada, y dice: "Escuchad bien a
una buena Madre. También a vosotros quiero ayudaros en este
tiempo. Rezad esta
oración e invocad a La Señora de todos los Pueblos, y
Ella os ayudará. Sed justos, sinceros
y llenos de amor entre vosotros. Trabajad juntos por
el gran objetivo: engrandecer la Iglesia. Religiosos y
diocesanos, comprendeos mutuamente; colaborad juntos por el
único gran
objetivo. Vosotros sois todos iguales."
Mientras La Señora dice esto, veo dos grupos divididos
entre sí. A un lado
están los sacerdotes diocesanos, vestidos de negro, y al otro
lado están
religiosos de todas las órdenes con diferentes hábitos.
La Señora está allí, en medio
de ellos, y con sus
manos junta los dos grupos hasta formar uno solo. Ahora La
Señora mira adelante largo rato sin decir nada. Luego
dice muy
despacio y claro: "Sabed juzgar y
condenar como lo hizo Jesucristo, el Señor. La Señora de
todos los Pueblos no
se cansa de repetiros esto. Escuchad, pues, las palabras que
vengo a deciros en
este tiempo espantoso. Y ahora me dirijo a todos cuando digo: No
sabéis
cuán grave y difícil es este tiempo."
Y otra vez La Señora espera un rato sin decir nada, mientras
fija su mirada en
la lejanía. Luego dice: "El Papa de Roma
tiene una misión más difícil que todos sus
predecesores." Veo ahora un Papa, pero no es el Papa Pío XII. No
puedo decir
quién es ese
Papa. Veo también
muchísimos
Papas de tiempos anteriores, la cabeza con todo tipo de cubiertas:
mitras
grandes y pequeñas, cofias, etc. La Señora dice:
"Hombres, ayudad
al Santo Padre. Seguid sus
enseñanzas. Poned en práctica las
encíclicas. Haced que el mundo se impregne de ellas, de modo que
el espíritu de
la falsedad, de la mentira y del engaño no tenga más
oportunidades."
Ahora veo escrito en letras grandes por encima de la gente la palabra
“Encíclicas”.
Ahora veo ovejas alrededor de La Señora. Algunas andan pastando,
otras hacen cabriolas entre
sí, o tienen la cabeza
levantada mirando a La Señora. Ella mira esas ovejas a su
alrededor y dice: "Vosotras que
habéis levantado la cabeza, enseñad a las que
están
pastando a que también la
levanten." Entonces veo transformarse
todas esas ovejas en personas. Veo grupos enteros de blancos y en medio
de
ellos, grupos enormes de negros. La Señora levanta el dedo,
diciendo muy severamente: "Vosotros, los
blancos, reconoced el derecho de los negros. Tenéis que apoyaros
y ayudaros
mutuamente y La Señora de todos los Pueblos estará
ahí para ayudaros, pues Ella
es la Corredentora, Medianera y Abogada. Éste será el
último dogma. Trabajad
para ello rápidamente y con ganas. La Señora de todos
los Pueblos promete que
ayudará al mundo si reconoce este título, si el mundo la
invoca bajo este
título. Haz conocer este mensaje. Es la hora decisiva.
No temas. Yo ayudo.
"Esta imagen
irá
a Holanda, a Amsterdam, en el año 53. Llegará a la
iglesia nueva, la iglesia de La Señora de todos los Pueblos. La
imagen será puesta
bajo el cuidado de los
dominicos, y provisionalmente será llevada a una iglesia o
capilla, que podrán
decidir los religiosos y la donadora. No obstante, la nueva iglesia
tiene que
ser construída lo más rápido posible."
Entonces La Señora me muestra el interior de una iglesia. "Esta
imagen
será puesta en el altar que se construirá en el lado del
púlpito. En el otro
lado, el de la epístola, se pondrá el altar del Padre,
del Hijo y del Espíritu
Santo". Veo entonces en el lado del púlpito y en el lado de la
epístola una
representación en forma de escultura, pero borrosa, como si
estuviera aún
cubierta con un velo. Entonces veo ante mí un prado con
árboles. La Señora
dice: "Ahí donde
todavía hay hierba se instalará La Señora de todos
los Pueblos. Dile a tu
obispo que el deseo de La Señora de todos los Pueblos es que
esta iglesia se
construya allí. Los Padres dominicos
se encargarán de la difusión y de la imagen." Mientras La
Señora lentamente se aleja, dice: "Yo
concederé
grandes gracias bajo este título."
MENSAJE
45
20 de marzo de 1953
Veo a La Señora de todos los Pueblos de pie. Ella dice:
"Di que el
tiempo ya ha llegado. El tiempo es éste, el tiempo en que el
mundo tiene que
saber que yo vengo aquí como La Señora de todos los
Pueblos. Quiero que esto se
dé a conocer ahora al mundo. Di esto al sacristán
del Papa. Éste es mi mensaje
para él. Tú no seas miedosa. Que lea todos los mensajes y
se los comunique al
Santo Padre. No tengas miedo, hija. Tú llegarás hasta
él. No te asustes, pues soy yo quien traigo este
mensaje. El tiempo ha llegado."
Ahora La Señora espera largo rato y luego dice: "53, ese es
el
año de La Señora de todos los Pueblos." La Señora
mira ahora largo rato adelante y dice: "Antes de que el
Señor Jesucristo regresara al Padre, antes que empezara el
Sacrificio de la
Cruz, el Señor Jesucristo entregó al mundo entero un
Milagro cotidiano." La Señora dirige ahora una mirada
escrutadora al mundo y
pregunta muy
lentamente: "¿Cuántos
son
los que participan… –y hace una pausa– "...a este gran
Milagro? De este gran Milagro no hacen caso. La Ofrenda cotidiana
tendrá que
volver nuevamente al centro de este mundo degenerado."
Luego parece como si La Señora mirara a lo lejos y dice: "Y
ahora le
hablo al Santo Padre". Veo ahora al Papa Pío XII ante mí,
en una
habitación y con muchos papeles
delante. La Señora dice: "Tú has
hecho
mucho. Ahora La Señora de todos los Pueblos le pide que siga
adelante con todo
lo que aún hay que hacer. Él sabe a lo que me refiero. El
Santo Padre preparará
el dogma mariano de la Corredentora, Medianera y Abogada. Ella lo
ayudará en esto."
La Señora espera otra vez largo rato mirando a lo lejos y
prosigue: "Para dar la
prueba de que soy La Señora de todos los Pueblos, yo he dicho:
las grandes
potencias caerán; vendrá una lucha
político-económica; cuidado con los falsos
profetas; poned atención a los meteoros; vendrán
calamidades; vendrán
calamidades naturales; estamos frente a grandes decisiones; estamos
ante
grandes presiones."
Ahora, La Señora mira adelante, como escrutando profundamente, y
vuelve a decir
despacio y claro: "53. Pueblos
de Europa, ¡uníos! Es La Señora
de todos los Pueblos quien os lo dice. No para querer vencer a
vuestro enemigo, sino para ganarlo. Así como tenéis que
estar unidos en lo
político, así también deberéis estarlo en
el verdadero Espíritu Santo. Grandes
presiones pesan sobre el mundo. El enemigo
acecha. Iglesia de Roma, aprovecha tu
oportunidad. El humanismo moderno, el pragmatismo, el socialismo y el
comunismo
son los que tienen al mundo en sus garras."
Veo entonces el mundo y veo
todos esos grupos de gente y como una mano gigantesca que agarra todo.
La Señora dice: "Escuchad a La Señora que quiere ser
vuestra Madre. Orad, pueblos, para que
vuestro sacrificio
sea agradable al Señor. Orad, pueblos, para que venga el
verdadero Espíritu
Santo. Orad, pueblos, para que La Señora de todos los Pueblos
sea vuestra Abogada." Entonces La Señora dice muy claro y
despacio: "Y ahora, La Señora de todos los Pueblos promete dar
la verdadera paz. Pero
los pueblos
junto con la Iglesia –sea bien claro: con la Iglesia–
tienen que rezar mi oración este año. Di esto al
sacristán. Dile que el tiempo
ya ha llegado. Y que grandes acontecimientos
mundiales están por llegar."
Después La Señora espera y parece como si cambiara de
lugar. Entonces dice: "Sígueme
ahora a
donde yo voy." Es como si fuera con La Señora por un camino.
Llegamos a un
prado, donde hay un
par de árboles. Veo a La Señora como en la niebla, de pie
sobre la hierba, y
dice: "Tú me ves
aquí
en este campo." Entonces me doy cuenta que es un terreno conocido, que
queda en la
calle
Wandelweg, cerca de donde vivimos. "Aquí se
construirá la nueva iglesia." Ahora es como si yo entrara con
Ella en esa iglesia. La Señora
dice: "En el altar
mayor estará el Sacrificio de la Cruz, el Milagro
cotidiano." Veo ahora el altar mayor. La Señora indica el
Tabernáculo
sobre el cual hay una
cruz pequeña. Ella dice: "Inmediatamente
a la izquierda, en lado del púlpito, estará el altar de
La Señora de todos los
Pueblos. En el lado de la epístola, el altar del Padre, del Hijo
y del Espíritu
Santo. Fíjate bien, al mismo nivel del Sacrificio." Diciendo
esto, La Señora indica el altar mayor y veo que
los tres altares
tienen la misma altura, y se siguen el uno al otro, como si fuera un
único gran
altar. Detrás de los altares veo representaciones de algo,
aunque de un modo
borroso y opaco.
Entonces La Señora dice: "He escogido a
los Padres Dominicos para esto. La donadora del cuadro
colocará allí la imagen.
La imagen ha de ser traída pronto a Amsterdam. He escogido
Amsterdam como el lugar de La Señora de todos los Pueblos. Es
también el
lugar del Sacramento.
Entiende bien todo esto." Veo entonces una Procesión
del Santísimo Sacramento. Entre
la multitud que participa, veo también sacerdotes. Uno de ellos
va delante con el Santísimo
Sacramento. La procesión viene desde el centro antiguo de la
ciudad, desde la
plazuela Begijnhof y va hacia el lugar de la calle Wandelweg que me
indicó La Señora. (Ir a "El Milagro de Amsterdam")
Después La Señora dice: "La difusión
se
hará desde los conventos a todos los sacerdotes, a todos los
pueblos. Dominicos, daos cuenta de lo que tenéis en
mano." La Señora recalca esto
último. "Tu
director espiritual se encargará de ello. No temas.
Es María, La Señora de todos los Pueblos, la que te da
este mensaje." La Señora espera un momento;
luego dice muy claro y despacio:
"Con este
título
Ella salvará el mundo." Entonces La Señora se va
lentamente.
MENSAJE
46
10 de mayo de 1953
Ahí está La Señora otra vez ante mí. Ella
dice: "Hoy traigo un
mensaje especial. Píde al Santo Padre que rece la oración
que María ha dado al
mundo, como Corredentora, Medianera y Abogada, bajo el título de
“La Señora de
todos los Pueblos”, y que la diga ante los pueblos. (Mientras
La Señora dice esto, Ida ve a un Papa, pero no es el Papa
Pío XII.)
Dile: Apóstol del
Señor
Jesucristo, enseña a los pueblos esta oración sencilla,
pero profunda. Es María, La Señora de todos los
Pueblos, quien te lo pide. Tú eres el
Pastor de la Iglesia de Jesucristo, el Señor. Proteje a tus
ovejas. Bien sabes
que grandes peligros se ciernen sobre la Iglesia y sobre el mundo. Ha
llegado
la hora en que hablarás de María como Corredentora,
Medianera y Abogada, bajo
el título de “La Señora de todos los Pueblos”.
¿Por qué María te pide esto? Porque Ella ha
sido
enviada por su Señor y Creador para poder salvar al
mundo, con este título y por medio de esta oración, de
una gran catástrofe
mundial. Tú sabes que María quiere
venir como La Señora de todos los Pueblos. Ahora Ella pide que
los hombres puedan oir del Santo Padre este título. El
sacristán del
Papa dará al Santo Padre tanto este mensaje como los otros. Por
medio de
esta oración La Señora salvará el mundo. Vuelvo a
repetir esta promesa."
Ahora La Señora espera largo tiempo, mientras veo el mundo girar
bajo sus pies.
Es como si grandes nubes
negras lo cubrieran y La Señora las observa. Entonces dice:
"Ahora les hablo
a todos los pueblos de este mundo." Con gran devoción La
Señora
junta sus manos, como para rezar. "Orad, pueblos,
para que vuestro sacrificio sea agradable al Señor. Pueblos,
volved
atrás y tratad de volver a encontrar vuestra fe sencilla.
Reconoced a vuestro
Creador y sed agradecidos. Esto es lo que la humanidad
ya no conoce. El falso
espíritu gobierna el mundo. El paganismo moderno, el humanismo,
el ateísmo, el
socialismo moderno y el comunismo gobiernan el mundo. Cuidado con los
falsos
profetas. La Señora de todos los Pueblos
no se cansa de repetirlo y de avisaros de esto. ¡Hombres,
escuchad! Es el Señor
mismo quien me manda a advertiros, el mismo Señor que se
sacrificó también por éstos hombres de hoy.
Vosotros no sabeis qué grandes poderes son
los que
amenazan a este mundo. Y no me refiero sólo
al humanismo moderno, al ateísmo, al socialismo moderno y al
comunismo; aún hay
otros poderes que amenazan a este mundo.
Pueblos,
busquen la verdad. Pueblos, uníos. Sin que lo
supierais, hace ya ocho años que La Señora estaba
aquí para protejeros de eso. El año 53 es el
año de La Señora de todos los Pueblos. El 53 será
el año en que Ella tendrá que
ser reconocida bajo este título entre los pueblos. El 53
será el año en que
amenazarán y sucederán grandes acontecimientos mundiales
y grandes catástrofes.
Por eso La Señora os pide que digais esta oración.
Difúndidla lo más posible. Ahora le hablo
a tu obispo: Haz que la iglesia de La Señora de todos los
Pueblos se construya
en el lugar que yo he indicado en Amsterdam."
Luego La Señora espera un momento y mirando a lo lejos, dice muy
claro y
despacio: "Los
pensamientos marianos aumentarán más en este tiempo.
Amsterdam se convertirá en
el Centro de La Señora de todos los Pueblos. Allí, por
medio de esta imagen,
los pueblos conocerán a La Señora de todos los Pueblos y
bajo este título le
pedirán que les conceda la unidad, la unión entre los
pueblos. Esta imagen precederá el último dogma
mariano. Esta imagen irá en primer lugar a Amsterdam. De la
difusión se encargará tu
director espiritual y todo el que pueda colaborar. Tendrá que
llegar a ser una sola gran comunidad, cuya dirección
confío a
los Padres Dominicos. Que sean conscientes de lo que
yo les encomiendo."
Entonces La Señora hace una nueva pausa. Yo le digo que me da
miedo transmitir
este mensaje, pero Ella sonríe y me dice:
"Hija, no temas
transmitir este mensaje. Tú eres el instrumento. La
Señora se encarga de todo." Y entonces veo a La Señora
alejarse lentamente.
MENSAJE
47
11 de octubre de 1953
Veo a La Señora de pie. Ella dice: "María, La
Señora de todos los Pueblos, hoy es enviada para advertir una
vez más al mundo
y a la Iglesia de Roma, de la corrupción, de las calamidades y
de la guerra. El
mundo vive en la corrupción. Aún vendrán
más calamidades. Los pueblos viven aún
en guerra."
Entonces La Señora mira adelante y dice despacio y claramente:
"El año 53, ese
será el año en que La Señora de todos los Pueblos
tendrá que ser llevada al
mundo." Por largo tiempo no dice nada
y después prosigue: "La Señora
de
todos los Pueblos podrá traer la Paz al mundo. Pero hay que
pedírselo a Ella
bajo este título. La Señora de todos los Pueblos
sostendrá a la Iglesia de
Roma. La Iglesia de Roma, la Comunidad, invocará a María,
Madre del Señor
Jesucristo, bajo este nuevo título de La Señora de todos
los Pueblos. Tienen
que rezar mi oración contra la corrupción, las
calamidades y la guerra, y la
llevarán a todos los pueblos. Yo ayudaré a la Iglesia de
Roma, a la Comunidad. Los pueblos me
tienen que invocar bajo este título."
Entonces La Señora mira largo rato adelante. Luego dice
claramente y con
fuerza: "El Señor es
el
Redentor de todos los pueblos. María, su Madre, fue elegida
desde el principio
como la Corredentora. Ella llegó a ser Corredentora en el
momento de la ida del
Señor Jesucristo al Padre. Ella se convirtió así
en la Medianera y la Abogada
de todos los pueblos." La Señora espera un momento y dice
entonces: "Puesto que
María estaba destinada a ser la Corredentora, Medianera y
Abogada, Ella viene
ahora, en este tiempo, como La Señora de todos los Pueblos. Para
obtener el
título de Señora de todos los Pueblos, Ella ha venido,
bajo este título, a
diferentes lugares y en distintas naciones."
Luego mira ante sí y dice: "La Señora
que
ha de traer la Paz, vino y dictó su oración en el
país en que reinaba el
demonio. (La oración fue dictada a Ida mientras
se encontraba en Alemania.)
La Señora, que viene
a traer la Paz, ha dado sus palabras por medio de su instrumento en el
país que
siempre deseó la paz (Holanda). La Señora de
todos
los Pueblos no está destinada a un solo país o a un solo
lugar, Ella está
destinada al mundo, a los pueblos. Esta imagen
tendrá que venir a Amsterdam, ya al final del 53.
Provisionalmente será llevada
a una capilla o a una iglesia. Más tarde será trasladada
a la iglesia de La Señora de todos los Pueblos. Mis indicaciones
para ello ya las
he dado, y serán
seguidas fielmente. La Señora de todos los
Pueblos dará todavía algunos mensajes. Su tiempo ya casi
se
termina."
A continuación La Señora espera un momento y luego dice
claramente y despacio: "Entonces
empezará la gran obra: la Coronación de María, la
proclamación del dogma de
Corredentora, Medianera y Abogada. Pero antes la Iglesia y los pueblos
tienen
que invocar a María bajo su nuevo título y rezar su
oración, para que sean
alejados de este mundo la corrupción, las calamidades y la
guerra. Si los
pueblos de Europa hacen esto, darán un suspiro de alivio
después del año 54." Y ahora La Señora mira al
globo de la tierra, sobre el que se
encuentra, y
dice: "Entonces
vendrá
la gran misión mundial."
Después La Señora mira a su alrededor y dice indicando
las ovejas: "Mira mis ovejas
negras." Veo entonces muchísimas
ovejas negras. Separadas de
ellas y al otro extremo, veo las ovejas blancas. La Señora dice
amonestando con
gran severidad: "Ovejas blancas,
cuidado. Ha llegado el tiempo en que todos podéis colaborar para
alcanzar la
unidad." Mientras dice esto, veo que
los dos grupos de ovejas se transforman en dos grupos de personas,
blancos y
negros, divididos entre sí.
Entonces La Señora dice: "Iglesia de
Roma, La Señora de todos los Pueblos vendrá sólo
pocas veces más. Ella os sigue
poniendo en guardia contra los falsos profetas. Leed con
atención los mensajes que La Señora os ha dado. Que el
sacristán del Papa
transmita éstos mensajes." La Señora dice esto con mucha
fuerza. Luego levanta el
dedo, como advirtiendo,
y dice (Ida
vio claramente al Papa Pío XII ante ella, mientras La
Señora decía estas palabras): "Santo Padre, tú tienes una gran
misión que cumplir, antes de ser traído entre los
Nuestros. La Señora te
repite: lleva adelante los planes que has elaborado. Ocúpate del
último dogma,
la coronación de la Madre del Señor Jesucristo, la
Corredentora, Medianera y
Abogada. Tú llevarás este nuevo título
entre los pueblos en el 54. Cuida de esos países donde el
Señor Jesucristo es
perseguido. Esto puede volverse y se volverá una gran
acción mundial, a la
cabeza de la cual estará María como La Señora de
todos los Pueblos. Yo ayudo;
por la voluntad de mi Hijo, yo podré ayudar al mundo y a los
pueblos."
Entonces La Señora baja el índice y vuelve a la postura
habitual. Espera un momento y dice: "Y ahora le
hablo a tu obispo: Tú comprenderás por qué me
dirijo al Papa y a su sacristán. Esta acción
no está destinada a un solo país, está destinada a
todos los
pueblos." Mientras La Señora dice esto, veo primero nuestro
país, Holanda, en toda su
extensión. La Señora hace un gesto de negación con
la cabeza. Luego veo el
mundo entero ante mí y en él a todos esos pueblos. La
Señora dice: "No obstante,
ayuda a difundir la oración y los mensajes en tu país.
María asume la
responsabilidad. Tú sabes que Ella ha dicho que pondrá
esta imagen al cuidado
de los Padres dominicos. Sabes que Ella ha dicho que los donativos no
serán
sólo para los dominicos, sino para todas las necesidades de la
Iglesia. Lleva a
María a tu país como La Señora de todos los
Pueblos. Desde allí empezará la
gran acción mundial. El tiempo ya ha llegado y es muy corto.
María está aquí
como la Madre que quiere ayudar a sus hijos. Pide y Ella te
ayudará bajo este
nuevo título."
Ahora La Señora se va lentamente.
MENSAJE
48
3 de diciembre de 1953
Ida Peerdeman recibió este mensaje en Alemania,
donde el cuadro se encontraba al comienzo de
aquel año litúrgico. A finales de diciembre de 1953 el
cuadro fue trasladado a Amsterdam, donde fue instalado provisionalmente
en la casa parroquial de la iglesia de Santo Tomás, una iglesia
de los dominicos situada en la calle Rijnstraat. El año 1954 fue
proclamado por el Papa Pío XII Año Santo Mariano, por
celebrarse entonces el centenario de la proclamación del dogma
de la Inmaculada Concepción (1854)
Mientras que estoy orando ante la imagen de La Señora, veo que
cobra vida de
repente. Es como si Ella se
saliera del cuadro y la veo como de costumbre, con una luz maravillosa
a su
alrededor. Le oigo decir claro y con seriedad: "No temas. Era
mi intención que la imagen estuviese todavía aquí,
al comienzo de este Año
Mariano. Después irá a Amsterdam." La Señora
espera un instante y mira adelante. Entonces siento
venir algo
horriblemente desagradable contra La Señora. Ella dice: "Las
fuerzas del
infierno se desatarán..." Parece como si oyera truenos y un
estruendo espantoso a su alrededor.
Pero luego La Señora sonríe y dice: "Sin embargo, no
podrán vencer a La Señora de todos los Pueblos." Mientras
La Señora dice esto, veo resplandecer una enorme
luz que la rodea por
todas partes, tan intensa, que me duelen los ojos al mirarla.
MENSAJE
49
4 de abril de 1954
Veo a La Señora de pie y con cara muy seria me dice:
"Aquí estoy
de
nuevo. ¡Escucha bien! Desde el
principio la Sierva del Señor había sido escogida para
ser la Corredentora. Di
a vuestros teólogos que pueden encontrar todo en los
libros." Veo ahora una antigua biblioteca con muchísimos libros.
La Señora me la indica.
Después de un instante, sonriendo para sí, como si se
divirtiera, y casi
susurrando, dice: "No traigo una
nueva doctrina. Traigo ahora los
antiguos pensamientos."
De nuevo La Señora se detiene y luego dice: "Por ser
María
Corredentora, Ella es también Medianera, Ella es también
Abogada. No sólo por
ser la Madre del Señor Jesucristo, sino –fíjate bien–
porque Ella es la Inmaculada
Concepción. Les pregunto a los teólogos:
¿Todavía tenéis objeciones contra este
dogma? Vosotros podréis encontrar estas palabras y éstos
pensamientos.
Os pido que
trabajéis por este dogma. No, no tengáis miedo. Va a
provocar una
lucha.
Ellos, los otros, os
atacarán, pero la sencillez de este dogma está en
éstos
últimos pensamientos
que María, La Señora de todos los Pueblos, os ofrece hoy.
Luchad
y orad por este dogma. ¡Este dogma es la
coronación de vuestra Señora!" La Señora dice
esto, subrayando casi cada palabra.
Entonces mira largo rato ante Ella, con una expresión particular
en su rostro;
como si se pareciera a la que era mucho tiempo atrás, cuando
aún estaba en la
tierra. Entonces dice: "La Señora,
la Sierva
del Señor, fue elegida y fecundada por el Espíritu
Santo." Hace una pausa y veo a su alrededor una niebla, como un velo
luminoso.
Entonces
dice lentamente: "La Señora
fue
elegida. Ella también estaría presente en la venida del
Espíritu Santo. El Espíritu
Santo tenía que venir sobre los apóstoles..."
–y con fuerza, levantando el índice, La Señora exclama–
"¡los
primeros
teólogos! Por eso el Señor quiso que su Madre
estuviera presente. Su Madre, La Señora de todos los Pueblos, en
el momento en que su Hijo se fue
al Padre, se
convirtió en La Señora de todos los Pueblos, la
Corredentora, Medianera y
Abogada, según el testimonio de un apóstol, un
teólogo, ya que él tenía que
cuidar de la Madre y Ella tenía que cuidar de sus
apóstoles."
Mientras La Señora dice esto, veo en primer plano, de pie junto
a Ella, alguien
de tiempos pasados, un hombre joven aún, con una
túnica. Después se va y
veo a varios clérigos de pie
alrededor de Ella. Entonces La Señora me mira y dice con
vehemencia: "Es la
última
vez que La Señora habla de este dogma. Ella volverá,
pero para otras cosas. Sin embargo, di a vuestros teólogos
que ahora tienen todo en las manos. Ahora tienen que cumplir la
voluntad del
Señor Jesucristo. Este dogma tendrá que ser el
colofón de los pensamientos
marianos. Di a los teólogos que La Señora de todos los
Pueblos quiere ver esto
cumplido."
Ahora La Señora extiende las manos, como en gesto de
protección. Veo
entonces al Santo Padre, el Papa Pío XII. La Señora dice:
"Yo ayudaré
al
Santo Padre. Pon atención a mis palabras. Él
recibirá la fuerza para preparar todo. Sucederán
muchos cambios." Veo ahora claramente a La Señora de pie sobre
la basílica de San Pedro y es como si
ahí todo diera
vueltas. La Señora dice: "Que el Santo
Padre realice su grandioso plan, cuanto antes posible. Dile que La
Señora de
todos los Pueblos lo ha ayudado y que le dará la fuerza que
necesite. El Santo
Padre ya sabe todo. La Señora le dará la fuerza que le
haga falta." La Señora mira ahora muy compasiva al Papa
Pío XII. En
voz baja y con compasión
Ella dice: "Él sabe lo
que
tiene."
Entonces La Señora pone las manos en la postura habitual y dice
con vehemencia: "Dile al
sacristán que todo saldrá bien. Que actúe y vaya
adelante en este asunto, como La Señora le pide." Ahora La
Señora me mira sonriente, advirtiendo con el dedo, y
dice: "Ahora viene tu
obispo. Tú le pedirás que dé a conocer
la oración y los mensajes." Veo ahora un obispo; no sé
quien es, y le digo a La Señora: "No va a querer hacerlo;
temo decírselo". La Señora me mira compasiva y dice
sonriendo: "No tengas
miedo, hija, simplemente pídeselo. Dile que el tiempo ya ha
llegado. Él puede
aprobar esta oración como mía. Él puede
aprobar que se construya la iglesia. Los signos están contenidos
en mis palabras, dile esto. Dile también que La Señora
quiere llevar ahora su
imagen al público, junto con palabras que digan que la
oración viene de su
Madre María, que quiere ser La Señora de todos los
Pueblos. Dile que María se
asume toda la responsabilidad al respecto. Más adelante
daré otros signos, cuando terminen mis palabras. Yo
volveré para hablar a los
pueblos. Todo esto tiene que preceder."
Entonces La Señora mira muy seriamente ante Ella. Es como si
alrededor del
globo, sobre el que está de pie, se adensaran nubarrones,
mientras éste gira
rápidamente sobre su eje. La Señora indica el globo y
dice muy triste: "Mira el mundo,
pon atención a lo que voy a decir." La Señora levanta la
mano derecha, y me la muestra. Veo que
tiene en la mano un
dado grande. La Señora sacude la mano sobre el mundo. De repente
cambia esa
imagen. Ahora veo una mano completamente distinta, es una especie de
garra, y
siento una extraña y desagradable sensación.
También esa mano tiene un dado. La Señora dice: "La mano
de
satanás está sobre el mundo con un dado. ¿Sabes
tú, Iglesia, Comunidad, qué
significa eso? Que Satanás
es todavía el
príncipe de este mundo. Él agarra lo
más que
puede. Por eso tiene que venir ahora La Señora de todos
los Pueblos, en este
tiempo, ya que Ella es la Inmaculada Concepción y por lo tanto
la Corredentora,
Medianera y Abogada. Estos tres pensamientos en uno
sólo. ¿Teólogos, escucháis bien esto?" Y es
como si La Señora uniera algo que está en tres
partes y lo convierte en
una sola cosa. Entonces dice: "La Señora
ha
tenido que traer ahora su oración a este mundo satánico,
ya que el Espíritu
Santo aún tiene que venir sobre los pueblos. Entended bien este
mensaje. Decid por lo tanto, oh pueblos, mi oración,
para que el Espíritu Santo
venga de verdad y realmente." Al decir esta última frase, La
Señora une las manos y las
levanta, como si
enseñara a los hombres cómo deben orar.
Luego La Señora espera un
momento, me mira muy
seria y no obstante esto me dice sonriendo: "Y tú, hija,
¿tienes miedo de decir todo esto? Entonces La
Señora te dice: déja que
vengan los hombres con todas sus necesidades espirituales y materiales.
La Señora está aquí y Ella los hará
regresar y
los ayudará. Haz de tu vida una
ofrenda y di a tu director espiritual que el Señor siempre
escoge lo débil para
sus planes grandiosos. Que esté tranquilo." Entonces La
Señora mira a lo
lejos y dice: "Y a todos los
demás: que sigan trabajando y luchando por La Señora de
todos los Pueblos, que
tiene que venir en este tiempo. Yo les ayudaré. Volveré
el 31 de
mayo."
Después La Señora se va
lentamente.
MENSAJE
50
31 de mayo de 1954
(María,
Medianera de todas la
Gracias)
"Aquí estoy
de
nuevo. La Corredentora, Medianera y Abogada está ahora ante
tí. Yo he escogido
este día; en este día La Señora obtendrá su
coronación. Teólogos y apóstoles
del Señor Jesucristo, escuchad bien. La explicación del
dogma ya os la he dado.
Trabajad y pedid por este
dogma. Tenéis que pedir al Santo
Padre este dogma. El Señor Jesucristo hizo grandes cosas y
Él dará mucho más
aún a todos vosotros en este tiempo, en este siglo XX. En este
día
la
Corredentora, Medianera y Abogada, como La Señora de todos los
Pueblos,
obtendrá su título oficial. Pon atención,
éstos
tres conceptos en un solo gesto. Estos tres." Ahora La Señora me
muestra tres dedos y con la otra mano hace un
movimiento
rotatorio a su alrededor; entonces se forma como una niebla, como un
velo
luminoso a su alrededor. "Y
ahora muestro éstos tres conceptos a tus teólogos,
éstos tres conceptos en un sólo gesto. Repito dos veces
esto,
porque hay algunos que quieren un sólo concepto. El
Santo Padre lo aprobará, pero lo tenéis que ayudar.
Comprended bien esto."
Ahora es como si de repente estuvieramos La Señora y yo sobre la
cúpula de una
gran iglesia. Mientras entramos, oigo decir a La Señora: "Yo te
traigo
aquí. Cuenta lo que te hago ver y oír." Estamos ahora en
una iglesia muy grande, en la basílica de San
Pedro. Veo
muchos cardenales y obispos reunidos. Entonces
entra el Papa.
(En el comentario de 1966, Ida dijo que todavía no
sabía quién era este Papa.) Lo van llevando en una especie
de silla, pero más tarde
él va caminando. La
gente aplaude, el coro empieza. Ahora el Papa dice algo en un idioma
que no
entiendo, mientras que levanta dos dedos. Luego La Señora
está de nuevo sobre el mundo. Ella
sonríe y dice: "De este modo,
hija, te he hecho ver cuál es la voluntad del Señor
Jesucristo. Este día será
la coronación de su Madre, La Señora de todos los
Pueblos, que un día era
María."
La Señora permanece de pie sin decir nada, con la mirada
profundamente fija en
la lejanía. Esto dura un poco y luego dice: "Y La Señora
permaneció junto a sus apóstoles hasta que vino el
Espíritu Santo." Mientras dice esto, su rostro tiene de nuevo
esa
transformación peculiar, como
si hablara desde un tiempo muy remoto. Veo religiosos y otras personas
de pie a
su alrededor, mientras Ella dice: "De la misma
manera, La Señora puede venir donde sus apóstoles y
pueblos de todo el mundo,
para traerles de nuevo el Espíritu Santo, pues el verdadero
Espíritu Santo ha
de ser invocado siempre antes de grandes decisiones." Después,
tras un instante de espera, La Señora dice
suavemente y de forma
impresionante: "Y María
permaneció junto a sus apóstoles." Entonces veo a La
Señora sentada en una sala, rodeada de
personas de tiempos
antiguos, con túnicas.
Luego La Señora mira a su alrededor, como a lo lejos, y dice
claro y despacio: "Mi profecía
“Desde ahora me llamarán bienaventurada todos los pueblos”, se
cumplirá aún
más, cuando el dogma sea proclamado. El Santo Padre sabe
cuál es su tiempo. Él
preparará y cumplirá esto, antes de ser llevado
con los Nuestros. Ese día,
todos los pueblos me llamarán bienaventurada. Yo he venido en
esta fecha para
que ellos... –y La Señora indica a su alrededor– den testimonio
de que de verdad y realmente La Señora de todos los Pueblos ha
dicho esto. Yo he dicho:
Iglesia de Roma, vendré sólo pocas veces más. Con
esto, La Señora de todos los
Pueblos quería decir: sólo algunas veces antes de la
proclamación del dogma.
Pon mucha atención; ahora viene el signo: La Señora de
todos los Pueblos puede
reunirse cado año, bajo este título, con sus hijos, con
sus apóstoles, con
todos los pueblos. Yo he venido al
mundo de diferentes maneras."
Ahora La Señora mira el mundo y menea la cabeza con tristeza.
"Ahora yo
pregunto: ¿Ha servido de algo? El Señor Jesucristo
aún quiere dar al mundo otra
inmensa gracia, y ésta es la palabra, la voz de su Madre, La
Señora de todos
los Pueblos. Por medio de este instrumento en un pequeño
país que está al borde
del precipicio, La Señora de todos los Pueblos dará cada
año sus amonestaciones
y su consuelo. Más tarde esto terminará. Hija,
ellos te
creerán. Yo estoy aquí. Estaré a tu lado y te
ayudaré. La imagen tiene
que ir entre la gente. Pídeselo a tu obispo. Él
aprobará que la imagen sea expuesta. (Aunque en un
principio no había sido concedido el permiso para llevar la
imagen en público, más tarde fue dado para que la imagen
estuviera en lugares públicos. El 19 de diciembre de 1954 el
cuadro de La Señora de todos los Pueblos fue solemnemente
colocado en la iglesia de Santo Tomás, en la calle Rijnstraat.)
Aprobará
que se construya la iglesia que te he mostrado. Todos lucharán
por ello. Dile esto a tu director espiritual. Yo lo
ayudaré, así como a los otros. Es mi
oración, díselo a tu obispo. Él
estará de acuerdo. No, hija, no tengas
miedo."
Ahora La Señora mira a su alrededor y tras un instante prosigue:
"Desde ahora me
llamarán bienaventurada todos los pueblos. La Señora de
todos los Pueblos desea la unidad en el Verdadero Espíritu
Santo. El mundo está envuelto por un
falso espíritu, por satanás. Cuando el dogma, el
último dogma de la historia
mariana, sea proclamado, entonces La Señora de todos los Pueblos
dará la Paz,
la verdadera Paz al mundo. Sin embargo, los pueblos junto con la
Iglesia tienen
que rezar mi oración. Ellos tienen que saber que La
Señora ha venido como la
Corredentora, Medianera y Abogada. Así sea. Yo volveré,
como
he prometido hoy, pero en público." Yo me asusto
muchísimo al oír esto, pero Ella dice: "No, hija, no
temas. Así sea."
La Señora espera largo rato y luego sigue diciendo: "Ahora hablo
a
los pueblos de todo el mundo. Arrodillaos, apóstoles y pueblos,
ante vuestro
Señor y Creador y sed agradecidos. La ciencia de este mundo ha
enseñado a los
hombres a olvidar la gratitud. Ya no conocen a su Creador. Pueblos, ya
estáis
advertidos. Arrodillaos en
adoración ante vuestro Creador." La Señora dice esto con
impresionante reverencia y
devoción. Ella cae de
rodillas y se postra tan profundamente, que casi toca el suelo. "Pedid
su
misericordia y Él será misericordioso. ¿Acaso no
os da suficiente prueba de
ello en este tiempo? El Padre, el Hijo y
el
Espíritu Santo esté con vosotros todos los días de
vuestra vida. Que el Padre y
el Hijo os traiga a La Señora de todos los
Pueblos. No importa
quienes seáis o lo que seáis, yo puedo ser para vosotros
la Madre, La Señora de
todos los Pueblos."
La Señora mira profundamente a lo lejos, como si estuviera
buscando alguien.
Realmente es como si Ella quisiera atraer hacia sí a todas las
gentes, a los
que pertenecen a nuestra Iglesia, a los que no pertenecen a ella e
incluso a
los que no pertenecen a ninguna iglesia. "Pueblos, haced
que los necesitados –y me refiero también a los necesitados
espiritualmente–
sean llevados a La Señora. Trabajad entre los otros con mi
oración." La Señora se detiene un momento y luego dice:
"La Señora
volverá cada año." Y entonces se aleja
lentamente.
MENSAJE
51
31 de mayo de 1955
(Fiesta de
María Reina del Cielo y de
la Tierra)
En la encíclica “Ad Coeli Reginam” del 11 de
octubre de 1954, el Papa Pío XII dio a María el
título oficial de “Reina del Cielo y de la Tierra”. La
celebración litúrgica de este título fue fijada el
31 de mayo, día en que antes se celebraba en muchas provincias
eclesiásticas la fiesta de María Medianera de todas la
Gracias. La fiesta de María Reina fue trasladada al 22 de
agosto, por el decreto del 21 de marzo de 1969. A la vez se
trasladó la fiesta de la Visitación de María, del
2 de julio al 31 de mayo.
Por la mañana, durante la Misa, oigo de repente la voz de La
Señora que dice: "Yo vendré
hoy,
vete a la capilla." Por la tarde hay alabanza y
la iglesia está repleta. Al llegar al quinto misterio glorioso (La
coronación de Nuestra Señora como Reina y Madre de cielos
y tierra)
oigo
la voz de La Señora que dice otra vez: "Vete a la
capilla", pero como la iglesia está tan llena yo no me atrevo a
ir y me
quedo sentada.
Una luz resplandeciente sale del fondo de la capilla, atravesando la
iglesia. Eso me asusta mucho. Entonces oigo la voz de La Señora
bien clara, junto al
oído. Le oigo que me dice: "¡Levántate!" Es como
una orden, tanto que yo me asusto y me pongo de pie y doy unos
pasos
atrás. Siento como si flotara. Al llegar a la capilla, donde
está el cuadro,
veo ahí un mar de luz. Me arrodillo en el suelo de piedra. De
pronto La Señora
sale de esa luz, más bella que nunca, y dice: "Reza mi
oración", pero estoy tan conmovida e impresionada, que no puedo
hablar. Se lo
digo
interiormente a La Señora. Entonces Ella sonríe y me dice
por segunda vez: "Reza mi
oración." Entonces empieza a rezarla Ella misma: "Señor
Jesucristo..." De repente me vuelve la voz y puedo repetir lo que dice.
Ella deja que
yo siga
la oración.
Luego La Señora hace una pausa y mira adelante. Entonces empieza
a hablar: "Estoy aquí
como La Señora de todos los Pueblos, la Corredentora, Medianera
y
Abogada." La Señora espera un instante, mirando ante Ella, y
luego dice,
como si se
dirigiera a una multitud invisible detrás de mí:
"Había
prometido
venir hoy, el 31 de mayo. La Madre, La Señora de
todos los Pueblos está ahora ante vosotros. Hoy quiere hablar a
los pueblos.
Escuchad bien mis palabras. Vengo a advertir a
los
pueblos que satanás todavía no ha sido expulsado.
Pueblos, guardaos de
los falsos profetas. La Señora de todos los Pueblos
podrá venir cada año. Ella ha prometido
que habría
dado un signo. Ese signo ha sido dado ahora. Yo había dicho:
Volveré, pero en
público." Y mientras La Señora me señala, dice:
"Pues bien,
pueblos, este instrumento escucha la voz de La Señora, de modo
que Ella puede
daros su palabra."
La Señora espera un momento y dice: "Todavía
satanás
no ha sido expulsado. A La Señora de todos los Pueblos se le ha
concedido venir
ahora a expulsar a satanás. Ella viene a anunciar al
Espíritu Santo. Ahora
vendrá el Espíritu Santo sobre el mundo. Pero vosotros
tenéis que decir mi
oración, que yo he dado al mundo. Tenéis que pensar cada
día y a cada momento
en la oración que La Señora de todos los Pueblos ha dado
a este mundo, en este
tiempo. Sólo Dios sabe hasta qué punto satanás
reina ahora. Dios os envía ahora su Madre, La Señora de
todos los Pueblos, a vosotros, a
todos los pueblos. Ella vencerá a satanás, como
ha sido profetizado. Ella pondrá sus pies sobre la
cabeza de satanás."
Entonces La Señora dice muy preocupada: "Pueblos, no os
dejéis engañar por los falsos profetas, escuchadle
sólo a
Él, a Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Y es que el mismo
Padre es el mismo Hijo. El mismo Padre e Hijo es el mismo
Espíritu Santo." La Señora dice esto muy despacio.
A continuación La Señora hace una larga pausa y dice:
"Vosotros
pasaréis todavía muchas cosas en este siglo. Vosotros,
pueblos de
este tiempo, sabed que estáis bajo la protección de La
Señora de todos los Pueblos. Invocadla como
vuestra
Abogada, pedidle que aleje todas las calamidades. Pedidle que elimine
de este mundo la corrupción. De la corrupción vienen
las calamidades, de la corrupción vienen las guerras.
Tenéis que
pedir por medio de mi oración que todo esto sea eliminado
de
este mundo. Vosotros no sabéis lo grande e importante que es
esta oración ante
Dios. Él escuchará a su Madre, ya que Ella quiere ser
vuestra Abogada."
Otra vez La Señora espera largo rato. Después dice muy
preocupada: "Van a suceder
grandes cosas. Vosotros, los jóvenes,
viviréis grandes cambios. Es La Señora de todos los
Pueblos quien os dice esto.
Ella
os protegerá. Ella estará en esta época, en
este tiempo, en este mundo, sobre todos los pueblos, como La
Señora. Vendrá un
tiempo de grandes inventos. Se harán descubrimientos tan
alarmantes, que hasta
vuestros mismos pastores se asombrarán y dirán: No
sabemos ya nada. Poned
atención a estas palabras que La Señora os dice hoy, 31
de mayo. El Padre sabe
y permite todo lo que ha de suceder en el mundo.
Sabed que el
Espíritu Santo está más cerca que nunca. El
Espíritu
Santo vendrá ahora, pero antes tenéis que pedirlo.
Él estaba ya
desde el principio, pero ahora ha llegado el tiempo. El mundo ya no
sabe qué
camino tomar. Así pues, pueblos, confiad en vuestra Madre, que a
pesar de todo
nunca ha abandonado a sus hijos. Ella puede venir bajo este nuevo
título:
Corredentora, Medianera y Abogada. Pedid a vuestro
Santo Padre que proclame este dogma, como desea La Señora."
Ahora veo que La Señora junta las manos con unción. Deja
de hablar y me hace seña con los ojos
para
que mire lo que sucede. En
ese momento recobro el sentido del oído y oigo la campanilla que
anuncia la
bendición con el Santísimo. Con profunda devoción
La Señora mira hacia el
altar. Es como si la envolviera una luz resplandeciente y, junto con
nosotros,
también Ella recibe la bendición.
Después de la
bendición, La Señora prosigue
tranquilamente su mensaje: "Cuando el dogma
sea proclamado, entonces La Señora de todos los Pueblos
dará su bendición,
entonces La Señora de todos los Pueblos dará la Paz. Ella
os ayudará, cuando el
dogma sea proclamado. Grandes cosas
están por suceder. El mundo se está degenerando. Pueblos,
pensad en el Milagro
cotidiano que el Señor Jesucristo os regaló. Él os
lo dio para que lo vivierais
cada día. ¿Sabéis lo que perdéis? Pueblos,
he
dicho: Yo vengo para amonestar a los pueblos y consolar a mis hijos, a
los
apóstoles y todos los pueblos. Así que La Señora
ya ha llegado. Tenéis que
llevar a vuestros hijos al Señor Jesucristo. Les tenéis
que enseñar a rezar de
nuevo, como La Señora de todos los Pueblos os ha enseñado
a rezar su oración. La Señora os
pide a vosotros, padres de familia, que enseñéis a
vuestros
hijos esta oración. Volved a llevar a vuestros
hijos al Sacrificio, volved a llevar a vuestros pueblos al Sacrificio.
Y cuando digo “los
pueblos”, me refiero a mis ovejas blancas y sobre todo a
mis ovejas negras, que estan a mi alrededor. Pueblos blancos,
acordáos de los
pueblos de color. Han de ser llevados al Señor
Jesucristo, han de ser conducidos al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo. Si empezáis a
pedirle al Santo Padre el dogma, entonces La Señora
cumplirá su promesa y
vendrá la verdadera Paz. La verdadera Paz, pueblos: ese
es el Reino de Dios. El
Reino de Dios está más cerca que nunca, comprended bien
estas palabras. Realmente es la
Madre, La Señora de todos los Pueblos, en persona, quien os dice
esto. Mis
amonestaciones son: No escuchéis a los falsos profetas, escuchad
sólo a
vuestros pastores, a vuestros directores, a la voz de vuestra
conciencia..., al
Ser Supremo, y digo esto para aquellos que no forman parte de la
verdadera
Iglesia."
Ahora La Señora levanta el dedo y dice con vehemencia:
"¡Vosotros,
hombres de la Iglesia de Roma, sed conscientes de vuestra grande,
grande
fortuna! Comprended lo que significa pertenecer a la Iglesia de Roma.
¿Os
comportáis de acuerdo con esto? Vuestra Madre, La Señora
de todos los Pueblos, puede reunirse con vosotros bajo
este título
una vez al año. Más tarde eso pasará.
Entended bien mis palabras cuando digo:
Tenéis que encargaros de que cada año todos los pueblos
se reunan alrededor de
este trono, en torno a esta imagen."
Y mientras La Señora sigue
aún envuelta en esa hermosa luz, veo de pronto la capilla con el
cuadro de La Señora. A su alrededor llegan grupos enteros de
gente, pueblos
muy extraños. La Señora dice: "Este es el gran
don que María, Miriam o La Señora de todos los Pueblos,
puede dar al mundo. Ella
volverá,
he dicho. Ella hablará a sus apóstoles. Sin embargo,
pueblos, antes La Señora
se dirige a vosotros. Ayudad a vuestros apóstoles, no les
pongáis tantas
dificultades. Traed de nuevo a vuestros hijos como ofrendas ante el
Señor.
Apóstoles del Señor Jesucristo, vuestra Señora os
comprende, vuestra Señora os
ayudará en todas las dificultades, vuestra Señora os
apoyará. Pedid pues en su
nombre al Padre, al Hijo y el Espíritu Santo, que ahora
vendrá más que nunca.
El Reino de Dios está más cerca que nunca, he dicho.
¿Pueblos, sabéis qué
significa eso? ¿Sabéis, pueblos, que sois responsables?
Vosotros, autoridades
del mundo, no engañéis a vuestros hijos, no
engañéis a
los más humildes de mis
hijos. Vosotros sois responsables ante vuestro Señor
Jesucristo."
Y nuevamente La Señora dice con vehemencia: "¡Vosotros
sois
responsables! Acabo de decir
que se harán descubrimientos alarmantes. Dios lo permite,
pero vosotros, pueblos, podéis impedir que eso vaya a
parar en una desgracia. A vosotros, pueblos, yo os ruego, La
Señora os ruega,
escuchad bien esto. Nunca la Madre de Dios os había
rogado..."
Ahora La Señora hace de nuevo una pausa y dice: "Para que no
lleguéis a cosas alarmantes, pueblos, hoy La Señora os
ruega: suplicad al
Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que Él proteja a su
pueblo, que Él
conduzca a los pueblos a la unidad. El pueblo tiene que llegar a la
unidad,
tiene que ser uno sólo y sobre él La Señora de
todos los
Pueblos. Una sola
Comunidad, pueblos; hago hincapié en estas palabras: ¡una
sola Comunidad! Pensad pues en
el futuro."
Y es como si La Señora sonriera diciendo: "No, La Señora
no dice que penséis en vuestro futuro material. Comprended por
qué se me ha
permitido venir en este gran día. El Señor Jesucristo ha
escogido este
grandioso día para La Señora de todos los Pueblos. A Ella
ha sido dado poder
llevar a sus pueblos a la unidad. A Ella ha sido dado conducir a sus
pueblos a
una sola y grande Comunidad. Todos los pueblos en una sola Comunidad.
Para eso
el mundo cuenta con este tiempo, que repetidas veces he anunciado.
Repetidas
veces he hablado privadamente de este tiempo. Pues bien, pueblos, este
tiempo
ya ha llegado. Todavía satanás no ha sido expulsado, pero
vosotros tenéis que
ocuparos de hacerlo, vosotros, pueblos de la Iglesia de Roma."
La Señora levanta de nuevo el dedo, como advirtiendo, y dice con
seriedad: "Acordáos de
vuestros Sacramentos, todavía existen. Pueblos, con vuestro
ejemplo llevad a
los otros a Él, al Milagro cotidiano, a la Ofrenda
cotidiana. Y de esta
manera se cumplirán las palabras “Desde ahora me llamarán
bienaventurada todos
los pueblos”. Hoy este mensaje de La Señora de todos los Pueblos
va dirigido al
mundo entero. He dicho que yo
daré consuelo. Pueblos, vuestra Madre conoce la vida, vuestra
Madre conoce la
tristeza, vuestra Madre conoce la cruz. Todo lo que padecéis en
esta vida es un
camino en el que vuestra Madre, La Señora de todos los Pueblos,
os ha
precedido. Ella os ha precedido en ese camino."
De nuevo La Señora espera un momento y dice lentamente: "Pero
Ella
subió
al Padre, Ella regresó a su Hijo. Pueblos, también
vosotros, recorriendo
vuestro camino de la cruz, estáis subiendo al Padre;
también vosotros,
recorriendo vuestro camino de la cruz, estáis subiendo al Hijo.
El Espíritu
Santo os ayudará; invocadlo en este tiempo. No me canso de
repetir al mundo:
¡Recurrid al Espíritu Santo en este tiempo!" Esto
último, La Señora lo dice despacio y marcando las
palabras. Vosotros
seréis
ayudados. Volved a la Iglesia. Volved a la Comunidad. Cuidad de mis
otras
ovejas, las que están pastando. ¿Sabéis
vosotros qué significa estar pastando?" También esto
último La Señora lo dice con
fuerza. "Ocupáos
ante todo de la unidad entre los pueblos. Esto es lo
que La Señora de todos los Pueblos ha venido a decir hoy. Ella
no os olvidará. Vosotros aún no podéis
comprender mis palabras. Los signos –he dicho– están contenidos
en mis
palabras. Vuestra Madre
os dice ahora algo consolador. Cuando llegue el tiempo del Señor
Jesucristo,
veréis que los falsos profetas, la guerra, las discordias y los
desacuerdos
desaparecerán. Ahora llega el tiempo. Esto os lo dice La
Señora de todos los
Pueblos."
Entonces La Señora se va lentamente.
MENSAJE
52
31 de mayo de 1956
(Fiesta de
María Reina y día del
Corpus Christi)
En el año anterior, el 10 de julio de 1955, el
Párroco había sacado en silencio el cuadro de La
Señora de la capilla y lo había guardado en la casa
parroquial. Más tarde se comunicó, por medio de una carta
oficial del obispado, que el obispo de Haarlem había revocado el
permiso concedido de colocar el cuadro de La Señora en la
capilla de la iglesia de Santo Tomás, por motivo de la
investigación acerca de la autenticidad de las apariciones de La
Señora de todos los Pueblos.
Al final de la santa Misa en la iglesia de Santo Tomás, por la
mañana, oigo de
repente la voz de La Señora diciendo clara y apremiantemente:
"Yo vendré
hoy. Pídele a tu obispo que traiga la imagen de nuevo a la
iglesia antes de la
hora tercia." Yo
respondo: "No voy a hacerlo. De todas formas, ellos no me
creen." Enojada, La Señora me dice: "¡Haz lo que
te
digo!" (Ida tuvo que prometer a su director espiritual que
ese día no volvería a la iglesia de Santo Tomás.
Por insistencia de Ida, éste permitió que alguien llevara
el mensaje por escrito al obispo. El obispo respondió a esto que
ella tenía que atenerse a las órdenes de su director
espiritual.)
Yo siempre rezo el rosario
con mi familia por las tardes. Al rezar el
último
misterio glorioso (La Coronación e Nuestra Señora como
Reina y Madre de cielos y tierra),
precisamente a las tres de la tarde, oigo de pronto la voz de La
Señora, que me
dice: "Ve a la calle
Wandelweg." Yo me asusto y digo: "No lo haré. Tengo que obedecer
al
Padre Frehe, le di mi
palabra de honor. (A pesar de la súplica de Ida a su
director espiritual, para poder cumplir con la petición de La
Señora, éste no se lo permitió y ella tuvo que
quedarse en casa.)
Haga Usted otra cosa, pues Usted nos
tiene
que ayudar." Por la noche, como a las ocho y media, oigo de nuevo la
voz de La Señora que
dice: "Vendré hoy
de
todas maneras." Yo le pregunto: "¿Pero
dónde?" "Aquí.
Avísales y dile esto a tu Párroco." Yo digo: "No lo
haré,
porque
no puedo hacer nada sin el Padre Frehe." Y no lo hice.
Después de la alabanza, vinieron algunos conocidos un momento, a
decirme como
había ido todo y a contarme lo bonito que había sido. (Ese
día se rezaba el rosario en la iglesia a las dos y media de la
tarde. Después de cada misterio, se rezaba la oración de
La Señora. Había casi quinientas personas presentes.
Rezaron todo el día hasta que empezó la Alabanza por la
noche.) A las diez en
punto, la habitación se inunda de luz. Muy
lentamente, de esa luz
va emergiendo La Señora. Cuando La Señora ya está
ahí, dice: "Por éstos
que
están aquí, he venido hoy", y señala el grupo de
gente que está sentada alrededor. "En verdad te
digo que, el Señor Jesucristo según su promesa, os ha
enviado aquí a La Señora
de todos los Pueblos. Díselo a tu obispo, díselo a tu
director espiritual."
Ahora La Señora me mira sonriendo, mientras dice: "Has hecho
bien.
La obediencia tenía prioridad." La Señora espera un
momento y luego dice: "Yo te he dicho:
ve a la calle Wandelweg." La Señora me vuelve a sonreir y dice:
"Has obedecido.
Así sea. Así lo ha querido el Señor." Luego La
Señora hace de nuevo una pausa y, mientras mira a lo
lejos, dice: "Por la ciudad
–entended bien lo que La Señora quiere decir con esto–
por el bien de la
ciudad, La Señora ha querido esta obediencia."
Entonces La Señora hace una larga pausa. Después dice,
mirando a su alrededor: "Ahora La Señora
te va a mostrar, como testimonio para los aquí presentes,
dónde y cómo se
construírá la iglesia de La Señora de todos los
Pueblos." Otra vez La Señora se queda callada por largo rato. De
repente,
es como si estuviéramos en un
prado. La Señora me muestra
claramente donde ha
de construírse la iglesia. Ella señala a la izquierda y
dice: "Fíjate
bien. No
allá, sino acá", e indica a la derecha. "Ahora yo te lo
muestro. Después tú lo dirás a los
demás." Ahora veo claramente el lugar: un campo con
árboles y una
glorieta, al sur de
la calle Wandelweg. La Señora repite: "¡Fíjate
bien!" Ella espera y luego prosigue: "Les costará
trabajo. Es un terreno grande, que más tarde estará
rodeado por media ciudad." Veo entonces, en efecto, un terreno grande,
rodeado de casas y
edificios nuevos.
Una parte del dique que ahora se encuentra allí, ha sido
removida.
De pronto veo una iglesia en el lugar indicado por La Señora. Es
una iglesia
mejestuosa sobre una gran plaza, una iglesia muy especial, para
nosotros desconocida,
pero en la que se reconocen detalles de todas las otras iglesias
existentes. La
parte posterior es de estilo oriental, la parte de la fachada es de un
estilo
más occidental. La iglesia es de piedra natural, de color
amarillento crema.
Muy llamativas son las cúpulas, de color verde claro: una gran
cúpula central y
a cada lado una más pequeña. La Señora me las
indica y dice: "Tú ves tres
cúpulas en la iglesia; una grande y dos más
pequeñas a cada lado." El verde de las cúpulas forma un
hermoso contraste con el color
amarillo-crema
de los muros laterales. En
esos muros hay grandes ventanales, pero sólo donde estan las
cúpulas. Sobre la cúpula
grande hay una cruz. La entrada de la iglesia es extraordinariamente
majestuosa, grandiosa y
elegante.
Hay peldaños que conducen al gran pórtico abierto. Ese
pórtico tiene en la
parte frontal cuatro enormes columnas, adornadas tanto en la parte
superior
como en la inferior. Las columnas no son lisas, sino estriadas de
arriba a
abajo. El techo sobre la entrada, sostenido por estas columnas,
presenta una
cornisa sobresaliente, que tiene una especie de escultura o relieve.
Entonces La Señora dice solemnemente: "Y ahora
entremos en la casa del Señor." De repente me veo con La
Señora dentro de la iglesia. Es una
iglesia enorme y
cálida. Todas la ventanas son
vidrieras de colores vivos y cálidos; predomina una especie de
rojo oriental y
el azul, colores que no se ven en nuestras iglesias. Mientras camino
con La Señora por la
iglesia, me
llama la atención que el piso tiene una cierta
inclinación hacia abajo, como en
forma de anfiteatro. También llama la atención que todo
en la iglesia esté
dispuesto en semicírculo. Todo es redondo dentro de la iglesia y
por encima de
la iglesia. En la parte delantera de la iglesia veo una especie de
plataforma
elevada, como un estrado de impresionantes dimensiones. Tiene escalones
redondos por la parte de delante. También los asientos son de
forma redondeada.
Delante de la plataforma veo comulgatorios. Sobre la plataforma hay
tres altares, colocados en semicírculo.
La Señora
indica el altar del medio y dice: "En el centro la
Cruz, el Milagro cotidiano; el altar del Sacrificio de la Cruz." La
Señora indica un tabernáculo bajo, sobre el cual hay
una pequeña cruz. Luego
señala el altar que está del lado de la epístola.
Con las manos juntas, Ella
dice con respeto y muy solemnemente: "El altar del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." A continuación La
Señora me indica el altar de lado del
púlpito y dice: "De este lado,
el altar de La Señora de todos los Pueblos. Fíjate bien:
están a un mismo
nivel. Parece un semicírculo. Un gran semicírculo, y a
cada lado uno pequeño." Aunque veo tres altares, parece como si
estuvieran unidos formando un
solo
altar, un semicírculo, pero a la vez son tres.
Entonces La Señora dice: "La mesa del
Sacrificio en el centro. Detrás, una representación de la
Última Cena." A continuación La Señora me muestra
claramente las
representaciones que van
detrás de los tres altares. Detrás del altar central, veo
en todo lo ancho de
la pared redonda una representación de la Última Cena. La
figura de Cristo
tiene una postura hermosa y elegante. Ante Él se ve un
cáliz. En sus manos
tiene una hostia; es como si Él estuviera partiendo la hostia.
Alrededor están
los Apóstoles, medio reclinados a la mesa. Luego La
Señora va conmigo al lado de la epístola y dice:
"Ahí ves el
Padre, sentado sobre el globo terrestre." En la pared del fondo del
lado de la epístola veo una
representación del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. La figura que representa al Padre
está sentada
sobre el globo terrestre. En su mano derecha tiene una cruz. Sobre esto
hay una Paloma, que despide
rayos en todas direcciones. La Señora dice: "Él, con la
Cruz
en la mano, es cubierto por el Espíritu Santo, representado por
la Paloma que
despide rayos en todas direcciones."
Ahora La Señora me señala el lado de la epístola y
dice: "El altar de La Señora representa la forma en que yo
vengo." Veo entonces una representación de La Señora de
pie sobre
la esfera terrestre;
detrás de Ella está la Cruz y, alrededor del mundo, las
ovejas. Las tres
representaciones están esculpidas en un tipo de madera oscura;
también la
representación de La Señora de todos los Pueblos. Esto me
sorprende mucho y
parece que La Señora se da cuenta de ello. La Señora
sonríe y dice: "La imagen que
ahora existe, no la ves." Ella se refiere al cuadro. Entonces con un
gesto me hace seña de
que la siga.
Caminamos hacia la parte de atrás, por el lado de la
epístola. En el fondo de
la iglesia, un poco a un lado, en una capilla pequeña, veo el
cuadro de La Señora adornado. La Señora sonríe y
dice: "Allá, un
poco
más al lado, está la imagen, en una capilla aparte. Esto
lo ha querido así el
Señor Jesucristo."
Cuando estamos otra vez fuera de la capilla, La Señora dice: "Y
ahora quiero
repetirte que La Señora te ha puesto a prueba."
Entonces Ella se hace con el dedo pulgar una cruz sobre los labios y
dice: "Esto no lo
repitas." Y dice: "Dile al
sacristán del Santo Padre que comunique que el celibato es
aún la gran fuerza
de la Iglesia. Hay algunos que desean ver esto de otra forma.
Sólo
excepcionalmente, di esto. Él me comprenderá. El
dogma de Corredentora,
Medianera y Abogada deberá ser proclamado antes de 1960."
Entonces La Señora
dice (ahora Ida repite de nuevo lo que dice La Señora)
: "A ella no la
llevarán al lugar donde se ha de construir la iglesia. Pide para
que la imagen
puede ser llevada en público." Veo ahora como en un
relámpago la capilla de la iglesia de Santo
Tomás. "Más tarde,
la
imagen será trasladada a la casa del Señor
Jesucristo." De nuevo veo la iglesia de La Señora que
será construida
en el futuro. La Señora espera otra vez un momento y luego dice:
"Ahora he
hablado para todos los pueblos. Di esto. Cuando la imagen sea
devuelta, La Señora dará su bendición."
La Señora espera un momento, y entonces continúa:
"Aún tengo
que
dar una respuesta. La Señora de todos los Pueblos habló y
habla, por la Voluntad del Señor Jesucristo, ahí donde
Él
está presente." La Señora hace nuevamente una pausa y
dice: "¿Acaso el
mismo
Señor Jesucristo, antes de hacer su gran milagro," –y ahora La
Señora habla en voz baja y marcando las palabras– "la
transformación del agua en vino, no esperó a que su Madre
hablara? Él hubiera
hecho su milagro, pero esperó a que su Madre hablara.
¿Comprendes? Ésta es mi
respuesta a los que no han podido entender que La Señora viniera
el 31 de mayo
de 1955 a la iglesia de Santo Tomás." (Ese día
La Señora había venido durante la exposición del
Santísimo. Muchas personas se escandalizaron de esto.)
Ahora La Señora hace otra vez una pausa. Ella mira con tristeza
a las personas
que vinieron a visitarnos esta noche después de la Alabanza, y
dice: "La Señora
dice esto también para esos pobres extraviados. (La
Señora se refiere aquí a algunos de los presentes, que
utilizaban los mensajes para sus propias ideas.)
Este pensamiento les
ayudará a comprender el lugar que La Señora tiene en
relación con su Señor.
Transmite todo correctamente." La Señora mira ante Ella con
tristeza y dice: "Yo he querido
traer un mensaje serio y a la vez una buena nueva. Pide que la imagen
pueda ser
llevada en público."
Entonces La Señora se va lentamente, muy lentamente.
MENSAJE
53
31 de mayo de 1957
Mi director espiritual me había prohibido que fuera ese
día por la mañana a la
iglesia de Santo Tomás y también por la noche a la
Alabanza. Ese día tampoco
podía llamarlo. Ese día fui a Misa por la mañana a
la iglesia de Ntra. Sra.
Reina de la Paz. Precisamente antes de la Comunión oí
bien clara la voz de La Señora: "Haz hoy lo que
yo te diga." Yo me asusté y me dije a mí misma: "Pero yo
he
prometido obedecer al Padre
Frehe." Sin embargo, dije luego humildemente: "Pero
Señor, hágase tu Voluntad."
Ese día había pensado irme en el tren. Me fui de todas
formas a la estación.
Subí al tren, me senté y, como de costumbre,
empecé a rezar el rosario. De
pronto oí como una orden, con toda claridad, la voz de La
Señora, que me dijo: "Vuélvete,
ya
has cumplido tu deber." Sin darme cuenta me había bajado ya del
tren y me encontraba en
el andén. En
ese instante el tren partió. Yo
pensé: ¿Qué he hecho? Ahora sí que no he
obedecido. ¿Ahora
qué hago? De repente, oí
bien fuerte la voz de La Señora en
el andén: "¡A las tres
de
la tarde en la capilla!" Sonó como una orden.
Volví a
casa. Y ya que el Padre Frehe no me había prohibido que fuera
por la tarde a la
iglesia, me fui esa tarde a la iglesia de Santo Tomás. Al
llegar, ni siquiera
me atrevía a entrar, pero fue como si de pronto alguien me
empujara o como si
yo, por alguna fuerza o por el viento, fuera metida en la iglesia.
Cuando entré en la iglesia, había unas personas rezando
el rosario en la
capilla. Sentada en la parte de atrás de la iglesia, me puse a
rezar con ellas.
Luego dijeron el Credo. Al llegar a las palabras “que fue concebido por
el
Espíritu Santo”, vi que, de repente, del altar de la Stma.
Virgen venía la luz.
Muy despacio, la luz se fue del altar de la Virgen al altar mayor y
luego al
altar de San José, donde se detuvo un momento, y a
continuación se fue por el
lado de la iglesia hacia la capilla. Era como si dentro de esa luz
flotara
también una figura. Yo me puse de pie y me dirigí a la
capilla, como si La Señora me hubiera hecho una seña.
Cuando entré a
la capilla vi salir a La Señora
lentamente de la luz. Ella me dijo: "Reza la
oración". Entonces Ella también empezó a decirla,
con mucha
unción y devoción, y la rezó
junto conmigo. Pero al final le oí decir “vuestra Abogada”, en
vez de “nuestra
Abogada”. Al decir esto, inclinó su cabeza hacia adelante
y me miró
profundamente. Esto me
confundió, pues parece que me olvidé decir “que un
día era María” y repetí sus
palabras “vuestra Abogada”. Entonces La Señora dijo: "Hoy he
venido
aquí para dar el último mensaje en público. No
temas, hija. Es La Señora de todos los Pueblos quien te dice
todo esto." Hizo una pausa y dijo: "Has hecho
bien."
La Señora se hizo de nuevo una cruz con el pulgar sobre los
labios (señal para que Ida no repitiera lo que Ella
decía) y dijo:
"Vete a donde el
Santo Padre y cuéntale todo. Pídele que bendiga la
oración. Pídele por el
dogma." Interiormente dije: "¡Ah, Señora, cómo
puede
Usted decir eso! Usted sabe que yo
jamás podré llegar allá". La Señora
dijo en voz baja: "Por medio del
sacristán."
A continuación La
Señora
miró con tristeza a su alrededor y dijo (Ahora Ida
repite nuevamente lo que dice La Señora):
"Yo he querido
traer un mensaje serio y a la vez una buena nueva. Yo he mostrado a los
pueblos
que la obediencia y la libre voluntad, sí, la libre voluntad,
son lo primero. Y ahora quiero
responder a todos los que te han pedido un signo." Al decir esto La
Señora meneó la cabeza con
compasión. "Ahora La Señora les dice a todos
éstos: Mis signos están
contenidos en mis palabras. Vosotros, hombres de poca fe, sois como
niños que
pretenden fuegos artificiales, mientras que la verdadera Luz, el
verdadero
Fuego, no lo ven." La Señora sonrió
compasiva. "Vosotros
buscáis y buscáis un “para esto” y un “para lo otro”.
También a esto La Señora
de todos los Pueblos os da la respuesta." Y con voz que resonó
de modo impresionante por toda la iglesia, La Señora dijo:
"¡Es “el
Paráclito” el que está haciendo todo esto!"
Yo no entendí la palabra “Paráclito”(se refiere
al Espíritu Santo en griego: el Abogado, el
Consolador, el Consejero, el Intercesor) y se lo dí a
entender a La Señora,
encogiéndome de hombros y moviendo la cabeza. Ella sonrió
e indicó a su
alrededor. Vi entonces a toda clase de eclesiásticos de pie, en
torno a Ella. Mientras los
señalaba, dijo: "Vosotros sabéis
a que se refiere La Señora." Entonces Ella prosiguió:
"Él es la
Sal. Él es el Agua.
Él
es la Luz. Él es la Fuerza que inundó a La Señora.
Él procede del Padre y del Hijo. Él
ha inundado a La Señora de todos los Pueblos con su Poder. Por
eso Ella puede y
tiene el poder de concederos la Gracia." Alrededor de La Señora
se formó una niebla, como en otras
ocasiones, cuando
Ella hablaba del Espíritu Santo. "Así pues
difunde mi oración, la oración del Señor.
Píde que la imagen pueda volver por
el momento a la capilla. Hija, no tengas miedo. Soy yo quien lo pide.
Pide por el dogma. Y vosotros,
pueblos todos, dejad que La Señora os lleve de la mano al
Señor, a vuestros
Sacramentos."
Ella acentuó mucho la palabra “sacramentos” y movió la
cabeza como diciendo:
¿Pero qué está pasando? Miraba
de una forma particular y su expresión manifestaba claramente no
estar para
nada de acuerdo con lo que sucede. Entonces
dijo: "Vosotros los
tratáis de una manera tan extraña. Yo sé, La
Señora de todos los Pueblos sabe lo que significa este tiempo
para los cristianos, y por eso se le ha permitido venir ya doce
años a
advertiros, a ayudaros, a llevaros de nuevo al Señor Jesucristo.
Habéis
experimentado este año qué grande puede ser la fuerza de
satanás. La Señora de
todos los Pueblos, que es la Esposa del Señor, que es la Reina
del Rey, que
ahora ha recibido este título de su Señor, con su
intercesión ha podido todavía
salvar al mundo. ¡Todavía!" Al decir esto, La
Señora levantó el dedo, como
advirtiendo. "Pueblos,
escuchad todo lo que yo he dicho. De verdad, vale la pena abandonar
este
mundo." La Señora dijo esto como con doble sentido.
"¡Todos
vosotros tenéis que venir al Cielo!" Esto último, La
Señora lo
dijo con mucha fuerza y claridad.
Fue como si Ella retirara un velo y
me sentí
en un estado extraordinario, en un estado celestial, sobrenatural. Vi
algo tan
maravilloso, que no puedo describirlo. Fue como si el Cielo se abriera,
era tan
bello. "El Señor os
ha
redimido a todos. Vosotros, los
extraviados, regresad. La Señora os espera." Al decir esto La
Señora hizo con sus manos un gesto de
invitación, como
queriendo acoger a la gente. "Ella os
ayudará. Ella os hará volver."
La Señora se hizo otra vez una crucecita con el pulgar sobre los
labios
y dijo: "Ve adonde el
Santo Padre y dile que yo he dicho: ha llegado el tiempo en que el
dogma puede
ser proclamado. Yo regresaré en privado, para la Iglesia y los
sacerdotes, en
el tiempo que el Señor determine. Di que el celibato está
corriendo peligro
desde dentro, pero el Santo Padre sabrá conservarlo a pesar de
todo." Moví la cabeza, como diciendo que no me atrevía a
decirlo, y La Señora dijo
disgustándose un poco: "¡Te ordeno
que
lo digas!" Hice un gesto afirmativo y La Señora dijo: "Si hacen
lo que
yo he dicho, entonces yo ayudaré a los pueblos, a cada uno en
particular,
también a los más primitivos, y podré traerles la
Paz." La Señora dijo esto con vehemencia.
Entonces La Señora dijo,
mirando adelante con una expresión celestial (ahora Ida vuelve a
repetir lo que La Señora dice): "El Señor
Jesucristo, antes de morir de muerte natural, antes de subir al Padre,
antes de
aparecer en el mundo, antes de venir otra vez entre los hombres,"
–parecía que La Señora decía esto para
aclarar, pues yo había movido la cabeza
en señal de no haber entendido– "...os
entregó
el gran Misterio, el gran Milagro de cada día, de cada hora, de
cada minuto. Él
se dio a Sí mismo. ¡No, pueblos, no es una idea!", dijo,
sacudiendo con fuerza la cabeza. "No, pueblos,
escuchad lo que Él dijo, no es una idea, sino Él mismo,
bajo la apariencia de
un pedazo de pan, bajo la apariencia de vino. Así el
Señor quiere venir entre vosotros, todos los días.
¡Por lo tanto
aceptadlo, hacedlo! Él os da el anticipo, el anticipo de la
Vida eterna."
Luego Ella retiró de nuevo el
velo ante mis ojos y otra vez me sentí en aquel estado
celestial. "Esto
es, pueblos, lo que La Señora, la Corredentora,
Medianera y Abogada, ha querido deciros hoy por última vez, en
público." Entonces vi a La Señora alejarse lentamente.
(Tras este mensaje, Ida escribió una carta
al padre Frehe, su director espiritual.)
MENSAJE
54
19 de febrero de 1958
(Miércoles
de Ceniza)
Ir a la carta de Ida al Padre Frehe, su
director espiritual, donde le cuenta lo ocurrido en la semana anterior
a este mensaje. Por orden de su director espiritual, Ida
anotó este mensaje y en un sobre cerrado se lo entregó
para que lo guardara. Ella misma se quedó con una copia.
Inmediatamente después de la muerte del Papa Pío XII, Ida
comunicó a su director espiritual el contenido del mensaje y le
hizo leer la copia que ella conservaba. La carta cerrada fue enviada
inmediatamente al Sacristán del Papa.
Esta noche me desperté otra vez de sobresalto, pues fui llamada
a las tres en
punto de la madrugada. Vi otra vez la luz y oí la voz de La
Señora que decía: "Aquí estoy
de
nuevo. La Paz del Señor Jesucristo
sea contigo. Has hecho bien. Has
decidido con tu libre voluntad y has llevado el mensaje a tu director
espiritual. Esta obediencia producirá buenos frutos, que
verás tú muy pronto. Tu director
espiritual conoce su deber. Estate tranquila. Te
voy a comunicar algo, que no podrás decirle a nadie,
ni siquiera al sacristán o a tu director espiritual. Cuando se
haya realizado,
podrás decirles que La Señora te lo había dicho
hoy. Se trata de lo siguiente,
escucha: Este Santo
Padre, el Papa Pío XII, será llevado con los Nuestros a
principios de octubre
de este año. La Señora de todos los Pueblos, la
Corredentora, Medianera y
Abogada, lo llevará al gozo eterno."
Yo me asusté
oyendo este comunicado y ni siquiera me
atrevía a creerlo. La Señora dijo: "No te asustes,
hija. Su sucesor proclamará el dogma." Le di gracias a La
Señora y Ella dijo solemnemente: "Amén."
MENSAJE
55
31 de mayo de 1958
Estábamos sentadas hablando y, de pronto, vi llegar una luz en
la otra
habitación. No veía a La Señora. Fue como si se
corriera un velo ante mis ojos
y me sentí en un estado celestial, sobrenatural. Me
parecía que allí estaba
Alguien inmensamente poderoso, grande y puro. Mientras me arrodillaba,
percibí
con el oído una delicada música sagrada y la
habitación se inundó de luz. La
luz brillaba tan intensamente, que tuve que juntar las manos
llevándomelas al
pecho e inclinarme profundamente. No podía ni me atrevía
a mirar, pero entonces
miré; no me es posible describir lo que vi. Era algo celestial,
si se me
permite decirlo así, humildemente.
Entonces aquello se me
cubrió con un velo, y
vi a La Señora de pie, pero muy de lejos. ¡Se la
veía tan afectuosa y tan amable! Ella me habló muy
dulcemente. Yo no
podía
repetir nada de lo que decía, pues me quedé sin voz. Ella
dijo todo seguido,
mientras me miraba. Yo pensé: ojalá pueda acordarme de
todo. Creo que La Señora
me entendió, porque sonrió y repitió la primera
parte. Entonces hice un gesto
afirmativo. La Señora dijo: "Por el
Señor a La Señora, por La Señora de todos los
Pueblos al
Señor de todos los Pueblos. La relación
permanecerá. Advierte al clero sobre las doctrinas
erróneas,
sobre todo respecto a la Eucaristía. Transmite esto al
sacristán. Dile que La Señora le pide que te conduzca
al Sumo Pontífice. Te repito que
reces mucho pidiendo buenos sacerdotes y por la conversión de
los pueblos. Pero..." La Señora se detuvo de repente e hizo un
movimiento con la
cabeza, como
diciendo: escucha y repite lo que digo. Entonces recobré de
pronto mi voz. La Señora dijo: "Yo vine en toda
calma. En toda calma retornaré a Aquel que me ha enviado."
Mientras decía esto, se fue elevando lentamente, cada vez
más y más lejos. Yo
sentí: ya se aleja de mí. Me puse muy triste y
empecé a llorar. La Señora dijo: "No estéis
tristes. No os dejaré huérfanos. Él, el Consolador
y Ayudante, vendrá". Entonces, La Señora se fue
lentamente y le oí decir: "Escucha, sigue
la Luz." La luz se fue de la
habitación. Yo la busqué
en
la otra habitación, pero la luz se me adelantó al
vestíbulo de nuestra casa y
yo la seguí hasta la calle. La luz me precedía hasta
llegar a la calle
Wandelweg, donde se detuvo. Yo
la buscaba por el suelo y entonces oí la voz que decía:
"¿Qué
buscas?"
Entonces vi entre las nubes a La Señora con la Cruz, la esfera
terrestre y las ovejas. Ella
estaba contra un
cielo azul radiante. Mientras Ella se elevaba lentamente, le oí
decir: "Este es el
lugar en que yo retorno a Él. Construid aquí una sola
Comunidad para todos los
pueblos."
Entonces vino una nube grande y luminosa que la cubrió y ya no
pude verla. Pero
mientras Ella ascendía como envuelta en una niebla, en lugar de
Ella vino –no
puedo explicarlo de otra forma– una enorme Sagrada Hostia, radiante de
luz, muy
grande. De esa Sagrada Hostia salían tres haces de luz: en el
centro, un haz de
hermosos colores; a la derecha y a la izquierda, dos haces de una
hermosa luz
brillante, cuyos rayos terminaban, a la derecha en una cruz y a la
izquierda en
una paloma, iluminadas espiritualmente, diría yo. Después
todo desapareció
lentamente.
(Referente a este mensaje, Ida escribió una carta al Padre Frehe, su director espiritual.)
MENSAJE
56
31 de mayo de 1959
Era domingo, hacia las tres de la tarde. Estábamos todos juntos
en la sala. De repente vi desde
nuestra ventana que
algo sucedía en el cielo. Del susto, dije a mis familiares:
"¡Mirad allá!" y
señalé el cielo. Fuimos todos a la ventana. Entonces vi
de repente la luz, una
enorme luz sobre la calle Wandelweg. No podía ni mirar y me
cubrí los ojos con
las manos. Los otros no veían lo que pasaba y preguntaron
qué era. Yo me
arrodillé y crucé las manos, pero me sentí
obligada a mirar. Mientras miraba,
me pareció que el cielo se rasgaba. Lo que vi era que realmente
el cielo se
rasgaba.
En ese momento vi a La Señora de pie y en toda su gloria. Me es
imposible
describir una visión tan maravillosa, tan celestial, tan
gloriosa. Nunca hasta
entonces la había visto así. No vi ni ovejas, ni globo
terrestre, ni cruz, sólo La Señora, pero rodeada de un
inmenso resplandor de luz y de
gloria. Me fijé en
su cabeza y vi que tenía una corona. Yo jamás
había visto algo así. No ví oro o
diamantes, pero, con todo, sabía que era una corona, refulgente
de luz por
todos lados, más hermosa que la más bella corona de
diamantes. La misma Señora
era también toda esplendor. Repito: algo celestial y glorioso,
no puedo
explicarlo de otra manera.
Por debajo de esa escena gloriosa ví un pedazo de cielo azul y
transparente, y
más abajo todavía, la parte superior del globo terrestre.
Era completamente
negro. Me dio una sensación muy triste y desagradable. Entonces
vi que La Señora amonestaba con el dedo y sacudía la
cabeza (como
un gesto de
desaprobación y de advertencia), dirigiéndose al mundo.
Le oí decir: "Haced
penitencia."
Luego ví algo muy extraño. Ví
que de ese mundo oscuro y negro emergían cabezas de seres
humanos. Vi que
salían poco a poco de la tierra esas cabezas, luego sus cuerpos,
y finalmente
los ví de cuerpo entero de pie sobre ese hemisferio. Mientras
miraba pensé:
¿cómo es posible que existan tantas razas y gentes
diferentes? Mientras
contemplaba asombrada a todas esas personas, vi que La Señora
extendía las
manos y las bendecía a todas, y ya no se veía tan triste.
Le oí decir: "Ofrecedle actos
de reparación."
De repente La Señora desapareció y en su lugar ví
una Hostia. Era una Hostia inmensa;
por eso ví que era
una Hostia común, como las que vemos en la iglesia, de oblea o
pan. Luego
apareció un gran cáliz delante de la Hostia y ví
que el cáliz era de oro puro.
El cáliz se inclinó hacia mí y ví que de
él salían raudales de sangre. La
sangre se derramó cayendo sobre la superficie del globo
terrestre. Era una
escena muy trágica, yo me sentí muy mal, la sangre
caía y caía. Esto duró largo
rato. Pero en un instante todo eso cambió y se convirtió
en una Sagrada Hostia,
radiante y resplandeciente. Tanta
era la luz que emanaba, que tuve que taparme los ojos con las manos. No
podía mirarla, creí que me iba a
quedar
ciega, pero me sentí forzada a mirarla de nuevo.
La Sagrada
Hostia parecía ser
un fuego blanco, con una pequeña abertura o profundidad en el
centro; no puedo
explicarlo de otra forma. A continuación, pareció que la
Hostia se abría de
repente y que de ella salía
una Figura, una Persona, como en el aire, tan imponente, tan
majestuosa...
perdonadme, yo no puedo describir la grandeza y la potencia que
esa Figura
irradiaba. Era demasiado majestuosa, yo no me atrevía a mirar.
Al mirar esa
Figura tan impresionante e imponente, de pronto percibí muy
fuertemente en mi
interior: es el Señor. Me sentí terriblemente
insignificante, ante su
indescriptible majestad. Una especie de paño envolvía su
cuerpo, descendiendo
transversalmente desde un hombro al resto del cuerpo. Su rostro
resplandecía
enormemente. Sus pies estaban
puestos uno sobre el otro, como en los crucifijos. Sobre sus pies vi
las
llagas, de las que brotaban haces de luz. Tenía las manos un
poco levantadas, una más
que
otra. En las manos vi también
una especie de llagas, de las que también brotaban raudales de
luz
maravillosos.
Yo veía una
Persona, pero el pensamiento me decía: y sin embargo, son dos.
Pero al mirar
veía solamente una. No obstante, mi pensamiento repetía:
sin embargo, son dos. Un instante después, en medio de Ambas,
salió una luz
inefable, y dentro de
ella, en medio de Ambos –no puedo describirlo de otra forma– ví
aparecer una
Paloma, que rápidamente, como un rayo, se precipitó sobre
el globo terrestre.
Una luz indescriptible la precedía y un haz de luz la
seguía. Aquella luz era
tan resplandeciente, que tuve que taparme otra vez los ojos, pues no
podía
mirarla. Me dolían los ojos, pero una vez más, me
ví obligada a mirar. ¡Qué
gloria y qué potencia salía de todo eso: de esa Figura
suspendida en los aires, majestuosa, poderosa
y sublime, y
de aquella Luz que ahora iluminaba completamente el mundo! Entonces
oí decir: "El que Me coma
y Me beba tendrá la Vida Eterna y recibirá el Verdadero
Espíritu."
Después de haber contemplado esto durante un buen rato, La
Señora volvió con
toda su gloria, como al principio. Pero ahora pude ver claramente la
diferencia
de su gloria, si se me permite decirlo así, y la gran potencia y
majestad de la
Figura fluctuante en el aire. Era como si La Señora se
encontrara a la sombra
del Señor; fue la sensación que me dio.
La Señora se veía contenta. Me
miró con dulzura desde lejos y oí que me decía:
"¡Adiós!" Y muy despacio añadió: "Hasta que
nos veamos en el
Cielo." Esto me puso tan triste que
no pude repetir las últimas palabras. Empecé a llorar,
porque sentí que esa fue
su despedida, para siempre. Muy lentamente ví desaparecer a La
Señora y después
la luz.
(El 24 de junio de 1959, en un sueño
se le explica a Ida que esta visión representa la
oración.)
Fin
de los mensajes
El milagro de Amsterdam ocurrió el 15 de marzo de
1345,
seiscientos años antes de la primera aparición de La
Señora de todos los Pueblos (25 marzo 1945).
Un enfermo se encontraba moribundo en su casa, ubicada en la calle
Kalverstraat. Había recibido los santos Sacramentos, pero luego
vomitó la Hostia. La señora que lo atendía
limpió y echó todo al fuego. Al día siguiente por
la mañana, al encender otra vez el fuego, la señora vio
que la Hostia flotaba sobre las llamas. La cogió y la
envolvió en un pañuelo, la puso en un cofre y
mandó llamar a un sacerdote.
Sin
decir nada a nadie, el
sacerdote llevó la Hostia a la iglesia de San Nicolás,
que actualmente es la “Vieja iglesia”. Pero ante la sorpresa de todos,
al día siguiente la Hostia se encontraba de nuevo en el cofre.
Por
segunda vez, el sacerdote vino y se llevó la Hostia a la
iglesia de San Nicolás. Cuando al día siguiente, de un
modo inexplicable, la Hostia estaba por tercera vez en el cofre,
comprendieron entonces, que había que dar a conocer este milagro
al
público.
La
Hostia fue llevada nuevamente a la iglesia de San
Nicolás, pero esta vez en solemne procesión.
El obispo de Utrecht declaró la autenticidad del milagro, tras
una investigación, en 1346. La conmemoración del Milagro
se convirtió en fiesta religiosa y municipal. La solemne
procesión se celebraba todos los años. La casa en que
murió el enfermo se convirtió en una capilla.
Entre
los
peregrinos que en el curso de los años han acudido a Amsterdam,
figura el Emperador Maximiliano de Austria, que fue a pedir la
curación. En agradecimiento por la gracia obtenida,
concedió a la ciudad de Amsterdam tener su corona en el escudo
de la ciudad.
En 1578 la procesión fue prohibida por las autoridades
municipales protestantes, cayendo la capilla en desuso.
En 1881 se tomó la iniciativa de restablecer la
procesión, pero en silencio. Desde entonces “la Procesión
Silenciosa” se hace en el mes de marzo, la noche del sábado al
domingo sucesivo al 15 de marzo. Para concluir la “Semana del Milagro”,
los fieles caminan rezando en silencio, siguiendo el recorrido de la
histórica Procesión del Milagro.
En 1908 la capilla, en desuso, fue demolida a pesar de las protestas de
muchos. Mientras tanto, la capilla de la plazuela Begijnhof fue
indicada como el lugar conmemorativo del Milagro de Amsterdam.
El
cuadro de La Señora de
todos los Pueblos
La
imagen de La Señora de todos los
Pueblos, pintada por el artista alemán Heinrich Repke en 1951,
permaneció hasta finales del año 1953 en la capilla de
una finca en Alemania. Después el cuadro fue trasladado a
Holanda y colocado provisionalmente en la casa parroquial de la Iglesia
de Santo Tomás, de los Padres dominicos, ubicada en la calle
Rijnstraat en Amsterdam. El cuadro permaneció allí, hasta
que el párroco obtuvo de Monseñor. Huibers, obispo de
Haarlem, el
permiso de ponerlo en la capilla de la Virgen María, de esa
misma iglesia. La solemne colocación del cuadro tuvo lugar el 19
de diciembre de 1954.
Después de que la vidente Ida Peerdeman recibió el
mensaje nº 51 de La Señora en esa capilla, en medio de una
iglesia repleta de gente, se produjeron reacciones contrarias. La gente
temía que la iglesia de Santo Tomás se fuera a convertir
en lugar de peregrinación y quiso impedirlo.
El 10 de junio de 1955 el obispo revocó su permiso y el
párroco se vio en la obligación de retirar el cuadro. Se
dijo, como excusa, que la investigación acerca de la
autenticidad de las apariciones no era compatible con la
veneración pública de la imagen. Todo lo que hiciera
pensar en la devoción, fue retirado de la iglesia. Hasta 1966,
el cuadro de La Señora permaneció primero en la
biblioteca y posteriormente en el sótano de la casa parroquial.
Posteriormente, el cuadro fue puesto en la pequeña iglesia de la
ciudad de Avray, cerca de París (1966-1969), después en
la abadía de los Padres del Santísimo Sacramento en La
Haya (1967-1969), luego en la abadía de éstos mismos
padres en
Oegstgeest (1969-1970) y por último, en la casa de la calle
Diepenbrockstraat, en Amsterdam.
En
el sótano de dicha casa se
hizo una capilla en la que el 16 de junio de 1970 fue colocado
provisionalmente el cuadro de La Señora de todos los Pueblos, y
el 15 de agosto de 1976 fue solemnemente inaugurada la capilla actual
en la misma casa. Después de 25 años de ir vagando, el
cuadro llegó a su penúltima etapa. El destino final lo ha
indicado La Señora misma en su mensaje nº 52: "En una
capilla aparte" en "la Casa del Señor
Jesucristo", en la futura iglesia de La Señora de todos
los Pueblos, en la Europaplein, en Amsterdam.
CARTAS

Carta escrita por la vidente Ida
Peerdeman
al Padre Frehe, su director espiritual, en relación al mensaje
del 31 de mayo de 1957.
2 de junio de 1957
A mi director:
Por favor, ¿podría contarle
que no puedo dormir y que constantemente pienso en ese hermoso mensaje
del 31 de mayo? Tengo tanto miedo de que usted piense que soy una
sentimental, pero quiero y tengo que hablar de ello. No me
cansaría de contarle a todos una y otra vez, lo bello que era
todo. Esto no lo olvidaré jamás en mi vida, por
más vieja que me vuelva, lo cual espero no sea así. Yo me
aferraba tanto a la vida y hasta me enfurecía cuando alguien
decía que quería morirse. Eso me parecía
anormal. Pero ahora... ya no lo miro con desagrado y en verdad quisiera
decir y gritarles a todos: No tengan miedo de morir, pues sólo
les espera algo tan hermoso, tan puro, tan delicioso, que no hay
palabras para describirlo. No digan: qué fácil es
decirlo, pues ahora pienso en el Apóstol Pablo cuando dijo: “No
hay ojos que lo hayan visto, ni oídos que lo hayan escuchado.”
Por
favor, créame, era algo “celestial”, en una palabra, lo que La
Señora de todos los Pueblos me enseñó cuando
dijo: "De verdad, vale la pena abandonar este mundo. Todos
vosotros tenéis que venir al cielo." Entonces fue como si
Ella retirara un velo, mientras Ella misma se encontraba en una
profundidad infinita. Ella me dejó ver esa gloria sólo un
instante, y luego el velo lo cubrió todo de nuevo. Pero ese
momento fue suficiente para decirle a usted y a todos los hombres:
hagamos lo posible por llegar allá, con la ayuda de Dios. No me
canso de pensar en ello, pero tengo mucho miedo –puesto que todo sigue
su curso normal– de no poder comunicarlo correctamente. Uno tiene que
volver con los pies sobre la tierra. Usted sabe, la vida familiar, el
convivir con los demás, el interesarse por sus cosas. Ir y darle
toda la atención, y salir, pasear, etc., que tanta
concentración me exige. Además en casa, la radio, la
televisión. Siempre he estado loca por el cine y ahora que veo
obras de teatro, me gusta. Pero tengo que decirle que todo eso
ya no significa nada para mí. ¿Pero después? Uno
tiene que seguir con su vida y pretender que todo siga normal. Por eso
esta noche quiero escribirle todo esto.
Empezó todo muy bonito. Siempre veo primero venir la luz. Pero
también esta vez la luz era muy diferente. Y era como si dentro
de la luz yo viera una figura que flotaba en ella. Debo decirle que me
llevé un gran susto en el momento en que llegó esa luz.
Yo me encontraba en ese dilema de conciencia, entre obedecerle a usted
o a la voz de La Señora, que me había ordenado que ese
día hiciera su voluntad. La luz pasó muy despacio por el
altar y cuando llegó al altar de San José, pareció
detenerse un instante. Eso me pareció muy bonito. También
era curioso esta vez, que La Señora se trasladaba de un lugar a
otro.
Ella estaba también más hacia adelante que la primera vez
en la capilla. A veces se me acercaba tanto que sentía la
tentación de tocarla, pero no me atrevía. Eso fue cuando
Ella habló de los “para”. Fue como si Ella quisiera que yo me
diera cuenta de que Ella era una persona de verdad, así como
usted y yo; pero, claro, Ella es toda pureza y belleza. Espero que
usted me comprenda. Su cuerpo es también transparente,
podría yo decir. Era tan hermosa... y su voz sonaba tan clara y
a veces tan triste, pero a la vez compasiva y piadosa, como una persona.
Cuando el padre K. llegó allí a interrumpir, pues
él quería que todos se fueran, La Señora se puso
entonces en posición recta, y me sonrió como
diciéndome: déjalos allá a ellos, que se peleen un
rato, nosotras continuamos. Ella, al decir esto, puso una cara
–si se me permite el atrevimiento de decirlo así– pícara.
Y La Señora empezó entonces a hablar más alto y
más claro, tanto que yo sin darme cuenta la imitaba. Esto
me lo dijeron después unos señores que se encontraban
allí. Estimado Padre, estoy embelesada con todo esto; por
favor, discúlpeme y no me crea exagerada.
¡Fue todo tan único! Cuando Ella dijo: "reza la
oración", Ella misma empezó a rezarla, dulcemente y
con mucha devoción. ¡Oh Padre, si la gente y sobre todo
los sacerdotes hubieran podido ver eso! Fue tan bonito, tan
profundo y tan hermoso como Ella rezaba. Pero, qué curioso, Ella
dijo: "Que La Señora de todos los Pueblos, que un
día era María, sea vuestra Abogada. Amén."
Yo la oí decir esa palabra “vuestra” en lugar de “nuestra”, y
esto al parecer me confundió. Yo misma estoy segura de
haberla repetido, pero algunos de los presentes dicen que no me oyeron.
No entendieron lo que yo dije, eso dijeron. Cuando dijo “Vuestra
Abogada”, Ella se inclinó hacia mí y me miró
profundamente. Qué raro, ¿no?
Y también tengo que decirle esto. Cuando La Señora
dice “Señor Jesucristo”... ¡es tan bonito! Entonces Ella
inclina su cabeza tan humildemente y tan profundamente, también
cuando Ella habla de “el Señor”. Uno se conmueve al ver esto.
Entonces uno siente que “el Señor” es algo
grandioso, algo poderoso. Y qué humilde es La Señora
cuando habla de Él. Entonces piensa uno, qué
distraída es nuestra oración, etc. Yo voy a intentar
rezar mejor, y siempre pido poderlo hacer. Sobre todo con
atención, porque es una ofensa hacerlo así tan
desordenadamente. ¡Qué paciencia ha de tener “el
Señor” con nosotros!
Cuando La Señora mencionó la palabra “Paráclito”,
yo pensé que hablaba de un vestido. Yo pensé,
¿qué es eso, un vestido que es “para”...? Y cuando
Ella empezó a decir: "Él es la sal, Él es el
agua" etc., entonces sí que ya no sabía de
qué hablaba y pensé: ¡que cosa más rara! Yo
sacudí mi cabeza para que La Señora me viera, y tuve que
poner cara de que no entendía (también esto lo
vieron lo presentes). Yo quería que Ella se diera cuenta de que
no entendía nada, pero absolutamente nada, pero no pude
interrumpirla. Pero de repente, La Señora sonrió y me
puso una cara cómica e hizo un movimiento con sus manos, hacia
lo lejos –a los presentes–, pero me pareció más bien
hacia lo lejos, mientras Ella decía: "Vosotros sabéis a
que se refiere La Señora."
Pero Padre, cuando Ella dijo: "Él es la sal" etc.,
fue tan hermoso verlo; lástima que yo no pueda expresar todo
eso. Ojalá tuviera yo el don de escribir, pero tiene que
conformarse con mi torpe explicación, y espero que usted no lo
encuentre extraño. También lo que dijo de “libre
voluntad” fue algo único. Cuando La Señora dijo:
"Él ha inundado a La Señora de todos los Pueblos
con su Poder" etc., fue como si la luz que la rodeaba e irradiaba
de sus manos, se volviera de repente más intensa. Fue como si un
faro (perdóneme mi forma irreverente de expresarlo, pero no
puedo decirlo de otra manera) la hubiera atravesado. Cuando Ella dijo:
"Así, pues, difunde mi oración" etc., Ella se
volvió más “imperativa”; no puedo explicarlo de otra
forma.
Cuando dice "no tengas miedo", eso me gusta
tanto de Ella. Yo nunca le comento algo al respecto, pero Ella parece
saber muy bien que yo estoy siempre como una liebre asustada y que
últimamente (perdóneme, no es muy agradable por mi parte)
le tenía pavor a usted. Pero ya no; después de este
mensaje el miedo desapareció. Quienquiera que me ataque, lo
soportaré. Sí, Padre, esto lo digo aún, yo
espero que por favor esa fuerza no me sea retirada.
Además quiero decirle que cuando Ella se desplazaba,
también las ovejas iban detrás de Ella. Yo veo las ovejas
de verdad, como en una pradera. Tienen bastante lana. Es un
rebaño de ovejas común y corriente; es bonito ver ese
hormigueo alrededor de La Señora. La Cruz está siempre
detrás de Ella.
Padre, para todos ustedes es algo increíble, y cuánto he
rezado este último año para que La Señora les haga
que la vean, aunque sea una sola vez, así como yo la puedo ver,
pero lamentablemente no ha sido así. Yo no puedo hacer nada.
Ella me ordenó que le dijera todo al obispo. También al
Santo Padre, pero entonces pensé: "Señora,
cómo puede Usted decir eso, Usted sabe bien que eso es
imposible." Eso pasa como un flash por mi
mente. Pues es muy curioso, pero durante la aparición yo puedo
seguir pensando normalmente. Yo reacciono normalmente, como si
estuviera hablando con alguien. Sabe Usted, de repente uno piensa, por
ejemplo: ¿pero cómo va a ser esto? Y así es
también en los mensajes. También oía perfectamente
ese tumulto detrás de mí. Pero qué curioso, Padre,
no me llega ni me confunde. Entonces es realmente como si fuera una
sola cosa con La Señora y sólo con Ella.
De todos los mensajes, pienso que éste es el que más me
ha llegado y del que siempre me acordaré. No piense que es algo
raro, pero yo me siento –dicho vulgarmente- en el séptimo cielo.
Le puedo decir que cuando retiraron ese velo me encontré en un
estado completamente diferente. Un estado glorioso (¿puedo
decirlo así?), “celestial”. Por favor, no crea que soy arrogante
o algo así. Es la pura verdad. No me canso de hablar de ello y
lo repito, quisiera decírselo a todos.
Lo último también fue tan bonito. Cuando Ella hablaba del
pedacito de pan etc. Padre, eso tendrían que haberlo
visto los sacerdotes. Qué lástima. Ahora sí que
siento un enorme respeto por ellos. No es que antes no lo tuviera, pero
usted me comprende. Cuánto debe usted alegrarse de ser
sacerdote. Nunca se arrepienta de serlo. Vale la pena el sacrificio. Me
gustaría saber, ¿cómo podría yo hacerme un
poco más útil? Quisiera hacer algo.
Antes de que La Señora se fuera, fue tan bonito, Ella me
miró tan amorosa. Mejor no puedo expresarlo, y entonces me dio
una tremenda melancolía y pensé: ahora me deja otra vez
sola. Pero yo no debería decir eso. Usted no sabe lo que
últimamente he tenido que soportar. Ese abandono y esa
tensión, eran casi insoportables.
Luego, el conflicto de conciencia ese mismo día. Temía
que La Señora me encontrara cobarde y usted desobediente; no
sabía qué hacer. Yo sólo dije: "Señora,
haré lo que usted me pide, aunque
sé que eso significa desobedecer." Hasta un momento
antes de entrar en la iglesia estaba muerta de miedo; lo hago o no lo
hago. G. dijo: "Vamos, sin vacilaciones, volvamos a casa.
¡Esa lata tuya de si entrar o no entrar en la iglesia!" Y
entonces, no sé lo qué fue, pero vino como una especie de
viento o fuerza por detrás de mí, y sin darme cuenta me
encontré en los escalones de la iglesia. Y todavía yo
dije: "Vayan ustedes primero, por favor." Así lo
hicieron, y yo entré después.
Entonces recé con la
gente y repetía: "Señora, ya he hecho lo que usted
quería hoy; ayúdeme, por favor, y dele algo a
estas personas que están aquí rezando tan fervorosamente.
Yo no sé qué, haga que vean algo, o algo así, pero
por favor, haga algo por ellos." Fue un gran consuelo ver y
oír con cuánta devoción la gente rezaba; a
mí me conmovió mucho.
Yo le pregunto, ¿podría yo, si me es posible, rezar el
rosario los jueves junto con ellos, o dirigirlo? ¿Con la
oración de Ella después de cada decena? Yo me
sentí tan confortada moralmente al oír a esas personas
rezar. Cómo ha de pensar La Señora que soy una cobarde,
que dice sí y amén a todo lo que usted me ordena.
Discúlpeme, por favor, y haga como si yo nunca hubiera dicho
esto. Me arrepiento. Pero, después de esto yo
pensaba a menudo, qué miedosa y qué perezosa soy.
¿No debería hacer mejor la voluntad de Ella? Una vez
más, discúlpeme.
¿Qué más podría decir de Ella? Vea usted,
yo quisiera informarlo lo mejor posible acerca de todo y tengo miedo
que luego se me olvide algo. Tal vez por eso me extiendo un
poco. Espero que usted no se moleste. En este momento ya nada del mundo
me interesa, pero claro, esto tendrá que cambiar; uno no
es más que una persona cualquiera.
Pero de todas formas, me alegro de poder escribirle todo esto a
usted. Yo jamás olvidaré todo esto. Cómo
hubiera querido decirle todo esto personalmente a nuestro
obispo, pues el papel es tan frío. Algo tan bello no se puede
transmitir por carta. Temo que no lo haya transmitido bien, pero espero
que La Señora de todos los Pueblos esté ahora satisfecha
conmigo.
Yo seguiré luchando por su causa y seguiré rezando, y
espero que mejor y más fervorosamente que nunca, para que su
obra pueda culminar felizmente y pronto. No puede ser de otra manera,
Ella lo dijo. Pero, como usted sabe, lamentablemente dependemos de la
gente. Si pudiera yo convencerles; La Señora podría
hecerles ver todo; entonces le estarían todos tan agradecidos.
Pero, por desgracia, eso no está en nuestras manos, sino
en las Suyas.
Ah, sí, esto tengo que decírselo: cuando La
Señora hablaba del “Milagro de cada día” fue tan hermoso,
pero cuando dijo: "No, pueblos, no es una idea", Ella lo
dijo (¿puedo decirlo así?) enérgicamente. Era como
si Ella protestara contra algo en un futuro, porque Ella miraba como
más allá de una gran muchedumbre. Eso fue tan bonito.
Pero ahora sí que me detengo, porque usted se va a cansar de
mí. He dicho todo esto conforme a la verdad y estoy
dispuesta a jurarlo, y sigo luchando y rezando por su título,
que el Señor, como Ella misma dice, con tanto gusto quiere darle
en este mundo. Así pues, que La Señora de todos los
Pueblos sea nuestra Abogada.
Ida
Ida escribe sobre la
predicción de La Señora
(Semana anterior al mensaje
del 19 de febrero de 1958)
Madrugada del 12 al 13 de
febrero de 1958.
Son exactamente las tres de
la
mañana. Algo me despertó de sobresalto, pero no sé
qué era. Vi una luz resplandeciente en la habitación y
oí la voz de La Señora decir: "Dile al
sacristán que soy yo, La Señora de todos los Pueblos, la
Corredentora, Medianera y Abogada, que les pide que de todas maneras
hagan lo que yo deseo. Está bien así. Ésta es mi
respuesta para ellos."
Yo le respondí que no me atrevía. La Señora dijo:
"Y tú, hija, reza, reza mucho por la conversión de
los pueblos, por los buenos sacerdotes y para que vengan buenos
sacerdotes. Ofrece tu vida por ello. Lo digo una vez más:
ésta es la respuesta para el sacristán."
Después todo quedó en silencio y la luz se fue lentamente
de la habitación.
Madrugada del 17 al 18 de febrero de 1958.
La Señora volvió todas las noches después del 13 a
traer el mismo mensaje, que yo todavía no había
transmitido.
Anoche, entre el 17 y 18 de febrero de 1958, La Señora
empezó diciendo: –"Todavía no has hecho lo que te
dije."
Yo contesté: "No me atrevo."
Entonces La Señora dijo: "Dile al sacristán:
Así está bien. Pero tú, hija, obedéceme.
Haz lo que te digo."
Me fui a ver a mi director espiritual y le conté todo. Pero
él me prohibió escribir este mensaje al sacristán.
El
14 de octubre de 1958, el Padre Frehe, O.P. escribió a
algunos sacerdotes
Estimado Reverendo ss.tt.:
Con mucho gusto le comunico
un hecho
curioso, en relación con La Señora de todos los Pueblos.
El miércoles de Ceniza, 19 de febrero de este año, me
visitó Ida Peerdeman y me entregó una carta con sello de
lacre.
Esta
carta contenía, según ella, una predicción de La
Señora. De qué predicción se trataba,
sólo lo podríamos saber cuando ésta se cumpliera.
Guardé muy cuidadosamente esta carta. Me aseguré
también de que la vidente Ida Peerdeman no hablase con nadie de
esa predicción y mucho menos de su contenido, ni siguiera con
sus hermanas; por consiguiente, el único que tiene conocimiento
de esto soy yo.
Al pasar los meses, a menudo le pregunté a la vidente si la
predicción se había cumplido ya. Ella contestaba con un
gesto de negación o con un simple "no".
Sin embargo, el día de la muerte del Papa ella me llamó y
pidió hablar conmigo. La recibí y entonces me
comunicó que la predicción ya se había cumplido y
que podíamos ver la carta.
Inmediatamente, tras decir esto, ella preguntó:
"¿Dónde está la carta, sabe usted, la que
tiene sello de lacre?" En ese momento me acordé de la
carta, pero no me acordaba del sitio donde la había guardado con
tanto cuidado. Empecé a buscar por los cajones, pero no la
encontré. De repente la vidente se puso pálida y dijo muy
seria: "¡Espero que usted no haya tirado o perdido la
carta!"
Traté de
tranquilizarla y, mientras tanto, tuve que acusarme de
falta de precisión. Por fin encontré la carta con sello
de lacre en uno de los cajones, en que había estado guardada por
espacio de casi ocho meses. Quería abrir la carta sellada, pero
la vidente pidió con insistencia que no lo hiciera, sino que la
enviara cuanto antes al Sacritstán, en Roma. Lo hice
inmediatemente. "Pero –pregunté– ¿cómo nos
enteraremos de la auténtica predicción?" Ella
respondió: "Ustedes se enterarán, pues yo
guardé una copia, que por supuesto es idéntica, y
aquí la tengo."
Adjunto, encontrará usted una copia fiel de la misma. Los
comentarios los dejamos a su discreción.
Firmado,
Padre J. Frehe
Carta de Ida Peerdeman a su
director espiritual
(Sobre
el mensaje del 31 de mayo de 1958)
21 de junio de 1958
Estimado Padre Frehe:
Hoy ya hece tres semanas que
tuve la
oportunidad de vivir ese gran acontecimiento. Yo creo que todos los
sábados, cada semana, me voy a acordar de ello y contaré
las semanas. Hasta ahora no me ha sido posible darle una mejor
explicación. ¿Cómo es posible? Pero de todas
maneras, hoy quiero intentar informarle mejor y sobre todo hablar una
vez más sobre ello y contarlo de nuevo.
Padre, fue algo tan tremendo, sin exageración. Cuando al
principio yo me arrodillé, sabe usted, yo no vi a nadie, pero me
atrevo a afirmar de todas maneras que allí había alguien.
Sin embargo, no era La Señora. Pero acuérdese, oiga, que
yo no veía a nadie. Para mí era sólo la
sensación de que allí estaba alguien, inmesamente
grandioso, puro, sí; quien sabe qué más era. Es
tan difícil explicarlo. Y de todos modos me parece que es mi
deber hacerlo, para darle a usted una mejor visión.
Cuando me arrodillé, oí una música muy elevada y
fina; la habitación estaba completamente inundada de luz.
Resplandecía tanto, que tuve que juntar las manos sobre mi pecho
e inclinarme muy profundamente. Al principio, no me atrevía ni
podía mirar. Pero de repente miré y tuve una
sensación tan celestial, tan sobrenatural. Todo esto fue
más fuerte que el año pasado. Todavía me conmuevo
muchísimo al pensar en ello. Y perdóneme: es tan
difícil ocuparse de las simples cosas de cada día. Pero
de todas formas lo hago, porque los demás no deben darse cuenta
de nada.
Cuando aquello primero fue cubierto como por un velo, La Señora
estaba de pie a lo lejos. Ella se veía tan afectuosa y tan
amorosa, pero a mí me dió tanta pena que Ella estuviera
tan lejos. Ella pronunció la primera parte de seguido, mientras
me miraba. Yo pensé: ojalá pueda recordarlo todo. Y La
Señora me entendió, pienso, porque sonrió y
repitió otra vez la primera parte. Entonces yo le hice un gesto
afirmativo, indicándole que ahora sí sabía. Luego,
después que todo había pasado, lo anoté
inmediatamente, como usted ve. Entonces La Señora se puso en
posición firme, miró hacia delante y dijo: "Pero...", y
empezó a decir: "Yo vine en toda
calma" etc. Y mientras Ella decía eso,
empezó a elevarse muy lentamente, cada vez más y
más lejos. Padre, si usted supiera lo que ese momento
significó para mí. Yo sentí: Ella se va de
mí. Extendí mis brazos y dije en mi interior:
Señora, por favor, no me deje aquí sola. Yo empecé
a llorar como una niña pequeña. Yo nunca había
llorado así. Padre, fue como si a uno le arrancaran alguien que
le fuera muy, muy querido. Algo se me partió en mi interior. Oh,
usted no lo encuentra raro, yo tengo que contárselo, y espero
poder contárselo a usted.
Ella se fue, y mientras se alejaba dijo: "Escucha", e hizo
un movimiento con la cabeza, como si quisiera decir "no
llores", y dijo: "Sigue la luz." Entonces ya se
había ido. Y por un momento quedó la luz, pero, como ya
le he dicho: también la luz se fue. Usted sabe cómo fue,
cómo seguí tras la luz y llegué hasta la puerta
principal, porque allí se detuvo la luz, luego escaleras abajo,
y luego afuera en la calle, luego la vi en la esquina y la
seguí. Oía en mis oídos el ruído de los
automóviles que pasaban por la calle, pero no me detuve. La luz
me estaba esperando al otro lado. Yo la seguí otra vez, hasta
que llegué al lugar de la calle Wandelweg que llamamos “la
glorieta”. Allí todo el terreno resplandecía de luz, y yo
buscaba por el suelo, porque las palabras me resonaban aún en el
oído: "Sigue la luz." Y de repente vino la Voz de lo
alto: "¿Qué buscas?" El resto usted lo sabe.
Pero tengo la necesidad de volver a decir qué visión tan
preciosa fue ésa. En un cielo resplandeciente y azul estaba
Ella, rodeada por dos nubes blancas, que los emás, que estaban a
mi lado, no vieron., creo. Al decir Ella las palabras "Este es el
lugar..." (usted sabe el resto del relato) se fue alejando, cada
vez más lejos , cada vez más alto. Y de pronto
llegó una nube resplandeciente que la rodeó y Ella fue
llevada ante mis ojos.
Entonces me vino otra vez ese momento tan melancólico. Pero
inmediatamente estaba allí, en ese lugar, aquella Sagrada
Hostia, y ahora que pienso en ello, me parece que estaba más
cerca aún. No me lo dijeron, sino que esa palabra la
capté en mi interior. Padre, si usted y los otros hubieran
podido ver eso, algo tan impresionante, tan grandioso y
sobrecogedor, qué delicioso hubiera sido. Ahora pienso cuando me
acerco a la Comunión: ¿soy en realidad digna de recibir
algo tan grande? Y en el momento de la Consagración pienso:
¿por qué no sonar las trompetas?, porque en realidad, es
el más grande Emperador, el más grande Rey, el que se
aparece ahí. Mientras usted y otros sacerdotes pronuncian esas
palabras, no se dan cuenta en realidad de lo que sucede. Él
está presente con su Divinidad y su Humanidad. Su Humanidad
sólo en ese pedacito de pan, creo que para hacérnoslo
más fácil, pero su Divinidad viene en ese mismo momento
al altar, ¡oh, estoy tan profundamente convencida! Y desde el 31
de mayo de 1958 lo siento así, que Cristo viene ahí con
toda esa Gloria, como vi aquella Sagrada Hostia en la calle Wandelweg.
Pero, por desgracia, la gente no puede verlo. Ésa será su
voluntad. Pero es una lástima. Porque, en verdad, ése es
el gran Milagro del que La Señora hablaba.
Padre, yo no sé cómo me atrevo a escribir todo esto. Pero
anoche fui animada a hacerlo. No podía dormir
y todos éstos pensamientos vienieron a mi mente, aún
más
claros que ahora. Ahora lo estoy escribiendo torpemente. Pero es que no
me atreví a despertar a los demás, levantándome a
esa hora; de lo contrario le hubiera escrito esta carta anoche. Quiero
ponerle al tanto de cuánto es hermoso y de cuánto mis
palabras no sean suficientes, pero espero que usted me comprenda y que
no encuentre raro que me dé rienda suelta. Yo quisiera decirle a
cada sacerdote: ¡Sepa, pues, lo que tiene en las manos!
¡Esté feliz y gozoso de haber sacrificado todo, no es en
vano, créame! Ojalá fuéramos todos más
concientes de lo que sucede cada día, aquí en medio de
nosotros: ese gran Milagro. Claro, somos humanos; eso lo sabe el
Señor, y yo creo que Él nos quiere así, tal como
somos; pero le estaríamos más agradecidos,
viviríamos mejor el momento de la Santa Misa, nos
alegraríamos y a la vez nos entristeceríamos, porque
aún no lo podemos ver a Él.
Padre, es tan extraño, pero sin darme cuenta me ha dado
nostalgia de volver a ver todo esto, de verla a Ella otra vez y
también aquel gran momento que no puedo de ninguna manera
expresar cómo lo sentía. ¿Pero cómo me
atrevo siquiera a desearlo?
Una vez más, no me canso de hablar ni de pensar en esos veinte
minutos del 31 de mayo de 1958. Una cosa sí sé, que el
abandonar esta tierra no será en modo alguno un castigo para
nosotros. Qué vano es todo ese vaivén y ese murmullo a
nuestro alrededor. ¿De qué se preocupa uno? Y allá
lo espera a uno algo grandioso. Qué bueno y qué paciente
es el Señor Jesucristo con nosotros. Qué Amor tan
infinito ha de tener. Yo sé que cuando uno ama a alguien, uno es
capaz de perdonarle todo espontáneamente, inmediatamente, y que
uno puede soportar mucho. ¡Qué inmensamente grande
tendrá que ser su Amor por nosotros!
Yo en verdad no lo
sé, pero Él es todo y solamente Amor, diría yo. Y
que Él venga así, nada más, todos los días
al altar. Y entonces, una misita así tan calladita, sin
más, un par de personas allí, sólo preocupadas por
sus propias cositas, y pidiendo y pidiendo sólo cosas
temporales. Y Él se aparece allí en medio de nosotros y
nosotros ni siquiera lo sentimos como algo tan grandioso. Se suenan las
campanillas y ya se nos olvida todo. Ya pasa todo. Y nosotros seguimos
preocupándonos por el pan de cada día. Debería
hacerse con mucha más reverencia, y, en realidad, dejen que sea
con un poco de pompa humana, que suenen las trompetas, así como
me pareció oír en nuestra habitación, con aquella
preciosa música celestial de fondo. Nosotros hacemos tanto ruido
con el jazz; en cambio para Él no hay música de
bienvenida, así como se hace para una reina o para un rey. Que
extraño, Padre, que yo le escriba a usted todo esto. Le
repito, no lo halle raro. Pero me siento aliviada de poder escribirle
todo esto a usted. Y ahora me detengo, porque ya lo he
entretenido bastante con esta carta mía tan larga. Mis cordiales
saludos.
P.D.
Quiero decirle algo más. Cuando La Señora se iba cada vez
más alto y más lejos, me
vino una cosa al pensamiento: ¡Qué suerte, Ella nos
llevará consigo! Porque Ella se fue excatamente así, con
las ovejas, el globo terráqueo y la Cruz, de la forma como yo
siempre la veía.
Ida
24 de junio de 1959
Anoche, 24 de junio, tuve un
sueño
curioso. Fue así. Me encotraba en algún lugar, no
sé dónde. De pronto llegó una señora a
hecerme una entrevista. Yo le respondí de mal humor, pero no
pude deshacerme de ella. En mi interior llamé a La Señora
y luego la conversación se me hizo muy fácil. Llegamos a
la visión del 31 de mayo de 1959, y ella me pidió que se
la explicara. Entonces dije: "Yo no entiendo nada de eso." Pero de
pronto fue como si me llegara una
inspiración y empecé a decirle a esa señora:
"¿No es curioso? La visión concuerda, según
mi humilde opinión, con la oración. Ha sido transmitida
en imagen como una despedida."
Entonces ella me pidió una
explicación. Yo dije de nuevo: "Señor Jesucristo
(primera imagen de la Figura), Hijo del Padre (el pensamiento
constante: Son dos), manda ahora tu Espíritu sobre la tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos
los pueblos (de en medio de Ellos salió una paloma y una luz
indescriptible, que se precipitó como el rayo sobre la tierra y
sobre los pueblos). Que La Señora de todos los Pueblos, que un
día era María..." etc. (entonces vi de nuevo a La
Señora en toda su gloria, celestialmente coronada, etc. y no ya
como La Señora, como María, que yo veía en la
iglesia, en casa, etc.)
Este sueño lo quise contar esta mañana a mis familiares,
pero no era capaz de repetirlo. Les dije: "He tenido un
sueño muy curioso, pero la explicación que tenía
que dar no puedo de ninguna manera repetirla."
Ojalá esta noche, 25 de junio, se me dé otra vez la
explicación, aunque no sea en relación con esa
entrevista. Parecía que estuviera despierta, pero en realidad no
lo estaba, pues esta noche he dormido muy bien por primera vez.
Había además otra cosa curiosa en ese sueño. La
Señora que se me acercó en el sueño, primero era
una mujer normal. Me pidió que le explicara el mensaje del 31 de
mayo de 1959. Yo refunfuñé, pues nunca he sabido dar
explicación a los mensajes. Entonces esa señora me
miró y fue como si de repente me viniera una inspiración
y empecé a explicarlo. Pero en ese momento vi que esa mujer era
La Señora en apariencia humana.
FIN DE LOS MENSAJES DE NUESTRA MADRE DE TODOS
LOS PUEBLOS. SI PUEDES, ANIMA ATUS CONTACTOS PARA QUE LO LEAN.
PÁSALES ESTA DIRECCIÓN DE INTERNET:
http://www.capillacatolica.org/MadreDeTodosLosPueblos.html
LES HARÁS UN GRAN BIEN COMO TE HA HECHO A TI EN EL ALMA.