DEVOCIÓN A SAN JOSÉ

Después de Jesús y María, no podemos hallar abogado más poderoso que san José. El eterno Padre le confió el mayor tesoro del cielo, pues le hizo ayo y tutor de su mismo hijo; el Verbo humanado le miró como padre en la tierra; el Espíritu Santo le hizo custodio de su esposa, María santísima; Jesús y María le obedecieron en la vida y le asistieron en la muerte: ¿qué pueden negarle en el cielo?
  De él escribe santa Teresa de Jesús: "No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo, de los peligros de que me ha librado, ansí de cuerpo como de alma: que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad, a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas y que quiere el Señor darnos a entender que ansí como le fue sujeto en la tierra... ansí en el cielo hace cuanto le pide... No he conocido persona, que de veras le sea devota... que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan... Solo pido por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción..."

Dolores y gozos de San José
"Acordaos" de San José
Oración a San José de León XIII
Letanías de San José
Novena a San José (Con ejemplo para imprimir)
Oración a San José para pedir una buena muerte
San José, patrono de la Iglesia
Oración de San Juan XXIII a San José, patrono de la Iglesia


Dolores y gozos de San José

I. ¡Oh castísimo esposo de María! me compadezco de las terribles angustias que padeciste, cuando creíste de verte separar de tu Esposa Inmaculada; y te doy el parabién por la alegría inefable que te causó saber de boca de un ángel el misterio de la Encarnación. Por este dolor y alegría, te pido consueles nuestras almas en vida y en muerte, obteniéndonos la gracia de vivir como cristianos, y morir santamente en los brazos de Jesús y de María. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

II. ¡Oh felicísimo Patriarca, que fuiste elevado a la eminente dignidad de padre putativo del Verbo Encarnado! Te compadezco por el dolor que sentiste viendo nacer al Niño en tanta pobreza y desamparo; mas gózome del gozo que tuviste al oír la suave melodía con que los ángeles celebraron el nacimiento cantando "Gloria Dios en las alturas". Por este dolor y gozo te pido, nos concedas oír, al salir de este mundo, los cánticos celestiales de los ángeles en la gloria. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

III. ¡Oh modelo perfecto de conformidad con la voluntad divina! Te compadezco por el dolor que sentiste al ver que el Niño Dios derramaba su sangre en la circuncisión; y me gozo del consuelo que experimentasteis al irle llamar Jesús. Por este dolor y gozo te pido que nos alcances que podamos vencer nuestras pasiones en esta vida, y morir invocando el dulcísimo nombre de Jesús. Padre nuestro, Ave María, Gloria.

IV. ¡Oh fidelísimo santo, a quien fueron confiados los misterios de nuestra redención! Te compadezco por el dolor que te causó la profecía con que Simeón anunció lo que habían de padecer Jesús y María; y me gozo del consuelo que te dio el mismo Simeón, profetizando la multitud de almas que se habían de salvar por la Pasión del Salvador. Te suplico por este dolor y gozo nos alcances ser del número de los que se han de salvar, por los méritos de Cristo y por la intercesión de su Madre. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

V. ¡Oh custodio vigilante del Hijo de Dios humanado! Me compadezco de lo mucho que padeciste en la huida a Egipto, de las grandes fatigas de aquella larga peregrinación y lo que costó el poder atender a la subsistencia de la Sagrada Familia en el destierro; pero me gozo de tu alegría al ver caer los ídolos por el suelo cuando el Salvador entraba en Egipto. Por este dolor y gozo te pido que, huyendo de las ocasiones de pecar, veamos caer los ídolos de nuestras aficiones terrenas, y no vivamos sino para Jesús y María, hasta ofrecerles nuestro último suspiro. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

VI. ¡Oh gloriosos san José, ángel de la tierra, que viste con admiración al Rey del cielo sujeto a tus disposiciones! Si tu alegría al volver de Egipto fue turbada con el temor de Arquelao, mas después que te sosegó el ángel, viviste alegre con Jesús y María en Nazareth. Por este tu dolor y gozo alcánzanos a tus devotos que, libre el corazón de temores nocivos, gocemos de la tranquilidad y conciencia, vivamos seguros con Jesús y María, y muramos teniéndolos a nuestro lado. Padre nuestro, Ave María Gloria.

VII. ¡Oh modelo de santidad, glorioso san José! Te compadezco por el dolor que sentiste al perder al Niño Dios, sin poderle hallar en tres días; y te doy el parabién por la alegría que tuviste al encontrar con Él en el templo. Por este dolor y gozo te pido nos alcances la gracia de no perder jamás a Jesús por el pecado; y si por desgracia lo llegamos a perder, sírvanos tu intercesión para recobrarle al instante por las lágrimas de la penitencia, y vivir unidos con Él hasta el último aliento de nuestra vida. Padre nuestro, Ave María y Gloria.

Antífona
Tenía el mismo Jesús al empezar su vida pública, cerca de 30 años, hijo según se pensaba, de José.

V) San José, ruega por nosotros.
R) Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oración
Oh Dios  que con inefable providencia te dignaste elegir al bienaventurado José por esposo de tu Madre santísima: te rogamos nos concedas que merezcamos tener en los cielos por intercesor, al que en la tierra veneramos por protector: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. (Esta oración tiene indulgencias plenarias y parciales.)


Oración final de los dolores y gozos de San José


Castísimo José, honra de los patriarcas, varón según el corazón de Dios, cabeza de la sagrada Familia, ejecutor de los infieles designios de la sabiduría y misericordia infinita, padre putativo de Jesús, y esposo dichosísimo de María: ¡cuanto me regocijo de veros elevado a tan alta dignidad y adornado de las heroicas virtudes que requiere! Por aquellos dulces abrazos y suavísimos ósculos que disteis al Niño Dios, os suplico me admitáis desde ahora en el dichoso número de vuestros esclavos. Proteged a las vírgenes, oh tutor de la virginidad de María, y alcanzadnos la gracia de conservar sin mancilla la pureza de cuerpo y alma. Apiadaos de los pobres y afligidos, y por aquella extremada pobreza, por aquellos aquellos sudores y congojas que padecisteis por sustentar y salvar al Criador y Salvador del mundo, dadnos el alimento corporal, y haced que llevando con paciencia los trabajos de esta vida, atesoremos riquezas infinitas para la eternidad. Sed el amparo de los casados, oh patriarca dichoso, y haced que los padres sean imagen acabada de vuestras virtudes, y perfectísimo dechado de piedad a sus hijos. Proteged a los sacerdotes e institutos religiosos, y haced que imitando vuestra vida interior, llenen los cargos de su ministerio con la perfección con que vos cumplisteis las obligaciones de vuestro estado. Llenadnos en vida de copiosas bendiciones, y en el trance de la muerte, cuando el infierno haga el último esfuerzo para perdernos, no nos desamparéis, poderoso abogado de los que están agonizando; y pues tuvisteis la dicha de morir en los brazos de Jesús y de María, alcanzadnos que expiremos penetrados de un vivo dolor de nuestros pecados, y pronunciado con ferviente afecto los dulcísimos nombres de JESÚS, MARÍA Y JOSÉ. Amén.


"Acordaos" de San José

Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María y amable protector mío san José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio, sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a vos con todo fervor. ¡Ah! no desechéis mis súplicas, oh padre putativo del Redentor, antes bien, acogedlas propicio, y dignaos acceder a ellas piadosamente. Amén. (Indulgencia de trescientos días, una vez al día. Pío IX, 26 de junio de 1863.)


Oración a San José, compuesta
y prescrita por León XIII

A vos, bienaventurado san José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de vuestra santísima Esposa, solicitamos también confiadamente, vuestro patrocinio. Para aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, os tuvo unido, y por el paterno amor con que abrazasteis al Niño Jesús, humildemente os suplicamos que volváis benigno los ojos a la herencia que con su Sangre adquirió Jesu-Cristo y con vuestro poder y auxilio socorráis nuestras necesidades. Proteged, ¡oh providentísimo custodio de la Divina Familia! la escogida descendencia de Jesu-Cristo; apartad de nosotros toda mancha de error y corrupción; asistidnos propicio desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libertasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora defended la Iglesia santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protegednos con perpetuo patrocinio, para que, a ejemplo vuestro, y sostenidos por vuestro auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzad en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

(Esta oración tiene indulgencias)




Letanías de San José
En latín
(Rituale Romanum, 1925, tit.X,cap. IV)

Kyrie, eleison
Christe, eleison
Kyrie, eleison
Christe, audi nós
Christe, exaudi nós
(1)

Páter de caelis, Déus, miserere nobis
Fili, Redémptor mundi, Déus, miserere nobis
Spíritus sancte, Déus, miserere nobis
Sancta Trínitas, unus Déus, miserere nobis

Sancta María, ora pro nobis
(se repite en cada una de las invocaciones)

Sancte Ióseph
Proles Dávid ínclyta
Lumen Patriarchárum
Déi Genitricis sponse
Custos pudice Vírginis

Fílii Déi nutrície
Christi defénsor sédule
Almae Famíliae praeses
Ióseph iustíssime
Ióseph castíssime
Ióseph prudentíssime
Ióseph fortíssime
Ióseph obedientíssime
Ióseph fidelíssime
Spéculum patiéntiae
Amátor paupertatis
Exémplar opíficum
Domésticae vitae decus
Custos vírginum
Familiárum cólumen
Solátium miserórum
Spes aegrotántium
Patrone moriéntium
Térror daémonum
Protéctor sanctae Ecclésiae

Agnus Déi, qui tollis peccata mundi, parce nobis, Dómine
Agnus Déi, qui tollis peccata mundi, exaudi nós, Dómine
Agnus Déi, qui tollis peccata mundi, miserere nobis

V) Constítuit éum dóminum domus súae
R) Et príncipem omnis possesionis súae

Oremus: Deus, qui ineffábili providéntia beátum Ióseph sanctíssimae Genitricis túae spónsum elígere dignatus es: praesta quaésumus; ut quem protectórem venerámur in terris, intercessórem habere mereámur in caelis: Qui vivis et regnas in saéculam saeculorum.  Amen.
(Indulgencia de trescientos días una vez al día. Pío X, 18 de marzo de 1909)
(1) Las cinco primeras invocaciones no se han de repetir. Si rezan varios, el segundo Kirye lo dicen todos.


En español:

Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros
Dios Hijo Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros
Trinidad Santa, un sólo Dios, ten misericordia de nosotros

Santa María, ruega por nosotros

San José, ruega por nosotros
(se repite en cada invocación)
Ínclito descendiente de David
Lumbrera de los patriarcas
Esposo de la Madre de Dios
Custodio casto de la Virgen
Padre nutricio del Hijo de Dios
Solícito defensor de Cristo
Jefe de la Sagrada Familia
José justísimo
José castísimo
José prudentísimo
José fortísimo
José obedientísimo
José fidelísimo

Espejo de paciencia
Amador de la pobreza
Modelo de los obreros
Honra de la vida doméstica
Custodio de Vírgenes
Amparo de las familias
Solaz de los míseros
Esperanza de los enfermos
Patrono de los moribundos
Terror de los demonios
Protector de la Santa Iglesia

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.

V) Le constituyó dueño de su casa.
R) Y príncipe de todas sus posesiones.

Oremos: Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a san José para esposo de tu Madre Santísima: te rogamos nos concedáis que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle por intercesor en el cielo: Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Invocación: San José, haz que vivamos una vida inocente asegurada siempre bajo tu patrocinio.

Novena a San José
Puede hacerse utilizando para cada día uno de los siete dolores y gozos con la antífona final; para el octavo día la oración de León XIII y para el noveno se puede escoger cualquiera de las otras oraciones que se ofrecen, como la oración para pedir una buena muerte que se muestra a continuación, ambas con un Padrenuestro, Avemaría y Gloria. Comience cada día, después de santiguarse, con un Credo o acto de contricción: "Señor mío, Jesucristo...". Se pueden añadir cada día al final, las letanías.   (Ver ejemplo de novena para imprimir en formato Word)

Oración a San José para pedir una buena muerte

  Poderoso patrón del linaje humano, amparo de pecadores, seguro refugio de las almas, eficaz auxilio de los afligidos, agradable consuelo de los desamparados, glorioso San José, el último instante de mi vida ha de llegar sin remedio; mi alma quizás agonizará terriblemente acongojada con la representación de mi mala vida y de mis muchas culpas; el paso a la eternidad será sumamente duro; el demonio, mi enemigo, intentará combatirme terriblemente con todo el poder del infierno, a fin de que pierda a Dios eternamente; mis fuerzas en lo natural han de ser nulas: yo no tendré en lo humano quien me ayude; desde ahora, para entonces, te invoco, padre mío; a tu patrocinio me acojo; asísteme en aquel trance para que no falte en la Fe, en la Esperanza y en la Caridad. Cuando tú moriste, tu Hijo y mi Dios, tu Esposa y mi Señora, ahuyentaron a los demonios para que no se atreviesen a combatir tu espíritu. Por estos favores y por los que en la vida te hicieron, te pido ahuyentes a estos enemigos, para que yo acabe la vida en paz, amando a Jesús, a María y a ti San José. Amén.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recibid, cuando muera, el alma mía.

San José, patrono de la Iglesia

San José es el mayor de los santos. Ejemplo especial para los solteros, por su castidad; para los casados, como padre de la Sagrada Familia; para los religiosos y apóstoles, por su entrega a Jesús y María; para los sacerdotes, por su respeto al tratar a Cristo; para los trabajadores, por ser siempre un dedicado trabajador en su carpintería; además patrono de la buena muerte, ya que murió en los brazos de Jesús y María en persona. La verdadera devoción a San José consiste en invocarle con fervor e imitar sus excelentes virtudes.
 
Oración: Dios Todopoderoso que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres a la fiel custodia de San josé, haz que por su intercesión, la Iglesia los conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Concédenos también que, a imitación de este glorioso santo,  sirvamos con un corazón puro como el de San José, que se entregó por entero a servir a tu hijo nacido de la Virgen María. Amén.

 Oración de San Juan XXIII a San José, patrono de la Iglesia

José: Sé siempre para nosotros un protector. Que tu espíritu interior de paz, de silencio, de trabajo honrado y de oración al servicio de la Iglesia, nos vivifique y nos alegre, en unión con tu Esposa bendita, nuestra Madre dulce e Inmaculada, en el amor fuerte y suave de Jesús, Rey glorioso e inmortal de los siglos y de los pueblos. Amén.



Volver a Áncora
Volver a Capilla

Ir a Plan De Vida




Página publicada el 16 - 3 - 2003