"Mortales,
¡qué dicha tan grande la vuestra (decían una vez
los bienaventurados del cielo a Santa Matilde), que podeis cada
día atesorar riquezas sin cuento para la eternidad! Si
fuésemos capaces de envidia, os la tendríamos
seguramente; pues no sólo podéis adquirir la gloria que
poseemos, sino aumentarla de día en día más y
más." Pero ¡qué confusión será el
día del juicio
la de los negligentes, cuando vean que a tan poca costa pudieron
acaudalar
tesoros inmensos; que a cada obra bien hecha, por baja e indiferente
que
pareciese, correspondía un grado más de gracia en esta
vida
y uno más de gloria en la eternidad y que por su indolencia nada
recogieron! No seamos del número de los necios: ora
comamos, ora bebamos, ora hagamos cualquier otra cosa, no obremos
jamás por costumbre ni por propio amor, sino puramente por
agradar a Dios. Esta rectitud de intención es una sagrada
alquimia que sabe convertir en oro finísimo el polvo
despreciable. Veamos, pues, cómo se podrán santificar las
obras del día.
Trabajo:
(Al principiarle, haz la señal de la Cruz y di:)
Dios y Redentor mío, bendecid este
trabajo y aceptadlo en unión de los muchos que Vos padecisteis
por mí.
Ten en cuenta no maldecir ni jurar cuando el trabajo no salga bien:
guárdate de murmurar o divertirte cantando canciones indecentes.
¡Cuánto mejor sería cantar alguna canción
piadosa
o meditar algún Paso de la Pasión del Señor! Quien
no supiese hacer esto, podría a lo menos, sin interrumpir las
ocupaciones,
elevar a menudo el corazón a Dios, con estos o semejantes actos:
Os amo Bien mío... ¡En Vos creo, en Vos espero, dulce
Jesús mío!... Virgen Santísima, sed mi Madre; yo
quiero ser hijo vuestro... Jesús dulcísimo, tened
misericordia de mí... Ofrézcoos, Señor, este
frío, calor, trabajo, etc., uniéndolo a los trabajos,
calores y fríos que Vos padecísteis por mí.
Al vestirse: (Al asearte y vestirte para salir
de casa, dí:)
¡Ay,
Señor, tanto cuidado en asear y ataviar un cuerpo que pronto
será comido de gusanos y tanto descuido en adornar de virtudes
el alma que ha de vivir eternamente! Despojadme, Dios mío, de la
ropa del hombre viejo, con sus vicios y malos hábitos y
revestidme del nuevo, que fue criado por Vos en Justicia y santidad
verdadera.
Al salir de casa: Dirigid, Dios y Señor, mis pasos,
guardad mis sentidos y no permitáis que yo ande nunca por la
senda de la iniquidad.
(Antes de comer, la persona principal
de las que están a la mesa diga devotamente la bendición,
respondiendo las otras:)
V). Benedícite.
R). Déus:
V). Bénedic, Dómine, nos et haec túa dona, quae de
túa largitate sumus sumpturi. Per Chrístum Dóminum
nóstrum.
R). Amen.
R). Iube, domne, benedícere.
V). Mensae caelestis partícipes fáciat nós Rex
aeternae gloriae.
R). Amen.
(En latín la combinación
ae, suena como
e, a no ser que lleve
diéresis. La
ch tiene
sonido de
k.)
Si no lo saben en latín, digan:
Dadnos, Señor y Dios Nuestro, vuestra santa bendición
y bendecid también el alimento que vamos a tomar para
mantenernos
en vuestro divino servicio. Amén. Padre nuestro y Ave, María.
Glória Patri, et Fílio,
et Spíritui Sancto. Sícut érat in
princípio,
et nunc, et sémper, et in saécula saeculórum. Amen.
Mientras comes, alza el corazón a Dios y piensa alguna que otra
vez:
¡Tantos pobrecitos padecen
hambre; y a mí, Señor, me alimentais con tanta
liberalidad y me dais manjares tan buenos!
Imita, los
sábados por lo menos, a aquellos cristianos generosos, que por
espíritu de penitencia, se privan del bocado que más
apetecen, en honor de María Santísima.
Después de haber comido dígase:
V). Benedicamus Dómino.
R). Deo grátias.
V). Agimus tibi grátias, omnípotens Déus, pro
universis benefíciis túis. Qui vivis et regnas in
saécula saeculorum.
R). Amen.
V). Kyrie, eleison.
R). Christe, eleison.
(Todos) Kyrie, eleison.
V). Páter
nóster, (lo que sigue lo dicen todos en secreto)
qui es in caelis, santificétur
nomen túum. Advéniat régnum túum.
Fíat voluntas túa sícut in caelo, et in
terra. Pánem nóstrum quotidiánum da nobis
hódie. Et dimitte nobis débita nostra, sícut et
nós dimíttimus debitóribus nostris.
V). Et né nós inducas in tentatiónem.
R). Sed líbera nós a malo.
V). Sit nomen Dómini benedíctum.
R). Ex hoc nunc, et usque in saéculum.
V). Retribúere dignare, dómine, ómnibus nobis bona
faciéntibus própter nomen túum, vítam
aetérnam.
R). Amen.
V). Pro fidélibus defunctis: Páter nóster. (Lo
rezan todos entero)
.
V). Ad láudem Vírginis Maríae: Ave, María. (Todos)
Ave,
María, grátia plena; Dóminus técum:
benedicta tú in muliéribus, et benedictus fructus ventris
túi, Iesus. Sancta María, Máter Déi, ora
pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
V). Benedicamus Dómino.
R). Deo grátias.
V). Fidélium ánimae per misericórdiam Dei
requiescant in pace.
R). Amen.
O bien:
Os damos gracias, Señor, por el manjar que nos habéis
dado: esperamos que así como nos habéis concedido el
sustento
corporal, os dignaréis también concedernos el espiritual
de vuestra gracia y la bienaventuranza eterna. Padre nuestro, Ave, María y
Glória
Patri.