"Cuando Jesús, después de instituido el
Santísimo Sacramento
del altar, salió del Cenáculo con los once
Apóstoles,
su alma estaba turbada, y su tristeza se iba aumentando. Condujo a los
once
por un sendero apartado en el valle de Josafat. El Señor,
andando
con ellos, les dijo que volvería a este sitio a juzgar al mundo;
que
entonces los hombres temblarían y gritarían:
"¡Montes,
cubridnos!". Les dijo también: "Esta noche seréis
escandalizados
por causa mía; pues está escrito: Yo heriré al
Pastor,
y las ovejas serán dispersadas. Pero cuando resucite, os
precederé
en Galilea". Los Apóstoles conservaban aún algo del
entusiasmo
y del recogimiento que les había comunicado la santa
comunión
y los discursos solemnes y afectuosos de Jesús. Lo rodeaban,
pues,
y le expresaban su amor de diversos modos, protestando que jamás
lo
abandonarían; pero Jesús continuó
hablándoles
en el mismo sentido, y entonces dijo Pedro: "Aunque todos se
escandalizaren
por vuestra causa, yo jamás me escandalizaré". El
Señor
le predijo que antes que el gallo cantare le negaría tres veces,
y
Pedro insistió de nuevo, y le dijo: "Aunque tenga que morir con
Vos,
nunca os negaré". Así hablaron también los
demás.

Profecías de
Ana Catalina Emerich